- ¿Él solito se cargó a los mutantes? - Preguntó Marie con los ojos brillantes. - ¡Vaya! ¡Es increíble!
Marie se recostó sobre la mesa, apoyando sus pechos contra el tablero y mostrando así que eran generosos, aguantó la cabeza con ambas manos apoyadas sobre la misma mesa y se acercó a Ragnar dejando en una situación incómoda a Chester, a quien Marie dándole la espalda, le dejaba poco espacio vital y le invitaba a levantarse e ir a hacer sus cosas de perdedor lejos de allí.
Mientras Marie coqueteaba con el bruto de Ragnar, daba la espalda a Chester e ignoraba la presencia de Alys, la tensión iba en aumento en la mesa del al lado. El bretoniano no parecía querer dar su brazo a torcer y el greñudo iba agotando su paciencia, mientras Alder y el cochero eran espectadores de lujo de toda aquella tensión.
Quien también se dio cuenta de que algo sucedía, fue el mesonero, que estando secando copas detrás de la barra, dejó de hacerlo para centrar su atención en la mesa de los jugadores y mirarles con gesto de pocos amigos.
Alder de pronto abrió los ojos de más durante un instante al ver algo inesperado, si bien enseguida volvió a su expresión calmada y risueña.
Como si no fuese con él la cosa y aprovechando que toda la atención del bretoniano estaba centrada en el greñudo que le apuntaba a la cabeza con una ballesta, dió algunos pasos cortos hacia atrás, para luego situarse disimuladamente a la espalda del gabacho.
Motivo: Iniciativa
Tirada: 1d20
Resultado: 8(+4)=12 [8]
Alys había estado dándole demasiadas vueltas al efecto que habían tenido las palabras de la desconocida. Había dicho "monjita" con un tono que no le había gustado en absoluto, como si su labor con los necesitados fuese menos válida por no empuñar un arma. La sacerdotisa estaba en contra de todo tipo de violencia, pero tenía dos dedos de frente y si había que defender la vida, no se ponía a tratar de mediar en mitad de una refriega; y menos si se trataba de gente que ya no lo era, de personas que habían perdido capacidad de razonar por culpa de la mutación.
Escuchar las palabras de Ragnar le recordó lo que él era. Un bruto, un guerrero, un hombre que estando borracho había zarandeado a Alys y le había destrozado la tienda, cuando ella le había pedido únicamente que pagase el remedio para su dolor de cabeza. A eso le tuvo que añadir la actitud descarada de la guardaespaldas, de la que ahora, bastante tarde, se daba cuenta. No le interesaba lo más mínimo saber pelear, o saber si ellos estaban bien, o preocuparse si quiera por lo que se podrían encontrar en el camino más adelante. Le interesaba Ragnar.
A Alys se le calentó la cara de indignación. Resopló una vez. Una segunda vez. No se dio cuenta de que Alder estaba a punto de ser atravesado por un virote de ballesta. La sacerdotisa solo tenía atención para esa mujer que descuidaba su trabajo y solo pensaba en ella misma. Cuando se levantó, fulminó a Ragnar con la mirada desde detrás de la chica, pero no le dijo nada. ¿Qué sentido tenía acusarle a él de nada? Pero tampoco iba a pelearse con esa mujer. No tenía miedo de ella, solo le indignaba su incompetencia y su falta de empatía.
-¡Por Shallya! No quisiera interrumpir esta conversación tan fascinante, pero, ¿no tenéis una lady Isolda a la que cuidar? Continuad vuestro camino en diligencia que nosotros continuaremos a pie. Y no tiene nada de fascinante matar a una persona que ya no es la que era. ¡Siguen siendo seres humanos, se merecen un respeto, no destrozar sus huesos ni exponer sus tripas como si fuese algún tipo de deporte!
Y es que se estaba imaginado a ella misma tirada en mitad de la carretera, igual que habían visto a Chester, y eso hacía que se muriese de miedo.
Miró de reojo a la mojigata y sonrió.
- ¿Qué decís, mujer? - Le preguntó a Alys. - No tenéis vela en este entierro. Hablo con el machote, no con vos.
Miró entonces a Ragnar y le sonrió. Acto seguido le guiñó un ojo.
- He visto una yegua preciosa en el establo. - Le dijo al norteño. - Me gustaría enseñartela. - Le acercó la mano para tirar de él y que le acompañará. Miró entonces a Chester de reojo. - Tú si quieres, también puedes venir, gafotas... - Le dijo al mago.
Supo exactamente qué pretendía Marie cuando la conciencia de Ragnar se agitó a su interior. Notó su excitación palpitando en su entrepierna, sintió el impulso de agarrar sus pechos, sacarlos de la coraza, amasarlos en sus manos. Morderlos, como mordería su cuello también después de haberse abalanzado sobre ella, encima de la mesa, haciendo rodar platos, cubiertos y jarras de bebida.
El grito indignado de Alys lo sacó de las fantasías de Ragnar, devolviéndolo al presente. Apartó su mirada de los redondos y suaves pechos de Marie, tan grandes que parecían inabarcables, para depositarlos, instintivamente, en los de Alys, pequeños, redondos y turgentes. Aunque había que decir en su defensa que tenía buenas posaderas.
No entendió muy bien a qué se refería Alys con deporte. Lo interpretó, por el contexto, como cuando los hombres disecaban trofeos de las mejores piezas que se habían cobrado durante la caza.
—La muerte es la muerte, da igual como se haga —respondió a la última frase de Alys—. No es bonita, de ninguna de las maneras, y debe servir a la supervivencia. Y si los hombres quieren sobrevivir, deben erradicar esa plaga, que es peor que las ratas.
Marie no pudo mover a Ragnar cuando le tiró de la mano. Era como una roca inamovible. Ragnar se soltó.
—No estoy interesado —dijo desviando la mirada y bebiendo un trago de cerveza.
- ¡No quiero una gota de sangre en mi local! - Alzó la voz el mesonero. - ¡Si tienen algo que aclarar, será mejor que lo hagan fuera! ¿Me he explicado bien? - Aquel hombre no parecía ir de bromas. Apuntaba alternativamente el arma hacia el bretoniano y luego el greñudo y parecía dispuesto a utilizarla llegado el momento.
Motivo: Iniciativa Hultz
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+2)=6 [4]
Motivo: Iniciativa Max
Tirada: 1d20
Resultado: 5(+3)=8 [5]
Motivo: Iniciativa Phillipe
Tirada: 1d20
Resultado: 6(+2)=8 [6]
Motivo: Iniciativa Mesonero
Tirada: 1d20
Resultado: 13(+2)=15 [13]
Motivo: Inicitiva Marie
Tirada: 1d20
Resultado: 8(+2)=10 [8]
- No se preocupe mesonero, en cuanto el rufián que tengo delante baje su arma, cogeré mi dinero y saldré de aquí. - Comentó el bretoniano sus intenciones. - No me volverá a ver por aquí. ¡Total, el estofado sabe a rata aguada!
Se escuchó un sonoro "oooh" por toda la sala, acompañado de miradas de estupefacción seguidas de un incómodo silencio. Todos se quedaron mirando fijamente lo que estaba sucediendo en la mesa de los jugadores.
- No te llevarás ni una sola de esas monedas. - Dijo con aparente tranquilidad el greñudo. - ¡He matado a tipos más duros que tú, por menos, así que no te la juegues! - Le amenazó y justo entonces amartilleó su ballesta.
Iniciativas:
Mesonero, 15: prepara acción.
Alder, 12: te toca!
Marie, 10:
Max, 8:
Phillipe, 8:
Hultz, 6
- Una pena, guapito. Nos habríamos divertido. - Dijo Marie, que seguía a lo suyo y ajena a todo lo que pasaba a su alrededor.
Fue entonces cuando se giró hacia Chester y le miró de arriba abajo. Entonces le quitó los anteojos y le miró bien la cara. Hizo un gesto de conformidad con el rostro y acto seguido le despeinó el pelo.
- Espero que estés listo, hombrecillo. - Le comentó. - Vas a experimentar algo que muy pocos hombres han podido gozar. - Soltó una risotada y le agarró del brazo tirando de él. - ¡Venga, vamos a montar a esa yegua! - Le guiñó un ojo.
Motivo: Presa
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+4)=20 [16]
Chester: Prueba enfrentada de presa para evitar ir al huerto, si quieres evitarlo claro!
Chester fue a hacer un pobre ademán para resistirse cuando un ave negra como el carbón se coló por una de las ventanas abiertas y fue hasta donde se encontraba la mujer expulsando por la cloaca sus escrementos. Broven era muy fiel y distinto a su amo y dentro de sus posibilidades sabía qué podía hacer para ayudarlo.
El mago abrió mucho los ojos sorprendido y no pudo evitar delatarse intentando regañarle.
—¡Broven!
Entonces miró atemorizado a la guardaespaldas y al verla. cubierta de heces y orina de pájaro... no pudo evitar comenzar a reírse. Para una vez que algo así no le pasaba a él.
Marie soltó inmediatamente a Chester. Broven le había salvado del polvo de su vida.
La muchacha se llevó las manos a la cabeza para comprobar que diantre había sucedido y entonces lo supo, un maldito bicharraco volador acababa de cagarse en su cabeza.
- ¿Qué mierda? - Nunca mejor dicho. - ¡Joder! ¡Nunca me había pasado...!
Y la muchacha salió corriendo de la sala en busca de un balde de agua clara.
Alder se mantuvo en silecio detrás del bretoniano. Preparado para actuar pero sin hacerlo de momento.
No quería problemas con el posadero, si bien realmente le traía sin cuidado el destino de los dos que se estaban apuntando con ballestas en aquel momento.
Si el bretoniano se decidía a atacar, él lo inmobilizaría y así, probablemente se ganaría la simpatía del dueño de la taberna, sin lugar a dudas el proveedor de información más fiable del lugar.
Phillipe no se lo pensó dos veces y disparó su ballesta de mano, la cual estaba apuntando desde debajo de la mesa, contra Max. El tiro salió desviado por muy poco y finalmente se acabó clavando en el techo de la taberna.
- ¡Mergde! - Exclamó el bretoniano, quien inmediatamente se puso en pie.
Motivo: Balesta ligera
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+5)=16 [11]
Iniciativas:
Mesonero, 15: prepara acción.
Marie, 10: sale corriendo
Phillipe, 8: dispara ballesta contra Max y falla.
Alder, 12: retrasa iniciativa
ax, 8: retrasa iniciativa
Hultz, 6
Alys se enfadó. No por la situación, sino por la mala educación de esa mujer. No tuvo tiempo de reaccionar, estaba demasiado indignada. No solo quería llevarse a Ragnar al huerto. También a Chester. ¡Al establo! ¡Y además la trataba de imbécil!
Pero el estoicismo del bárbaro la sorprendió, rechazó la propuesta de la muchacha con total indiferencia, no sin antes mirar a la sacerdotisa, como si estuviera... ¿comparándolas? Después llegó el cuervo de Chester y se cagó en la cabeza de Marie y por alguna razón, Alys no pudo contener la risa. Se cubrió los labios con la mano, pero fue incapaz de disimularlo. Por culpa de Chester, empezó a reírse sin parar mientras la mujer se iba, avergonzada y en evidencia. Cuando se le pasó el ataque de risa, bebió un poco de agua y entonces se fijó en Ragnar.
De pronto tuvo una revelación. Desde que se habían encontrado tras el ataque de la aldea de Alys, el bárbaro se comportaba de una forma diferente a cómo había tratado a Alys la primera vez. Su primer encuentro había sido casi de pesadilla, sin embargo no había rastro alguno de la misma persona ni en su mirada, ni en su comportamiento, ni en la forma que tenía de contemplar a Alys. Intrigada, observó a Ragnar más tiempo del necesario, intentando entender qué era lo distinto. No consiguió averiguarlo, de modo que apartó la vista para clavarla en su plato de estofado.
-En la muerte debe haber dignidad -comentó-. Puedes matar por sobrevivir, pero no regodearte en lo que has conseguido, sino dar las gracias. Esas personas merecían otro final, sin embargo matarlas era lo mejor que podíamos hacer por ello. Lo que en verdad me disgusta es que haya personas que consideren matar a otras una frivolidad o un deporte. Yo sería capaz de matar para sobrevivir, pero jamás mataría por deporte ni me entrenaría para ello.
Se encogió de hombros, no estaba en su naturaleza herir, sino sanar heridas.
Entonces escuchó el zumbido de la ballesta en la mesa de al lado.
-¿Qué está pasando? -le preguntó a Ragnar, volviéndo a mirarle.
—Eso es porque tú eres una buena persona. Como Chester. No hay muchas personas así en el Imperio.
Porque mueren jóvenes—apostilló Ragnar, en sus pensamientos.
El bárbaro se levantó cuando Alys le llamó la atención sobre lo que ocurría en la mesa de Alder.
—¡Imbéciles! —tronó la voz del bárbaro—. ¡O tiráis las armas inmediatamente o le pedís a vuestros dioses que os salven y yo os seguiré golpeando con mi hacha hasta que aparezcan!
Motivo: Intimidar
Tirada: 1d20
Resultado: 17(+5)=22 [17]
Intimidar 22
Cuando las cosas empezaban a pintar feas, el muchacho imperial no solía moverse si no tenía un buen motivo para ello. Y aquella vez tampoco había sido una excepción.
Discretamente, casi de forma aparentemente casual se había deslizado paso a paso tras el bretoniano sin que este mismo fuese consciente de ello y, en cuanto este disparó su ballesta, Alder se lanzó rápido como el mismo virote para agarrarlo desde detrás de los brazos y así inmobilizarlo.
-¿Acaso no has escuchado a nuestro anfitrión? ¡Nada de sangre en su local, rufián!-dijo con algo de sorna, mientras trataba de contener los espasmos del jugador de cartas en su deseo de liberarse de la presa.
Habría sido mucho más cómodo para el pícaro el deslizar su daga entre las costillas del estafador, pero su objetivo en aquel momento no era algo tan banal como el deshacerse de su contrincante sinó el de solventar la situación de tal forma que en vez de perder una fuente de información ganase varias nuevas.
Motivo: Presa
Tirada: 1d20
Resultado: 14 [14]
Motivo: Presa gabacho
Tirada: 1d20
Resultado: 3 [3]
Chester estaba de buen humor. Tan de buen humor que animado se levantó junto con Ragnar, puso el pie izquierdo en la silla, se apoyó en la rodilla y soltó.
—¡Tengo un cuervo y no dudaré en usarlo!
Motivo: Intimidar - Ayuda
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+15)=33 [18]
Ayudo a Ragnar en intimidar. He sacado un 18, que quería poner el 15 en dificultad y lo he puesto en modificador xD.
El mesonero tiró su arma al instante cuando escuchó las amenazas del bárbaro, reforzadas por las palabras de Chester y Max, simplemente guardó la suya. Para ese entonces, el bretoniano ya había sido apresado por Alder y trataba de zafarse de su abrazo sin demasiada suerte. Por suerte para todos, el combate había acabado antes incluso de empezar y el único herido había sido el techo del local y el orgullo del bretoniano, al que habían tratado de tramposo.
- ¡Está bien, quedáos vuestro sucio dinero y el mío si queréis, pero suéltame! - Pidió desesperado a Alder.
Max se acercó a Phillipe y le miró con desprecio.
- Eres un tramposo. Me he topado con mucha escoria como tú en esta vida y todos han salido peor parados. - Le dijo muy serio. - Has tenido suerte, por esta vez.
Max agarró el dinero de la apuesta, las veinte coronas, se quedó siete coronas de oro y cinco de plara, le entregó otras siete de oro y cinco de plata a Alder y sus cinco de oro al cochero Hultz.
- Creo que es lo justo. - Dijo Ernst. - Tú y yo hemos desenmascarado al tramposo y conseguido las monedas. - Asintió. - Creo que he contado bien, ¿verdad?
Miró entonces a Chester.
- ¡Y usted guarde a su cuervo! - Sonrió. - ¡Ya he visto lo que es capaz de hacer!
Finalmente y con el dinero devuelto, el bretoniano abandona la posada. Posiblemente vaya a dormir a los establos o dentro de una de las diligencias. El caso es que, habiéndose puesto en duda su honorabilidad, no desea seguir en compañía del resto de húespedes de la posada. Max por su parte, le dio las gracias a Alder por haberle ayudado a recuperar el dinero y tras acabar de cenar, todos fueron poco a poco desfilando hacia las habitaciones.
Había sido un día realmente duro y tocaba descansar. Al día siguiente tenían un largo camino por delante y necesitaban reposar sus piernas, pues después de todos aquellos días de caminata, ya empezaban a sentir las secuelas del camino. Las ampollas habían dado paso a callosidades y las agujetas a contracturas musculares.
Muy pronto todos quedaron bien dormidos y no despertaron hasta el alba, cuando los carruajes ya estaban listos para partir, aunque aquel extraño grupo de aventureros, seguía empecinado en cubrir el trayecto hasta Altdorf a pie y eso era lo que iban a hacer.