Una carta os trae del regreso del tedio al que los últimos días estáis sometidos. Se trata de vuestro amigo Abner Zucker, una vieja amistad del pasado del que recordáis ser un joven brillante especializado en Historia Antigua. Además, fue el ayudante personal de Herbert "Herb" Donaldson. Era jovial y alegre, y sin ser el típico ratón de biblioteca, su ansia de conocimiento y saber resultaban casi terroríficas. Cuando le fascinaba empezaba a hablar con una verborrea academicista que muy pocos podían seguir. La carta es una invitación a la defensa de su tesis doctoral ante el profesorado de la Universidad de Oxford. De aprobarla, os señala, se convertiría en el catedrático más joven en toda la historia de tan distinguida institución. Es un buen momento para reunirse con un colega.
Tras un viaje más largo de lo esperado, llegáis por los pelos a la cita, interrumpiendo unos instantes con vuestra entrada la expposición de Abner. El lugar es uno de los inmensos salones del claustro, en la Universidad de Oxford. El joven Zucker se encuentra en mitad de la estancia, dando vueltas mientras habla ante los presentes y, más concretamente, dirigiéndose a una cohorte de ancianos que, desde el estrado colocado al fondo de la estancia, analizan sesudamente cada argumento que esgrime Abner. Vosotros, pese a haberos perdido la primera parte de su exposición, asitís al desenlace de la misma. En ella, Abner termina de plantear argumentos en los que refuta la autenticidad de los textos relativos a la leyenda de El Inmortal que fueron encontrados cerca de Stonehenge. Dichos textos, que datan del siglo II, hablan de un "caudillo guerrero" ante el cual los romanos fueron incapaces de luchar (los cronistas de la época citan que "ni flechas ni espadas podían frenarle: cada vez que caía al suelo, un corto suspiro era lo que tardaba en incorporarse de nuevo…"). La tesis que defiende Abner es que se trata de un simple cuento para asustar y desmoralizar a las tropas invasoras.
Uno de los ancianos del tribunal plantea entonces una duda al joven Zucker:
- ¿Y qué me dice de las constantes referencias a ese mismo "inmortal" en textos originarios de otras culturas, incluso
de distintas épocas?
De inmediato, como si Abner hubiese aguardado dicha pregunta, el joven comienza a pasar diapositivas mostrando esos mismos textos a los que se refiere: una tablilla mesopotámica, un pergamino griego, una talla en esmeralda de origen chino... Todas ellas hacen referencia al mismo temible guerrero que no podía ser destruído, que no podía morir. Sin embargo, Abner alega que se trata de una tendencia que comparten muchas culturas sin que exista un vínculo histórico real:
- ...Mostrar el Sol como el Dios único o la entidad principal del panteón es algo que se da en dos culturas tan diferentes como la azteca y la egipcia, y a nadie se le ocurre pensar que son la misma cultura. Ni siquiera que fueron vecinos.
Tras las risas que el académico chascarrillo arranca a algunos de los ancianos del tribunal, Abner concluye su exposición alegando que se trata de "una muestra de ese temor común a todas las culturas: el miedo a la muerte, la cual debemos atenuar pensando que hay un modo de evitarla". Y concluida su exposición con tal frase, el tribunal se retira para estudiar la exposición de Abner, el cual es felicitado por la inmensa mayoría de los allí presentes.
Al fin habían podido llegar a la Universidad de Oxford para llegar a la reunión con su colega Abner Zucker, pillándole justo en medio de su tesis.
Con sus ropajes oscuros intenta quedarse cerca de sus compañeros lo más desapercibido que puede, escuchando la charla a ratos mientras ojeaba su, ahora desnuda, mano con el símbolo rúnico.
Le da un codazo amistoso a Rick,
¿Qué Rick nuestro lugar favorito, eh?
Espera a que los asistentes vayan saliendo para ir junto con sus compañeros a acercarse a Abner mientras se va colocando de nuevo el guante sutilmente.
El viaje por fin es historia. Ahora solo queda aguantar un poco de tedio y luego vendrán las copas en honor a la amistad. Eso compensará la visita a un lugar tan aburrido.
-Las cosas que uno hace por respeto a la amistad-digo con un bufido.
David acompañó los aplausos al finalizar la exposición de Abner.
Notó un pinchazo en la palma de la mano derecha. La marca de la palanca que había tocado en Egipto estaba curando, pero todavía le molestaba un poco. Una cicatriz de aventura que compartía con sus compañeros.
Escuchó la queja de Lobo y sonrió levemente.
“Considérate afortunado. Llegamos lo suficientemente temprano para no quedar mal y lo suficientemente tarde par no tener que escuchar toda su tesis.”
Le ofreció el brazo a Maddie.
“¿Vamos a saludar?”
Era un buen dia para romper la rutina, visitando a un viejo amigo y escuchando su nueva tesis, por desgracia habia llegado tarde pese a las insistencia de Hans para que se dieran prisa y fueran puntuales.
Hans paso lo que quedaba de tesis concentrado en toda la interesante información que recibia y tomando apuntes, cuando la charla acabo siguio a sus compañeros concentrado en los apuntes sin hacer mucho caso a lo que decian sus acompañantes, llegado el momento despues de valorar todos los datos exclamo- Magnifico, sin duda un trabajo sublime tantos datos e información bien contrastada pero os tengo que admitir que no estoy de acuerdo, con lo que hemos visto estos ultimos años y juntos y un poco mas de trabajo de campo en algunas zonas afectadas por el mito del inmortal directamente, podria reformular una anti-tesis que echaria abajo esta, ¿deberia hacerlo? ¿que opinais?- le pregunto a sus compañeros levantando la vista del cuaderno de notas para mirarlos- Vaya ... , teneis una cara de sueño Horrible es comprensible a mi tambien me ha costado pegar ojo esta noche con la emoción de todo lo que podiamos aprender en el dia de hoy, es fascinante vayamos a junto de nuestro buen amigo Abner quizas nos pueda exponer en petit comite la parte que nos hemos perdido y discutirla entre todos
Animadamente insistio a sus compañeros para avanzar lo antes posible direccion a Abner, dado que rebosaban preguntas en su cabeza.
- ¡Hans! ¡Maddie! ¡Chicos, ¿cómo estáis?!
Abner, que había sido consciente de vuestra llegada pero sin perder la concentración hasta acabar su exposición, abre ahora sus brazos excitado y se dirige hacia vosotros. Estrecha vuestras manos con efusividad y emoción, a pesar de estar visiblemente cansado. Es evidente que el alivio de haber culminado una larga labor de estudio le ha insuflado unas repentinas fuerzas.
- ¡Habéis venido! Me habéis alegrado más el día, si ello era posible. ¿Qué os parece si... tomamos algo que calme mis nervios? - Abner consulta su reloj de bolsillo. - Salgamos de aquí. - Termina, mientras recoge su chaqueta y su sombrero.
Sí, tomarnos algo ahora vendría bien, la verdad
Sigue a los demás dejando que ellos vayan delante para guiarlos al lugar al que iban a ir.
- Perfecto. Subamos a mi coche. Espero que quepamos todos. - Dice en tono cómico lanzando alguna mirada al enorme McReady.
Seguimos en la Escena 2.