Darky que se había mantenido algo al margen debido a su cansancio ya muy importante, pues su luz apenas parpadeaba, se alegró mucho al ver delante de ella la caída del Hechicero y así poder vengar la muerte de sus amigos.
- ¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! gritó buscando a Ravie y a Edgar con la mirada, a Gorex también le tenía bajo su dulce mirada. Apenas terminó el grito, se dejó caer al suelo como la hoja de un roble amarillenta con la que el frío viento de otoño juega cruel.
Poco después sus amigos la curarían y la llevarían bajo el Sol tan imprescindible para la pequeña Hadita, que diera su parte del botín a las familias de Valas y Ulrik.
Un placer. Darky.
Después de todo el sufrimiento todo había llegado a su fin, y ahora delante del cofre con todo el tesoro delante suyo, tan solo podía pensar en sus amigos caíodos " Ya está amigos, descansad en paz" enseguida ve como la hada cae como si de una pluma se tratase hacia el suelo, y antes de que impacte el fuerte Bárbaro la alcanza y la sujeta entre sus manos, era hora de marcharse, no le importaba el botín, pero aquel libro había que destruirlo, y así lo hizo....
Un placer chicos, siento haber estado un poco ausente al final de todo....
Edgar, al ver que nadie tomaba la iniciativa para destruir el embrujado y latente corazón oculto entre las decenas de tesoros, lo extrae del cofre y lo alza victorioso por los aires con su mano cerrada en un puño, haciendo tanta fuerza que el órgano parecía estar a punto de estallar. Cuando fue así, lo lanzó por los aires y, aliviando el enorme peso de su propio corazón, descargó dos rayos que se entremezclaban caprichosamente entre sí, cegando con su luz a todos los presentes. El fuego y el rayo. El rayo, con el que había entrado al laberinto y el fuego que había aprendido a dominar mientras estaba en ella.
Con lágrimas de la más sincera de las alegrías y agradecimientos, sintiendo cómo le faltaba el aliento tras alcanzar la meta durante tanto tiempo seguida, contempló cómo el origen de todo aquel mal se desintegraba, girando la cabeza continuamente para comprobar si sus compañeros estaban viendo lo mismo que él o simplemente se había vuelto definitivamente loco.
Pero no. Era real, muy real. Tan maravilloso y tan real que el que había entrado como un joven galán y quisquilloso en aquellas galerías y que había compartido tantísimos momentos junto con quienes le rodeaban ahora mismo, tan fantásticamente real, que no sabía ni qué decir. Se limitó a abrir la boca y dejar escapar el aire de sus pulmones con excitación, mostrando una sonrisa superior incluso a la de cualquier niño inocente. Apretando los ojos con fuerza mientras trataba de desempañar sus ojos, repletos de lágrimas, se lanzó sobre Ravenna y sobre Gorex, abrazándoles con todas sus fuerzas mientras reía entrecortadamente.
Toda la oscuridad que se había apoderado de su alma durante su estancia en el laberinto, especialmente cuando sufrió la pérdida de sus compañeros, parecía haberse borrado. Todo cobró su sentido. Tras un largo rato estrechando a sus compañeros de fatigas, contemplando cómo Darky se desplomaba mientras despeinaba a Ravie y daba un par de golpes en la espalda a Gorex, se dirigió de nuevo al cofre.
- Me encargaré de que nadie vuelva a usar esto nunca más para hacer el mal -anunció, sacando con cuidado el libro de conjuros para guardarlo entre su ahora mugrienta y raída capa- Si hay algo que aprendí sobre la magia cuando estaba en las Torres de Hechicería, es que si tu corazón no es puro, serás tú el que sirva a los hechizos en vez de ellos a ti. Apuesto a que todas esas criaturas pueden encontrar un lugar mejor, lejos de toda esta oscuridad y donde vivan pacíficamente. Yo mismo me encargaré de su educación -prometió, dando un par de palmadas sobre el lomo del libro, que asomaba por un descosido.
Tras una breve pausa para mirar a Holgo, Gloin y Colenius, a los que dedicó una sonrisa de agradecimiento y complicidad, continuó hablando.
- Hemos luchado mucho para llegar hasta aquí y, al menos yo, he aprendido aún más por el camino. Y no sólo en las sucias y sangrientas artes de la batalla. He aprendido, me he dado cuenta, de que lo que hace importante las gestas no son éstas, sino la gente que está a tu lado cuando las cometes, ayudándote y entregándose a ti tanto como tú lo haces a ellas -una vez más, una tímida lágrima asomó por los ojos de Edgar, aunque ello no le privó de seguir con su monólogo, aunque la voz comenzó a temblarle- Gracias a todos. A vosotros también, Colenus, Gloin y Holgo, aunque nuestros caminos hayan estado unidos durante tan poco tiempo. Recordad que el Gatekeeper nos prometió un deseo cuando nos embarcamos en esta lucha. Por mí, podéis quedaros con todo el oro de este cofre y de todas las grutas, en mi casa ya hay demasiado y eso es algo que tendré que solucionar. No sé qué teníais vosotros pensado hacer con vuestra petición, pero yo tengo muy claro cuál va a ser: Voy a pedirle que devuelva a Ulrik y a Valas a la vida, aunque no sé si un sólo deseo podrá lograr ambas cosas. Les debo mucho más que una cerveza y me imagino que vosotros también, así que espero que os replanteéis vuestros deseos antes de pronunciarlos, amigos.
El brujo agachó la mirada tras su última palabra, con las mejillas un tanto sonrojadas, mirándose ingenuamente a los pies. Aunque había logrado muchas conquistas amorosas a lo largo de su vida y presumía de ser muy popular entre los jóvenes de la nobleza y los estudiantes arcanos, realmente era muy raro que el brujo hiciera una afirmación tan sincera y abierta como la de ahora. Con amigos se refería a AMIGOS, con mayúsculas y de todo corazón.
- Será mejor que volvamos todos a la taberna que nos unió para buscar a Rikk y al Gatekeeper y darles la nueva... Holgo, Gloin y Colenus, estáis invitados, por supuesto. Es hora de celebrar un reencuentro.
En fin, que ¡GRACIAS! por esta partida a todos, compañeros. Tanto tiempo juntos va a hacer que os eche de menos en cierto modo, a pesar de que hemos mantenido pocas conversaciones a lo largo de la partida... ¡espero que nos volvamos a encontrar!
Tres hurras por los Mortalmente Cariños! =DD
¡HIP HIP!
¡HURRA!
¡HIP HIP!... =)
El semiorco se siente en el limbo, ajeno a todo lo que ocurre a su alrededor, sus extremidades cansadas, ya ni casi le responden, y su mente, agotada, es incapaz de tener el minimo pensamiento. Unos golpes amistosos sacuden a Holgo y lo sacan de ese estado pseudocomatoso.
Entorna los ojos, y ve al enano frente a él. -Eres poderoso maese enano. Nunca he conocido a uno de tu calaña y he de deciros que aún creía que la raza enana iba a ser más cabezota- Con los ojos abrillantados pero sin apartar una sonrisa abraza con fuerza al enano, pues ha sido con el que mas convivido debajo de esta Montaña.
Uno a uno se fué despidiendo, sin embargo el poco tenía que hacer allá afuera. No tenía nadie con quien compartirla, así pues el defidió quedarse en esta Montaña para reconstruirla y que reine la bondad bajo sus cimientos. -Esta ha sido mi gran última aventura. Nunca me olvidaré de vosotros chicos..-
Así empezaría la nueva vida como Herrero y como un gran compañero de aventuras dentro de este místico laberinto.