Partida Rol por web

Esa misma noche, después de ser atendido por una sanadora y de lavarte y cambiarte de ropas, acudes a la reunión que ha convocado el Rey en el salón central del palacio. Una larga mesa ocupa el centro de la estancia, que reluce con brillos dorados bajo la danzante luz de las antorchas. Tu padre preside el acto, al que acuden el consejo de la Corte Blanca y tus ocho hermanos, los príncipes. Ocupas tu asiento en el extremo de la mesa, ya que eres el menor de los hijos del rey y por tanto el último en el estricto protocolo.

Tu hermano Gornahel, el primogénito, explica la misión que se hallaba realizando en los bosques del sur cuando la invasión se produjo. El príncipe habla puesto en pie, el rostro inexpresivo y la voz calma del que está acostumbrado a ser escuchado con atención.

-En cuanto recibimos las primeras noticias, reuní a mis capitanes. Dice Gornahel. El problemas fue que las patrullas estaban dispersas por todo Shalanest y tardamos casi un día en reagruparnos. Una vez juntamos una fuerza considerable, emprendimos el camino hacia la capital. Doy gracias a la diosa Rael por haber llegado a tiempo.

-Muy bien, hijo. Se levanta el Rey. Has cumplido de forma encomiable con tus obligaciones y has demostrado ser un digno heredero al trono.

Con una reverencia, Gornahel toma asiento. El siguiente en hablar es la anciana líder de la Corte Blanca, Guznahan, una mujer de clarísima piel y pelo blanco, pero cuyos rasgos imperecederos contradicen su edad. Vestida con una larga túnica de seda azul, habla con voz melodiosa.

-Las noticias que llegan del norte no son buenas. Teshaner, la ciudad humana que hay más allá de nuestras fronteras, cayó bajo el ejército de orcos y dragones. Las montañas son un hervidero de monstruos y los caminos vuelven a no ser seguros. Hace una pausa y tienes la sensación de que te dedica una fugaz mirada, pero al momento sigue hablando hacia el rey. El mal ha renacido en las montañas Kehalas, de eso no hay duda, la reaparición de los dragones así lo atestigua. Este puede ser el día que tanto temíamos, el día del regreso de Abanatah, el día del regreso del Rey Dios.

Un murmullo de preocupación recorre la estancia. El rey vuelve a tomar la palabra y acalla los comentarios.

-Debemos prepararnos para la guerra. Dice con voz potente. No importa quién esté detrás de este ataque, pero unos pocos dragones y una horda de orcos casi destruyen nuestra civilización. Eso no puede volver a suceder. Es hora de que los elfos vuelvan a empuñar sus armas, quizás por última vez antes de que se acabe nuestra era.

Te mueves incómodo en tu silla. No estás acostumbrado a estar presente en las reuniones del consejo. Hasta hace poco eras considerado un niño y prácticamente ni te dirigían la palabra. Miras al resto de tus hermanos en el momento en que el príncipe Gornahel se levanta y vuelve a hablar.

-Debemos reforzar nuestras defensas. La imponente voz de tu hermano resuena en la sala. El tiempo de permanecer escondidos ha terminado. Llevamos más de un siglo ocultos en lo más profundo del bosque mientras que humanos y orcos se extienden como una plaga por todo Valsorth. Debemos reunir un gran ejército como en los días antiguos y recuperar nuestro puesto de soberanos en el gobierno del mundo.

Escuchas las voces de aprobación del consejo y observas el orgulloso brillo que ilumina la mirada de Gornahel. Tu padre pide silencio y vuelve a hablar, sobre la guerra, sobre el significado del retorno de los dragones, sobre el posible regreso del Señor de la Sombra, pero apenas prestas atención a sus palabras. Miras al rey, a los consejeros, a todas las personalidades que discuten en la sala y no puedes evitar preguntarte qué papel puedes jugar tú en una historia de esta magnitud.

- ¡ENHORABUENA! TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -