Partida Rol por web

Abandonas el pueblo sin llamar la atención y partes por la carretera hacia el norte. Te alejas un par de millas y dejas el camino para buscar refugio entre varias rocas que hay cerca. Tras asegurarte de que nadie te sigue, montas tu campamento y das un poco de heno a tu caballo. Después, comes un bocado antes de echarte sobre tu jergón y prepararte para una fría noche a la intemperie.

Joder. No doy una. Mi instinto me estaba llevando por el camino de la miseria. A este paso iba a empezar a crecer en mí la semilla de la duda. Quizás padre debió haber enviado a otro a esta misión...?... 

Menuda pérdida de tiempo. Odiosos humanos. Me acurruqué incómodamente en el frío suelo, rezando para que la noche no fuera tan dura conmigo como lo había estado siendo el día anterior.

Una fuerte lluvia empieza a caer a media noche. Calado hasta los huesos, permaneces hecho un ovillo junto a la roca sin poder apenas descansar. Te encuentras lamentándote por no dormir en una habitación de la posada, cuando un prolongado aullido rompe el silencio de la noche. Al momento, la llamada es respondida por otro aullido, y luego otro. Te pones en pie mientras el lamento de los lobos se repite y escudriñas la oscuridad para descubrir a una decena de figuras que se acercan hacia tu campamento. Son lobos, hambrientos y muy peligrosos. Trepas sobre la roca, mientras los animales te rodean, atravesando la oscuridad con sus brillantes ojos que relucen con ansia y odio.

Mierda. La tormenta llega, como cabría esperar. Y para colmo no duermo y para más mala suerte los lobos han decidido salir a cazar. Pero que clase de mundo infernal es este? me habrá maldito la mujer que nos cruzamos por el camino? Desesperadamente me pongo a trepar la roca, mientras los malditos animales se preparaban para atacarme en grupo en cuestión de minutos.

Varios de los lobos trepan sobre la roca y se acercan lentamente a ti. Mientras, los que han quedado abajo atacan a tu indefenso caballo y lo destripan a salvajes dentelladas. Rabioso por la muerte de tu animal, te defiendes de los lobos a espadazos.

Con rabia y ira en mitad de la lluvia veo como destripan a mi caballo. Y no satisfechos con eso otros tres suben por la roca para acabar conmigo. De un espadazo le reviento el cráneo a uno. Fallo al darle al segundo y apuñalo al tercero con fuerza.

Logras golpear con fuerza al primer lobo que aparece, pero no acaba con él. Os estudiáis mutuamente, pensando cuál es el mejor momento o forma de morder o golpear. Al cabo de unos segundos, los lobos se lanzan a por ti. Dos de ellos logran morderte, pero el tercero choca contra tu escudo.

Los mordiscos duelen desgarradoramente, son demasiados y a este paso van a acabar conmigo sin dudarlo. Frenéticamente, intento volver a clavar mi espada contra el lobo herido esperando hacerle suficiente daño.

-MALDITAS BESTIAS DEL INFIERNO - grito entre sangre lluvia y rabia.

Atacas al lobo herido y logras acabar con él, pero los otros dos te intentan morder. Uno de ellos lo consigue, desgarrándote piel y ropa. La sangre mana por el antebrazo.

Desesperado sigo atacando, pero las heridas son fuertes y hacen daño, por lo que no puedo seguir.

Este asalto fue nulo para ambos bandos, ya que ninguno logró herir al otro.

Retrocedí de un salto y evité ambos ataques. Sus dientes eran blancos y afilados. Durante ese breve momento de pausa nos quedamos mirando, analizándonos. Sobre aquella enorme roca, bajo la lluvia y con mi espada en mano apuntaba a aquellos lobos que me miraban con hambre, la rabia me invadía. Y el dolor de mi antebrazo ensangrentado palpitaba intensamente. ¿Sería éste mi final? Degollado por las mandíbulas de aquellas malditas bestias? El cuerpo caído del primer lobo yacía a un costado.

Un trueno iluminó la roca, haciendo tintinear los colmillos y el filo de mi espada. Rompí la tensión y me lancé de nuevo con un grito agresivo, apuñalando en el hocico al lobo de mi derecha y esperando un ataque por parte de ambos.

A partir de aquél momento, el combate pasó a ser parte de la lluvia y el tiempo no parecía avanzar nunca. Atacaba y se lanzaban contra mí, una y otra vez. Los truenos seguían retumbando y la lluvia seguía cayendo aplastantemente sobre nosotros.

El intercambio de golpes fue incesante, con graves consecuencias para ambos contendientes. Otro lobo había caído, quedando el más grande en pie, pero estabas muy debilitado, casi al borde de la muerte. ¿Conseguirías matarle y salir con vida de esta?

Veía borroso. Me dolía todo el cuerpo. No sabía cuando había muerto el otro lobo, pero sólo veía garras y dientes y sangre. La lluvia lo hacía todo aún más oscuro y negro. Estando a la defensiva esta vez, no acertaba ni un solo golpe. Me flaqueaban las rodillas. Lo peor de todo es que muerto aquí, por culpa de animales salvajes, ni siquiera un alma encontraría la carta. La misión había fracasado. Yo había fracasado.

Al final, la desigual lucha terminó como se esperaba, con Sasha muerto, siendo devorado por el gran lobo. La lluvia repiquetea en los alrededores y solo se oye el chasquido de los huesos al romperse.

Numerosas heridas surcan tu piel, por las que brota profusamente la sangre, tiñendo de escarlata tus ropas. Sin fuerzas ni para mantenerte en pie, te derrumbas de rodillas, con un intenso frío que atenaza tus miembros, inmovilizándote, mientras tu visión se enturbia y la oscuridad te envuelve. Sientes cómo la muerte te llega lentamente, aquí, lejos de tu hogar y de tus seres queridos.

- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -

Ni tumba tuve. Mis restos fueron devorados por la manada y la carta quedó perdida en el olvido.