Elessar y Parlan consiguen llegar hasta el ventanal, aunque teniendo que esquivar a la gente. Por suerte, al elfo le ayuda su inseparable pantera, que con un par de rugidos se abre hueco sin problemas. Glinthalas, es más práctico y se sube a la mesa, tendiendo la mano al resto, ya que la estatura media, quitando al bardo que se ha adelantado no supera el metro cincuenta. Por suerte, desde el lugar que ha escogido el arquero, hasta el gnomo tiene una buena perspectiva.
La escena que se muestra ante vuestros ojos, es cuanto menos soprendente, de una belleza increíble, aunque a la vez, os hace sentiros pequeños e indefensos. En el jardín, ocupando una gran extensión, algo alejados de las piras que ya han terminado de consumirse, podéis ver dos hermosos dragones. Uno, es plateado ( Parlan da por supuesto que es Hímive y Elessar, con sus conociemientos sobre naturaleza, la puede reconocer perfectamente):
Lo realmente sorprendente es que a su lado, casi doblando su tamaño, hay un enorme dragón dorado, que sin duda, ha de ser el que os ha mencionado el nómada:
Gracias a la ayuda de Glinthalas, logro encaramarme a la mesa, lugar donde me sumo en el más intenso y reverencial silencio que jamás que he mantendido. Ante nosotros, tras los ventanales, los dos dragones se muestran tal y como son, en su enorme y bella forma, y aunque abro la boca para exclamar, para expresar lo que dicha visión me hace sentir, no soy capaz de pronunciar palabra alguna, quizás por la sorpresa y la impresión, o quizás por no estropear ese espectáculo con banales palabras de alguien, que por mucho, no se acerca a la majestuosidad de ambas criaturas...
Jamas conseguire acostumbrar mi vision a su magnifica belleza, su imponente grandeza llena la sala de exclamaciones y admiracion para quedar sumida de nuevo en profundo silencio observando la preciosa escena...
Parlan tan sólo muestra una amplia sonrisa ante el espectáculo, Himive y el dragón dorado, juntos en el patio, en todo su esplendor... toda una promesa fortuna en estos dias aciagos que les han tocado vivir.
Observáis a los dragones tan atóitamente, que ninguno de vosotros dice nada.. tan sólo escucháis el murmullo de algo que se parece a splutch diciendo que tiene que dibuja cuanto antes a ese espléndido dragón. En ese momento, escucháis también la voz de la qualinesti, que señala a una zona del jardín en la que ya se está reuniendo gente y dice: - Creo que la ceremonia va a empezar en seguida, debemos ir bajando ya.. - Lo dice lo suficientemente alto como para que Parlan y Elessar, que están más alejados puedan escuchar sus palabras.
Al mirar hacia donde señala, podéis ver a quienes se han reunido, que no es poca gente:
El comandante Terheas Kylan:
El clérigo Jonas Landur:
El profesor William Garnet:
El poco agradable Señor Garlan:
La profesora Arien Dash:
La dragón Aedish, en su forma élfica:
Una mujer con el emblema de los Caballeros de la Rosa:
Un caballero de la Espada:
Y una mujer con aspecto de noble:
Y frente a una especie de mesa cubierta por una tela blanca, la Túnica Blanca, Dara Luman:
Suponéis que aún falta algo de gente por llegar, porque no veis al director Evans por ninguna parte y seguro que asistirá a la ceremonia.
Parlan mira hacia la elfa y asiente mientras se gurda la manzana intacta en un bolsillo y termina de un par de mordiscos la que tenía a medias.
- Vayamos.
Sin más empieza a encaminar sus pasos hacia el jardín.
-Kand -dice a modo de reconocimiento el elfo, sólo un susurro quedo en medio de un mar de estupefacción. Es evidente que el arquero ha quedado atónito y, por una vez, se siente pequeño, algo que no lograban hacerle sentir ni los minotauros. Los dragones son un verdadero espectáculo de la naturaleza.
Las palabras del qualinesti le sacan de su ensimismamiento.
-Deberíamos bajar -señala simplemente mientras desciende de la mesa y se vuelve para facilitar la bajada a los que había ayudado previamente a encaramarse a ella..
Ante las palabras de la Qualinesti, y al igual que el resto, cabeceo ligeramente, asintiendo, y sin perder el asombro que aún cruza mi rostro, desciendo de la mesa, tras Glinthalas, para seguir los pasos de aquellos que han reaccionado con más celeridad que yo.
Será difícil poder ver nunca algo de tanta belleza. - murmuro, mientras camino, inmerso en la intensa emoción de poder ver a los dragones aún más de cerca.
No tardáis en bajar al jardín, aunque en salir a éste tardastéis algo más. Dos caballeros, hacían esta vez de guardia y pedían que la gente no saliera al jardín y que lo observaran desde las ventanas, ya que sino el jardín estaría totalmente repleto y se trataba de un conjuro complicado. Sin embargo, al veros, los guardias os dejaron pasar sin decir nada, parece que ya habían sido avisados de que estabáis invitados a la ceremonia.
Los dragones desde cerca, eran algo esplendoroso, sin lugar a dudas, una de las mejores obras de la naturaleza. Se podía sentir su presencia, incluso con los ojos cerrados, aunque era como una sensación de paz y armonía, nada perturbador si no os quedabáis mirando sus enormes fauces.
No mucho después de vosotros llegaron también el director Evans, junto a Derius, el encargado de la armería, quienes se pararon al pasar a vuestro lado y os volvieron a dar las gracias por haber hecho realidad esta oportunidad y a Parlan, por su magnífico trabajo encontrando al dragón dorado ( aunque esto último hubiera sido pura casualidad).
La señorita Dara Luman, se acercó al altar que habían preparado, sobre el que ya reposaban los cuatro pergaminos, aunque ahora mismo como trozos de papel inertes. El director, también se acercó y cuando todo el mundo se quedó en silencio, comenzó a decir unas palabras:
- Compañeros y amigos. Tenemos en nuestra mano la fórmula para equilibrar la guerra, que, por desgracia, no está lejos de dar comienzo. Por todo esto, quiero daros las gracias a todos por vuestro magnífico trabajo, tanto descubriendo su paradero como jugándoos la vida para obtenerlos. - Al decir esto último os mira a vosotros y asiente con la cabeza a modo reverencial. - Esperemos que Kiri-Jolith nos ayude en esta tarea, ya que la vida de muchos inocentes depende de que la consigamos.
Justo tras decir estas últimas palabras, tanto el medallón de la fe que Baruk lleva al cuello como el del señor Landur, cobran un ténue destello azul y Thomas, hace un gesto mirando al firmamento, dando gracias al dios de la guerra por dar señales de que en estos momentos os está observando y dando su apoyo.
El silencio se hace presente cuando ante la mesa, se queda sola la Túnica blanca. Dara alza el primero de los pergaminos y tras unos instantes comienza a recitar unas extrañas palabras:
- Aer Mori notus del - El pergamino de su mano comienza a brillar, con aquel color violeta que todos vistéis y que os costará olvidar. A vuestro alrededor, el aire comienza a hacerse más fuerte y molesto, como si de un pequeño vendaval se tratase. - Pores dimiaven erias - Eleva el segundo pergamino y el cielo comienza a tomar un ligero color dorado a pesar de estar oscureciendo. Poco a poco, el color os recuerda a las interminables extensiones de campos de cereales de Solamnia bañados por el sol del atardecer. - Tihiare merid esthi. - Al utilizar el tercero de los pergaminos, el viento cesa y un extraño círculo, como un agujero, comienza a aparecer en el aúrico cielo. - Mares edin areoa das - al levantar el último de los pergaminos de la mesa, podéis ver como los cuatro se juntan, formando un único pergamino que se eleva en el aire, y cogiendo cada vez una mayor velocidad, desaparece por el agujero formado en el firmamento. Tras ello, todo vuelve a la normalidad, como si no acabara de pasar nada. Todos os miráis los unos a los otros, temiendo que no hubiera funcionado o que los dragones se hubieran negado a acudir.
Cuando Dara Luma se gira y mira ya con cara de derrotada al director, la constelación de Kiri-Jolith comienza a brillar en el firmamento y tras ello, en la lejanía, comenzáis a ver pequeños puntos que se acercan. En vuestras cabezas, escuháis una voz masculina que dice: - Son ellos, son mi familia!! - Para acto seguido tener que cubriros ante el despegue de Kand.
Poco a poco, los puntos se van acercando y podéis ver que sí, se trata de dragones dorados sin ninguna duda y habrá unos cuarenta o cincuentra tranquilamente.
Todos, alumnos, caballeros.. toda la gente que había dentro de la escuela, comienza a salir al jardín, gritan de alegría, saltan e incluso aplauden. También los hay arrodillados alzando sus plegarias y mostrando su gratitud al ver sus oraciones contestadas.
Y así fue, como dioses del bien y de la neutralidad, consiguieron equilibrar sus fuerzas a las de los dioses del abismo. Takhisis, que también observaba desde su etérea y negra prisión, maldecía una y otra vez por vuestro logro y juraba exterminaros a todos aunque para ello tuviera que haceros desaparecer uno a uno. Esta guerra la ganaría ella, sería la última que habría, ya que se apoderaría del mundo y destruiría todo lo que en él habita. Chemosh, a su vez, permanecía en silencio, ya que tenía preparada su propia conspiración, tanto ante la poderosa diosa oscura como ante el resto de los dioses.
Fin de la primera parte de la saga.