Partida Rol por web

La sugerencia de renombrar al barco como las Tetas de Zaranda no cayó muy bien en el consejo a juzgar por las expresiones indignadas de Fireborn, Solmor y, por supuesto, Copperlocks. Gellan Primewater, el tío de Hellas, fue el único en reírse. Lo escuchasteis restándole hierro al asunto mientras abandonabais el salón.

Por el camino a la Cabra de Mimbre barajasteis algún nombre más para el barco, entre ellos Las Pelotas del Mediano. Terminasteis por descartar ese nombre al juzgar que un mascarón que fuera fidedigno pesaría demasiado y había que el barco volcase y se hundiese.

La Cabra estaba llena a aquellas horas. La mayoría de clientes eran mercaderes adinerados o de los enanos que habían llegado a Marjal Salino con la venia real para explotar las minas al suroeste. No había un solo sitio, pero Varlie convenció a Lankus para que os sacara una mesa del almacén.

Era físicamente imposible que Varlie sonriera más al ver a Colibrí, o que le brillaran más los ojos.

—¡Mis clientes favoritos! —dijo, y dejó la bandeja en la mesa que acababa de sacar Lankus del almacén.

Enlazó los brazos detrás del cuello de Colibrí, cerró los ojos y le dio un prolongado y sentido beso allí, delante de todo el mundo como si no hubiera nadie más en toda la habitación. Se separó de él con un sonido húmedo de sus labios y aún se quedó unos momentos con el rostro del enjuto mediano entre las manos, como si fuera lo más bonito que hubiera visto en su vida.

Solo cuatro o cinco latidos de corazón más tarde se dio cuenta de que Colibrí y ella no estaban solos. Se puso roja como un tomate de pronto.

Lankus se acercó masticando algo. Depositó en vuestra mesa un humeante plato de huevos rotos con morcilla y picatostes y se limpió las manos en el delantal. El olor que os llegaba hacía que empezarais a salivar.

—Esta va por cuenta de la casa. Decidme, ¿qué vais a tomar?

En la charla de camino a la Cabra de Mimbre, los nombres que surgían se iban tan pronto como venían. Las Pelotas del Mediano duró algo más, hasta que se demostró logísticamente inviable. El Shoal tampoco quería restar protagonismo a sus fieras amigas, que eran igual de peligrosas (o más) que él, cada una a su manera. Habría que pensar algo más característico, algo que hablara de todos o al menos del propósito de todos.

Ante el recibimiento que tuvo por parte de de Valrie, Colibrí sólo pudo responder al apasionado beso como se merecía: Con igual grado de pasión y alegría. Cuando se separaron, la sonrisa del mediano era de oreja a oreja, algo raro de ver en el siempre gruñón Shoal. De hecho casi no tenía hambre y sed. Casi. Le arregló el pelo detrás de la oreja con un gesto cariñoso a la radiante Mediana y le guiñó un ojo. - ¿Qué tal está mi chica favorita? -

- Gracias por hacernos un hueco, sois estupendos. Tomaremos una buena cerveza, algo más de comer que nos recomiende la casa, y pon a enfriar un par de botellas de Perico para la sobremesa. Tenemos algunas cosas de las que hablar. -

Oona estaba otra vez deprimida. Habían logrado terminar con éxito la misión y acabar con una banda de contrabandistas y esclavistas y sin embargo, la reunión del Consejo le había resultado amarga. Primero, acusándoles de robar las pertenencias de los piratas. Después, su madre lanzando insultos a la Corona de Tethyr. Todo lo que habían hecho no había servido para nada, ahora los conocerían como los ladrones y calumniadores de la región. Ella se tomaba muy en serio su trabajo, pero al resto parecía importarle poco, solo la recompensa.

-Creo que voy a volver a la oficina de Fireborn -expresó, antes de sentarse-. Tengo que saber lo que le ha contado Eved. Y también tengo que contarle yo algo importante.

Miró a Hellas, luego a los demás.

-Estaréis de acuerdo conmigo en lo del puro, ¿no?

Ember miró a la Genasi intensamente.

- Igual nos lo podías contar antes a nosotros, eso tan importante, ¿no?

En cuanto al puro, es circunstancial en el mejor se los casos. Necesitas tener algo más sólido antes de apuntar a nadie con el dedo, me temo.

Además también necesitas comer, y deberíamos decidir un nombre para el barco. Luego si quieres hablar con Fireborn, pues hay mucho día, ¿no? -

Oona era bastante muermo, pero hasta ella tenía que comer diariamente.

Gracias, Lankus. El tabernero sabía cómo cultivar una clientela fiel. Claro que la exclusiva en el ron de Perico Gamuza era un atractivo sólido para quien podía costeárselo, que a juzgar por el estado de ocupación de la Cabra de Mimbre, era más gente de la que Aranna esperaba.

La aventi se pellizcó el vientre. Entre sus dedos no parecía haber ni un ápice de grasa. A este paso, no voy a poder nadar, dijo, convencida, mientras empujaba una ración de huevos y morcilla sobre una buena rebanada de pan.

La comanda de Colibrí le parecía aceptable, así que no añadió nada. No empezó a comer de inmediato, sin embargo. Se quedó un par de minutos derrumbada sobre la silla con el trasero en el borde y la nuca en el respaldo.

El primer bocado lo dio mientras Oona y Colibrí hablaban del dichoso omnipresente.

¿Qué pasa ahora con ese puro?

Tras salir de la reunión junto al estoico Skerrin, Hellas no fue directamente con sus compañeros sino que dirigió sus pasos primero a la peletería de Kester. Era hora de presentar la renuncia. Llevaba tiempo con la decisión tomada pero la estaba retrasando. Ella ya tenía sus planes de futuro trazados. Comprar la casa encantada, reformarla y abrir su propio local de variedades. Anders tenía razón, no iba a ganar dinero trabajando para otra persona. Tenía que dar el paso, tenía que dejar su trabajo para obligarse a emprender el nuevo proyecto. Además, con todo lo que se estaba complicando la historia de los contrabandistas... el trabajo de la peletería no le iba a facilitar esa doble vida. Era el momento.

Además, nadie se preguntaría de qué vivía, aunque tardara en poner en marcha La Fata Encantada. A ojos del pueblo ahora también estaba trabajando para el consejero Solmor, así que seguía siendo una honrada trabajadora de Marjal Salino.

Cuando llegó a la Cabra de Mimbre, los chicos ya estaban sentados en torno a la mesa. Cuando se sentó ella, Oona hizo mención al puro. Siempre tan directa.

—Ya me oísteis. Esos puros son muy caros y mientras los fuman beben un whisky todavía más caro. No hay mucha gente que pueda permitirse un artículo como ese en la zona. Al principio no pensé que él pudiera estar implicado en nada. Incluso pensé que igual él podía ayudarnos a encontrar otro compradores de tal selecto producto pero...

La bruja dio un trago a su bebida.

—Mi tío tiene una gran fortuna. Excesiva para su negocio, sobretodo teniendo en cuenta el tren de vida que tiene. Esto le proporcionaría unos ingresos extra que explicarían muchas cosas...

Aranna miró a su muchacha, a la madre de verdad y al mediano escuálido. Primero al mismo tiempo, reclinando la silla sobre las patas traseras. Después a una, a la otra y al otro. Sacudió la cabeza, levantó un dedo. Se lo pensó mejor y dio un mordisco de tiburón al pan con huevos rotos y morcillas. Se impacientó cuando aún tenía el  bocado a medio masticar, y lo hizo bajar todo por el coleto en una riada de cerveza. Un humano normal se hubiera atragantado, pero no una aventi que podía respirar agua, y al fin y al cabo, la cerveza era nueve partes agua.

Hipó, y con el hipo se escapó un eructo. Aranna no tuvo la decencia de ponerse colorada. Volvió a levantar el dedo.

No, no, no, dijo, acompañando cada palabra con un movimiento del rostro de lado a lado. A ver, sí, seguro que tu tío estará metido en el mismo tipo de negocio que Sambalet y nuestros amiguitos del Fantasma. Podemos ir a por él, si quieres. Pero ese culo de puro... vaya lata estáis dando con él.

Qué lástima que no hubiera bajado ella antes para encontrar el trozo de puro y echarlo al mar.

¿Le has preguntado a tu antiguo amante? Se dirigía a su hija adoptiva. Bajó a la bodega y estuvo trasteando por ahí un rato mientras nosotras seguíamos en cubierta. Seguro que lo ha tirado él para... Aranna se encogió de hombros. Para que nos devanemos los sesos.

Varlie os trajo la cerveza que habíais pedido solo unos minutos más tarde. Iba comiendo algo, conociéndola sería algo que algún cliente había dejado en el plato. O en el suelo, la mediana no le hacía ascos a nada. Depositó una jarra de porcelana de color tierra con cerveza bien fría en el centro de la mesa, y un pichel de madera con su tapa y todo para cada uno de vosotros.

—Lankus me ha pedido que os pregunte si os gusta la merluza —dijo en cuanto hubo tragado—. Se la acaban de traer. Dice que está muy fresca y es de muy buena calidad. Que está tan buena que es para hacerla con poca cosa, un chorrito de aceite y pellizco de pimentón. Si no os gusta la merluza u os apetece carne os puedo traer un plato de guiso de conejo con tomate. Le echa pimientos, ajo, cebolla y mucho tomillo.

Varlie se besó los dedos índice y pulgar para evidenciar lo que opinaba ella del guiso.

Podéis seguir hablando de vuestras cosas.

- Merluza para mí, querida. Si está fresca es lo mejor que mejor. Pero trae un guiso de conejo a mayores, su descripción hecha por una preciosa jovencita como tú me ha abierto el apetito de probar... de todo. - Colibrí guiñó el ojo a la hermosa Mediana y le dirigió una sonrisa breve. Cuando la siempre alegre Valrie partió, siguió con la charla con sus amigas y compañeras de aventuras.

- A ver, todos tenemos que comer, y es mejor hablar mientras lo hacemos, ¿no os parece? - Dio unos segundos a sus amigas para que (esperaba) se sentaran gruñendo a regañadientes. - Aranna, muy buena esa de "Las Tetas de Zaranda", pero aparte de que nos podría llevar a la cárcel, no infundiría respeto. Os propongo "El Narval Salino"; viene muy hilado para que la gente de la zona sienta que es un barco que les defiende y representa, y amenaza con un cuerno largo y afilado a los enemigos de los marjalinos. Oí que hay un estudio acerca de que cuanto más largo es el cuerno de los narvales mayores son sus testículos, más largo es su cuerno, pero no sé si darle crédito. En todo caso el cuerno de este barco debería ser de buen tamaño. - Colibrí les dedicó a sus amigas una de esas sonrisas que son todo dientes afilados. Nada tenía que ver con el cálido gesto que dedicaba a Valrie cuando la chica estaba presente.

-No le he preguntado porque ha desaparecido, como es costumbre en él -expresó Oona, con bastante mal humor, al resto de sus compañeros en general y a su madre en particular-. Y no te voy a discutir esa teoría, le pregunté por el puro y no lo reconoció, lo cual me molesta enormemente porque tiene relación con él.

Esperó a que Varlie se fuese de la mesa, vigiló que no hubiese nadie mirando, y se inclinó para hablar más despacio y más bajo, para que todos tuvieran que esforzarse mucho en escucharla. 

-Hellas, Eved va detrás de tu tío. A tu tío le interesa saber quién es el Rey de los Piratas y ha lanzado sobre Eved un conjuro que lo empuja a obedecerle y cumplir con su objetivo. Lo malo del asunto es que Eved no sabe si es tu tío o no, solo tiene una sospecha firme, y planea matarlo. No sé cuándo ni cómo. Quizá, antes de salir a investigar cualquier otro tema en nuestro nuevo barco, deberíamos asegurarnos de que no se mata ni uno ni otro.

Se enderezó en la silla.

-Por eso quiero informar a Fireborn. Antes de que sea demasiado tarde.

—No creas que se hizo el listo, igual ni siquiera se dio cuenta del puro—la muchacha se pasó la mano por la cara—. ¿De verdad crees que va a servir informar a Fireborn? Eved tiene su propia agenda y se ha movido entre los consejeros como ha querido. Y lo mismo ha hecho con nosotros. Si quieres detenerlo antes de que haga nos joda la investigación y ver hasta donde llegan las manos de mi tío, tendremos que ir directamente a buscarle. Si es que crees que lo va a hacer ahora.

Pero todos los narvales viven en agua salada, repuso Aranna. Y la verdad, no hay narvales en cientos de millas. Por qué no un marlín. “El Marlín Cabreado”, y en el mascarón, una cabeza de marlín con escamas como la de un dragón rojo.

La aventi no se decidía entre la merluza y el conejo, así que puso su cara de: “¿por qué no los dos?”. Eran cuatro —o tres, si Oona se empañaba en escabullirse para hablar con Fireborn—, podían compartir.

No me he enterado muy bien, ¿pero no sería mejor darle al Capitán Mostacho el… el informe completo? Porque parece que no sabes dónde está Eved, ni lo que trama, ni qué pinta el tío de Hellas en esto, ni casi nada.

-Fue precisamente Fireborn quién me pidió averiguar lo que Eved estaba tramando.

Oona se cruzó de brazos y apoyó la espalda en la silla. Pensó que se tomarían más en serio una acusación tan grave como esa.

-¿Qué investigación? No sé dónde está Eved porque no puedo controlarle, ni quiero. Sospechamos que tu tío trafica con mercancias, probablemente para ganar todo el dinero que gana, y tiene interés en saber quién es el Rey de los Piratas, o para negociar con él, o para cualquier otro trato. En cualquier caso, lo que no quiero es que el consejero fallezca de extrañas circunstancias, porque eso sería un completo desastre para Marjal. Solo os estaba poniendo sobre aviso. Me da igual el nombre del barco. Llamadlo Domadora de Mareas.

A Colibrí le pasó algo curioso, algo que no le pasaba a menudo. Se quedó sin palabras. Si las chicas hubieran estado atentas hubieran observado y documentado el fenómeno con afán y cuidado ya que era tan inusual como un mono vestido de botones. Posó su jarra con cuidado en la mesa ya que estaba a mitad de un trago cuando Oona empezó a hablar. Miró alternativamente a la genasi, señaló y abrió la boca, pero la cerró con la intervención de Hellas, a la que miró parpadeando; parecía que inspiraba para contestar a ésta última, pero Aranna tomó la palabra desbaratando cualesquiera idea gramática que el Shoal tuviera intención de sacar por su boca.

- ¡Basta! - Dijo con cierto ímpetu, para luego bajar la voz. - ¿Pero, pero, qué mareas es eso de que el tío de Hellas ha lanzado un hechizo a Eved? ¿Cuándo y cómo has llegado a esa conclusión? Entre plato y plato no ha sido, igual esas cosas mejor comentarlas en el momento, ¡me parece! - La vena de la sien de Colibrí palpitaba con ritmo suave pero abultado, señal de que el Mediano estaba sufriendo algún tipo de exabrupto interior que pugnaba por dominar. Luego señaló a Hellas.

- Y a ti te suelta eso y te quedas tan ancha, ¡ni sorprendida estás! ¿Sabías algo de eso? - Luego señaló a Aranna. - Y tú... - Parecía que no tenía muy claro qué decirle a la aventi, así que salió de ahí como pudo. - Pásame la jarra Aranna por favor, estoy muy seco. -

Hellas no estaba como si nada, pero tampoco tenía ningún tipo de relación especial con su tío como para estar sorprendida, consternada o disgustada. Ni con nadie de su familia. Bueno, casi nadie. De hecho, se sentía mucho más como familia a Tata y a la gente de Villa Salmuera, y confiaba más en sus compañeros de aventura que en nadie que llevaba su sangre. Exceptuando de todo eso a Hauser, claro.

—Llevo toda la noche barruntando esa posibilidad por culpa puro, Colibrí—le respondió al mediano—. Así que no estoy sorprendida.

La mujer le dio un trago a su jarra, se le había quitado el apetito pero sentía la boca seca. Después miró a Oona.

—Si mi tío está involucrado en todo esto, no puede estar trabajando sólo. Y no me refiero sólo a Sambalet y a la tripulación del Fantasma del Mar. Hay gente que tiene que estar robando esas armas para luego entregarlas. Esa gente ha convertido el pueblo en su centro logístico y no podemos permitirlo. Eso es lo que tenemos que investigar. Y si Eved mata a mi tío, nos va a complicar las cosas. Además  estoy de acuerdo contigo, lo peor que puede pasar es una muerte de ese calibre.

-Bien, nosotros investigaremos las armas entonces. Pero, mientras tanto, ¿qué hacemos con el Consejero y nuestras sospechas? Lo único que se me ocurre es que Eved venga con nosotros, así lo tenemos controlado. Y siempre podéis reducirle e interrogarle, sé que lo estáis deseando.

Aranna le pasó la jarra al mediano para que no se subiese la mesa a por ella. Sacarle las tripas a cuchilladas a algún rufián era pan comido para Colibrí, pero los muebles hechos a escala humana debían ser un enemigo formidable, a juicio de Aranna.

Las revelaciones que Oona había soltado encima de la mesa de sopetón estaban dejando a la pobre aventi con el morro torcido. Los contrabandistas y los piratas no eran gente complicada de entender; tenían motivaciones simples. Formas alternativas de ganarse la vida, al margen de la ley, y corriendo los pertinentes riesgos. El bailecito de Eved y el tío de Hellas se le escapaba.

Entonces, dijo, si tenemos vigilado a Eved, no pasará nada, ¿no? Pero el señorito se ha largado, y no sabemos por dónde anda, así que tendremos que buscarle. Aranna y su fiel Zanahoria eran rastreadores competentes, pero para seguir un rastro era necesario tener un rastro que seguir. Y sobre las armas, ¿me recordáis si los del Fantasma nos dijeron algo? Oceanus sabía dónde hacían las entregas, aunque si no hay una entrega prevista, de poco nos vale ir allí a hacer una visita.

El Shoal dio un largo trago a su jarra de cerveza, después de lo cual se sintió algo mejor. Las chicas se habían tomado muy bien que hubiera un tipo por ahí lanzando conjuros a la gente para que hicieran su voluntad. Levantó una mano con tres dedos, tras lo cual habló.

- Uno, debería examinarnos a todos, y también a los prisioneros, Oona. No sabemos si sobre alguno de los mencionados pueda pesar una magia como la que describes que tiene Eved sobre si. - Bajó un dedo. - Por mí podemos ir a buscar a Sambalet; el tipo nos debe una y quiero verle entre rejas. A ver si Punketah nos dice como con las cartas del Capitán y la posible ayuda de éste último. Sino, ir a la isla de la Abadía esa no estaría mal, o puede que buscar a ese tal Albatros si vamos a estar un tiempo en el pueblo. - Colibrí cerró el puño bajando su último dedo huesudo. - Pero somos mortales y necesitamos comer, hagámoslo y vayamos a ver a Fireborn como proponía Oona. Si ese cabeza hueca intenta matar a tu tío - dirigió su mirada a Hellas - se va a encontrar con esa compulsión mágica vigente y entre rejas a mayores. Mejor que Fireborn esté al tanto. -

Colibrí se preguntaba cómo no había compartido Oona antes esa información, pero no quiso marear más ese asunto. Poco les ayudaría hacerlo. Por otro lado querría haber aprovechado para pregunta a Aranna por su pasado pirata, aquella historia que mencionó Orson, el sacerdote de Umberlee. Nunca se había referido a ello y era algo muy feo ser pirata. Apuntó mentalmente que tenía que hablar con la aventi sobre ello. Luego siguió comiendo, si bien algo más rápido.