Takeshi se encontraba en aquél sótano como todas las noches, depués del entrenamiento Kakita.
Le habían comunicado, en el Dojo, que iba a ser el elegido para representarles en el gempukku que se iba a celebrar dentro de 5 días en el palacio Doji, noticia que él acogió con un fingido entusiasmo. Más aún cuando sus compañeros, al terminar la clase, le felicitaron personalmente.
En su casa, su padre, se enteró de la noticia por boca de Takeshi, ni siquiera le dedicó una mirada de orgullo o similar. Su madre ni apareció. Tampoco es que fuese a decirle nada bueno.
No le importó
Su padre, se limitó a decirle que ganase, para elevar el honor de su familia. Acto seguido lo mandó al sótano para su entrenamiento nocturno. Sin cenar ni siquiera.
No había tiempo para el descanso si quería progresar.
Se quitó la parte superior del Kimono mientras bajaba las escaleras como le había indicado el día anterior su maestro.
Su maestro allí le esperaba, entremezclando su esencia con la oscuridad, levemente revelado por la insignificante luz de una pequeña vela, situada en una desvencijada mesa.
La misma oscuridad parecía tragarse la luz.
-Takeshi-
-Es tu prueba final, a partir de aquí dejaré de ser tu sensei, para convertirme en tu hermano, y tú pasarás a servir a la red de secretos Shosuro...si la pasas-
Takeshi sabía que un mal augurio se escondía tras las palabras
-Si fallas esta noche, morirás, y tu cadáver jamás será encontrado, tu casa arderá, y tus padres perecerán abrasados vivos-
Lo que se temía.
Pero el sensei tenía algo más preparado
-Tu primo sora, está de camino hacia Kyuden Doji-
Aquellas palabras le desconcertaron, ¿Sora? a pesar de la distancia y los años, sintió que el no pasar la prueba sería un terrible suceso para la seguridad de su primo.
De repente la luz de la vela se apagó, para acto seguido volver a encenderse.
Su maestro ya no estaba allí, únicamente la sombra y penumbras.
La lección final había empezado.
PD: mario, se trata de lo descrito en la intro, tienes que pillar a tu sensei antes de que te ponga la espada en el cuello, aunque esta vez te la cortará.
PD2: Normalmente, intentarías esconderte y concentrarte para oír, la tirada a realizar sería la siguiente.
Por un lado, agilidad más sigilo, para oir concentrado--->Voluntad+sigilo
la dificultad de ambas tiradas es 8
Si las superas, postea consecuentemente, al igual que si fallas, te seguiré indicando a medida que avancemos
Motivo: Agilidad + Sigilo
Dificultad: 8
Tirada (5): 3, 1, 10, 4, 9
Guardados (3): 10, 1, 9, 4 (Se tiran de nuevo solo los dieces guardados)
Total: 24, Éxito
Motivo: Voluntad + Sigilo
Dificultad: 8
Tirada (4): 4, 3, 8, 8
Guardados (2): 8, 8 (Se tiran de nuevo solo los dieces guardados)
Total: 16, Éxito
Kakita Takeshi saltó hasta la vela, apagando la llama con la palma de la mano para después agarrarla y rodar por el suelo hasta el lugar que hacía un instante había ocupado su maestro. El resultado fue un único movimiento fluido, silencioso, fruto del entrenamiento que todas las noches realizaba en ese mismo sótano. Ahora no había nada que arrojara luz sobre el sótano, y su maestro y él eran uno con la oscuridad.
En cuclillas, pasó la vela de su mano derecha a la izquierda y se concentró. Estaba a la espera de cualquier movimiento, cualquier sonido: el crujir de la madera, el silbido del aire, o el roce de las vestimentas de su sensei. La mención de su primo Doji Sora le había distraído, pero no lo suficiente. Shosuro-sama había cometido el error de mencionarlo al final, y para entonces Takeshi ya tenía un plan formulado. Su desaparición bastó entonces para despejar cualquier duda que el comentario hubiera despertado, y le había puesto los pies de vuelta en la tierra. El aprendiz solo había tenido que poner en práctica lo que ya había planeado. Esperaría a cualquier sonido como un tigre agazapado, y saltaría sobre su maestro cuando le oyera. De no darse el caso, se valdría del cirio para sacar a su sensei de su escondite. La idea se le había ocurrido tiempo atrás, mientras observaba a unos pescadores pescar con caña y anzuelo, y la había reservado para un momento como este, en el que el acero reemplazara el bambú.
Cerró los ojos, y esperó.
Igual me he sobrado mucho :/
Lo que pretende es, si no oye nada, lanzar el cirio a una distancia razonable para que el sensei se lance en dirección al ruido y entonces atacar él.
Me lias mucho con eso de postear en posts y a la vez en la descripción de la escena, así que he dado por hecho que lo que has puesto en la descripción (cuando le canea con el bambú) es algo que ocurrió en el pasado.
En cualquier caso, he puesto esto porque estaba cansado, si mañana no has contestado tú lo desarrollo más.
Nota del master---> Básicamente, el post que tu te refieres como anterior, así es, es una vivencia, a modo de intro, el tiempo presente sería ya este, con los mensajes del interior.
La pruebas es en plan lo que leiste en la intro, estar en la oscuridad, concentrado, y pillar a tu sensei antes de que te dé con la espada.
Me refiero a lo siguiente, tu de rodillas, escuchando, y según te vaya requiriendo tiradas, vas superando, cuando sea la tirada final para pillar a tu sensei, te lo diré para que escenifiques si lo pillas o no(dependiendo de si has superado)
la 2ª tirada era precisamente para eso, concentrarte en la oscuridad para captar hasta el más mínimo detalle.
No sé si me explico, si sigues sin enterarte, dímelo y lo hablamos
Takeshi fundió de nuevo sus sentidos con la oscuridad, descartando los elementos que no eran importantes.
El sonido de pisadas en el piso superior, los ratones correteando por las esquinas, y varios insectos que en la oscuridad revoloteaban.
Tras el paso del tiempo, Takeshi escuchó dos mínimos ruidos distintos, pero que no correspondían a sonidos mundanos, alejados entre sí, tenía que pensar rápido cual descartar, su futuro estaba en juego.
Vamos a hacer lo siguiente, mario.
Tira percepción+sigilo, dificultad 6. si superas, sabrás cual de los ruidos pertenece a tu maestro. si no, perderás la localización de este.
Si superas, aparte, deberás moverte sin ser detectado para ponerte en una posición ventajosa para lanzarle la vela.
Agilidad+sigilo dificultad 5 con un aumento. cada aumento que tu declares, o yo te imponga verá la dificultad de cada tirada incrementada en cinco, con lo cual, esta sería finalmente de 10.
Date cuenta que tu puedes declarar aumentos para añadir efectos a las tiradas, o ganar bonus en tiradas subsiguientes.
Ejemplo---> quieres andar sigilosamente sin ser detectado, pero además, ponerte detrás de la fuente de los sonidos.
Pues un aumento tienes que declarar,
Si además de eso, querrías, por ejemplo, evitar que descubran tu posición tras lanzar la vela, sería otro más, con lo cual la dificultad aumentaría en 10 (2 aumentos, uno para cada cosa)
Hay que tener en cuenta que solo puedes declarar tantos aumentos como puntuación de vacío tengas.
Postea pues, pero recuerda no lanzarle nada, eso será al siguiente post.
Respira hondo.
Sé uno con la oscuridad.
Tensa tus músculos, como la cuerda de un arco.
Aguarda el momento.
Como si se tratara de una oración, Takeshi no dejaba de repetirse a sí mismo esas frases, pero lo hacía para mantenerse concentrado, no para pedir ayuda a los dioses. Ni el Sol ni la Luna podían tocar aquel sótano, y por las Fortunas que lo sabía bien. Allí abajo sólo podía contar con su astucia y su destreza.
La madera se quejó, a unos pasos de donde estaba él.
Calculando cada paso, cada movimiento, avanzó y se preparó para lanzar la vela.
Motivo: Percepción + Sigilo
Dificultad: 6
Tirada (4): 4, 2, 8, 3
Guardados (2): 8, 4
Total: 12, Éxito
Motivo: Agilidad + Sigilo
Dificultad: 10
Tirada (5): 4, 4, 6, 1, 9
Guardados (3): 9, 6, 4
Total: 19, Éxito
Takeshi aguardó, el ruido volvió a desaparecer, pero, el sentía una presencia física cerca de él. Sin duda alguna su maestro.
Agilidad+armas improvisadas---> si no tienes la habilidad, usa solo agilidad pero no podrás repetir dieces.
Dificultad 6 y le das, por lo que terminará la prueba.
Estiró el brazo hacia atrás, y lanzó la vela sin siquiera ver donde la enviaba. Inmediatamente se perdió en la oscuridad. El sonido de un impacto surgió, en respuesta, pero aún así no reveló su posición. En su lugar, esperó pacientemente.
Motivo: Agilidad + Armas improvisadas
Dificultad: 6
Tirada (3): 9, 4, 3
Guardados (3): 9, 4, 3
Total: 16, Éxito
Takeshi estaba seguro de haber impactado a su sensei.
Pasó un tiempo sin escuchar absolutamente nada, pero, al final, una luz volvió a encenderse.
Solo que esta vez no era una pequeña vela, si no un farolillo que iluminaba toda la estancia con claridad.
Takeshi pudo ver la sombría figura de su sensei en artes oscuras.
-Bien hecho Takeshi-san-
Dijo con aquella voz cortante como la hoja de una espada
-A partir de ahora serás considerado como uno más de la familia-
-Pero eso no significa que la red confie en tí, pues para eso, tendrás que pasar la prueba final-
Aquellas palabras sonaban siniestras hasta el extremo.
El sensei se fué hasta uno de los laterales, donde había algo envuelto en una pesada manta, Takeshi recordó que hacía unos dias que su padre guardó una vieja mesa.
Solo que aquello no parecíat una mesa envuelta en una manta.
El ninja arrastró el objeto hasta el centro del sótano, y tras esto lo destapó.
Era un hombre, atado con cadenas a una silla, parecía muerto o inconsciente.
-Es un Campesino-
-De un pueblo lejano, cometió un crimen, y su castigo servirá para enseñarte...-
-A no mostrar compasión, a entender que el deber está por encima de la etiqueta, de que el bushido solo nos coarta en situaciones clave para realizar nuestras acciones-
-Ahora lo despertaré- dijo sacando 4 frascos
-Y te enseñaré como funcionan varios venenos de los que utilizamos, las dosis no son letales, pero le inflingirán un daño terrible-
-Despues de eso, tendrás que matarlo, quemar sus restos, y dispersarlos por el campo-
-Así nadie sabrá que ha ocurrido aquí-
Fué poniendo los frascos uno a uno, delante del aún atontado campesino.
-El primero- dijo señalando el frasco blanco
-Se llama, leche nocturna, quedará a tu objetivo atontado por el poder depresor de la toxina-
-El segundo- refiriendose al frasco verde
-Simplemente lo llamamos veneno, matará lentamente a tu objetivo-
-El tercero es el mordisco de fuego- Señaló esta vez el frasco rojo
-Le causará un dolor extremo, sus articulaciones se inflamarán, especialmente alrededor de la herida, y sufrirá como nunca antes, no es especialmente mortal, pero el objetivo sufrirá-
-El ultimo de todos- finalmente terminó señalando el frasco negro
-Es el veneno goteante, suficientemente espeso para deslizarse por un hilo o cuerda hasta llegar a la boca de la victima cuando esté dormido, tardará en hacer efecto, pero cuando lo haga, la victima sufrirá un dolor extremo de estómago, y quedará abiertamente fatigado, mientras muere lentamente, si su resistencia no es la suficiente para enfrentarse a la toxina-
Sacó una pequeña botella de madera, e impregnó con su contenido un trapo, el cual pasó por la nariz del Heimin, este se fué despertando poco a poco hasta que fué consciente de la situación en la que se encontraba
-Takeshi-san, administra adecuadamente cada uno de los venenos, para que puedan verse sus efectos-
Al escuchar eso, el heimin comenzó a gritar futilmente y lleno de terror.
No importó, las unicas personas que iban a escuchar sus gritos sabían lo que estaba ocurriendo allí abajo.
Nota:
Tírame venenos+inteligencia, dificultad 5, si la superas, sabrás que todos los venenos se adminsitran directamente a traves del torrente sanguíneo (hacerle una herida con algo envenenado, o directamente verter el veneno en una herida) a expeción del veneno goteante, que se hace a través de su ingesta.
El orden de los venenos te lo dejo a tu elección, ya que no son mortales porque están "Rebajados", pero usa la lógica para apilar los efectos.
No te quitaré honor al ser una intro, pero en un futuro hacer estas cosas te lo reducirán (no es que tengas mucho, y ademas el honor aparente te salvará, pero para que lo sepas)
Takeshi cerró los ojos en cuanto el campesino empezó a gritar de pánico, pero inmediatamente se obligó a abrirlos. Por un instante se había sentido orgulloso de haber superado la prueba, pero ahora se daba cuenta de que había resultado demasiado fácil. ¿Qué sentido tenía entrenar a un ninja para ser invisible si llegado el momento no era capaz de quitar una vida?
El heimin debía morir. Tenía que morir. Él mismo debió cometer seppuku tras llevar a cabo el crimen que había cometido, pero... no era un samurái. Takeshi sí. Su deber era protegerle. Así lo dictaba el bushido, el mismo código por el que también debía obedecer a su señor. ¿Qué era más importante? ¿El deber, o la compasión? ¿Servir a su señor, o proteger al pueblo?
Algo dentro de él se rompió en pedazos. De repente se había dado cuenta de que nunca sería el héroe que siempre había deseado llegar a ser. Había sido, no, era un ingenuo. En el futuro podría fingir que lo era, pero siempre sabría que todo ello era una mentira. Si no pasaba esta prueba todos estos años de entrenamiento habrían sido en vano, su familia perecería y sería olvidada, sus enemigos no recibirían su justo castigo. Asintió a su sensei, y centró su atención en los venenos.
Pasó una eternidad meditando en qué orden aplicarlos.
Sus nombres no le eran extraños. Tampoco sus propiedades. Shosuro Nodage y muchos otros shinobi los habían usado en las historias que le habían sido confiadas cuando visitó las tierras del Clan Escorpión. A diferencia de la mayoría de las del Clan de la Grulla, las leyendas protagonizadas por ninja no pretendían engrandecer a sus protagonistas, sino aleccionar a sus oyentes. Takeshi conocía no solo de lo que eran capaces aquellos diminutos frascos, sino también como aplicarlos. Finalmente se volvió hacia el campesino, que gimoteaba inmovilizado sobre la silla.
—Tu alma ya no te pertenece —mintió—. Solo tu dolor.
El sótano volvió a inundarse de nuevo por el llanto explosivo del condenado, que rezaba a las Fortunas entre súplica y súplica a la pareja. Takeshi recogió uno de los frascos, y se lo mostró.
—¿Qué te parece hacer un intercambio? ¿Tu espíritu por tu dolor? —el joven samurái le agarró de la mandíbula y apretó, forzándole a guardar silencio. Hablar con alguien de aquel modo, — ¿Qué prefieres? ¿Abandonar el reino mortal en paz, o sufriendo?
Después miró los tres frascos restantes del suelo.
—Con ellos puedo hacer que una vez muerto Jigoku te parezcan los Reinos Celestiales, pero con este... —sacudió el minúsculo frasco del veneno goteante por delante de su cara, el espeso líquido meciéndose lentamente en su interior— Con él puedo hacer que no sientas nada. ¿Qué me dices?
Takeshi se esforzó por mantener el rostro endurecido, por no mostrar atisbo alguno de duda que hiciera al campesino desconfiar. Gritó y se sacudió en su prisión durante lo que pareció una eternidad, pero al final desistió. Aceptando su destino entre lágrimas, asintió lentamente. Takeshi retiró el tapón con cuidado, acercó la botellita a su boca y vertió el contenido en la misma. Después le cerró la mandíbula con fuerza, por si pretendía escupirlo.
Estaba hecho. Había matado a un hombre.
Consciente de que ya no era necesario mantener la mentira, dejo escapar un suspiro entrecortado. No había marcha atrás, así que siguió adelante con su plan. Alzando el brazo como había hecho antes con la vela, lanzó contra el suelo el frasco del veneno goteante. Estalló en pedazos. El chico tomó uno de los fragmentos más cortantes y aplicó sobre él el contenido de la leche nocturna. El campesino, confuso y furioso por lo que parecía que había sido una violación del pacto que acababan de hacer, empezó a gritar una vez más cuando le rajó el pómulo, maldiciéndole a él y a sus ancestros, pero pronto quedó en un estado atontado, con la cabeza colgando pero sin dejar de murmurar en ningún momento. Takeshi miró a su sensei, pero no dijo nada.
Solo quedaban dos frascos, así que se aprovechó de su aturdimiento y rajó la otra mejilla del condenado con el fragmento empapado esta vez por el veneno. Si el que había ingerido por voluntad propia no le mataba, este sí que lo haría.
Sentado, con las piernas cruzadas, entre el campesino y su maestro, Takeshi esperó.
Pasadas unas horas el hombre empezó a encogerse, quejándose de su estómago y de que había sido engañado. El momento había llegado. Takeshi empapó el fragmento con el mordisco de fuego y rasgó al campesino desde la muñeca al codo. Dejó caer el fragmento, y se giró para hacer una reverencia ante su sensei.
—Su voluntad se ha llevado a cabo, Shosuro-sama —dijo en voz alta pero inaudible, eclipsada por los gritos del condenado.
Motivo: Inteligencia+Venenos
Dificultad: 5
Tirada (4): 2, 5, 1, 2
Guardados (2): 5, 2
Total: 7, Éxito
El sensei asintió a su alumno, y tras su embozo negro como la noche, Takeshi pudo ver un leve brillo de orgullo.
Mientras el Heimin continuaba gritando, el Shinobi sacó su Ninjato y de un rápido movimiento terminó con el sufrimiento del desgraciado.
A continuación golpeó las patas de la silla para que se rompieran y el cuerpo del campesino cayese al suelo, con la garganta rezumando sangre y con las articulaciónes aún hinchadas por el mordisco de fuego.
-Hay un bosque cercano a un par de kilómetros de aquí, debes llevar allí el cuerpo y quemarlo en la espesura, así habrás ganado por completo el poder de la red Shosuro, y con ello, una nueva familia-
-Afuera hay preparado un transporte para tí y el cadáver, utiliza el arte del disfraz para no ser reconocido, y que las sombras te amparen, hermano takeshi-
Nota: Postea la escena hasta que quemes el cadáver y esparzas los restos, no te voy a exigir tirada alguna.
Takeshi abandonó poco después la casa familiar con las ropas del heimin, un sombrero de paja que le ocultaba el rostro y una capa de viaje. El cadáver, desnudo, iba en el interior de un saco que el chico transportó hasta la carreta, escondiéndolo después bajo un montón de rastrojos.
Encogido, en el asiento del conductor, se envolvió con la manta y bajó el ala del sombrero. Valiéndose de una fusta, hizo arrancar la carreta. El buey avanzaba lentamente, pero a paso seguro, y pronto desaparecieron al abrazo de la oscuridad, el chirrido de la madera y la tenue luz de una lámpara los únicos signos de que avanzaban por la espesura.
Tras unos kilómetros, hizo parar al animal y bajó de un salto del carro. Tras unos minutos en silencio, a la espera de cualquiera que pudiera haberles seguido, decidió que tal no era el caso. Con esfuerzo hizo caer al heimin al suelo, y tras trazar un círculo de rocas a su alrededor, volvió a envolverle con los rastrojos. Con la vela, prendió la pila.
Cuando la llama se extinguió, frente a él solo quedaban los huesos ennegrecidos del campesino. Takeshi se dejo llevar, obedeciendo las órdenes. No rezó oración alguna por el condenado; se limitó a guardar los restos en el saco en el que habían venido, y a esparcirlos bajo pedruscos, entre las raíces de los árboles y en el lecho de los ríos.
Cuando hubo terminado regresó a la aldea.
Al llegar a casa, el padre de Takeshi lo estaba esperando.
-Espero mucho de tí, hijo mío- le tendió un pergamino sellado.
-Cuando estés en Kyuden Doji, escoge el momento para abrirlo-
Tras esto, se marchó, dejando solo a takeshi
Takeshi tomó el escrito y lo ojeó, en la palma de sus manos. El cilindro que conformaba el pergamino enrrollado estaba cerrado, y por mucha curiosidad que tuviera, no debía abrirlo. Ahora era le ataba el deber a su padre, y por ello debía seguir sus órdenes. Aunque no había sido oficial, ya había pasado su gempukku. ¿Qué podía pasar en Kyuden Doji que fuera peor que lo que había tenido que hacer esa noche?
No durmió esa noche. Pese a que ya había terminado la prueba, el corazón parecía que se le iba a salir del pecho, y los pensamientos que poblaban su mente no eran mucho más tranquilizadores. En repentinas ocasiones se levantó, tomando el pergamino y luchando contra la tentación de abrirlo, de desvelar su contenido, pero siempre lo devolvió a su sitio. Era un shinobi, un ninja, un samurai. Su acero, metafóricamente hablando, claro está, ya había probado el sabor de la sangre. Sí, fue la hoja de Shosuro-sama la que acabó con el condenado, pero ya estaba muerto de mucho antes. Y no sería el último, eso seguro.
A takeshi lo acompañaron únicamente sus padres.
Hicieron el camino en medio día desde Kyuden Kakita hasta Kyuden Doji, siempre en silencio, como si cada uno estuviese a lo suyo, y, realmente, así era. Cada una de las tres personas pensaba en sus cosas.
Fueron recibidos con alegría en el palacio Doji, y pronto, tuvieron que separar a Takeshi de sus padres, arguyendo que debía de estar solo antes del Gempukku, sin que nadie interviniese directamente sobre él.
a Takeshi lo asignaron a una lujosa habitación, digna de un Kakita, le habían dejado todo preparado al detalle: Ropa, un baño caliente, una bandeja de sabrosa y abundante comida, bebidas varias, desde agua hasta una pequeña taza de Sake, como queriendo decir que pronto sería un hombre.
Por último, Takeshi reparó en un pergamino abierto, allí le indicaron los pasos que debía realizar antes de la ceremonia oficial, y lo primero, era una reunión previa a la cena de aquella noche.
Seguramente viese a sora.
Comenzaba todo.
Intro cerrada, nos vemos dándole candela al gempukku y sus fases previas.