Partida Rol por web

Los venenos eran su terreno también, no por nada estaban compuestos por líquidos y quien mejor para manejarlo que ella... posó la mano en el suelo mirandolos a todos y luego posando la vista sobre Athane para compensarle con una gran sonrisa.

-Espero que funcione....

Miró la tierra y cerró los ojos, se concentró como pudo en las raíces, en el agua que recorría los seres vivos arraigados en la tierra, aquellos de verde hoja, los frutos... no en todos, no quería que todas las especies dejaran de ser venenosas, solo las necesarias para la vida de sus hijos... pues la vida debía abrirse paso pero no tenía que ser fácil... además el veneno les podría ser útil en un futuro. Su respiración se volvió entrecortada y muy pesada, su pecho se oprimía y de su palma notaba como el agua brotaba dejando salir una parte de su ser hacia la tierra, dándoles a las plantas y árboles la bendición de la diosa. . . O ese era su propósito, se estaba agotando cuando terminó con todo y cayó completamente exhausta en el suelo. 

Atada a las normas del plano físico, camino entre las raíces hasta meterme entre los elfos. Nuestra voz podía llegar desde este plano al suyo y Litze les había dado un idioma. ¿Sería el mismo que tenia el pueblo de Orc? Al fin y al cabo ella y yo hablábamos la misma lengua ¿o por el contrario las hablábamos todas y nos daba realmente igual, pero a los pueblos de los continentes no? En fin, no me quedaba otra opción que cruzar los dedos por qué funcionase. Proyecto mi voz desde el plano etéreo al material.

-¡Pueblo de Elf! ¡Soy Zyva, Diosa del Fuego, Del Caos, del Renacer! Busco a Litz, Diosa del Agua, os trajo el idioma. Es vuestra cuidadora, no estará lejos.-Les dejo algo de tiempo, para que procesen la información.- Sé que hemos sido negligentes en el cuidado de vuestras tierras y gentes. Quiero corregirlo, ayudadme, por favor. Nuestro poder depende de vuestra fe, como vuestras vidas de nuestros milagros.

Los elfos se detienen de golpe mirando para todos los lados. La elfa que va a la cabeza hace una señal para que se relajen y alza la voz

- El fuego no es bienvenido en el bosque… Dios – la Elfa pone énfasis en esta última palabra. – Y el caos ya ha hecho suficiente daño ¿Acaso has venido a procurarnos más dolor? –

Curiosamente, no parece respetarte como si lo hacían los orcos ¿Podría esta Elfa no haber tenido contacto con Litzen? Su siguiente frase te saca de dudas.

- Aquella que nos dio el habla no es guardiana. Al menos no nuestra – Dice señalando a los que la siguen – Vuestros problemas no son nuestros. Abandona este lugar… Dios – Nuevamente escupe la palabra con desprecio – Dices que nosotros os necesitamos. Yo digo que es al contrario. Podemos vivir sin vosotros ¿Puedes tu decir lo mismo? No necesitamos tu ayuda para arreglar nada. El mundo es el que es y depende de nosotros hacerlo mejor. –

Hace un nuevo gesto para que los elfos reanuden la marcha

Te concentras en tu tarea, sintiendo como si fueran parte de ti cada ser vivo, cada planta que puebla aquellas tierras. Dejas que fluyan a través de ti y que, por tu esencia, sean purificadas. Cuando empiezas, tu serenidad y calma parecen pronosticar que todo saldrá perfecto. Pero a medida que purificas el veneno, compruebas que es más de lo que había previsto. Casi absolutamente todo es venenoso, cada planta, cada árbol, cada fruto. Un miedo empieza a anidar en tu corazón. Es demasiado. Demasiado.

Como si el bosque quisiera contraatacar, el veneno fluye a través de ti con más ímpetu. Tu concentración se ve rota. Pierdes el control. Has fallado. Pero no puede terminar así. No puedes fallar a aquellos que han confiado en ti. El veneno se ha desbocado en tu interior y lejos de purificarlo, solo embota tu mente. Pero eso es bueno, el veneno fluye incansable sobre ti. Puedes sentirlo, comprenderlo.

Te giras hacia Athane, tu cuerpo comienza a brillar, el agua brota de tu cuerpo y tu esencia se deshace en una brillante explosión. Algunos elfos gritan, otros miran asombrados. Donde te encontrabas se yergue un enorme árbol de brillantes frutos. El agua fluye a través de sus raíces y cae uniéndose a la cascada que mantenía oculto aquel lugar. Pero no solo era un árbol de frutos. Los frutos podían si no eliminar, si paliar y ayudar a combatir muchos de los venenos que existían en el bosque. Que aquellos frutos sean los precursores de un nuevo amanecer para los elfos. Tu esencia se termina de deshacer y ves como Athane dibuja un “gracias” con los labios. Antes de que desaparezcas del todo, puedes ver una pizca de temor en su rostro. Como si temiera no volverte a ver.

Exhausta por el esfuerzo, tu esencia vuelve al plano divino. Solo esperas que tus esfuerzos hayan servido. Estas a punto de concederte unos instantes cuando algo llama tu atención. Tu hermana Zyva está en tu reino. Su esencia divina parece estar intercambiando palabras con Firaga

Alzando mi voz la extiendo como una nube sobre los mortales.

- El fuego está en vuestros corazones, no es sólo una fuerza destructiva. Es el calor que emitís y os mantiene vivos, es la luz que os permite ver. Lamento que os hayamos dejado, pero un traidor entre nosotros nos apartó de vosotros, mortales. En ningún momento fue nuestra intención. El aire que respiráis, los hijos que gestáis, todo lo que se crea surge del caos. Si no queréis que el Caos sea sólo desorden debéis auxiliarnos. El Caos también es imaginación, emociones, azar. Por ahora os tiendo la mano mortales, pero si continuáis en rebeldía conoceréis mi cara más destructiva. 

No puedo evitar una carcajada.

- Pero tú, tu eres especial, te quejas del fuego, y sin embargo no reconoces que en tu propia naturaleza está mi bendición. Eres rebelde, fuerte y mi bendición se refleja en el color de tu pelo. Eres mía, elfa. Y no dudes en que si es mi capricho os haré arder. Pero vosotros, no podéis hacer nada por vosotros mismos. No hay nada creado, no hay materiales, no hay animales de los que alimentarse, ni vegetales o frutas. El pueblo del que soy guardiana ya tiene un alimento con el que desarrollarse. ¡Pueblo de Elf! Es vuestro momento de elegir ¿De que os alimentáis? ¿Habéis caído ya en el canibalismo?

Cuando empiezas a hablar todos se detienen y miran a la elfa que parece liderar la marcha para que les indique qué hacer. Cuando tus palabras se tornan amenaza, el temor se empieza a dibujar en su rostro. Algunas voces se elevan entre el tumulto.

- A lo mejor nos equivocamos. Deberíamos habernos quedado. –

Mientras hablan, miran hacia atrás, de donde quiera que vinieran como si añoraran regresar. Dos de ellos se arrodillan en el suelo en señal de sumisión.

Pero no ella. Su cuerpo se mantiene erguido, mirando a lo alto como si esperara encontrarte en el cielo.

- Dices no desearnos ningún mal para luego amenazarnos. Dices que el fuego calienta para después prometernos la ceniza. Caprichos de un ser que aún no me ha demostrado nada. Puedes quemarme, puedes destruirme, pero mi espíritu jamás será tuyo. – Una sonrisa se dibuja en su rostro – Solo tu ignorancia ya me demuestra cuán vacías son tus palabras y bravatas. ¿Comida dices? ¿Canibalismo? ¿Acaso nos crees capaces de semejante despropósito? – Niega con la cabeza – Somos eternos, Dios, seres que no conocen la muerte natural. Tal es nuestra naturaleza. El alimento, el agua nos provee de fuerza y capacidad, pero no lo necesitamos para vivir. Y dices que no tenemos nada, pero el mundo nos ha provisto de plantas que, aunque venenosas, nos han permitido avanzar mientras vosotros no estabais. Una vez más, queda demostrado que no os necesitamos. -

Se acerca a varios arrodillados y les hace ponerse de pie.

- Al menos la otra parecía más cabal, más asertiva. –

Mientras la elfa habla, sientes de pronto la presencia de tu hermana. Su ser ha aparecido en el plano divino, lo que te permite percibirla plenamente. La búsqueda ha concluido.

-Soy una madre estricta y os muestro ambas opciones para que podáis elegir. Os haré un regalo como muestra de mi buena voluntad. No se qué buscáis, pero os daré una guía. El mundo es un disco, en su centro hay una columna, lo que hay en lo alto incluso nosotros lo desconocemos. Existen cuatro continentes: Este bosque, el continente de Elf; Unas montañas heladas, el continente de Barbar; Una gran isla volcánica, el continente de Orc y unas llanuras, el continente de Human.  De ahí surgen los nombres de vuestras razas. Cada continente está separado de los demás por el mar, una gran masa de agua salvaje y salada que surge desde el centro y se precipita por el borde del disco hacia el vacío. Sólo puede ser cruzada creando embarcaciones, troncos talados y ahuecados de madera, porque pueden flotar. Tomad el camino que deseéis, pero en vuestro estado sólo alcanzaréis el borde del continente. Pero sed conscientes de algo, vuestra inmortalidad es sólo al paso del tiempo, vuestros cuerpos se mantienen en pie por la energía del caos. Cuando muera, vosotros me seguiréis. Por el bien del resto de los mortales, si os empecináis en vuestro ateísmo os destruiré. No puedo amamantar a hijos tan egoístas. 

Abandono a los elfos a su suerte al percibir la presencia de mi hija. Quería reunirme con todos ellos, aunque haya un traidor entre nosotros, necesitábamos ponernos de acuerdo en unas cuantas cosas.

Se deshizo casi al instante de caer agotada al suelo en miles de gotas de agua que ascendieron con rapidez y desaparecieron del lugar, estaba cansada, tanto, que ni siquiera su espíritu tenía fuerzas para mantenerse allí presente sin ser vista.