Tienen razón en que el carmín no identifica culpables, pero sí una relación de proximidad con el fallecido tal como para comparir estancia y bebida en sus aposentos privados. Es decir, abre la puerta a un asesinato pasional.
Dice tranquilamente mientras vuelve a su lugar a garabatear las últimas novedades del caso.
Una vez tuvo papel y lapiz en la mano y no antes, preguntó.
Y bien, inspector ¿Va a esperar a que le preguntemos qué son esas cositas que encontró en otras habitaciones? Ha dejado caer que han encontrado algunas cosas que pudieran ser pistas.
Smythe sonrió. La facilidad con la cual se desenvolvía la escritora era refrescante, aunque demasiado apremiante para su gusto. Al detective le gustaba avanzar tranquilo, comprobando cada centímetro del terreno, y las prisas nunca eran buenas consejeras, sobre todo en un caso de asesinato. A pesar de todo, ya había decidido lo que podía y no podía decir, por lo que en realidad, le estaba pidiendo información que sabía que iba a proporcionarles.
-Todo lo que es diferente a como estaba antes del asesinato es una pista, señorita Bigh. Por ejemplo, encontramos que un viejo baúl de la habitación de Sir Roger había sido desplazado recientemente de su posición, y que tenía una serie de arañazos en la parte superior. El mayordomo de la casa ha confirmado que aquella misma mañana no estaba de esa manera ni en ese lugar, y sabemos que el contenido del mismo no ha sido tocado durante mucho tiempo. No deja de resultar interesante que alguien mueva y arañe ese baúl y que que horas después, Sir Roger esté muerto. Quizás todo esto le parezca insignificante y carente de importancia, pero son precisamente los pequeños detalles, lo diferente, quienes ayudan a resolver los casos, como seguramente estaría de acuerdo Sir Arthur Conan Doyle, ¿no le parece?
El sacar a colación a uno de los más grandes escritores de novelas detectivescas de todos los tiempos no había sido casualidad. Smythe tenía guardada aquella comparación desde que había visto en la lista de invitados a la escritora. Por su perfil, y por lo que había observado, no le había resultado demasiado complicado darse cuenta del alto concepto que tenía de ella misma, así que calculó que una manera de devolverla al mundo real podía ser compararla con alguien de talla inigualable.
Smythe miró a Bigh sin mover un solo músculo de su rostro, aparentando indiferencia ante sus propias palabras, aunque en el fondo, su jugada le había proporcionado un pequeño momento de placer.
¡Oh! ¡No inspector! Todo lo contrario. Todos los detalles son útiles. Los detalles son los que cuentan la historia. Incluso aunque fueran detalles no relacionados, cada línea descartada es un paso hacia la solución - Baja la voz - Y a los lectores les encanta
El doctor observó a la señora Wing Brooks de arriba a abajo de manera un tanto descarada
Es una belleza, con un toque exótico, pero sin duda su cerebro está a la misma altura de su físico, una lastima que este casada. Aunque eso ya no fue un problema en el pasado, ni para el ni para ellas.
-Por favor, usted puede llamarme Mal. Dijo de modo amable y cordial mientras le veía a los ojos de manera pícara
Y tal y como dije antes, Sir Roger tenía buena salud, sobretodo para su edad. Toma alguna medicación para diversas patologías, pero algo normal y nada alarmante. Además Prosper podrá confirmar que es un buen jugador de golf, cuanto hace de vuestro último partido? Acabó dirigiendose al abogado
pero nosotros no hemos encontrado ningún rastro de dicho testamento, aunque el mayordomo nos ha asegurado haberlo visto durante este fin de semana encima de la mesa de la biblioteca.
Todos los siguientes sucesos le pasaron por una oreja y le salieron por la otra al futuro heredero, todas sus neuronas estaban siendo usadas en descifrar tremenda atrocidad, que ponía en riesgo su futuro, y el de su status. "No se encontró el testamento... Desaparecido... Ya no está... Qué pasó con él? Quién lo movió? Fue post mortem? Casualidad? Lo hizo el mismo asesino/a?! QUIÉN DEMONIOS ESTABA ANTES EN LA LÍNEA DE SUCESIÓN?!"
En un ataque de ira, Rog comenzó a caminar en dirección hacia ERA.- Quién estaba antes que yo en la línea sucesoria? Qué pasó con mi dinero?- le preguntó, sin acusarla, ya que las fantasías de la escritora no lograron hacer mella en su voluntad de creer en la secretaria, pero sin duda coincidiendo en que quien sea que haya movido de lugar el testamento, debe, como mínimo, querer joderlo a él y su dinero.
Acto seguido miró al inspector, y se secó el sudor de la frente con un pañuelo que sacó de su bolsillo delantero.- Todo esto es un malentendido, cierto?- preguntó.- Ustedes deben tener una copia del testamento, verdad?- le preguntó al banquero, e intentó recordar otra forma de que su fortuna esté a salvo, pero no encontró una solución inmediatamente. Necesitaba pensar.
Caminó hacia un sillón, ya no con la gracia y elegancia que demostró cuando sintió que estaba "en escena" sino con los hombros más caídos, con la actitud discreta de alguien que no quiere ser visto en sus momentos más íntimos, pero a pesar de ello, las circunstancias lo obligan a hacerlo en público.
Se dejó caer en el sillón de dos plazas, justo en el medio, una vieja costumbre que adquirió con los años, ya que a menudo estaba acompañado de dos damas, y lo correcto era dejarles un lugar al lado suyo a cada una. Se llevó sus callosas, pero esculpidas manos hacia los párpados y cerró los ojos.
"Debo resolver este caso, y hacer que el culpable confiese sus crímenes y que me devuelva MI DINERO! Pero tengo que hacerlo antes de que el inspector lo encuentre. Tengo que recuperar mi testamento antes que nada, no vaya a ser cosa que lo tomen como evidencia o algo por el estilo y me intenten arrebatar mi fortuna." pensó seriamente Rog, que a pesar de estar en un momento crítico para su futuro, sintió que debía mantener su mente fría y calculadora, ahora más que nunca.
- Quien sea que haya robado el testamento. Que sepa esto...- dijo Rog desde el sillón con la misma expresión y los ojos cerrados. No sabía si debía decirlo o no...
Dudó unos instantes.
- Quien sea que me haya robado el testamento. Que se dé por muerto.- finalizó con cólera. Aquello fue muy estúpido de su parte, declarar sus intenciones frente al inspector más perspicaz que haya tenido el disgusto de conocer no era buena idea, pero no pudo evitarlo.
Smythe observó la pérdida de control del joven Watersdown con sorpresa, pero sobre todo, con un enorme interés. El dinero era una buena motivación para él, aunque... ¿sería lo suficiente como para empujarle al asesinato?
-Quizás a todos ustedes debería interesarle -empezó a decir, haciendo como que ignoraba las palabras de Roger Astird pero siguiéndolo con la mirada, de reojo -no solo el quién, sino el cómo. Como ya le dije antes, registramos toda la casa, y encontramos algunos elementos muy curiosos. Por ejemplo, en el balcón del dormitorio del difunto Sir Roger, hallamos un cristal azul con forma redondeada que, obviamente, no debía estar allí.
Smythe caminó hasta situarse justo delante del abogado.
-Pero no solo eso. En el mismo balcón había una serie de tablas, destacando sobre todo un tablón de unos doce pies de largo que no debía estar allí. En el balcón del dormitorio de la Señorita Aminmund también había algunas tablas más. El mayordomo dice que todas las tablas estaban en éste balcón, así que no se explica cómo ni para qué, ni quién las habrá movido de un sitio a otro. Así que cómo pueden ver, muchas cosas no tienen sentido, no hay un cómo que pueda deducirse de toda esta información, y eso ahora mismo, es casi tan importante como el quién.
¿Un cristal azul redondeado como el de una joya o pendiente que hubuese perdido alguno de sus embellecedores o más grande? En cuanto a las tablas, ¿pueden haberse usado para pasar de balcón a balcón? ¿Estan ambos balcones adyacentes? También se me ocurre que pudieran usarse para regresar del lugar del crimen sin dejar huellas en el terreno, pero para hacerme una composición necesito antes saber alguna información. ¿Las huellas eran en el barro o en la baldosa? Si eran marcas de pisadas o si eran huellas silueteadas cambia la situación y lo que se puede esperar encontrar en los zapatos del culpable o en las tablas que han sido movidas de terraza a terraza si se usaron para desplazarse sin dejar rastro.
Smythe sonrió ante la avalancha de preguntas de la hiperactiva escritora. Quería saberlo todo y en aquel momento. Pero él también deseaba conocerlo todo, y sabía que la mejor manera de hacerlo era... no revelando tanto como quisiera.
-El cristal es pequeño, señorita Bigh, y en cuanto a las tablas, sí, esa posibilidad se nos ha pasado por la cabeza. En cuanto a las huellas, estaban en el cemento aún blando y ya no hay zapatillas ni zapatos en esta casa que tengan restos del mismo. El hombre o la mujer que pisó, también se encargó de lavarlas. Quizás por eso no hay más huellas, ni en los balcones ni en las tablas.
Smythe observó a todos los invitados. Todos parecían estar preocupados, y no precisamente por la muerte de Sir Roger, sino por cómo actuaría a continuación el detective. En realidad, cualquier investigación partía siempre de los mismos supuestos.
1) Todo el mundo es sospechoso
2) Ningún plan es perfecto
3) Un asesino no tiene coartada
Por eso a partir de aquí, debía empezar a preguntar y a descubrir quién de todos ellos, pudo hacerlo y cómo.
ESTE ES EL FIN DEL PRÓLOGO.