- Que sea al norte, pues.
Calo una flecha normal en el arco y me adelanto para inspeccionar el terreno.
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Sea norte pues.
Camináis por un corredor que conduce hacia el norte. Unos metros más adelante os encontráis doblando una cerrada curva y siguiendo hacia el este. Así proseguís hasta que encontráis una estrecha abertura en el muro norte. Parece una fisura natural que se a agrandado artificialmente para que entre una persona.
Podéis deslizaros por esa abertura.
Podéis seguir hacia el este.
Podéis dar media vuelta hacia el oeste y volver al sur.
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- Creo que entro- digo, dejándole a alguien el arco, la aljaba y la mochila, para que no me estorben-. Pasadme la antorcha y cruzo al otro lado, a ver qué hay.
El herrero acompañó al grupo por el corredor que se dirigía al norte. Esperaba haber dejado atrás tanto a los zombis, como al vampiro.
Una grieta en una de las paredes llamó la atención del grupo. Aunque tenía todos los indicios de haberse creado naturalmente, Grundra no pudo sino mostrar una pequeña preocupación al ver que Bidai se había ofrecido voluntaria para entrar a investigar la estrecha fisura.
—Ten cuidado..— le dijo —..estas catacumbas ya nos han mostrado que el peligro puede aparecer en cualquier rincón— Grundra aprovechó para echar un vistazo hacia el interior de la grieta antes de que Bidai se introdujese en ella.
—Te importaría si te ato una cuerda alrededor de la cintura..— le preguntó la cazadora —..así, si corres peligro, podemos tirar de ti para sacarte más rápido—
Motivo: Otear interior grieta
Tirada: 1d100
Dificultad: 31-
Resultado: 49 (Fracaso) [49]
Motivo: Escuchar interior grieta
Tirada: 1d100
Dificultad: 31-
Resultado: 48 (Fracaso) [48]
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La grieta es en la pared del norte, no en el suelo. Pasar, pasáis todos, de uno en uno eso sí. Al otro lado hay un pequeño descansillo y ve Bidai que está en lo alto de una estrecha escalera que desciende y se pierde en la oscuridad (en dirección norte)
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De acuerdo, recupero mis armas, devuelvo la antorcha y permito al rudo herrero que me desate del talle la correa.
- Ya que estamos aquí, podemos bajar a ver...- digo, tratando de escudriñar en las profundidades.
Bengor esperaba a que todos hubieran pasado para cerra la comitiva, no obstante parecía que Bidai era la única que se atrevía a cruzar. Con un ojo al pasillo del que habían venido, esperaba noticias de la exploradora, o el aviso de tener que tirar de ella si algo al otro lado hacía imposible recuperarla entre los que estaban cerca.
Me quedo vigilando.
No he comprendido bien la situación, ¿Bidai ha llegado a pasar al otro lado?
Si claro, es una grieta por la que pasa perfectamente una persona. Al otro lado hay un túnel y escaleras que bajan.
Tras oír lo que había descubierto Bidai, la cazadora nos planteó bajar esas escaleras que había encontrado al otro lado de la grieta para ver que había. Grundra, en un primer momento, se mantuvo un poco cauto, pues descender hacia la oscuridad era una opción con bastante riesgo, pero después estuvo pensando que, las mejores recompensas suelen ser aquellas que están más escondidas. Quizás allí abajo hubiese algo importante o de valor.
—Yo, me apunto..— dijo el herrero —..pero habría que ir con pies de plomo— añadió.
Esperó a ver qué es lo que decidía el resto, pero él ya estaba preparado para cruzar por la grieta y descender por esas escaleras tan enigmáticas.
Saltier no dudó que había que descender esas escaleras. Si había alguna puerta cerrada quizás sus habilidades serían útiles. Esperaba que no fuera útiles también las de los guerreros del grupo.
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La angosta escalera está tallada en la roca. Descendéis al final, contáis unos veinte peldaños y al pie de ellos encontráis un corredor, que os conduce a una cámara grande cuya puerta se encuentra abierta.
Un hedor a carne putrefacta casi os hace vomitar y volver por donde habéis venido. Tres cadáveres yacen en el sueño. Salvo que queráis registrarlos aquí poco podéis hacer salvo cruzar la estancia y salir por el otro lado (que tiene una puerta abierta y da un pasillo y parece que al fondo hay escaleras que suben)
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Si alguien mira algún cadáver, a falta de algo mejor los llamaremos cadáveres uno, dos y tres por si necesita especificar. Ya... no se han molestado mucho XD. Se supone que bajáis todos, salvo quizás alguno que esté arriba mirando el pasillo.
Como si no les bastaran los vampiros, zombies, demonios, etc., lo único que les faltaba a los aventureros era agarrarse alguna peste por ponerse en contacto con esos cadáveres en descomposición.
Saltier negó a sus compañeros con el dedo, en señal de que era mejor no tocar nada y seguir adelante, y dio el ejemplo avanzando para salir de la sala.
Sí, seguimos adelante.
El que se quiera arriesgar registrando los cadáveres, él mismo.
- Los cadáveres parecen las víctimas del vampiro, quizá los dejaba aquí tras consumirlos, o alguien los dejaba por él.
Sin ninguna intención de tocarlos, siguió adelante.
El joven bárbaro observó con cautela los malolientes cuerpos que yacían en la gruta, una escena que desafiaba toda lógica. No parecían ser el tipo de guardianes que resguardaría un tesoro, lo cual alimentaba la precaución de Rigar en su enfoque hacia el inexplorado abismo.
- Sí, es extraño que estén los cuerpos y no hayan sido devorados ni retirados - comentó con un matiz de desconcierto en su voz. Era como si no hubiera un alma cerca.
A pesar de que la gruta parecía desierta, mantenía su vigilancia, consciente de que en la oscuridad podían ocultarse sorpresas inesperadas.
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El lugar os impone, de puntillas casi, cruzáis la estancia y salís por la puerta. Al otro lado lo que hay no se le puede llamar pasadizo, pues prácticamente al lado de la puerta arrancan unos escalones hacia arriba, igual a los que acabáis de usar para bajar hasta esta estancia.
Subís la estrecha escalera que acaba en un corredor. Ha sido demasiado fácil, mientras pensáis si no hubiera merecido la pena registrar los cadáveres... pero algo os escama en todo ello y seguís adelante dejando atrás la estancia con los cadáveres putrefactos.
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En lo alto de la escalera, el corredor tuerce bruscamente hacia el este. Mientras avanzáis oís un crujido en la roca. El último de vosotros se da la vuelta justo a tiempo para pegar un salto hacia el grupo cuando ve un pesado rastrillo de hierro que cae del techo justo donde estaba su espalda y que a punto a estado de empalarlo.
Probáis a intentar mover el pesado rastrillo pero no se alza ni un milímetro y su dureza resiste cualquier golpe que le dais.
¡Ahora ya no os queda más remedio que seguir adelante!