-Yo he oído lo mismo -comentó cuando Aranna habló sobre los últimos ataques en la Isla de la Abadía-. ¿Qué podéis decirnos sobre Syrgaul?
Oona miró fijamente a Eved, sus preguntas podían pasar desapercibidas para los demás, pero no para ella. Oona sabía que el espía de Tethyr necesitaba saber quién era el Rey de los Piratas por una cuestión de vida o muerte. Miró entonces a Hellas, ignorante de todo, lanzarle pullas al capitán. Si supiera lo que Oona sabía... ¿sería éste el mejor momento para hacerlo?
Se aproximó al borde del barco para ver a Oceanos hacer unos largos.
-(Elfico) Oye, Oceanos, dijiste que tu tribu había estado siguiendo los movimientos de este barco, ¿sabrías decirme sus trayectos? ¿Qué fue lo que os llamó la atención para arriesgarte a subir aquí?
—En la Isla de la Abadía hay templo de Umberlee, ellos solían tener tratos con los piratas de las Nelanther antes de que Tethyr los echara de la Bahía del Draco de Fuego —respondió Orson—. Lo sé, estuve una temporada allí, hace muchísimos años.
»Si hay barcos de las Nelanther rondando la Isla de la Abadía… —dudó, evidenciando que lo siguiente que iba a decir era pura especulación:—. O bien forman parte de la facción que se opone al rey de los piratas, o bien está buscando debilitar la presencia de los umberlinos en la zona para sus propios fines. Yo iría a preguntarles a ellos, de ser vosotros. Podrían ser unos aliados formidables si el conflicto contra el rey escala en una batalla naval.
—¿Sabes? Hay quien llama suerte a cosas que no es capaz de reconocer como auténtica pericia —le replicó el Furioso a Aranna.
»El ataque de los sahuagin fue en el tercio sur de la Bahía, veníamos de Calisham para vender sedas y especias —continuó Hawthorne—, no recuerdo el punto exacto. Como dije, hace meses que ocurrió.
Después, puso cara de haba y miró a Punketah.
—¿De qué cueva habla?
Punketah se encogió de hombros.
—De un refugio que utiliza Sambalet, una gruta que se inunda casi por completo cuando sube la marea. He estado allí un par de veces.
Hawthorne miró a Colibrí, perplejo.
—¿Y cómo quieres que te diga dónde está si yo nunca he estado allí? Hay literalmente docenas de cavernas con esa descripción a lo largo de toda la costa —explicó el capitán—. Son muy utilizadas por contrabandistas con barcos más pequeños y de menor calado que El Fantasma del Mar. Como ese bote-sombrero que utilizaba Sambalet.
—¿Syrgaul? ¿El legendario capitán del Tammeraut? —dijo el umberlino, algo confundido por el brusco cambio de tema que había propuesto Oona—. Poca cosa, aparte de las historias que cuentan.
Hizo memoria un momento.
—En la Isla de la Abadía había una biblioteca con varios libros sobre naufragios de barcos famosos. Quizá allí encuentres dónde se hundió el Tammeraut, si es eso lo que buscas.
Oceanus cogió un cabo de cuerda para poder seguiros sin tener que nadar con rapidez.
—(Élfico) Nos pareció raro el comportamiento, sobre todo porque creíamos que en esa zona de la costa no vivía nadie. Observando desde el mar no vimos gran cosa, por eso el jefe de mi aldea me pidió que subiera a bordo, para espiar más de cerca —dijo en ese extraño dialecto que mezclaba el idioma musical de los elfos con los chasquidos y silbidos de los delfines—. (Élfico) Y sí, como he dicho antes creo que podría reproducir la ruta de ida y venida de este barco.
Lo hay, reconoció Aranna. Por cada uno de esos, hay nueve que se creen muy listos por ir mirando al suelo porque se han encontrado una moneda de cobre.
Puesto el rumbo a Marjal Salino, y Oceanus de vuelta en el barco, Aranna puso el seguro del timón y bajó a ayudar a Colibrí a terminar de ajustar el velamen. Por suerte, estaban cerca de la costa y el barco era fácil de manejar, porque la aventi no se fiaba de la habilidad marinera de Oona, Hellas y Eved. Si se quedaban con la nave, tendría que contratar a un puñado de gentes de mar ociosas para ocuparse de esos asuntos cuando llegaran a casa.
Una vez tuvieron el barco a punto, Aranna dejó que los demás se ocuparan del interrogatorio, y bajó a la bodega a terminar de revisar las dependencias del barco en busca de trastos valiosos. Aún tenía alguna llave para lo que no había encontrado cerradura...
Aranna baja a revisar el resto de la bodega (y los camarotes de arriba, si falta alguno). Cuanto menos, falta el camarote del clérigo (12), como hablamos en el "off".
Hago un resumen de lo que encuentra Aranna:
10. Camarote de la tripulación: una baraja de cartas muy usadas con dos ases de espadas, dos juegos de dados, uno de ellos cargados y un libro llamado Antros de Grog que describe tabernas de dudosa reputación a lo largo de toda la Costa de la Espada.
11. Bodega: 50 rollos de seda, 40 barriles de vino, 40 barriles de brandy, 1 caja llena de utensilios de minería de gran calidad.
12. Camarote de Orson: hay un cofre que se abre con una de las llaves que encontrasteis. En su interior hay 500 monedas de plata y una máscara decorada con un patrón de olas verdes y azules.
En el resto de habitaciones puedes suponer que no hay gran cosa, solo utensilios mundanos apropiados y efectos personales.
Aranna se guardó la baraja y los dados en los bolsillos del guardapolvo; una nunca estaba demasiado preparada para la vida real. Hablando de lo cual, se agenció también el libro, porque una nunca estaba demasiado preparada para la vida real. Se quedó muy quieta, con gesto de confusión, pero tan solo un momento fugaz, antes de seguir rapiñando.
Cuando emergió a cubierta, dejó un saquillo tintineante con el resto del botín, y le entregó a Hellas una máscara decorada con un diseño de olas verdes y azules.
¿Es de tu estilo? le preguntó a la experta en máscaras de Marjal Salino. Ni que decir tenía que era conveniente que le echara un vistazo con sus ojos de bruja, pues ella había agotado hacía rato sus dones para ver la magia.
El cargamento no lo subió, porque era mucho y bien estaba en la bodega. Si les dejaban quedárselo, podían buscar un buen comprador para todo. Y tal vez quedarse los barriles. Cuarenta de brandy y cuarenta de vino podían bastarles para unos meses en alta mar.
Hellas dejó a los demás con la charla mientras escuchaba atentamente. Nelanther, rey de los piratas, sajuaguines, Sekolah, otros nombres rimbonbantes... Había mucho sobre lo que la bruja no sabía, así que lo mejor que podía hacer era poner la oreja, atender y acordarse. Seguro que todo eso acababa siendo importante en algún momento.
Entonces Aranna apareció con la máscara y se la tendió.
—¡Oh!—exclamó—¡Es bonita!
Pero sabía que Aranna no se refería sólo eso, así que la incipiente heroína la miró atentamente la careta. ¿Qué dicen los ojos de Bruja, Narrador? Mágico. Perfecto.
—Y mágica—añadió—. ¿Dónde estaba? Quizás debería inspeccionar el barco entero, parecía que nuestros amigos tenían bastantes chucherías.
En el cofre del cura, creo, respondió. He revisado todo, pero no te prives. Tenemos algo de tiempo antes de llegar a Marjal.
Oona miró a Punketah.
-Vale, nos acompañarás cuando vayamos allí -sentenció de pasada, mientras volvía su atención a los objetos mágicos que traía su madre. La rapiña estaba bien, hasta cierto punto, ya tenían un barco, ¿para qué querían más cosas? Con indiferencia, se acercó de nuevo a Oceanus-. (Élfico) Asumo que uno de los puntos del trayecto es la guarida de Achuack, ¿nos puedes poner en el mapa el otro punto, entonces?
Entonces se dirigió a Eved y lo llevó a un aparte para hablar en voz baja.
-Oceanus sabe el trayecto del barco. Uno es la guarida del los reptiles, el otro es el lugar donde recogen el cargamento de armas robado. Con este barco, podemos ir a ese punto y ver quién les entrega los cargamentos de armas, capturarles, y buscar quién es el que las está vendiendo, ¿no te parece?
Mientras los demás robaban a los ladrones, ella tenía planes para todas las cosas malas que se estaban haciendo en esas aguas. No podía dejar de pensar en esas cosas ni aunque quisiera.