Al entrar no llamo demasiado la atención de la abundante clientela. Ocupo una mesa vacía y al poco se sentó un viejo borracho. Tras pedir y tener su cena, así como haber reservado una habitación a la no muy espabilada camarera. Cuando estaba cenando, aquel viejo le importuno con una pregunta. No tenía ganas de hablar, pero no le pareció adecuado permanecer callado. Así que le respondió.
-Vengo del bosque, de Teshaner, y no ha sido un viaje fácil. Unos bandidos nos atacaron en el camino, y mataron a mis amigos.- No quería mentir, y esperaba que la respuesta no le trajese problemas. Necesitaba descansar, pensar en lo ocurrido y ver como podría intentar cumplir con su difícil misión.
Pasa a la sección 291.
-"Soy un viajero de Teshaner." Dices sin entrar en detalles.
-"¿De Teshaner?" El rostro del borracho se ilumina por la sorpresa.
Al instante se vuelve hacia otros dos clientes que beben en una mesa cercana.
-"¡Eh, Draga, Gwin, este hombre viene de Teshaner! Él nos podrá contar si los rumores de guerra son ciertos."
Pronto acaparas toda la atención de la posada, con gente que te pregunta por las noticias del asedio de la ciudad, y si en verdad han aparecido dragones. Tratas de responder, pero no tardas en caer en contradicciones, por lo que los clientes te acosan con más preguntas. En medio del alboroto, una mano te aparta la capucha y tus rasgos élficos quedan al descubierto. Te apresuras en cubrirte de nuevo, pero es demasiado tarde.
Al momento, todas las conversaciones quedan silenciadas mientras los clientes del salón te observan en silencio. Han visto tu procedencia y, por los ceños fruncidos, sabes que ya no eres bienvenido.
-"Fuera de aquí, elfo." Dice uno con tono despectivo.
-"Sí, vuelve a tu bosque." Añade otro.
Dejas la comida y te levantas. Pasas entre las mesas y abandonas la posada sintiendo las miradas de los aldeanos. Una vez fuera, vuelves a encontrarte bajo la lluvia, así que dejas el pueblo para buscar un lugar donde acampar.
Sección 291
Pasa a la sección 89.
Abandonas el pueblo sin llamar la atención y partes por la carretera hacia el norte. Te alejas un par de millas y dejas el camino para buscar refugio entre varias rocas que hay cerca. Tras asegurarte de que nadie te sigue, montas tu campamento y das un poco de heno a tu caballo. Después, comes un bocado antes de echarte sobre tu jergón y prepararte para una fría noche a la intemperie.
Sección 89
Quítate una ración de comida o perderás 3 puntos de Resistencia, a no ser que tengas la habilidad de Fauna y Flora.
Tira 1d10 y pasa a la sección correspondiente:
Si sacas de 1 a 4, pasa a la sección 256.
Si sacas de 5 a 9, pasa a la sección 127.
Si sacas un 10, pasa a la sección 51.
Como se temía hablar, y ser descubierta su naturaleza élfica, no fue bien recibido por los humanos, tuvo que abandonar la posaba y buscar un refugio para pasar la noche. Gracias a sus conocimientos de la fauna y flora, pudo reunir unos alimentos, antes de tratar de descansar un rato. La noche era fría, estaba en un territorio hostil y había perdido a los compañeros de viaje. Tan solo el y su caballo, y una difícil misión por delante, pero mientras pudiese, lo intentaría. Mucho era lo que estaba en juego, aunque tras la reacción de aquellos hombres de la posada, muchas eran las dudas que tenía, tal vez el rey de los humanos, no les ayudaría, y lo viejos rencores se impusiesen al sentido común.
4, pasa a la sección 256.
Motivo: ¿?
Tirada: 1d10
Resultado: 4 [4]
Una fuerte lluvia empieza a caer a media noche. Calado hasta los huesos, permaneces hecho un ovillo junto a la roca, sin poder apenas descansar. Te encuentras lamentándote por no dormir en una habitación de la posada, cuando tu oído distingue un ruido detrás de la piedra que te guarece. Bajo el fuerte aguacero, desenfundas tu espada y te acercas a investigar. Rodeas con precaución la roca para encontrarte con cuatro figuras que se acercan furtivamente, armados con largos cuchillos. Van completamente vestidos de negro y cubiertos por máscaras. No tienes duda de que se trata de los mismos asesinos que acabaron con tus compañeros. Debes actuar con rapidez antes de que te rodeen.
Sección 256
Si tienes un arco y una flecha, y disparas contra ellos, pasa a la sección 57.
Si no, tendrás que hacerles frente con la espada. Pasa a la sección 97.
Estaba psando la noche como mejor podía, cuando para empeorar aun más las cosas, se puso a llover. Estaba calado, helado y no había forma de allí y en esas condiciones poder descansar. Pero esto pudo ser lo que le salvo de ser sorprendido, ya que pudo escuchar un ruido, y descubrió como tres enmascarados venían a por el. Seguramente que los mismos que habían matado a sus hombres.
Saco su arco y les planto cara, trataría de vender cara su vida.
Tiene arco y flechas, pasa a la sección 57.
Extraes tu arco y cargas una flecha. Con mortífera puntería, acabas con el primer enmascarado, que cae con tu proyectil atravesado en la garganta. Los otros tres, al ver a su compañero muerto, se apresuran en retirarse y desaparecen en la noche. Por desgracia, tu caballo huye asustado y también se pierde en la oscuridad. Lamentando tu mala suerte, permaneces montando guardia en la roca, con el arco a mano, hasta que la noche termina sin que vuelvan a aparecer los asesinos. Por la mañana buscas el cadáver entre la maleza, pero no encuentras más que una mancha de sangre. Recoges tu campamento y continúas a pie por la carretera bajo el cielo gris.
Sección 57
Resta 1 flecha de tu Equipo.
Pasa a la sección 199.
Avanzas a pie por el camino, que la lluvia de la noche anterior ha convertido en un barrizal, por lo que caminar se hace lento y pesado. A mediodía, el sonido de cascos de caballo atrae tu atención. Rápidamente, te ocultas tras una de las rocas del margen y aguardas allí hasta que un grupo de seis jinetes llega al galope por el este. Van vestidos completamente de negro y cubiertos con máscaras. Les reconoces como los asesinos que acabaron con tus compañeros. El que cabalga en cabeza detiene su caballo poco antes de llegar a donde te encuentras.
Con un ágil salto, desmonta y empieza a examinar el suelo. Tu rastro en el barrizal es claro y el hombre no tarda en encontrarlo. Es sólo cuestión de tiempo que te descubran, así que dejas tu escondite y te apresuras hacia el sur. Recorres el centenar de metros que te separan del límite del bosque de Shalanest oeste y te adentras en la espesura con la esperanza de dejar atrás a tus perseguidores.
Sección 199
Pasa a la sección 128.
Nada más internarte entre los enrevesados árboles, la luz diurna parece quedar fuera. Como un techo de ramas y hojas, las frondosas copas forman una cúpula enmarañada que impide el paso de la luz solar, sumiendo el bosque en sombras. La temperatura es mucho más fría en su interior y un silencio sepulcral reina en el ambiente. La sensación de opresión aumenta a medida que avanzas, tanto que el aire parece estancado y quieto, sin una brizna de viento que sople entre las hojas. Ahora entiendes por qué el bosque fue abandonado por los elfos; a pesar de toda la exuberante vegetación, tienes la sensación de encontrarte rodeado de naturaleza muerta, como si la vida hubiese sido exterminada por completo y los árboles no fuesen más que cascarones vacíos. No se oye ni el canto de un pájaro, ni los pasos de una ardilla, ni siquiera el murmullo de las hojas. Es tal el silencio que sólo escuchas los latidos de tu corazón. Tu único consuelo es pensar que quizá este angustioso ambiente mantenga alejados a tus perseguidores.
Caminas por un sendero durante varias horas, serpenteando entre los gruesos troncos y mirando bien donde pisas, pues el lecho está cubierto de traicioneras raíces, plantas y rocas puntiagudas. Te abres paso por la espesura hasta que llegas a un lugar donde el sendero se bifurca: un ramal se abre hacia el norte y otro camino se dirige hacia el sur.
Sección 128
Si vas hacia el norte, pasa a la sección 90.
Si tomas el camino del sur, pasa a la sección 257.
Tras acabar con uno de aquellos asesinos, el resto se retiró, pero su caballo se perdió en la noche. Tras pasarla en guardia, se puso en camino, hasta encontrarse de otro grupo de asesinos, a caballo en esta ocasión. Le estaban siguiendo, se lanzó hacia el cercano bosque, para tratar de despistarles.
Pero el bosque no era acogedor, al revés, era una amenaza opresiva, de la que pronto tendría que salir, para no enfermar. Pero no antes de alejarse de sus perseguidores. ¿Quiénes eran aquellos asesinos? ¿Por qué querían acabar con ellos? Eran preguntas que no dejaban de rondarle, y para las que aun no tenía respuestas.
Llegó a una bifurcación, y como su destino estaba hacia el norte, este fue el camino que eligió.
Va hacia el norte, pasa a la sección 90.
El sendero describe varios giros. A medida que avanzas, la luz mengua hasta que apenas puedes ver más allá de unos metros. Caminas con los sentidos alerta y llegas a un nuevo cruce.
Sección 90
Si sigues recto, pasa a la sección 227.
Si giras a la derecha, pasa a la sección 283.
Si tuerces a la izquierda, pasa a la sección 298.
Aquel sendero no era nada sencillo, tenía demasiadas posibilidades y pronto se vio ante nuevas posibilidades. Como no tenía tiempo, y eran muchos los que le perseguían, siguió hacia el norte. A estas alturas, no tenía claro hacia donde tenía que dirigirse, en aquellos momentos necesitaba dejar atrás a sus perseguidores. Los asesinos que habían matado a sus amigos, para quien trabajaban, era algo que sería importante conocer.
Sigue recto, pasa a la sección 227.
El sendero lleva a una elevación. Asciendes la suave loma hasta un pequeño claro en el que la cúpula arbórea del bosque se abre para mostrar el cielo nocturno, cuajado de estrellas y con una inmensa luna que no habías visto en muchos días de tiempo nublado. Caminas hasta lo alto de la colina para encontrarte con una sorprendente imagen: sentada sobre una roca, una mujer de estilizada figura contempla embelesada un objeto que sostiene entre las manos. Es apenas una muchacha, vestida con una gasa de seda blanca, semitransparente bajo los rayos de luna. Su cabello es clarísimo, blanco como la nieve, que cae en un torrente plateado hasta los menudos pies descalzos. Es una elfa, sus puntiagudos oídos y sus rasgos afilados así lo demuestran, pero no la reconoces como un miembro de tu pueblo, sino que te recuerda a los grabados de los viejos libros, aquellos que hablaban de los antiguos elfos, los primeros habitantes del mundo. Absorto, te quedas contemplando a la bella muchacha hasta que ésta levanta la mirada y te dedica una deliciosa sonrisa.
-"Acércate, ¿quieres ver lo que he encontrado?" Te dice con una voz dulce como el sol estival, y sus ojos azules se entrecierran divertidos.
Caminas torpemente hasta llegar a su lado, donde ella te ofrece un asiento en la piedra.
-"Descansa, debes estar agotado después de tu largo viaje." Dice sin dejar de sonreír. "Mira lo que encontré en el bosque." Añade, alargando las manos abiertas en las que sostiene un objeto.
Sección 227
Si quieres ver qué objeto ha encontrado, pasa a la sección 19.
Si prefieres levantarte y dejar este lugar cuanto antes, pasa a la sección 259.
Si le preguntas a la chica su nombre y la razón por la que está aquí, pasa a la sección 92.
Llego hasta una colina, y por fin pudo ver la luna. Pensó que desde lo alto podría hacerse una mejor idea de donde estaba y hacia donde tendría que dirigirse. Pero al llegar a la cima se encontró con una elfa, parece una elfa antigua de los primeros pobladores del mundo. Y tiene algo en las manos.
-¡Hola! ¿Quién eres y que haces aquí?- Fue lo que se le ocurrió preguntar, ya que nunca antes había visto a alguien como ella, excepto en algunos libros.
Pasa a la sección 92.
Tratas de hablar, pero ella lleva su dedo índice a tus labios, instándote con un susurro a permanecer en silencio.
-"Tsssss, no hables aún." Dice y su sonrisa te obliga a obedecer. "No digas nada hasta que no veas lo que tengo aquí." Añade a la vez que tiende sus manos hacia ti.
Sin poder evitarlo, contemplas lo que sostiene entre ellas.
Sección 92
Pasa a la sección 19.
Sujetándola con mimo entre sus finas manos, la muchacha te muestra una bola de cristal del tamaño de un puño, completamente negra y cuya superficie reluce opaca bajo la luz de la luna. Contemplas la esfera, sin ver nada en ella más que el reflejo del enorme cuerpo celeste.
-"Mira con atención. Es algo precioso." Te susurra la muchacha al oído.
Hipnotizado por sus melosas palabras, examinas el cristal. Tras largos segundos, una niebla fantasmal empieza a formarse en el interior de la esfera. Al principio no tiene una forma concreta, aunque pronto adopta el contorno de la luna. Luego sigue flotando y dibuja la figura de una calavera, o quizás sea sólo tu imaginación, pero al momento la cambiante niebla vuelve a danzar, como mecida por una suave brisa. Lentamente, va dando forma a una nítida imagen.
Sección 19
Si deseas ver qué imagen aparece en la esfera, pasa a la sección 130.
Si cierras los ojos y apartas la mirada, pasa a la sección 229.
No le dejo hablar, y su mirada y curiosidad se vieron atraídos por aquella esfera que la joven acunaba en sus manos. Era una esfera negra, en el que al rato comenzó a ver algunas imágenes. No pudo resistirse a la curiosidad de ver que imágenes se formaban en el interior de aquella misteriosa esfera. Aquello parecía magia, y tal vez allí mismo hubiese información que pudiese ayudarle en su desesperada tarea.
Pasa a la sección 130.
Incapaz de apartar la mirada, te sientes obligado a contemplar el interior de la esfera negra. Tras unos segundos, la bruma de su interior se disipa y muestra la imagen de un bosque, entre cuyos árboles descubres un pequeño claro, coronado por una suave colina cubierta de hierba. En lo alto hay una figura solitaria, sentada sobre una roca y que contempla absorta un objeto que sostiene entre las manos. Su aspecto es el de un cazador, vestido con ropas de cuero verde y abrigado con una manchada capa de viaje. Su figura te resulta familiar, aunque tardas varios segundos en reconocer de quien se trata. Te quedas helado al hacerlo: la figura que aparece en la esfera eres tú.
Horrorizado, sigues observando la escena, contemplándote a ti mismo, que permaneces hechizado escrutando con la mirada tu propia imagen. Aunque tratas de cerrar los ojos, es inútil. Le ordenas a la figura que deje de observar la esfera, pero no te obedece, por lo que el viajero permanece sentado en la roca, perdida su mirada y su voluntad. Demasiado tarde, comprendes que has caído en los brazos de un espíritu maligno, un fantasma del bosque. Aunque ni siquiera de eso estás seguro. Sólo puedes observarte a ti mismo, contemplando una bola de cristal en la que ves a alguien muy parecido, que mira absorto una esfera negra...
- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -
Sección 130
Has muerto valerosamente. Espero que te haya gustado la aventura. Ahora hay dos caminos posibles a elegir: dejar la partida con el agrio sabor de boca que te ha dejado la muerte de Vindriel o volver a empezar de nuevo en la sección 1 o en otra posterior y elegir otros caminos con un PJ nuevo.
¡Tú decides!