Partida Rol por web

Perdimos a Tern, no pude alcanzarle. Pero lo peor, aquella cosa que nos perseguía seguía viva. Y era un demonio enorme, Supremo, y no había nada que pudiéramos hacer contra él.

Pero Ciran se ofrece para hacer de cebo, y detenerlo. Todos sabíamos que no lo lograría. Pero, ¿lo lograríamos nosotros?. Su sacrificio no sería en vano. Debíamos lograr nuestro objetivo y escapar de aquél demonio, cuanto antes.

Definitivamente Gall jamás se enfrentaría a semejante monstruosidad por cuenta propia.

Corres en pos de la elfa y el caballero, dejando atrás a Ciran. Juntos, seguís avanzando a toda prisa hacia el norte, huyendo de la terrorífica criatura. Apenas dobláis un recodo, escucháis un angustioso alarido de dolor que desgarra el silencio de la montaña.

-"Ciran." Musita Pendrais, volviéndose para mirar atrás.

A pesar de la muerte del valiente caballero, no detenéis vuestro paso y tratáis de huir de aquello que ha acabado con él. Os adentráis por un estrecho paso cubierto de nieve, cuando el rugido resuena de nuevo a vuestra espalda. Te das la vuelta, con el terror atenazando tu garganta, y ves al demonio surgir entre la ventisca, avanzando a impresionantes zancadas hacia vosotros. El pánico que provoca la bestia es tal, que tu valor se quiebra y a punto estás de soltar la espada. A tu lado, Miriel musita una plegaria, mientras que Pendrais desenvaina su arma dispuesto a luchar a muerte.

*YEAP. muerto. -  era lo que tenía que suceder. No por ello fue menos doloroso su pérdida. Pero nosotros teníamos que seguir, incesantemente.

Pero el demonio nos alcanzaba como si nada fuese,  como si nada pudiera interponerse en su camino. Era horrible. Tan horrible como uno  pudiera imaginarse. Por fortuna Gall convivía con el terror desde hacía tanto tiempo que era como vivir otro día más. Aunque jamás le haría frente con la espada si fuese necesario. Estaba lejos, pero se acercaba. Deseando ganar tiempo, apunté temeroso con mis flechas de plata deseando hacerle el suficiente daño.

No tenía coraje ni para decir unas palabras.

Alcanzas de tu carcaj una de las flechas mágicas y disparas con rapidez tu arco. El proyectil cruza el aire como un relámpago plateado y se clava con un gran estruendo en el negruzco pecho del demonio, que exhala un rugido de dolor. Antes de que pueda sobreponerse, disparas de nuevo y le hieres otra vez, obligándole a dar un paso atrás. La tercera flecha se hunde en su cuerpo y el engendro se tambalea al borde del acantilado a la vez que bate sus alas. Perdido el equilibrio, la criatura cae al vacío. Te asomas al borde del risco para verle desaparecer en la niebla, mientras sus rugidos de rabia se pierden en el abismo. Tras derrotar a la bestia, Miriel te abraza con alegría y Pendrais posa su mano sobre tu hombro en señal de muda admiración. Juntos coronáis el paso de las montañas.

Avanzáis entre la nieve por el acantilado, recorriendo el último tramo de vuestro viaje bajo el azote del viento. De pronto, el eco de un alarido resuena en el desfiladero y tu sangre parece helarse en tus venas.

-"No puede ser, no puede ser." Repite Miriel, mirando aterrada a su alrededor, mientras el rugido resuena entre las paredes de roca.

Súbitamente, un estallido de oscuridad sacude la montaña y una humareda negra inunda el desfiladero. Al momento, el viento huracanado dispersa el humo y da forma al abominable demonio, que se materializa de la nada ante vosotros, bloqueando el paso. El gigantesco ser extiende sus brazos y, exhalando un grito de infinita rabia, cierra sus garras con fuerza. Al momento, un trueno rasga el cielo y un proyectil de fuego se precipita desde lo alto para explotar sobre la nieve con una gran llamarada.

-"¡Por Korth!" Es apenas capaz de pronunciar Pendrais antes de que una lluvia de fuego se desencadene sobre vosotros.

Miré con cara de pasmo como le di tan efectivamente con mis tres flechazos. A pesar de los temblores, el precioso arco de la tumba era perfecto para disparar y di en el objetivo casi sin esfuerzo. Cuando movió sus alas temí lo peor, pero con toda su enormidad se tropieza y pierde el equilibrio cayendo al borde del acantilado. 

Nos asomamos todos como quien "quiere pero no quiere mirar" y parece que... esté muerta?... *Le he derrotado? en serio? a esa abominación del inframundo? es acaso posible? - Miriel me abraza pillándome por sorpresa y me sobresalto al sentir la mano de Pendrais en mi hombro. Sólo quedamos nosotros tres. Y teníamos que seguir.

-*NECESITO UN DESCANSO!!... - necesitaba detenerme y descansar, en silencio, en un lugar tranquilo y pacífico, y no caminar por lo menos por 3 meses. Saqué mi Poción y la bebí, tenía sed, necesitaba algo vigorizante, y me sentó bien. Algo cálida entre tanta nieve.

Al alcanzar la cima, un subidón nos dio a todos al saber que nos quedaba poco para terminar el viaje. Pero todo aquello fue roto por la repentina agonía de un alarido brutal que nos hace paralizarnos en el sitio. Sonaba por todas partes, no sabíamos de donde salía, hasta que la humareda oscura apareció de nuevo y el demonio aparece frente a nosotros, como si nada... y antes de que pudiéramos hacer nada, gritó con brutalidad invocando una lluvia de trueno fuego y nieve sobre nosotros.

Los proyectiles de fuego arrasan el estrecho desfiladero, haciendo saltar la nieve y la roca en una serie de estruendosas explosiones. Te mueves a un lado, esquivando los impactos, y te refugias contra la pared, hasta que cesa la infernal lluvia. Miriel surge en ese momento de entre las rocas y dispara su arco contra el demonio, que apenas acusa la herida y avanza a violentos pasos hacia la chica. Pendrais, con el rostro ensangrentado por un profundo corte en la frente, se alza en la nieve y planta cara al engendro armado únicamente con su espada.

Caigo rodando hasta mantenerme a salvo. Está sobre nosotros, alcanzará a Miriel en segundos. Apenas me quedan flechas plateadas, pero al parecer no le hacen efecto así que sólo me queda dejarme morir... pero la mirada de Pendrais dice todo por todos. 

No queda otra, saco mi espada imitándole, temblando, probablemente sea la última cosa que haga en la vida. Aunque viendo a Miriel, quizás esta sea la forma más correcta para morir. Junto a mi amiga, y luchando contra un demonio infernal.

*NO. NO QUIERO!! NO QUIEROOOOO!!!!

No. No había forma "correcta" para morir. Maldito mundo!! tras todo este estrés iba a morir a manos de un monstruaco infernal al final de mi camino!!! no podía creerlo!!!

Blandes tu espada Fuego de Plata y arremetes junto a Pendrais contra el demonio.

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHRG!!! - grité, acabando haciendo lo último que quería hacer. Saltando, esquivando, aprovechándome de Pendrais para agitar mi espada ligera como el viento como si fuese un matamoscas contra aquél monstruaco gigante de los horrores.

Numerosas heridas surcan tu piel, por las que brota profusamente la sangre, tiñendo de escarlata tus ropas. Sin fuerzas ni para mantenerte en pie, te derrumbas de rodillas, con un intenso frío que atenaza tus miembros, inmovilizándote, mientras tu visión se enturbia y la oscuridad te envuelve. Sientes cómo la muerte te llega lentamente, aquí, lejos de tu hogar y de tus seres queridos.

- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -