Al oír nombrar a su "querido" Príncipe, a Flin le surgió una chispa, posiblemente de orgullo, en sus ojos. Con mejor cara, que la de hace unos instantes dijo.- Os prometo que no descansaré hasta que le convenza a que nos ayude.- Y para sorpresa de todos su cara volvió a tornarse triste.- Sin embargo, sé con seguridad que pasarán muchos días antes de que me gane su confianza, y eso ocurra.- Hizo una pausa, para después explicarse.- Más de los que podéis esperar aquí. Debéis proseguir vuestro viaje antes de que las primeras nieves cierren los pasos.- Su voz ahora sonaba a una despedida.-
Sabía que, que se marcharan cuanto antes, incluso ese mismo día, era lo mejor para la misión del grupo, por lo que algo más animado, aunque en parte era fingido, dijo.- No os preocupéis, estoy seguro que, cueste lo que me cueste, convenceré al rey para que se una a la lucha conjunta contra Morgoth. Y si no, no podre considerarme a mi mismo un naugrim- Sonrió levemente al final, esta vez de lo más natural.
- Marchemos pues, cuanto antes mejor que mejor. Las nieves caeran pronto y el frio que trae corta las pieles de los caminantes y despelleja los pies de los incautos...
No sabia bien cual era el siguiente destino, pero si sabia que Azhagâl lo habia elegido como representante de Belegost, le regalo un arma excepcional y confio en su persona. Responderia fuese cual fuese el camino a seguir.
- Flinn, un placer luchar junto a ti. Volveremos a vernos, tenlo por seguro.
Flin comenzó a despedirse como se debía de todos.- Ha sido un placer conoceros a todos.- Pero lo hizo especialmente con Nagredog- Sí, para mí también ha sido un honor luchar codo con codo junto a ti... Tenlo por seguro que volveremos a vernos, amigo.- Le dio un fuerte abrazo.- Estoy seguro que representarás bien a Belegost.-
Luego, conforme se alejaban les siguió despidiendo, agitando la mano por encima de su cabeza hasta que desaparecieron al girar para coger el camino que deberían emprender para llegar hasta Ossiriand.
Durante ese día, guiados por Nagredog y los mapas que había comprado en Nogrod, continuaron avanzado hacia su próximo destino entre las montañas, por pasos que cada vez se iban estrechando más, si seguía así pronto deberían descender de las monturas e ir en fila de a uno.
Eso sí, como incómodo compañero siempre tenían el gélido frío, que no podía ser aliviado por los reconfortantes rayos de Anar, pues incluso estos, en algunos tramos, no llegaban a colarse por donde caminaban. Incluso, durante un breve periodo, de tiempo, precipitó en forma de agua nieve, lo que hizo que tuvieran que parar antes de lo previsto para secar sus ropas.
Esas condiciones climáticas solo confirmaron su buena elección de partir lo más pronto posible. Aquella noche, alrededor de la hoguera, y con el aullido de lobos de telón de fondo. Los compañeros, no podía hacer otra cosa que realizarse a sí mismos algunas preguntas.- ¿Cuánto nos quedará por recorrer?, ¿qué peligros nos encontraremos en nuestro viaje? Incluso, no tendremos mala fortuna, ¿y nos cogerá incluso las primeras nieves antes de que alcancemos el valle?.- También, mirando la luna llena, pensando en si sus otros compañeros la estarían observando en ese preciso momento también, no podían parar de preguntarse si estos estarían bien, y como si, en su caso, se habrían separado. No se olvidaban de Vanathar.
- Señores, descansen bien, aun nos queda un largo camino para salir de estas montañas, y mas alla aun nos esperan grandes dificultades, lo se. Guardad fuerzas, calentaos y preparense para el nuevo dia.
Mientras conciliaba el sueño a su cabeza vinieron los ultimos acontecimientos. El ataque de los trasgos, como fue salvado junto a Flinn por sus nuevos compañeros, como descubrieron la guarida de los enemigos de Belegost. Tambien como volvieron a ser atacados en el mismo punto, como salieron victoriosos del mismo y sobre todo de su nueva arma, regalo del propio principe Azhagâl. Abrazado a ella se acurruco para pasar la fria noche. Bien abrigado por su capa y su manta...
- Buenas noches...
Hasta pronto...