Partida Rol por web

Jonathan no me cree, y ni puedo culparlo por eso. Yo tampoco creo en todo lo que he visto desde que he entrado a este concurso. Cuando nos acercamos al área en donde había presenciado el terrible incidente y no hay nada, más que una bombilla titilante y poca luz, demasiado poco para ver nada, alzo los hombros y digo:

-Tal vez fue un sueño...

Me llevo la mano a la frente, tocándome la piel con el dorso de la mano para comprobar que no tengo fiebre. Ni siquiera serviría de nada mirar por la ventanilla del tren, ya que la máquina sigue su movimiento y el cuerpo, si hubo un cuerpo, estaría ya bastantes metros detrás.

-La verdad es que desde que entré a este concurso... ya no sé qué es real. Pero ví a un hombre caer desde el tren... Estaba en este pasillo cuando lo ví caer... afuera... y se partió y... no sé. No sé. Estoy tan confundida, tan... extrañada de todo. 

Bajo la cabeza y me retiro al coche dormitorio, no tengo ganas, ánimos ni energía para probar que realmente ví lo que ví. Ni siquiera estoy segura de que no esté perdiendo la chaveta. Lo único positivo, es que debido a mi educación, creo en los espíritus y quizás no esté loca, tal vez ellos me quieran decir algo pero no entiendo qué.

"No sé que me quieren decir... no sé nada, mamá te extraño... tú sabrías sobre ésto más que yo..."

Entonces pienso... en el juego... en la tabla...

-¿Quieren hacer un experimento?- pregunto con seriedad.

Con un chasquido de su zippo plateado, Jonathan se enciende un camel, mientras se apoya con la espalda en la traqueteante pared del vagón. Poco a poco, se desliza hacia abajo hasta quedar sentado en el suelo, dando profundas caladas a su cigarrillo, al parecer perdido en sus propios pensamientos.

Cuando Yael habla, Jonathan levanta la vista hacia ella. Se acaba de colocar sus lentes oscuras, como si tratase de poner una barrera entre la realidad y él mismo, y ya no se puede adivinar lo que expresa su mirada.

Responde con una voz desapasionada.

¿Qué clase de experimento?

-En mi casa creemos en el poder de los espíritus para guiarnos en la vida. Sé, sé que para vosotros puede sonar una estupidez, pero desde que he entrado a este concurso me han pasado muchas cosas horribles. O estoy perdiendo la razón, o algo hay aquí que nos quiere decir algo.

Miro a Jonathan y a Neil alternadamente. De por sí soy una muchacha seria pero quiero que se den cuenta de que estoy hablando totalmente en serio en este momento.

-Propongo una sesión, o algo así. Lo que casi todos conocéis como el juego de la copa. Copas o vasos debe haber y luego papeles en donde escribir las letras...

Antes de continuar, pregunto:

-Si, si creen que es una locura... está bien, pero decidmelo ahora, no me ofenderé. Yo lo entiendo...

Cita:

¿Qué ocurre aquí? ¿No soy el único en sufrir estas alucinaciones? ¿Es que alguien está jugando con nosotros? ¿Por qué me pasa esto a mí? Yo sólo quería correrme una buena juerga. Todo esto parece un cuento de terror y los cuentos son eso: chorradas. Estas cosas no son reales...

Lo único real es esa conversación que escuché ayer por la noche y que me puso los pelos de punta aunque no entendí nada.

Tengo que encontrar a alguien que sepa francés... seguro que cualquiera de los del Interrail me puede ayudar.

Con un gruñido Jonathan vuelve a ponerse en pie para responder a Yael.

Quizás podría servir. Yo mismo he participado en unas cuantas sesiones de espiritismo y he presenciado fenómenos que no se pueden alcanzar a comprender con la razón. En cualquier caso se trata de abrir un canal de comunicación con el "otro mundo" o el mundo de los espíritus, tal y como decís en vuestra tierra.
Además, el lugar donde se realiza la sesión puede influir en el resultado. Este tren será perfecto para ello...

Da la última calada a su cigarrillo y lo apaga en un cenicero del vagón.

Pero si vamos a hacerlo, hagámoslo ya. Nos queda poco tiempo para llegar a nuestro destino.

Menuda sarta de chorradas acabo de soltar... pero en algo habrá que entretenerse hasta llegar a Viena...

Asentí con la cabeza y me dispuse a conseguir alguna copa o vaso, posiblemente en el salón comedor del tren. Después los papeles los podía sacar de mi anotador y la sesión la podríamos hacer en el dormitorio, en el suelo, o en algún vagón medio vacío en donde tengamos un poco de paz.

Conseguimos una copa que podría servir: su cristal era liviano y podría moverse con bastante facilidad sobre el suelo. Recorté unos papeles y puse las letras del alfabeto en ellos. Le pedí a Jonathan y Neil que me ayudasen escribiendo los números, del 1 al 9, y las palabras "sí" y "no". También estaba la palabra "adiós" para cuando el espíritu, si es que venía alguno, no quisiese hablar más.

Cuando todo estuvo bien, nos sentamos sobre el suelo del dormitorio, formando un triángulo.

-Todos pongan el índice sobre la copa, pero no presionen. Relajen sus mentes, traten de permanecer abiertos como canal, y no os toméis esto en broma, por favor.

Esperé unos segundos que todos estuviéramos bien y pregunté.

-¿Hay alguien aquí con nosotros?

Tras las palabras de Yael, lo único que alcanzáis a escuchar es el sonido del tren. La lamparilla que cuelga del techo emite un zumbido de cortocircuito y la iluminación relampaguea suavemente en varias ocasiones. Haciendo caso a las indicaciones seguís concentrados, al menos aparentemente. A Neil casi se le caen las gafas en un par de ocasiones, pero aparte de eso, los siguientes minutos resultan silenciosos y tranquilos.

De repente, el vaso parece moverse por inercia propia, sin que ninguno de vosotros haga el más mínimo esfuerzo por desplazarlo. Algunos levantan la mirada con curiosidad, mirando especialmente a Yael. Acaso será ella la que...?

Entonces el vaso empieza a moverse bruscamente, buscando unas palabras concretas la cual adivináis solo cuando termina, de nuevo, bruscamente. Todos comprendéis su significado, deletreada en un perfecto inglés.

Spoiler (marca el texto para leerlo):

Antes de que nadie pueda decir siquiera una vocal, la tablilla con las letras y números pegados se eleva rápida y violentamente hacia el techo del compartimento y comienza a dar vueltas sobre sí misma, lanzando el vaso contra la pared cercana y estallando éste en mil pedazos. Cuando volvéis a mirar la "tablilla flotante" ésta se encuentra envuelta en llamas y cae de nuevo ante vosotros, ardiendo.

La cargante humareda no tarda en concentrarse en la pequeña habitación...

¡Joder! Grita Jonathan con una voz demasiado aguda. Ha caido de la silla para atrás y se ha arrastrado como un cangrejo hasta que la pared del vagón le ha impedido continuar su huida.

A través de las lentes, que ahora lleva descolocadas, mira con los ojos abiertos como platos la tabla en llamas y comienza a toser debido al humo que llena el lugar.

De pronto parece reaccionar y se le ocurre algo. Extintores. Hay uno entre vagones. Sólo tiene que abrir la puerta y hacerse con uno para apagar las llamas.

Se pone en pie con torpeza y trata de salir del habitaculo.

Todo explota, al menos desde mi visión. La tabla deletrea "peligro" y luego se enciende. Jonathan se pone a buscar el extintor y yo, después de reaccionar, lo acompaño mientras le digo:

-Perdona... no pensé que esto iba a salir tan mal.

Dije mientras me concentraba en buscar el aparato para apagar el fuego. Era importante ser rápido, porque no queríamos hacer un desastre en el tren. Mientras me empeñaba en la tarea, busqué a Neil con la mirada para ver qué estaba haciendo...

-Los espíritus sí que han hablado... solo que no nos dijeron nada que nos dé coraje, la verdad creo que estamos nadando sobre aguas oscuras.

Dije a los chicos, dando a entender que pensaba que esto solo tenía un camino: de mal en peor.

Neil abre los ojos como platos cuando ve las letras que se van formando.
Por un lado siente miedo pero por otra parte muestra una curiosidad innata.

No habeis empujado vosotros el vaso????