Partida Rol por web

Las fuerzas empezaban a fallar, tanto que casi no podías lanzar un golpe decente. A unos metros de ti, Miriel disparaba a los otros orcos que iban a por ella. Al ver tu situación, decidió disparar a uno de los tuyos, aún a riesgo de que los suyos la hirieran. La flecha se clavó con poca fuerza en el cuerpo del que habías herido.

Era un combate muy duro, pero las heridas lo eran más cuando incluso con el cuerpo caliente, escosen en demasía. El ardor le hizo perder fuerzas, hasta que pensó en su bella mujer en lo que pasaría si en este momento lo perdía y fue a por ello, con todo su ser porque no se rendirá. Jamás lo hará y por ello es que blandió su espada buscando un punto vulnerable en ese orco, sus ojos se clavaron en ese costado libre para que en un grácil movimiento fuera cortado por el filo de su acero. 

El orco cae muerto ante el ímpetu de tu ataque, pero el segundo lanza un tajo transversal que te da de lleno. Con un último aliento de vida, decides tomarte la poción de curación que llevas atada al cinto. No sabes si podrá salvarte, pero es la última esperanza.

Todo estaba demasiado difícil para Ilomir cuando delante suyo un orco quedó como opción a enfrentar, pero él estaba entero y el elfo no. Así que en su último intento de supervivencia, tomó la poción de curación y sintió un poco mejor, sólo que bien sabía que esto era una quimera o un retraso para lo que vendría después. 

Sin más y débil como se sintió, hizo un errático movimiento con su espada que no le dio a nada y de alguna manera se posicionó para defenderse, pero lo tendría muy difícil, más aún cuando un buen golpe dado podría llevarlo a la muerte. 

El golpe demoledor del orco hace mella en ti, la sangre te salpica la cara y te nubla los ojos un instante. Te limpias la cara con el dorso de la mano mientras caes de rodillas. A tu aldo, Miriel cae abatida por dos orcos más. Ha llegado tu fin...

- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -

Y sin más, su muerte quedará en el olvido pero no en la memoria de aquel bosque en la que se vio su coraje y sus férreas ganas de sobrevivir a esto. Aunque claramente se vio superado, como era de esperar en todo aquello y el destino le había jugado una mala pasada, una muy mala. 

Se abrazó al recuerdo, a su gran amor y cuando su mundo oscureció, sintió que ya lo había dado todo. No había arrepentimiento en su corazón, sólo el grato recuerdo de una vida que intentó seguirla según lo que decía su corazón.