Partida Rol por web

TURNO 5 - DOS RESTANTES

La desesperación se estaba apoderando de los participantes, y las tornas del destino parecían ir en la dirección contraria. Kain fue el único que, tras ponerse de pie, escaló con gran habilidad la cuerda para encontrarse con el resto. Pipan por su parte, casi hace que la guadaña resbale hasta el piso, y en su intento por mantenerla en las manos, se llevo un corte en la pierna. La fuerza de Ivrels flaqueaba a la hora de intentar atravesar las capas, ciertamente, sin ayuda parecía que no podrían llegar a puerto. Jin volvió a intentarlo, solamente para caer de bruces al piso. Tiger, por su parte, intentó observar lo que más pudo, y si bien pudo dejar dos cosas en claro, no pudo evitar recibir como caía de bruces Jin sobre él. 

De las dos cosas que sacó Tiger en claro era: Una, debían entre los que estaban arriba, intentar cortar entre todos la cobertura para poder alcanzar un grano, o bien, que entre los que estaban arriba, y los que estaban abajo, tiraran de la soga y el gancho para intentar bajar una capa de piel y tener acceso a los dientes de la mazorca.

Demonios JIN ya quédate aquí y deja de intentar subir que tampoco hay tanto espacio.

Dice Tiger mientras aparta a Jin de encima suyo y se pone de pie. Una ves de pie comienza a gritar, a ver al parecer la herramienta que tenemos no tiene suficiente filo para atravesar lo fuerte del a hoja, mejor tiremos del gancho ya que está bien agarrado y tratemos de pelar la mazorca, los de arriba aseguraros de que el gancho no se suelte y tratad de hacer palanca desde los bordes de la hoja para quitar fricción, Jin y yo tiraremos desde aquí abajo.

Dicho esto, se pone bajo la cuerda, la toma en sus manos y la enrolla en su brazo derecho listo para tirar con toda su fuerza y todo su peso, dejando suficiente soga suelta frente a sí mismo en caso de que Jin siguiera sus indicaciones.

Kain había podido subir nuevamente la cuerda luego de la motivación que lo invadió producto de aquella vergonzosa caída. También había planeado lanzarse, tomar la cuerda en caída libre y usar la fuerza de su caída para romper la hoja pero esto tenía que hacerlo de manera coordinada con los demás para de verdad poder tener oportunidades de lograrlo, así que espero de nuevo que Tiger y Jin tirasen de la cuerda lanzarse de nuevo.

Demasiadas complicaciones les estaba dando aquel maldito grano, colocar lo mejor posible todo era su tarea, esperaba no provocar otro intento fallido por su inexperiencia...

Cita:

-¡Mierda!- se quejó Jin de haber sido regañado y de no poder subir-Esta bien, me quedaré aquí- le dijo a Tiger mientras tiraba de la soga.

-¡AU! ¡auauauau! ¡a-Pipan interrumpe bruscamente sus quejidos por el corte al oír la amenaza de la propietaria del arma que ha estado maltratando y su rostro pierde el color-.Va-vale, lo s-siento, mejor la dejo...-

¡Glups!

Contrito y con resquemor, pues no está acostumbrado a ese género de amenazas, se dedica en su lugar a  doblar y empujar los bordes de la hoja de la mazorca para intentar facilitar el trabajo de quienes tirarán a través del gancho. 

La desesperación, y el espíritu, cuando trabajaban en conjunto, eran capaces de cambiar el destino y mover montañas. No solamente eso, el trabajo en equipo, para personas que se desconocían totalmente podía costar muchísimo al principio, tal como había ocurrido con este grupo, pero esta vez, lograron trabajar a la perfección, de una forma tan sincronizada, que todo les salió bien.

Tiger, utilizando toda su fuerza desde el piso, Kain, lanzándose y usando la inercia para emplear aún más fuerza a la hoja, Ivrels, ayudando a precisar la forma de la fuerza utilizada por la hoja, Jin, intentando usar fuerza (ya que sus brazos le estaban doliendo más de lo normal), y, por último, Pipan, ayudando al resto con la inercia de la hoja, pudieron escuchar todos, como con un gran quejido, la hoja se rompía con muchísima fuerza, y no solamente eso, podían escuchar4 como esta rasgaba, y dejaba ver una centena de “cabellos” que parecían tener un color oro, y debajo de estos, unos dientes de choclo gigantes, tan grandes que fácilmente, podían notar que tenía el porte de un brazo fácilmente

De todos estos, pudieron notar que a la piel del choclo que habían logrado sacar, había salido justo uno de los dientes en perfecto estado, por lo que inmediatamente, lo llevaron a Toriko. Pudieron observar cuando llegaron que no habían sido los únicos en llevar el objeto prometido, si no que había otro grupo que también lo había logrado. El grupo de 8, y otros dos grupos no habían podido lograrlo, por lo que, en la actualidad, solo quedaban 10 participantes. Toriko los miró a todos ustedes, y les dijo;

-¡Con esto llega a su fin la segunda prueba del cazador! Felicito a los participantes que lo han logrado, puesto que han demostrado ser capaces de superar una prueba de una gran dificultad en un tiempo requerido, el trabajo en equipo siempre es una tarea difícil, y cuando se logran los objetivos entre varios, la victoria es más dulce. Ahora, tanto los perdedores como ganadores, comeremos entre todos esta delicia, y luego organizaremos el grupo para la última prueba. El resto volverá en el tren de antes. –

Dijo, tras ello, pudieron ver como se había preparado un gran fuego, y arriba de este, una gran olla, que era de un tamaño colosal. (Para que se hagan una idea, esta olla es al menos tres veces de la olla que pueden ver en la imagen)

Allí, Toriko echó los dos dientes de choclo gigantes, lo vieron sacar de una mochila, varios potes, que, tras abrirlos, pudieron ver que eran varios kilos de mantequilla, los cuales echó dentro de la olla. Pasaron unos veinte minutos, mientras él iba echando más madera, antes de que empezaran a escuchar el sonido de unos pequeños *Pop* dentro de la olla, los cuales se fueron multiplicando al pasar los minutos.

La olla comenzó a temblar, hasta que finalmente pudieron ver, como salieron por fuera de esta, trozos de palomitas de maíz tan grandes como el porte de una mano. Salieron tantos que se desparramaron fuera de la olla por cientos, ante lo cual Toriko les dijo;

-¡Vayan agarrándolas! ¡Habrá suficientes para todos! –

Dijo, mientras el inmediatamente las empezaba a agarrar y las empezaba a comer. En el momento que ustedes hicieran lo mismo, probarían el sabor de las palomitas de maíz más sabrosas que hubieran probado en sus vidas. Un crujir único, una textura suave, un sabor intenso, perfectamente mezclado con la sal de la mantequilla, un sabor tan maravilloso, que solo les habría el apetito y querían seguir comiendo más de estas palomitas, era un sabor tan único, que al menos uno de cada cinco personas que había allí, estaba llorando al probar este sabor. Con ello terminó la segunda prueba.