Partida Rol por web

-Venga Ha-san, No seas tan terca, ¿ves como eres capaz de divertirte?- Dijo Sun, algo azorada por el esfuerzo, mientras que intentaba ganar el forcejeo con su rival

Tras un forcejeo intenso, Hanako frunció el ceño al escuchar las palabras de Isawa Sun. No le quedaba muy claro qué pretendía su compañera pero no iba a caer en sus banales provocaciones.

Consiguió zafarse, empujándola levemente hacia atrás y librándose del enfrentamiento que la prometedora Sun había iniciado.

─ Para.

Una sola palabra, concisa y contundente.

Justo cuando Sun iba a lanzarse de nuevo a por Hanako, pero esta vez, algo mas rabiosa por haber perdido, apareció Asako Karasu, con su temple impertérrito y calmado.

-Sun-san, hanako-san, se acabó el tiempo de jugar, es la hora del estudio- Dijo con su voz profunda, la cual trasnmitia una paz absoluta.

Sun tuvo que calmarse y sentarse en el suelo, al igual que Hanako.

Con el sensei y las alumnas sentadas en el suelo, Karasu-sama comenzó a hablar.

-Sun-san, ¿a quien debemos el Tao de Shinsei?-

SUn torció la boca y se llevó un dedo a ella, pensativa, buscando la mejor respuesta posible

-Pueeees, Karasu-samaaaa,  le debemos las palabras aaaa Shinsei, y su recopilación a Shiba-dono-

Karasu asintió
 

-Bien, Sun-san- dijo quedamente el Asako

-Hanako-san, recítame los nombres de los 7 truenos-

Antes de que la muchacha respondiera, llegó un Heimin con 3 cuencos de ramen con arroz, y los depositó con una profunda reverencia delante de Asako Karasu

─ Hida Atarasi, Doji Konishiko, Mirumoto, Matsu, Isawa, Shosuro y Otaku.

Hanako respondió de forma rápida y concisa a la pregunta de su tutor de viaje. Recordaba aquellas lecciones estudiadas mil veces junto a su sensei el Maestro del Vacío.

Asako Karasu asintió ante la respuesta de Hanako, firme y sin titubear

-Bien, Hanako-san, Sun-san, ahora terminaremos la práctica matutina interactuando con los Kamis-

-Por favor, Sun-san, habla con los kami del lugar, para saber cuales son los más activos-

Había hambre, y los tres cuencos de arroz dificultaban la concentración.

La jóven isawa parecía nerviosa.

Como había comprobado Hanako, a pesar de ser una joven diestra hablando con los kamis, parecía estar más interesada en otros asuntos, y seguramente esa era la raiz de porqué no había sido elegida para el campeonato topacio.

Sun miró un par de veces los cuencos del arroz mientras intentaba concentrarse, finalmente, sacó uno de sus pergaminos y comenzó a hablar

                             Oh Kamis que aquí residís en paz

                            os convoca una fiel servidora

                             Dadme vuestra gracia

                            y acudid a mi llamada, os lo ruego

Las inscripciones del pergamino brillaron con un color azul intenso, aunque tras un instante no pareció que hubiese funcionado.

Sun frunció el ceño, intentó calmarse y volvió a intentarlo

                                         Kamis que residís en todas las facetas del mundo

                                         Os imploro vuestra presencia

                                         Vuestra seguidora os lo ruega

                                         Oh, que gobernais los elementos

                                        Acudid a mi llamada desesperada

El pergamino volvió a emitir un destello, el mismo que antes, y cuando parecía que nada iba a suceder, algo ocurrió.

Las plácidas aguas del estanque comenzaro a arremolinarse y ascender, no mucho, pero lo suficiente para hacer ver que los kami del agua habían acudido a la llamada de Sun. Pronto tomaron la forma de algo parecido a un espejo oblicuo, con las pequeñas corrientes de agua arremolinándose por toda la forma que habían tomado sobre el estanque.

Sun esbozó una ligera sonrisa y comenzóa hablarles.

    -Benévolos Kamis del agua, vuestra seguidora os reclama, os imploro que me ilumineis con vuestra sapiencia- 

Los kamis atendieron la plegaria de Sun, y aquella forma ovalada comenzó a calmar sus corrientes de agua, y comenzaron a mostras unas imágenes, sin ningún otra información adicional, ya que estos kami solo podían reproducir imagenes visuales desprovista de cualquier característica.

La imagen mostraba a un grupo de tres cortesanas de la grulla, y dos samurai-ko de la familia Daodoji.

Las cortesanas se estaban quitando la ropa para supuestamente darse un baño, mientras que las samurai-ko se marchaban del lugar, fuera de la vista de los kami.  La imagen se detuvo cuando las tres jovenes cortesanas Doji se metian al agua.

Sun, divertida por la escena, siguió hablandole a los kami

-Maestros de las corrientes eternas, os doy las gracias por transmitirme vuestro conocimiento, pero debo pediros el favor de que sigais ilustrándome-

Algo no muy normal ocurrió, la forma que habían tomado los kami pareció agitarse violentamente, señal de que algo no estaba bien, o algún tipo de suceso que no estaban muy de acuerdo en mostrar.

Tras un pequeño pero intenso momento de duda, la imagen volvió a aclararse.

Dos de las jóvenes cortesanas, salieron del agua y tras vestirse se alejaron de la vision ofrecida por los Kami, dejando a su compañera plácidamente sumergida en el agua, a excepción de la cabeza.

Entonces, una figura emergió del fondo del lago revelando nada más que parte de su cabello negro, y medio rostro, el resto estaba bajo el agua, aquel rostro poseía unos ojos azules eléctricos.

Los kami comenzaron a agitarse, emborronando parte de la imagen, ahora si estaba claro que algo malo iba a suceder, todos lo sabían, e Isawa Sun miró a Karasu algo inquieta

-Sensei....- dijo únicamente.

Karasu se limitó a decir

-Mantén la conexión, Sun-san, tenemos que averiguar qué agitó tanto a los kami- Solo que esta vez su voz sonó firme y dura como un muro de piedra.

Isawa Sun siguió con su tarea

-Espirítus amigos, ¿Que clase de acción vil os perturba? para enmendar el error, teneis que hacérnoslo saber, así descansareis en paz-

Ya no solo la forma de los kami pareció agitada, el mismo lago comenzaba a alterarse, provocando un leve movimiento ondulante en toda su superficie.

Más imagenes surgieron, con menor claridad, pero distinguibles al fin y al cabo.

Aquel rostro medio sumergido se quedó quieta ante la cortesana doji. Las imagenes no transmitieron sonido alguno, pero parecía que estaban hablando. Primero la cortesana mostró en su rostro inseguridad, pero después tornó una sonrisa.

Con esta sonrisa, se irguió un poco fuera del agua, mostrándo la espalda a aquella misteriosa mujer.

Pero no era una bella mujer, como se percibía en su rostro fuera del agua.

Al erguirse por completo, las dos alumnas y el sensei vieron una horrenda figura con cierto aspecto femenino.

Su piel estaba podrída, rezumando un icor verdoso con aspecto pegajoso. Su incipiente melena negra se tornaba gradualmente en un gris ceniza, totálmente quemado y muerto, hasta caerle por los pies.

La superficie del lago comenzó a agitarse con más fuerza, al igual que la imagen.

Aquel ser podrido y corrupto abrió una pustulenta boca, enseñando unos afilados dientes como cuchillos, cubiertos de un sarro negro, con restos de carne putrefacta entre ellos, mezclándose con la purulencia amarilla que borboteaba constantemente de las infames llagas de aquella boca malsana.

La criatura levantó sus manos, con la carne pegada al hueso, terminadas en garras enormes y aterradoras, negras como el carbón, donde se observaban manchas de sangre reseca, de a saber cuanto tiempo llevaban ahí.

La criatura acuchilló a la cortesana con esas fatales garras, seccionándole la garganta e impidiendole hablar.

El lago  amenazó con volverse violento en extremo, y la imagen dejó de verse con claridad, los kamis estaban a punto de irse.

Sun estaba totalmente aterrada, sin saber que hacer. Tuvo que intervenir Karasu-sama.

-SUN-SAN, CUMPLE CON TU OBLIGACIÓN Y MANTÉN LA CONEXIÓN, LAS ENSEÑANZAS DE TUS MAESTROS TE LO ORDENAN- gritó violentamente el Asako.

Sun pareció reaccionar, cerró los ojos y respiró profundamente

-Yo os sirvo, y vosotros me servís a mí, así rezan las enseñanzas y así es la naturaleza de nuestro poder, os impelo a que cumplais vuestras obligaciones al igual que yo cumplo con vuestra adoración y respeto, reveladme todo el contenido de vuestra sabiduría, pues así os lo ordeno-

Nunca había que hablarle así a los kami a no ser que las circunstancias lo requirieran, y en aquel momento, los kami estaban casi fuera de control por la irrupción de una criatura de las sombras.

La imagen volvió a esclarecerse, pero del lago comenzaron a brotar olas furiosas, las cuales estaban salpicando al romper, a los tres allí presentes.

Aquella criatura oscura, tras matar a su presa, comenzó a desollarla con rapidez y precisión, luego le ató una piedra al cuello, con algas resistentes del fondo del lago, y allí ocultó a su víctima, en carne viva, aunque muerta al fin y al cabo.

Tras esto, comenzó a ponerse la piel sobre su corrupto cuerpo, y con cada parte colocada, estas se iban juntando entre sí a la perfección, conviertiendo a aquella vil criatura en un calco perfecto de la cortesana muerta.

Sun no pudo evitarlo y abrió los ojos justo al final, y lo que vió la sobrepasó, haciendo que cortase la conexión con los Kami y quedando tendida en el suelo, en posición fetal y aterida por el miedo.

La imagen desapareció y lso kami volvieron a su estado de letargo, pero en un último destello de rabia por aquel suceso funesto, del lago brotó una ola casi de dos metros, que se abalanzó contra las dos estudiantes y el maestros, tirándolos hacia atrás y quedandolos totalmente empapados.

Cuando todo volvió a la normalidad, Hanako pudo ver como siete bushis de la familida Shiba se acercaban a toda carrera hacia ellos, con las katanas de desenvainadas, tras ellos se pudo ver como varios Shugenjas les seguían.

Llegaron a ellos con rapidez.

-Karasu-sama, ¿que ha ocurrido? ¿se encuentran bien?-  Dijo el lider de los escoltas Shiba

-Hemos notado una gran perturbación de los kami del agua- Dijo uno de los Shugenja

Asako Karasu se levantó del suelo, totalmente empapado

-No os preocupeis, podeis iros, tengo una clase que terminar- Dijo de nuevo en calma

-Cuando termine, os reuniré a los maestros- Terminó haciendo referencia a los Shugenja de la comitiva.

Los que se habían desplazado hasta allí asintieron, y se marcharon tras comprobar que todos estaban sanos y salvos, aunque Sun seguía acurrucada sobre sí misma, muerta de miedo.

Una vez a solas de nuevo, Karasu volvió a hablar.

-Muy bien hecho, Sun-san, tu deber era sacar toda la información de los kamis, a pesar de el terrible suceso con el que nos hemos hallado, sin duda, tus maestros estarán muy orgullosos de ti, ahora, levantate, pues como nos enseña el Tao, el miedo se aprovecha de los débiles y pusilánimes, y por tanto, hay que combatirlo con la armadura del desprecio- 

Aquellas palabras parecieron enterrarse dentro del terror de Sun, y esta volvió a incorporarse, asintiendo, aunque Hanako notaba que seguía aterrada.

Ella tuvo más suerte, pues su dominio del vacío la protegió ante el miedo, pero solo esta vez.

-Sin duda alguna, acabamos de ver a una de las criaturas de las tierras sombrías, el dominio del Kami al cual está prohibido pronunciar su nombre, era una imagen clara, por lo que el evento es en cierta medida reciente, pero no debeis preocuparos, una vez que hemos sabido esto, alertaremos a las autoridades grulla para que aniquilen a esa bestia-

-No le echeis demasiada importancia al asunto, vosotras estareis a salvo, además, os enseñaron vuestros maestros a usar a los kami para derrotar a ese monstruo sombrío, en el peor de los casos-

-Continuemos con la clase, por favor, Hanako-san, muestranos tus aptitudes con el vacío, pues el don de ser un Ishiken-do no lo tiene cualquiera- 

Todo había sido muy confuso y perturbador, especialmente para Isawa Sun. Hanako estaba preocupada por ella y por su entereza. Había hecho un buen trabajo y eso era indiscutible pero... ¿Estaba bien ahora? Parecía que si, las palabras de Asako habían resultado reconfortante para ambas, Hanako podría realizar lo que le habían pedido.

Apartó su cabello, empapado y revuelto de su rostro tras aquella oleada que les derribó contra el suelo, y recobró la compostura tan rápido como le fue posible. Recogió sus pertenencias y extrajo de la bolsa de seda uno de los pergaminos enfundados en un tubo de bambú tratado. Lo desenrolló y procedió a leerlo, sentada de rodillas sobre la encharcada pradera de hierva que bañaba el lugar.

─ En nombre del todo y la nada, permitirme abrir mis ojos al horizonte.

En nombre de quienes están y quienes no, permitirme ver más allá.

En nombre del honor y la dicha, permitirme viajar sin desplazarme. 

Fithos Lusec Wecos Vinosec ─

Sus ojos comenzaron a ensombrecerse, desde la periferia de los mismos, una oleada de oscuridad los rodeó hasta invadirlos completamente. El efecto era el mismo que una persona que pone los ojos en blanco al meditar, pero el color por el cual quedaban los ojos cubiertos era un morado oscuro, casi negro, en el cual podría apreciarse la infinidad si se observaban detenidamente. Carecían de una tridimensionalidad, pues eran algo similar a dos ventanas abiertas al vacío.

Su cuerpo quedó inerte, bajó el pergamino lentamente, y su mirada ensombrecida por el vacío se mantenía fija en la nada y en el todo a la vez. Mirando al frente, observando el horizonte.

Pudo contemplar el estado en el que se encontraba la carreta cuya rueda se había quebrado por el camino, observó el mismo y contempló a quienes se movían por la zona. Un minuto después, Hanako volvió en si, la oscuridad que velaba sus ojos desapareció completamente y con el mismo efecto de aguas con el que había comenzado a invadirlos.

Parpadeó un par de veces y asintió, enunciando con los párpados cerrados;

─ Parece que la reparación del transporte está casi terminada... hay nervios e incertidumbre por los alrededores.

-Bien hecho, hanako-san, sin duda alguna el vacío te otorga su poder, los aquí presentes lo hemos visto y sentido- Sin duda alguna el Asako tenía un dominio espectacular de sí mismo y de sus emociones. Aún habiendo sido testigo de lo sucedido hacía apenas unos minutos, estaba impasible y tranquilo como siempre.

-La clase práctica ha terminado, podeis iros- Pareció que iba a terminar todo en aquel momento, pero nuevamente, el Asako volvió a hablar

-Sun-san, creo que Shiba Rikisi-san está preparando pastelillos de arroz, dile que vas de mi parte y que le ayudarás en la cata de los mismos-

Pareció que los ojos de Sun cobraban de nuevo su típica alegría y jovialidad, como queriendo olvidar para siempre lo sucedido, a base de comer pastelitos y hablar alegremente con los demás Fénix. Salió corriendo de allí sin despedirse.

Karasu miró a Hanako.

-El tao nos dice, "Mantén puro tu espiritu y fuerte tu corazón, pues en la debilidad nos ganará siempre la oscuridad"- Parecía referirse claramente a Sun

-Pero por otro lado, reza así "El que se supera a sí mismo, es prodigioso, el que ayuda a sus hermanos a superarse, es imbatible, pues el prodigio degenera en la arrogancia y con ella nos encaminamos por el camino de la vileza-

-Sun-san ha quedado muy afectada, estaría bien que le ayudases a pasar este oscuro suceso como mejor puedas, o sus miedos se apoderarán de ella en la ceremonia y no obrará como sabe realmente- terminó por decir finalmente, aunque no se movió ni un ápice de su sitio.

Despues de lo ocurrido en el lago, la comitiva fénix se apresuró todo lo posible para irse del lugar, sin recoger ni siquiera algunos desechos de la parada. Tenían que llegar a Kyuden Doji lo antes posible e informar de lo ocurrido.

Les quedaba una única parada antes de llegar al palacio grulla, pero ni siquiera la hicieron.

a Hanako y Sun se les prohibió la salida del carro hasta estar alojadas en su destino, con la clara intención de que se tranquilizaran por lo acontecido.

Sun permaneció alterada y muy susceptible durante todo el trayecto, intentando Hanako distraerla, aunque sin mucho resultado aún.

Una vez llegados al palacio, a las dos niñas se les condujo a través de los lujosos y pulcros pasillos de Kyuden Doji, los cuales ofrecían una vista magnífica de belleza poética. Todo el trayecto por el palacio  concurrió entre una paz y serenidad abrumadora, capaz de calmar los pesares de las jóvenes solo con contemplar la hermosa estructura, sus obras de arte, y un sinfín de cosas varias, todas rozando la perfección.

Y el sol de amataretatsu. Era increible.

La propia diosa solo parecía otorgar con más calidez sus rayos, haciendo que la luminosidad de estos refractase por los amplios ventanales, sin dejar espacio para la oscuridad o la penumbra.

Todo aderezado con el olor a mar y a flores silvestres provenientes de los gargantuescos jardines Doji.

Las dos muchachas fueron alojadas en una amplia habitación, la cual, si bien podía ser considerada como "algo precaria" en comparación de los estándares grulla, gozaba de hasta el más mínimo detalle, muy superior a cualquier alojamineto del fénix, más acostumbrados a una vida espartana y sin excedentes de lujo.

Ahora solo les tocaba esperar a las dos Jóvenes.