Partida Rol por web

Con cuidado.....

Munio susurraba a sus compañeros al tiempo que entre ellos se ayudaban a trepar. 

No hagáis ruido.... Estas tejas se mueven pardiez. Cuidado.... cuidado - Munio caminaba nervioso. A cada paso se movía más el techo hasta el punto de que un par de tejas fueron empujadas por las que les sucedían y acabaron rotas contra el suelo. 

Más nos habría valido empujar al monje en la puerta. - Pensó cuando por fin pusieron pie en el descansillo. Nada más llegar, dos guardias a los que bien podían haber avisado por carta de su llegada, estaban esperándoles. 

Oh.... Hola.... ¿Dan confesión aquí? - dijo mientras sacaba su estoque con rapidez. 

Nuestro señor estaba ahí dentro y si no nos dábamos prisa perdería un brazo. Quién sabe si inútilmente.
Olvidando por un segundo la planificación típica y necesaria para una incursión peligrosa en campo enemigo; me dispuse a escalar.
Al principio nuestros pasos por el tejado fueron cautos y seguros, pero el mal estado de algunas tejas hicieron que nuestros peores pensamientos se hicieran realidad: fuimos descubiertos....y qué grata sorpresa por soldados y no monjes indefensos.
-"Por Dios, mi Señor y mi Honor no dejaré que mutileis a Don Aldeano." desenvainé mi arma.

PNJOTIZADO.

Viendo la que se nos avecinaba, que saqué pues el bracamante, aunque no era yo ducho en tales lides. No obstante, nos veíaismo ahora atrapados, y noté que César, pobre monje antoniano, andábase tras de mí.

Resumen turno 1:

El primero de los soldado se lanzó contra Alfonso. Corrió escaleras arriba hasta colocarse en el gran descansillo, y allí optó por darle acero con buena gana, alcanzándole en bajo vientre con severidad:

Daño: 9 (-1 por ropas gruesas): 8 puntos de daño*.

Un enorme grito de dolor de Alfonso inundó la ya poca tranquilidad que quedaba en el convento. Si alguien dudaba que estábais allí, ya no tenía tal duda. Alfonso se tiró al suelo, llevándose las manos a sus partes nobles, las cuáles sangraban abundantemente bajo las prendas... Tal vez se las hubieran seccionado. Acto seguido Eneko atacó al segundo soldado, que estaba bajando escaleras ya, pues hubo de cargar veloz como un rayo una flecha en su arco de cazador:

Daño: 4 (/2 por brazo izq.) (-3 por Gambesón): sin daño.

La flecha, sin mucha potencia, fue clavada en el brazo del soldado, pero sólo en su armadura, sin llegar a rozarle la piel por dentro. Por su parte, tal soldado quiso devolvérsela a Eneko, pero el movimiento de su brazo y espada sólo hizo barrer el aire... Lo mismo hizo otro de los guardias, que que se encaró ahora desde también la parte superior hacia el caballero Alfonso, a base de espadazo limpio, pero hizo lo propio que su anterior (fallar estrepitosamente). Don Victor, pues, no hizo sino devolvérsela, jurando no dejar que nadie dañara a don Aldano:

Daño: 12 (/2 por pierna der.) (-3 por Gambesón): 3 puntos de daño.

El calatravo hizo entrechocar su espada bastarda**, y logró sacudirle un buen tajazo al susodicho soldado, pero no era aún demasiado grave. Acto seguido el cuarto de los soldado (S3) se enzarzó con Munio, y éste con él, y ambos no lograron sino batirse a duelo de cortar el aire, puesto que no se sorprendieron entre sí.

Fue entonces cuando lo oísteis.

¡¡Noooo!! ¡Aaaahh! -era la voz de don Aldano, en alguna sala de la primera planta, no muy lejos de allí.

El corte que recibió Alfonso les dolió a todos. A Munio le vino bien pues al ver de refilón cómo le metían acero entre las piernas instintivamente se recogió y así esquivó el ataque del soldado que tenía en frente. Pero también sirvió para que el suyo quedase demasiado alejado como para siquiera rozarle. 

En reanudar la batalla estaban cuando escucharon un grito. 

¡Ese es don Aldano! - exclamó Munio al escuchar el grito - Maldita bestia, dejadnos sacarle de aquí - le gritó al soldado al tiempo que intentaba parar su ataque y clavarle el suyo. 

-"¡¡Mi Señor!! ¡¡Mi Señor!!" resonaba en mi cabeza al oir esos gritos de dolor.

-"A fé mía que este día no habéis de olvidarlo fácilmente, como me llamo Don Victor...." maldecía blandiendo mi espadón.

Con rabia y serenidad, alcé el espadón describiendo un semi circulo para luego descargarlo con furia, sobre el soldado que ante mí se plantaba.
El combate no sería tan corto como yo hubiere deseado pero a ciencia cierta que mi Señor Don Aldeano nos necesitaba y no podíamos fallar ni un sólo golpe más.
Como si en un gigante me transformara afiancé mis pies en el suelo con intención de avanzar hacia delante. Con cada ataque de mi arma, acompañado de los movimientos entrenados en el campo de batalla avanzaba sin contemplación.
Obligando al soldado a defenderse, obligando al enemigo a amedrentarse.

El grito de dolo de Alfonso lleno la estancia que hubo de ser respondido con el de Don Aldano, que a fe mía que les estaban amputando allí mismo y sin demora para evitar que nos le pudiésemos salvar de dicha locura. Pasome cerca el golpe del malnacido que vino a por mi aunque se puso frente a mi y vi que rápidamente se disponía a intentar asestarme otro golpe. No quedaba mas que aguantar el envite del soldado hasta que le cogiera en mejor posición

Resumen turno 2:

Victor se envalentonó, aunque también se llenó de ira, al escuchar a su buen señor gritar escaleras arriba, en algún cuarto de curas. Es por eso que volvió a enarbolar su espada par descargarla contra el soldado que tenía enfrente (S2). El tremendo impacto hizo que los frailes, que estaban encima y debajo de la escalera mirando el fatal espectáculo, apartaran la vista de puro dolor. La espada del calatravo atravesó con fuerza la armadura de su rival mediante un tremendo tajazo en el pecho:

Daño: 15 (-3 por Gambesón): 12 puntos de daño*.

El tipo cayó hacia atrás, rodando escaleras abajo y haciendo volar la suya espada más allá del pasamano de piedra y resonando también en el suelo del piso inferior, donde se desplomó. El soldado quedó inconsciente bajo, desangrándose**. Acto seguido, otro soldado (1) volvió a encararse con Eneko para intentar abatirle con la espada, pero sin éxito alguno. Tras el envite afortunado para el joven cazador, otro soldado (4) aprovechó que Alfonso estaba levantándose para endosarle un espadazo casi mortal:

Daño: 5 (-1 por Ropas Gruesas): 4 puntos de daño.

Alfonso quedó muy malherido, pero aún vivía. Como pudo, César intentó levantarle de nuevo y hacer que estuvise en pie (lo hacía con toda buena intención). Finalmente, la última refriega la protagonizaron el último soldado (3) y Munio: el primero logró hacerse con el control de la situación, y le impactó con todo el filo en al abdomen, clavándole la filosa oblicuamente. El gesto de dolor de Munio se hizo presente, y cayó fulminado hacia atrás, atravesado por la filosa, y quedando inconsciente:

Daño: Máximo (debido a crítico) (ignora armadura por crítico):  13 puntos de daño***

César, monje antoniano y hombre de fé, no podía dejar que aquella masacre se sucediese, asique decidió actuar con sus puños. Aún siendo clérigo habría de defender al débil frente al opresor. Como Alfonso no parecía tenerse en pie (no estaba desmayado como Munio, pero sí gravemente herido) sería él quien se pusiera ahora en primera fila.

Parece que la fortuna no esta de nuestro lado en esta lid pero no pienso abandonar a la suerte a mis compañeros de camino. Solo queda batirse hasta la muerte. Veo a mi oponente algo menos presto y aprovecho para cargar una de mis flechas y dando un paso hacia atras asetearle en el pecho.

PNJOTIZADO*

El caballero Victor volvió a la carga y embistió al soldado que tenía frente a sí (S1) con dos severos espadazos. Intenté acabar cuanto antes con ellos, o al menos reducirles para que no mermaran nuestras fuerzas.

Resumen turno 3:

El fraile antoniano intentó golpear con el puño cerrado a uno de los soldados, pero no era ésta su mejor baza: los puños acabaron volando por el aire sin impactar en ningún sitio. Éste, a su vez, intentó cortar en dos al fraile con la espada, pero ésta no acertó, sino que pasó rozando muy cerca de la sotana. Acto seguido Eneko cargó una flecha, miro especialmente apuntando al pecho, y ¡zas! Una flecha impactó en el cuerpo del soldado que le amenazaba:

Daño: 8 (-3 por Gambesón): 5 puntos de daño.

El tipo quedó con la flecha clavada muy cerca del costillar, pero no se amilanó. El cabalerro Víctor se alzó frente a su contrincante con la espada hasta dos veces:

Daño: 4 (-3 por Gambesón): 1 punto de daño.

Finalmente, el soldado frente a Eneko le propinó tan severo espadazo que hizo del cazador una fuente de sangre, pues desde su pierna salía a borbotones el rojo líquido. Un tremendo quejido del cazador invadió de nuevo la tranquilidad del convento.

Daño: 14 (sin protección) (/2 por pierna): 7 puntos de daño.

Por último, el tipo que había sido herido por Victor se encaró contra el caballero militar en son de venganza:

Daño: 4 (-6 por cota de placas): sin daño.

El caballero no fue herido, sino que el espadazo enemigo impactó en la armadura y la espada rebotó hacia atrás.

A penas había tiempo para reaccionar. Don Aldeano seguía solo con su ignorancia y nosotros aquí. Luchando contra estos soldados que no sabían si nuestro bando representaba el bien o el mal.
-"Ilusos." pensé.
-"AAAAARGGGJHHHH......Mi señor aguantad. César ocupaos de los heridos." grité sin importarme el lugar donde me encontraba.
Sin pensar en mí levanté mi arma y volví a describir en el aire dos ataques sin pensar en las consecuencias. Mi único pensamiento era ver tumbado a mi enemigo; el cual se interponía entre mi Señor y yo.

Aaaahhhh!!!- La herida en la pierna no paraba de manar sangre pero el combate no dejaba tiempo para amilanarse. Era el o yo. O la siguiente saeta segaba la vida por completo del soldado o sería la mia la que vagaria en busca del altísimo. No queda otra opcion!

Resumen turno 4:

El primero en actuar en estos momentos fue Eneko, cargando una vez más una flecha para dispararla. Sin embargo, su flecha voló por los aires, golpeando la pared rocosa de enfrente (y caso alcanzando a un fraile que estaba allí de entre tantos, observando la terrible escena de batalla). Acto seguido, el caballero Victor volvió a la carga (nunca mejor dicho) y de los dos intentos de espadazo tan sólo logró acertar uno en su oponente (S1), hiriéndole en el brazo izquierdo:

Daño: 9 (-3 por Gambesón) (/2 por brazo): 3 puntos de daño.

Tarde era para que César atendiera a las propuestas de don Victor, pues el fraile había vuelto a cargar su puño inutilmente contra el soldado de Castrojeriz. El soldado 3 aprovechó para atacar a Eneko, ya que éste se encontraba ahora desvalido tras su fallo. El soldado cortó limpiamente parte de su brazo,el que sujetaba el arco...:

Daño: 10 (sin protección) (/2 por brazo): 5 puntos de daño.

El golpe fue tremendo... El filo a punto estúvole de seccionar el brazo sin miramientos, y no se libró el cazador de no quedar malparado, puesto que tras la maniobra cayó al suelo todo su cuerpo y quedó inconsciente*,al igual que Munio prácticamente a su lado y entre ambos Alfonso, medio muerto herido de extrema gravedad. En pie quedaba sólo el caballero. Cesar logró finalmente salvarse del espadazo fallido del suyo rival.

¡¡Caballero!! -gritó uno de los soldados-. ¡Soltad la espada y RENDÍOS!

Los tres caballeros apuntaron con la espada por delante a don Victor, instándole a que depusiera su espadón y se rindiera. César estaba junto a los heridos, mirando a Eneko y Munio, inconscientes y a punto de morir, e intentando socorrer un poco a Alfonso. La escena era dantesca.

La derrota era evidente como también la falta de planificación.
-"Debí hacer oídos sordos y pensar por más tiempo antes de escalar." pensé viendo a mis jóvenes amigos, por culpa de su ímpetu, malheridos....al borde de la muerte.
Los soldados haciendo gala de su superioridad me obligaban a rendirme. Era la mejor opción....pues eran tres contra mí...nada podía hacer para vencerlos sin resultar malherido o tal vez muerto. Y era evidente que muerto no podía ayudar a mi Señor.
-"Me rindo pues....arrojo mi arma ante vuestros pies....en señal de mi derrota." dije sin olvidar el sufriento de mi Señor Don Aldeano.
-"Disculpad nuestra intrusión y maneras pero se halla aquí nuestro Señor...enfermo y ahora malherido, si finalmente le amputaron el brazo.....esa era nuestra intención....impedirlo." agaché la cabeza consternado.

Fue entonces cuando el cabllero soltó el espadón, y mientras dos de los soldados apuntaban con la espada en alto a don Victor, el tercero se acercaba hacia él y le propinaba un severo puñetazo que lo dejo inconsciente (al igual que sus compañeros). Allí quedaron tendidos Munio y Eneko, inconscientes; y César y Alfonso, uno dolido por dentro y otro herido de gravedad. La sangre impregnaba aquel convento de enfermos, y no era precisamente por los males que los peregrinos hubieran de pasar, sino por una tormenta de espadas dentro del santo lugar.

Unas manos y unos brazos fueron quienes os elevaron a todos y os tomaron y llevaron a cierto sitio*.