Partida Rol por web

El muchacho se había marchado en cuanto había podido. Sabía cual era el lugar de la reunión y ya era lo bastante mayor como para que se preocuparan. Además tenían otras cosas en las que pensar. había sido todo un milagro que René no se hubiese matado al caer de la ventana. Pese a ello ninguna de las dos mujeres parecía tener muchas ganas de hablar con la policía. Pero, ¿Que mas hacer?

Edward se sentia a cargo de la seguridad de las dos bellas mujeres, aunque su responsabilidad era la protección de Agnetha, como le había prometido a Tomas , su querido amigo limpiabotas y enamorado de la escritora. Si la señorita Elesten se hubiese quedado en la casa, él no hubies tenido más remedio que quedarse también. Pero menos mal que había entrado en razón, y ahí estaban.

Se acercó al mostrador de la entrada de la comisaria y se dirigió al oficial que se encontraba ahí para recibir al populacho.

Buenos días, soy el doctor Edward Temple- dijo quitandose el sombrero- queríamos informar sobre un posible caso de asesinato, podríamos hablar con algún inspector?

-¿Asesinato?-preguntó sorprendido el oficial que estaba en la recepción de la comisaría. No parecía de los que gustaban de trabajar, los papeles junto al tintero estaban en blanco y no tenían la impresión de que eso fuese a cambiar en mucho tiempo. por otra parte siendo ya tan tarde, que a punto estaban de encender las lamparas de gas la pequeña comisaría estaba medio vacía y aquella noticia parecía no muy frecuente en aquella zona- Claro vayan a la puerta del fondo, la del cristal. Les atenderá el inspector Elroy de homicidios y les tomará declaración-respondió apresurado.

Mientras el doctor temple habla con el inspector yo decido enhebrar mi brazo al de la bella escritora. Quedando en un segundo plano, hablo con ella, no cuchicheo, pero sí hablo en un tono de voz más íntimo.

- Me temo que somos meras espectadoras aquí… Creo, señorita Elesten, que podríamos habernos quedado las dos allí para indagar un poco más y aquí estamos... – Suspiro resignada, no tengo paciencia con la burocracia, y muero de curiosidad y de ganas por volver a la malograda casa.

Como era de esperar el Doctor tomó la iniciativa a la hora de hablar, aquello no me desagradaba sino todo lo contrario, me gustaba no ser yo quien se viese en la tesitura de explicar por qué estabamos realmente en esa casa.

La joven que ahora cogía mi brazo me  hizo una observación a la que no pude mas que asentir – tenéis toda la razón querida, no veo la necesidad de nuestra presencia en este lugar donde, sin duda no sacaremos nada en claro – le respondo a la joven vidente con una sonrisa – tenéis vos la llave, quizás podríamos volver – le comento esta vez si con un susurro para que solo ella me oiga, no quería otra charla del docto sobre seguridad y esas cosas, y suponía que René estaría deacuerdo conmigo, había demostrado que no era de la clase de mujeres que se dejan intimidar – y por favor, llámeme Agnetha , Señorita Elesten es demasiado formal.

Edward se dirigía a la puerta que le habían indicado cuando notó que las mujeres se quedaban algo atrás cuchicheando. Dos mujeres juntas, de gran astucia, cocinando algún retorcido plan; eso no podía ser nada bueno.

- Venga señoras, no se queden atrás que sin ustedes apoyando mi declaración, sonaré como un loco paranoico. Veamos qué nos dice el inspector y luego vamos a lo que quieran, se lo prometo.

Busco disimuladamente la llave en mi bolso, o entre los bolsillos que hay en los pliegues de mi falda (jefe, dime si la llevo), como si buscara un pañuelo.

- Está bien, tú me llamas René, yo a ti Agentha - sonrío amablemente.

Cuando el buen doctor se da cuenta de que hablamos, nos insta a alcanzarle el paso, a lo que yo, suspiro y respondo.

- Doctor, le esperaremos fuera, éste no es lugar para dos damas – miro a mi alrededor, el trajín de hombres, o mujeres esposados, de mujeres de moral distraída… me echa una mano – y seguro que usted puede arreglárselas con el inspector perfectamente, nadie podría dudar de su palabra, no creo que necesite apoyo, en todo caso querrán comprobarlo y acudir a la casa a investigar. Supongo.

Luego miro a Agentha, y echo a andar hacia la puerta, con la hermosa escritora aun tomada del brazo.

- Querida, podemos ir a la tetería que hay fuera mientras esperamos al doctor.

- Está bien señorita Peterson, pero porfavor, no se alejen demasiado.

Sabía que era inútl luchar contra una mujer tan testadura, asi que, sin perder más tiempo, se fue a hablar con el inspector y dejó a las dos mujeres con sus maquinaciones.

Me parece bien René - respondo sonriente y algo cantarina, mas rapidamente el doctor interrumpe nuestra conversación , mas la joven y audaz René respondió con rapidez  - Creo que no puede haber quedado mas claro - comento tras su discurso aguantando la risa lo mas estoicamente posible.

La joven se encamina aun de mi brazo hasta la salida - me parece una buena idea querida - asiento, aunque esperaba que aquellas palabras de la vidente solo fueran un farol para el doctor.

Una vez fuera de la comisaria detengo mis pasos - decidme mi querida René que tenéis la llave de la mansión - le digo con tono casi suplicante, las ganas de volver eran mas grandes que el sentido común, era peligroso, pero me moría de ganas por volver, por descubrir que había dentro realmente, sin la interrupción del Doctor y su sentido de lo que está bien.

El hombre que esperaba en el pequeño despacho parecía estar escribiendo una carta con una pequeña pluma de color gris. Se notaba de lejos que era un caballero y él se aseguraba de que se notase en cada movimiento. Cuando vio aparecer por la puerta al señor Temple, dejó la pluma en el tintero y se levantó para estrecharle la mano.

-Inspector McCallahan, ¿en que puedo ayudarle?

Edward le devolvió el saludo con firmeza.

- Buenos días. Mi nombre es Edward Temple, doctor Edward Temple. Me ha dicho el oficial de la entrada que hable con usted. Verá, se trata de la casa Corbitt.

Esperó unos segundo para ver la reacción del inspector y luego prosiguió.

- Hace poco, el dueño de la casa, Laurence Chase, nos propuso a un pequeño grupo de gente curiosa, averigüar que ocurría en su inmueble, ya que no consigue venderlo ni a la de tres y le preocupaba que fuese por el estado de la vivienda. Asi que fuimos a ver que se cocia dentro, y lo que encontramos... bueno, soy doctor en medicina, y puedo decirle que la cantidad de sangre que había ahí dentro y su estado, era algo a tener en cuenta. Como buen ciudadano que soy, he creido oportuno informarles. Quizás puedan enviar algún oficial para que busque pistas sobre la posible víctima. Nosotros no hemos querido tocar más por miedo a borrar los detalles existentes del delito.

-¿Sangre dice? ¿Era reciente? Si se ha cometido un crimen debe notificarlo señor Temple. ¿Hay algo que quiera decirme?-preguntó inquisitivo.

-Le he dicho todo lo que hemos visto,solo hemos estado un momento, cuando hemos visto esa cantidad de sangre decidimos que lo mejor era venir a informarles. Creo que lo mejor será que lo vean por ustedes mismos. Respecto a la sangre, habría que mirarla bajo microscópio, creo que está alterada.

Miro a la hermosa escritora, con una sonrisa pérfida y saco la llave de entre los pliegues de mi falda.

- La duda ofende, querida Agnetha – murmuro, enhebrando mi brazo de nuevo al suyo – Ha visto lo mismo que yo… la mayoría de las personas lo negarían, como ha hecho el doctor,  la otra mitad echarían a correr despavoridos… ¿Y usted quiere volver a la casa? – murmuro curiosa, acostumbrada a esta serie de situaciones, aunque nunca tan reales como ésta, ni tan violentas - ¿No tiene miedo? – la miro curiosa, mientras caminamos hacia la casa de nuevo.

-Esta bien-respondió el hombre levantándose de la silla con pereza-un asesinato no es algo que tomarse a la ligera, aunque lo que me cuentan es extraño- el hombre se empezó a colocar una chaqueta gris, algo deshilachada-Supongo que tienen de verdad el permiso del dueño para estar ahí o no habrían venido a la comisaría a dar parte, asi que nos ahorraremos esto. Vayamos al grano.

- Quiere ir ahora mismo? Hay dos señoritas que me acompañan que también han visto la escena. Deberían estar esperánd me fuera, aunque me temo que son algo alocadas y hayan vuelto a la casa a investigar por su cuenta. Quizás deberíamos darnos prisa. y sí, tenemos la llave de la casa y el permiso del del dueño.

Ante mi pregunta, René sonríe con malicia y de su falda saca la llave de la casa – Sois la compañera perfecta querida, jamás defraudas – le digo con una sonrisa sincera y tranquila. La joven expone su pregunta sobre mi deseo por volver.

Es cierto que he visto lo mismo que vos, y por eso mismo mas que querer volver, necesito hacerlo – le digo con tranquilidad mientras avanzamos cogidas del brazo – veréis, aparte de mi curiosidad innata, sería incapaz de conciliar el sueño sabiendo que hay algo en esa casa y no saber el qué. Eso es lo que realmente me asusta, la ignorancia – busco una forma de explicarme mejor por lo que cayo unos segundos – no puedo negar lo que vi, ni hacer como si no fuera real, por lo que prefiero saber que habita entre nosotros a vendarme los ojos y vivir una mentira.

-¿Cómo dice? Si eso es la escena de un crimen nadie mas debe entrar y menos sin estar acompañados de un policía. Vamos-le apremió el agente.

No tardó en salir por la puerta el doctor Temple acompañado de un agente de la ley. Un caballero de buen aspecto que llevaba un chaquetón abultado, probablemente por que portase un arma como era de suponer.