-Sea-El posadero acuerda los pagos con Gundane y dice a su hija-¡niña! trae otra maldita cazuela para los señores.- LA increpa y cuando pasa por su lado amenaza con zurrarla. Cuando vuelve con la cazuela y evidentemente asustada por Erramun y su padre, este le dice-Y cuando acabes ve a prepararles y enseñarles las habitaciones a los señores. Véis como la muchacha asiente y cuando acaba de servir empieza a subir las escaleras.
Parece ser que no iba a ser esta noche en la que Ramiro volviera probar suerte con su juego. Cuando volvieron a la sala común los parroquianos parecían levantar sus traseros hacia sus casas, chabolas o el lugar donde reposasen la tiesta en la fría noche en los pirineos. Se sentó de nuevo en la mesa con Erramun viendo la reprimenta a la joven, tanto del propio Erramun como del posadero. No pudo evitar una sonrisilla mirando hacia Erramun. –Cierto es que yo se lo pedi, incluso frio se agradece en la tripa. – echándose otro cazo del guiso, no sabia si iba a tener otra copiosa comida en un tiempo. Vió como la joven subió las escaleras y se volvió de nuevo a su compañero de mesa. –Que me decis Erramun ¿habíais oído algo similar? Parecéis paisano con historia a vuestras espaldas, pero monjes dementes que ven mujeres con las vergüenzas al aire no es algo que se escuche todos los días. Llamadme pecador, seguro acertareis, pero a mí no me disgustaría soñar con eso.
Se fue terminando el guiso mientras hablaba con Erramun, quizá pudiera aliviar sus ganas de juego con el infanzón, pero algo en su interior le decía que no iba a resultar divertido.
Malditos matones, murmure para mí. Estaba en minoría y no pude esquivar todos sus golpes, ni plantarles cara. Viendo que no iba a ser capaz de ganar una pelea contra ellos, y que eran incapaces de reconocer mi autoridad, iba a tener que pagar. De todos modos no olvidaría esto, iba a hacerles pagar esta ignominia.
- Tomad, ahí tenéis el dinero – dije arrojándolo sobre la cama - Ahora, dejad libre esa puerta -
Avance de nuevo hacia la puerta memorizando sus caras, y pensando como resarcirme, tanto de ellos como de la mujerzuela.
Cuando sales está la peliroja esperando tras la puerta con una pierna apoyada en la pared y jugando con las uñas de su mano derecha. -¿Ve padre? No ha sido tan difícil-Y acto seguido se mete en la habitación con los dos tipos que en el momento que te dispusiste a pagar pararon los golpes y te dejaron salir.
Bajas por la escalera y tropiezas con la hija del posadero que sube por ellas. Abajo están tus compañeros, Erramun y Ramiro cenando en una mesa mientras que Gundane está hablando con el posadero. Los parroquianos parece que ya han marchado.
Véis bajar a Tomás que casi tropieza con la hija del posadero frotándose el brazo izquierdo.
Postead para todos ya
Me senté pues en la mesa dispuesta, esperando a que trajeran de nuevo la olla, esta vez caliente, y luego presto para irme a descansar. El viaje había sido agotador y la nieve no había paliado los efectos del mismo. Parecía que Ramiro de Cangas no tenía pelos en la lengua al hablar de aquello que deseaba, y decidí callar. Al fin y al cabo yo estaba allí por otros menesteres. Fue entonces cuando ví llegar a Tomás desde el piso superior.
¿Estáis bien, Tomás? -aquel hombre, asistente mío ahora en este viaje, decía haber llegado a "portero", como un servidor, y por eso lo miraba con cierta dedicación especial-.
La hija del posadero salió algo acobardada tras sus palabras, que pretendía no fueran más que una simple observación. Por todos los santos, Erramun, la muchacha parece amedrentada. ¿Lo has vuelto a hacer? No era la primera vez que le ocurría, había algo en su tono o tal vez en el volumen de su voz cuando decía algunas cosas, que mostraba más agresividad de la que pretendía. Y al parecer había vuelto a ocurrirle en esa ocasión.
Gundane finalmente se sentó a la mesa con ellos, a la espera de poder degustar un plato caliente del buen guiso que sin duda preparaban en aquella posada. Mientras esperaban, Ramiro preguntó al infanzón por historias parecidas a la que acababan de oir.
-No erráis Ramiro, soy buen conocedor de estas tierras y las historias de sus pueblos y gentes. Pero jamas llegara a mis oídos historia tal, sobre hombres con semejantes desvaríos.-Sonrío ante la chanza del goliardo, pero la presencia de Gundane hizo optar a Erramun por un comentario más prudente.-No soy quien para censurar a nadie por sus gustos o disgustos, ni ponerle cartel de pecador por ello.
Hizo un leve gesto con sus cejas en dirección a Gundane, por recordar a Ramiro la naturaleza religiosa de nuestra compañía. Hasta ahora el recaudador no había mostrado un carácter demasiado severo, pero sabía que no era buena cosa buscarles las cosquillas a los hombres de la iglesia.
Se fijo en que Tomás regresaba por las escaleras, cruzandose con la hija del posadero. Había escuchado lo suficiente para imaginar el abrupto desenlace de su encuentro, pero no sería él quien hiciera leña del árbol caído.
-Tomás, acercaos y tomar asiento para compartir la cena con nos.-Invitó a su compañero.
Cuando salí de la habitación, la pelirroja volvió a hablarme, no le conteste, no merecía la pena decir nada más. La afrenta no sería olvidada. La ignore y me dirigí a la sala común esquivando a duras penas a la hija del posadero al bajar por las escaleras. El brazo me molestaba bastante y no prestaba atención. Malditos matones.
En la posada ya sólo podía ver a mis compañeros, parecía que había cerrado al público.
Me dirigí a la mesa donde estaban cenando y pregunte - ¿Queda algo de cena? -
- Estoy bien Gundane - le conteste cuando me hablo. No pensaba hablarle de lo que acababa de ocurrir.
- ¿Disponemos de habitación para pasar la noche? – dije mientras me sentaba aceptando la invitación de Erramun.
Esperaba que sí, ya que lo único que me apetecía ahora era descansar.
Al rato véis bajar a la hija del posadero, su padre la llama y van los dos a la sala común. Entre los dos y a duras penas llevan al herido a la planta de arriba. El herido se despierta y se queja, pero está demasiado débil para oponerse. Al rato bajan el posadero y su hija y este dice a GUndane-Listo padre, lo hemos metido en una buena habitación-LA muchahca se afana en ir limpiando la sala mientras termináis el guiso. Y cuando termináis marcháis a dormir. Mañana os espera un día ajetreado.
Dejo la escena abierta para los últimos post (por si queréis hablar algo sdurante la cena)y si os parece pasamos a la siguiente;)
De acuerdo, señor -le dijo al posadero-. Hoy acabaremos por descansar en las vuestras alcobas, y mañana por la mañana recibirá el pago de todos nos, y también de el herido, tanto por ésta noche como por las venideras. Despertadnos al alba, si es posible -dije, girándome a mis compañeros un poco-. A quién madruga, Dios ayuda, dicen... y esta nieve y temporal hace que tengamos que aprovechar la luz al máximo. Una última cosa, posadero: ¿está cerca el convento que ronda éstas tierras?
Notaba a Tomás algo decaído, pero no quise insistirle más. También las palabras bien medidas de Erramún, gentilhombre y señor de armas, eran propicias. Pues no había que olvidar que aquella marcha tenía costo y meta religiosa.
Acabe de cenar con calma, agradeciendo que no insistieran en las preguntas. Vi como el posadero y su hija movían al herido a la planta de arriba, me había olvidado de él.
- Veo que el herido sobrevivió, ¿pudisteis averiguar quién es y que le ocurrió? - les pregunto a mis compañeros.
Cuando vuelven a bajar la hija del posadero se pone a limpiar la sala, éramos los últimos clientes y era una forma discreta de indicárnoslo. Escucho a Gundane hablar con el posadero y espero que le conteste que el convento está cerca, no tengo ganas de que nuestro viaje se alargue mucho, pero asiento ante su afirmación de que es hora de ir a descansar.
- Maese posadero, ¿puede indicarme cual es mi alcoba? - le pregunto, haciendo ademan de coger mis cosas y levantarme.
Por la boca muere el pez, y Ramiro a veces pecaba de sinceridad. El comentario no había sido lanzado en el mejor de los lugares, pero no distaba de lo que realmente pensaba. Asintió a Erramun, agradecido y luego se dirigió a Gundane. – Mis disculpas Pater, no quería ofenderos con el comentario, solo reconocía, con arrepentimiento, mi alma pecadora esperando que Dios nuestro Señor sea piadoso llegada sea mi hora.- de sabios era rectificar, o al menos darlo a entender.
Ofreció guiso a Tomás, parecía tener falta de llevarse algo caliente al estómago- Parecéis necesitarlo.- Terminó su guiso y espero que el posadero les indicara donde podían pasar la noche para poner rumbo hacia allí no sin antes hacerle un pequeño guiño a la hija del posadero.
Siento la tardanza, los fines de semana me cuesta acceder a un PC :S
Tranquilo, Ramiro, no habéis hecho nada. Los comentarios, dependiendo de donde vengan, no ofenden -respondí al compañero-. Ofenden las malas obras que se puedan hacer -y pensaba en todo lo que nos había contado aquel tipo herido-. Querido Tomás, cuando acabemos la cena y estando en la alcoba donde durmamos, os contaremos la historia de ese tipo. Un encargo tenemos, una última petición nos ha hecho. Luego te lo detallamos.
¿está cerca el convento que ronda éstas tierras? -dije.
Ya reunidos los cuatro a la mesa, aprovecharon para disfrutar del buen guiso y recuperar fuerzas, sin intercalar demasiadas palabras entre bocado y bocado. Los parroquianos fueron abandonando el local poco a poco, hasta que fueron los últimos en quedar en alguna de las mesas. Tampoco tenían ninguna prisa, el día había sido largo y se sabían merecedores de un justo descanso.
Escuchó las palabras de Gundane dirigidas al posadero. Sin duda el recaudador era una persona dispuesta y práctica, no había terminado de dar el último bocado y ya estaba organizando la siguiente jornada. Era cierto que habrían de aprovechar las horas de luz, y más si el mal tiempo que les había recibido iba a mantenerse así. Por lo que Erramun se dispuso a recoger sus cosas para dirigirse a descansar en cuanto la conversación con el posadero acabara.
El posadero se lo pensó un momento, luego dijo-dos horas más o menos. Sin nieve. Con nieve cuatro o cinco horas.
Ahora os enseña la habitación mi hija padre-Dijo a Tomás.
Acabada la cena marchásteis a descansar, os llevó la hija del posadero a vuestras habitaciones de uno en uno dejando el ultimo a Ramiro al que había echo un mal gesto cuando este la guiñó el ojo. Luego se marchó y dispusísteis de cierta intimidad. No parecía que hubiesen más huespedes salvo en otra habitación que estában montando algo de ruido dos hombres y una mujer. Pero al rato se callaron y no se les volvió a oir. También estaba en otra habitación el hombre herido y algún gimoteo escuchásteis como si tuviera pesadillas, pero nada del otro mundo.
Las habitaciones no eran gran cosa, pero estában limpias. Un lecho de paja con unas sábanas y unas mantas gordas, una mesa con dos sillas y un arcón para guardar cosas. También tenían una ventana cada habitación, dependiendo de la habitación podíais ver el camino por el que habíais venido o el pueblo. En la calle no se veía un alma, y no era de extrañar con el frío que hacía.En la habitación estábais resguardados del viento, pero entraba frío por las ventanas y no era muy agradable. Una vez en la cama, con las mantas se estába muy bien.
Dormísteis de un tirón y al alba os levantó la hija del posadero, fué bastante respetuosa para no ofenderos, salvo con Ramiro al que abrió la puerta, abrió la ventana y le dijo-es la hora-con los demás, dado vuestro rango fué muy cuidadosa, y apenas os levantaba tocandoos el hombre y susurrandoos que era el alba.
Cuando bajásteis estaba el posadero desperezándose, os sirvió unos huevos con chorizo y pan y un vaso de leche caliente. Un buen desayuno teniendo en cuenta la jornada que teníais por delante. No había nadie más en el comedor.
Tirada oculta
Motivo: seducción
Tirada: 1d100
Dificultad: 32-
Resultado: 36 (Fracaso)