Cuando Abner arranca el coche con todos vosotros dentro, coge un camino para salir de la ciudad, y mientras os explica que él no reside en la localidad de Oxford a pesar de que vuelve cada vez que necesita consultar algo en la increíble biblioteca de la universidad, sino a unos kilómetros al sur, en otra localidad llamada Newhaven.
- Allí - continúa - encontré unos terrenos circundantes a un viejo faro abandonado y, ¿sabéis qué hice? Lo compré. Os encantará, ya veréis.
Cerca de media tarde, el coche llega hasta los terrenos de Abner, donde un viejo pero majestuoso faro domina el paisaje. Ciertamente, Abner no os mintió durante el viaje. Es un lugar increíble.
- ¿Qué os parece? - Dice, saltando del vehículo y caminando hacia el faro. - No esperabais algo así para nada, ¿verdad? - Hace una pausa que dura un instante. - Podremos tomar el té en mi espacioso salón de la segunda planta.
La planta baja consiste en un discreto vestíbulo con suelo de madera y algunas litografías de paisajes londinenses colgadas de las paredes del que parten escaleras hacia arriba y hacia abajo. Mientras subís a la primera planta, Abner os comenta que en el sótano es donde se encuentra la bodega, "aunque no son más que unas pocas botellas de buen vino", apostilla. Ya en la primera planta veis una cocina sencilla, aunque bien preparada. Se aprecia su escaso uso, y una excelente limpieza. Seguís ascendiendo hasta la segunda planta, donde se encuentra el salón, que consta de unos cómodos sillones y una mesa de buena madera. Todo sobre una magnífica alfombra que otorga calidez a un lugar que por descontado, será azotado por bajísimas temperaturas. Hay algunos estantes con libros, pero no demasiados, teniendo en cuenta que el estudio se encuentra en otro lugar. Un mueble de madera más grande está en el centro del salón, con algunos armarios y recuerdos de Abner: trofeos, jarras de cerveza de decoración, muestras de rocas sobre peanas... En realidad, todas las plantas son más amplias de lo que parece desde fuera, y el salón os resulta "peculiar", así que disfrutáis del momento con vuestro amigo, que va se ausenta un momento a la tercera planta, sus aposentos y estudio, a cambiarse de ropa. Enseguida volverá con té.
Si durante el trayecto os gustaría haber hecho algo, podéis narrarlo en vuestras intervenciones.
Desde luego su hogar es extravagante
Piensa Anne para sí cuando se ven todos delante del faro.
Entrando le parece más interesante una casa tan bien cuidada y preparada dentro de un faro; en cuanto comenta Abner algo acerca de una bodega Anne le responde rápido
¿Por qué no traes una botella de ese vino? ¿Qué mejor que un paladar francés para comprobar si es bueno o no? Hablando más de la cuenta, para intentar agenciarse un poco de esa bebida.
En cuanto sale de la habitación se cruza de brazos y comienza a inspeccionar la habitación más meticulosamente, intentando descubrir algún detalle nuevo dentro de aquella peculiar habitación.
Veo que te va bien- Dice Hans observando la estancia- un poco apartado de mas quizas , pero supongo que gozaras de mucha tranquilidad, sin duda es un buen sitio para retirarse estudiar, y hablando de estudiar estamos deseando que nos expongas mas sobre tu tesis, nos perdimos el inicio y nos gustaria escucharla entera dado que he estado tomando notas de todo loq ue encontraba interesante y creo que podriamos pasar la tarde en una amena charla discutiendo diferentes puntos de vista sobre ese Inmortal con ese Te que ofreces.
-Quizás ser catedratico valga la pena después de todo - Comentó con una sonrisa recorriendo la casa con la mirada, apreciando los detalles que su amigo había dado al ambiente. Puso los ojos en blanco al escuchar el pedido de Hans de que repitiera la tesis desde el principio "Los nerds a lo suyo" pensó sin comentar nada y dedicandose, en su lugar, a inspeccionar cuidadosamente los armarios de Abner.
- Claro, claro, Mademoiselle Hinault. Traeré también algo de vino. ¿Te parece bien un Bordeaux? Hans - se dirige ahora a él -, te aseguro que en unos instantes podrás preguntarme todo lo que quieras, aunque tampoco abuses. Es momento de ponernos al día.
Abner se marcha escaleras abajo a preparar el aperitivo a la planta inferior mientras la sigilosa francesa da un paseo por el inusual salón circular. Grandes clásicos de la literatura como Moby Dick o La vuelta al mundo en 80 días en el estante, algo desgastados por su uso, una pequeña colección de buenos escoceses, una caja de puros que desprende un aroma exquisito... Todo parece normal en aquel lugar.
Madeleine, en cambio, más descarada, abre el mueble del salón y observa sus interior. Copas, manteles, jarras, y diversos artilugios como prismáticos, viejos periódicos, etc...
- ¿Buscas algo, Maddie? - Dice Abner, sorprendiendo a Madeleine, con una bandeja en la que trae una tetera humeante y una botella de vino.
No se esperaba el regreso de su compañero tan pronto. Rápidamente ocultó la sorpresa con una sonrisa culpable - Un habano, querido Abner, me temo que el viaje tan largo me ha dado mono de nicotina - Le guiño un ojo volviendo a cerrar el armario y yendo a sentarse a uno de los sillones libres. -Así que no crees que haya nada de cierto en ese guerrero inmortal de las historias? -
Mientras admiraba la casona de Abner, Maddie comentó que quizás valiera la pena ser catedrático, después de todo.
David sonrió y negó con la cabeza.
“Un lugar como este no se paga con el salario de un profesor de Oxford, esto es de vieja fortuna.” *
Miró hacia el exterior por una ventana.
“Te felicito, Abner, es un hermoso lugar. Debemos organizar alguna cacería por aquí, uno de estos días.”
Anne le pidió probar uno de sus vinos y Maddie un habano. David frunció el ceño. No era cuestión de abusar demasiado de la hospitalidad de Abner. En particular, no le agradaba que Maddie fumara. No era un buen hábito. En especial para una dama.
Se volvió a ver a su anfitrión.
“Yo sólo te pediré un té.”
*Supongo que Abner es de familia adinerada.
Abner toma asiento junto a vosotros y tras un rato de puesta al día y recuerdos compartidos con algunos de vosotros, os explica de manera sencilla que durante estos últimos tiempos ha estado recopilando información y estudiando para sacar adelante su tesis doctoral, basada en que, lo que se presenta como pruebas para dar veracidad a diversas leyendas por todas partes del mundo no son más que interpretaciones. Os pone varios ejemplos, como hizo esa misma mañana en Oxford:
- Un historiador o arqueólogo entusiasta pero sin espíritu crítico que haya excavado alrededor del mundo, seguramente habrá desenterrado muchas referencias a una vida después de la muerte, o un paraíso que nos espera "al otro lado", y esas referencias encontradas por todos lados le harán llegar a la conclusión de que, efectivamente, algo de realidad debe encerrar esa idea, ¿verdad Hans? - Dice, sobre todo al joven alemán, que observa atentamente, mientras le sirve un poco más de té. - Pero... - Abner hace una pausa para toser y secarse un poco la frente. - Disculpad... Pero si ese historiador o arqueólogo o... antropólogo, me da igual, posee conocimientos de la psique humana, comprenderá que los anhelos e inquietudes de los individuos de todas partes del mundo vienen a ser los mismos. El amor, el sustento... La muerte. - Dice, haciendo hincapié. - Esos anhelos son recogidos irremediablemente en las diversas formas de arte desarrolladas en todas las culturas, y representadas, cada una a su manera, pero compartiendo los diversos puntos en común. - Nuevo ataque de tos. Da un trago de té, se aclara la garganta y continúa. - Es por ello que todas las referencias a un mismo concepto reunidas por todo el globo no hablan de la existencia o veracidad de la leyenda, sino de la manera de ser del ser humano. Nuestra manera primigenia de ser. Es por ello que la controvertida leyenda de El Inmortal no es más que un deseo mezclado con el miedo a la propia muerte.
Abner celebra el fin de su explicación rellenando las tazas y copas, y ofreciendo habanos a todos, sin embargo, la tarde ha avanzado y afirma sentirse muy cansado. Se ofrece a acercaros en coche hasta la estación de tren de Newhaven y así, poder volver a vuestro hogar cuanto antes.
*Supongo que Abner es de familia adinerada.
No conocéis realmente a su familia, pero a raíz de las conversaciones que habéis mantenido en anteriores ocasiones con Abner, sabéis que el dinero no es un problema para él.
Anne aceptó de buena gana tanto el delicioso vino como el habano. Pese a que ella no era realmente de fumar, le gustaban los cigarros Gauloises, y el fuerte sabor del habano le recordaban a los mismos.
Las palabras de Abner, aparte de parecerle pura verborrea, pero el vino lo hacía un poco más llevadero e interesante. Se mantenía en silencio bebiendo lentamente y fumando, esperando a que Hans entrase en la conversación de Abner y la mantuviese viva.
De buena gana aceptó el que los acercase a la estación de Newhaven, el viaje había sido largo y apurado, y al igual que su anfitrión, Anne tenía un poco de cansancio.
Hans escucho silenciosamente la exposición de Abner con interés, pero decepción ante la mente cerrada que presentaba el catedrático- No estoy de acuerdo mein Freud, por supuesto que la humanidad en diferentes sitios puede llegar a las mismas conclusiones ideológicas , crear mitos similares y obviamente la inmortalidad siempre será un tema central de cualquier civilización conocida, siendo esto desarrollado con leyendas sin ningún tipo de base científica en estos momentos todo creado por como tú dices una idea colectiva de subsistir más allá del final claro que nos espera pero... - Hans hizo una pausa para saborear él Té que trajera Abner para después discutirle- Esta imagen del Inmortal, se ha estado repitiendo con un patrón claro a lo largo de la historia no es la unión de varios pueblos pensando una idea similar en la búsqueda de paz mental, es más bien una constante.
No nos podemos cerrarnos a la verdad sin analizar todos los datos porque si no nuestro avance en el tiempo se habría parado hace siglos, solo piensa que teorías como la de la evolución se podría tirar abajo con tu mismo argumento diciendo que algo así es probablemente un pensamiento de la psique humana buscando sustituir a un dios en el que han perdido fe- Hans sabía que esto podía ser un argumento de doble filo que valía para justificar las dos posiciones pero siguió con su discurso- Por experiencia propia puedo decir que lo que se considera mito y superstición se convierte en realidad muy fácilmente cuando encuentras una manera científica de explicarlo, solo te diré que he tenido en mis manos algún objeto que te hace plantearte si con los años y el estudio podremos superar esa barrera que es la muerte por lo que como voy a desechar la idea de que alguien en el pasado no haya conseguido hacerlo, ¿cómo sabemos que en algún momento de la historia no nació un genio intelectual que supera a todos los que hemos conocido y lo consiguió?, seguro que en tu investigación has escuchado hablar de Seneca el primer inmortal o la máscara de Fu-kang ¿no te han llamado la atención? ¿No has dudado ni un momento que puedan haber un pedazo de la verdad escondido en la leyenda?
Escuchaba la conversación con una mezcla de indiferencia por un debate que no le era para nada desconocido, pero con ligera atención más hacia la forma en que se expresaban ambos hombres al margen de lo que decían. -Hans - Llamó cuando este termino de hablar, levantandose con elegancia del sillón - Pueden seguir su conversación mañana, Abner ya ha dicho que esta cansado - Le señalo mirando al susodicho "Todos lo estamos" - Aunque enfermo se acerca más a la realidad - Comentó notando las gotas de sudor que le cubrían la frente - Quizás sería mejor buscar un médico
El viaje en coche fue un momento bastante delicioso. La velocidad, el rápido cambio de paisaje... Al ver el trozo de tierra que se había comprado no pude evitar suspirar con admiración. Si tuviese treinta años más podría vivir cómodamente aquí... Por suerte no viviré tanto. Mientras pienso esto le doy fuertes bocanadas a mi puro.
El interior del faro es algo cuanto menos atípico, cosa que no puedo dejar de apreciar, aunque todo este demasiado orientado a una vida tranquila. Cuando me traen el vino la cosa mejora mejorando mi humor. Pero todo se viene abajo cuando comienzan a filosofar y teorizar. Si yo le contase al pobre Abner todo lo que he visto no estaría tan seguro de su teoría.
En cualquier caso mi atención se disipa con rapidez, atendiendo a medias a los intelectuales mientras le paso un habano a Madeleine.
Susurro + Negrita= No se si lo que he escrito lo he pensado o dicho, ambas son posibles.
David parecía reflexivo, mientras sorbía su té y escuchaba el debate entre Abner y Hans.
“Existen más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sueñas en tu filosofía.”
Intervino en la conversación con una cita de Shakespeare y se acercó a Abner, con una sonrisa afable.
“En esta debo ponerme del lado de Hans. Déjame preguntarte algo.”
Le mostró la palma de su mano, marcada por la runa ardiente.
“¿Habías visto algo como esto?”
Umm quizas si debamos marcharnos y continuar otro dia, entiendo que Abner este cansado- dice rapidamente no por las insistencia de Madeleine, si no por la pregunta de Wilson-Harris dado que preferia que aquella marca de la runa no saliera a la luz demasiado pronto sin hacer un estudio con tiempo de lo que podia significar, no fuera a ser que Abner se pusiera a investigarla y acabara siendo objetivo de alguien indeseable como las SS
Abner escucha con atención los razonamientos de Hans, pero los continuos arranques de tos desvían su atención y no se siente cómodo. Cuando David le enseña la marca de su mano, la mira con unos ojos cansados, y unas ojeras ya se están empezando a marcar en su rostro, así que recoge el guante que le lanza el alemán y acepta dar por finalizado el encuentro. Se disculpa, visiblemente afectado, y propone que volváis mañana, pues prepará una deliciosa comida para todos vosotros.
- Me encantaría haberos invitado a cenar, pero... pero estoy muy agotado. Me temo que estaré obligado a veros pronto para hacer una celebración en condiciones - dice con voz apagada pero tratando de haceros sonreír -. Será mejor que nos pongamos en marcha si queréis coger el tren de vuelta.
Es así como queda el asunto cuando arranca los motores de su coche para llevaros hasta Newhaven: con la promera de volveros a ver y celebrarlo con una sabrosa cena.
Durante el trayecto, los sudores de Abner van en aumento, y la tos le agita el pecho violentamente, hasta el punto de que, durante una travesía con árboles a ambos lados, una fuerte tos sacude su cuerpo, haciendo que pierda por un instante el control de su vehículo. Momento suficiente para que una de las ruedas delanteras entre en una zanja al borde del camino y el coche se detenga. Abner está muy falto de fuerzas, aunque se muestra voluntarioso y entre todos conseguís sacar el coche de la zanja. Retomáis el camino a Newhaven, esta vez con David al volante mientras Abner recupera fuerzas detrás. Por desgracia, el último tren ya ha partido y no hay ninguno más hasta el día siguiente, así que vuestro colega Abner se disculpa varias veces, afligido, y os ofrece correr con los gastos del hostal de la localidad.
Para la vuelta a su faro, Abner asegura haber recuperado fuerzas para la vuelta, así que se despide de todos vosotros y se compromete a volver a veros muy pronto.
Seguimos en la Escena 3.