Partida Rol por web

La separación.

Aquel mensaje no dejó indiferente a nadie, salvo quizás a Jospeh, que no tenía mucha idea de lo que estaba sucediendo. Él únicamente quería llegar a Bögenhafen y vender su vino en la Shaffenfest. Era la única forma de garantizarse a si mismo pasar un buen invierno. Si había contratado a aquellos tipos era precisamente para llegar a tiempo y entre el ataque de los mutantes del caos en la orilla del río y ahora aquel tipo que había intentado matar a Alder, parecía evidente que tendría que haber contratado a otros tipos. Fuera como fuera, quedaban cuatro jornadas hasta su destino y esperaba que no hubiera más contratiempos.

Por su parte, Ragnar y Alys decidieron no continuar con aquel viaje. Estaban cansados de todo aquello. Se habían visto involucrados en un asunto que para nada entendían y que hubieran deseado que no les hubiera salpicado. Si, para Ragnar matar mutantes era más un placer que un deber, pero no le gustaba hacerlo de aquella forma y además, había encontrado otra razón para vivir. Esa era Alys, quien por encima de todo deseaba volver a tener una vida tranquila. Ya había entendido que era lo que le había llevado a emprender aquella misión y no era otra cosa que Ragnar. Si Ragnar no seguía a bordo del Lauretta, tampoco iba a seguir ella.

Por último estaban Alder y Chester. A Chester no es que le hiciera demasiada gracia todo aquel asunto en el que se había visto inmerso. Encontrar muerto en aquella carretera a su hermano gemelo del que no tenía conocimiento alguno y con aquella carta, le había cambiado la vida para siempre. Él no era un aventurero, pero había emprendido una vida como tal y las circunstancias le habían impuesto un destino, Bógenhafen. Debía descubrir de que iba todo eso y porque alguien iba tras su hermano y ahora que su hermano, que al parecer se llamaba Kastor Lieberung estaba muerto, irían tras él.

Y Alder. Alder no tenía nada personal en aquel asunto como si lo tenía Chester le gustara o no, pero si que le había picado la curiosidad y desde luego, quería llegar hasta el fondo de aquel asunto. Además, Joseph pagaba bien por un trabajo no demasiado pesado. Seguiría con él hasta Bögenhafen y luego irían a ver a ese notario. Él y Chester resolverían aquel enigma, eso era algo que tenía muy, muy claro.

La Travesía a Bögnhafen.

Los tres tripulantes del Lauretta se despidieron de Alys y Ragnar, quienes habían decidido emprender una nueva vida juntos, alejados de los ríos y de las conspiraciones a ser posible. Todos dijeron de volver a verse alguna vez, aunque no concretaron nada y en el fondo, tenían bastante claro que sería difícil que eso pasara, pues en un mundo como en el que vivían, reencuentros así se daban poco.

Lo cierto fue que a Joseph le hicieron un jugarreta. Iban cortos de tripulación y necesitaba contratar a alguien más. No obstante, Jospeh Quartjin no era alguien rencoroso y les pagó la parte proporcional a los servicios prestados y esa misma noche se puso a buscar nuevos tripulantes en esa misma taberna donde se encontraban. Lo cierto fue que no le costó hallarlos y a mejor precio del que estaba pagando a Ragnar y a Alys. Así que al fin y al cabo, quedaron todos satisfechos.

El viaje duró cuatro días, como estaba previsto y no hubo más contratiempos. Fue un viaje bastante plácido. Bebieron vino y comieron pescado recién sacado del río. Resultó que Jospeh era un gran cocinero y que su especialidad era el pescado a las brasas.

Joseph les contó que en Bögenhafen les esperaba un próspero centro de mercado regional con una población que rondaba los cinco mil habitantes. Descansaba a ambos lados del río Bögen, en su zona más alta por donde todavía podía navegar embarcaciones de gran tamaño. Productos de Altdorf, Marienburgo y Nuln llegaban a Bögenhafen por vía fluvial y muchas veces se intercambiaban por lana y los vinos del lugar. De las montañas se extraía plomo y plata que se distribuían a todos los rincones del Imperio.

El comercio era el motor de la economía, los intereses de Bögenhafen siempre habían sido comerciales y la élite mercantil siempre había dirigido el pueblo; esto significaba que durante la mayor parte de su historia el pueblo había estado bajo el control del gremio de mercaderes y de las familias que lo conformaban.

Eligió para ellos un claro cerca de Weissburck. Acamparon allí, a la intemperie, sin nada que se interpusiera entre ellos y las estrellas. Se dejó caer por el pueblo en busca de trabajo, vigilando la presencia de mutantes. Siempre hacía falta un brazo fuerte y una espalda aún más fuerte para hacer trabajos físicos y Ragnar reunió un dinero que Alys empleó para comprarles lo que les hacía falta para ir tirando. Con el tiempo, reunió herramientas suficientes como para empezar a construir su propio hogar. El carpintero del pueblo cooperó en ello, ya que él, a su vez, le había ayudado muchas veces a talar árboles, transportar, apilar los troncos y cortar con el hacha los trozos de madera adecuados para sus creaciones.

Ragnar tenía listo un techo para proteger de los elementos a Alys y al primer cachorro que llevaba en el vientre. La enorme figura del bárbaro kislevita se convirtió en una especie de defensor del pueblo, un gigante amable que parecía mantener a raya la bestia salvaje que llevaba en su interior, y cuidaba de su familia y ayudaba a sus vecinos.