Partida Rol por web

El Conde mantuvo la compostura, algo más comedido y gracias a su experiencia, se mantuvo concentrado en su combate aunque sin evitar mirar la trágica y llamativa escena del Capitán que tanto llamó la atención de todos los allí presentes, para acto seguido ver como el Alférez entraba en cólera y terminaba su pelea de manera exitosa, aunque al parecer no estaba en buenas condiciones para seguir peleando.

Daron, dentro de su embriaguez, no pudo evitar sentir una profunda tristeza por la perdida de alguien que fue casi un padre para él, pero así era la guerra, un ser atroz y monstruoso que nunca dudaba en llevarse la vida de los que más amabas.Todo tenía un precio para la Muerte, y si deseaban mantener aquella posición en sus manos, tenían que sacrificar muchas vidas para ello.Aún así, el Conde sintió que falló de nuevo su cometido al ver como uno de sus grandes referencias desaparecía ante sus ojos como desaparecía la luz en un anaranjado atardecer.Devolvió la mirada con su ceño fruncido a Rokgor, sin poder evitar dejar caer una lágrima, que no tardó mucho en camuflarse entre las gotas de lluvia que resbalaban por su mejilla.Distraído por el reciente acontecimiento, no controló bien sus torpes y hebrios pasos, resbalando por el barro y cayendo al suelo.Aunque desgraciado, tuvo suerte pues en ese momento Rokgor le había lanzado un espado que solo golpeó el aire.Por desgracia, ahora el Conde se encontraba en una posición desventajosa.

Lia, concentrada en evitar los sucesivos ataques del arquero, no vio con claridad el restultado y probablemente eso le salvó de ser ensartada por los ataques del arquero; pues de haberlo hecho, se habría quedado catatónica como ya le había pasado en el pasado.

Sin embargo, el arquero no le dejaba pensar en otra cosa que en dar pasos hacia atrás a la vez que decía

Para... Basta...No...Quieto...

Hasta que el estrés de tener que evitar un rápida sucesión de golpes, la hizo estallar y acabó gritándole un ¡Que me dejes! a la vez que golpeaba con fuerza en el lateral de la cabeza del arquero. La muchacha notó como la punta del arma hacía chascar el cráneo y se introducía en el tejido gris del arquero y este dejaba de moverse. Sólo pasaron unas décimas de segundo en ese instante; pero Lia los notó como largas horas, a medida que se daba cuenta de que había matado a un hombre.

Al ver el cuerpo caer, ella se derrumbó de rodillas a su lado y no pudo evitar sollozar quedamente unos instantes.

Como si Radrosh Hubiera escuchado las intenciones de Ridgern, el maligno hechicero comenzó a generar magia de nuevo. Un mortal y verdoso rayo salió de uno de sus dedos en dirección a la torre, deshaciendo todas las rocas que iba tocando a su paso. El haz de luz verdosa se dirigía hacia la pareja de aventureros que luchaba contra los poseídos arqueros y justo cuando estaba a punto de atravesarlos, el capitán se cruzó en su camino, recibiendo de lleno el impacto de la mortal descarga de poder, contra la que no puedo defenderse. Un fuerte destello atravesó el cuerpo del veterano guerrero mientras poco a poco su cuerpo iba convirtiéndose en polvo hasta que desapareció por completo. La magia desintegró al capitán como un puño deshace un mendrugo de pan duro.

Sin duda Radrosh era el enemigo más peligroso de todos los que todavía quedaban en pie del bando orco, pero no podían hacer nada contra él mientras tuvieran otros encima. El Arquero que atacaba a Ridgern se abalanzó sobre él con tanto ímpetu que resbaló y cayó al suelo a la merced del enano, que no perdió la oportunidad de asestarle un brutal golpe con su mangual. la bola cayó con todo su peso sobre el expuesto pecho del arquero, quebrándole un buen número de costillas y dejando tocados sus pulmones, con los que apenas le servían para respirar. El enano estaba deseando haber acabado con él para poder ir a vengar la muerte del capitán.

Con esfuerzos, los aventureros logran acabar con los arqueros de una manera poco sofisticada pero efectiva, aunque sus mujeres e hijos que les esperaban en casa ya no les verían nunca más.El Conde seguía su lucha contra el elegido Rokgor.Sin duda estaba en una posición muy desfavorable, a total merced del gran filo del elegido.El Conde se arrastraba cansado y mareado por el barro, buscando alejarse del elegido que le seguía con pasos lentos pero sin dejar que se alejase.

El Conde, con su moral abatida parcialmente tras presenciar la muerte del Capitán y de casi todas sus tropas, solo seguía luchando por su orgullo, sabiendo que su destino probablemente acabaría allí.Puede que fuese el destino de los hombres, perecer ante la oscuridad, morir ante una raza superior a ellos.Sus manos se hundían en el fango hasta que el pie de Rokgor le pisó su espalda, aplastándole contra el suelo e interrumpiéndole su retirada.Tras esto, el elegido se ayudó de su pie para voltear el cuerpo exhausto del guerrero humano y dejarlo boca arriba.El Conde se quedó con sus brazos estirados, su cuerpo en forma de cruz, su mirada observaba el cielo, veía como la lluvia caía en cámara lenta sobre él y su inminente verdugo, como el agua intentaba limpiar una marca carmesí que jamás desaparecería de aquella fortaleza y aquellas tierras.Una guerra que había resultado ser un fracaso para su carrera militar.Pero como el honorable guerrero que era, no permitiría que su enemigo le diese muerte sin llevarse nada a cambio, y siendo impulsado por sus últimas esperanzas de victoria y venganza de los suyos, estiró el brazo de su estoque, introduciendo la hoja en la pierna de Rokgor, atravesando la femoral de su enemigo.

El orco bramó rabioso, encogiendo dicha pierna, pero reaccionando rápido para lanzar un poderoso tajo vertical que amputó de cuajo el brazo atacante del Conde.Esto provocó un grito ensordecedor y un dolor tan profundo que ni la embriaguez era capaz de ocultarlo.El brazo amputado quedó inerte a pocos centímetros de su cuerpo, emanando cuantiosa sangre tanto de él como del reciente muñón que ahora adornaba el cuerpo de Daron.La pierna de Rokgor sangraba de manera cuantiosa, el líquido resbalaba como una catarata mientras que era expulsado como un chorro de sangre negruzca que intermitentemente aumentaba y disminuía su potencia.Se podía ver como el aliento del elegido emergía de su máscara en forma de una pequeña nube de vapor.Su oscura mirada sumergida en odio no dejaba de mirar el cuerpo del Conde que no dejaba de retorcerse de dolor, hasta que fue tanta la sangre que perdió, que la inconsciencia comenzaba a inmovilizarle.Rokgor se colocó sobre el cuerpo del Conde, colocó la punta de su filo mirando hacia abajo y con ambas manos alzó levemente el arma y la bajó de golpe atravesando el pecho del líder humano.Ante tal remate, la mirada del Conde seguía observando el cielo mientras que un hilo de sangre se escurría por la comisura de sus labios.El agua pareció detenerse, el cielo pareció abrirse ante sus ojos, ya no sentía dolor, no sentía el insoportable peso de las muertes de todos sus amigos y allegados, no sentía la eterna carga que tuvo que sufrir toda su vida, ahora era libre.Las pupilas del Conde se dilataron mientras eran empapadas por las gotas de lluvia que ahora cubrían su cuerpo como un mantel fúnebre.

Rokgor no tardó en perder el equilibrio y caer sobre el cuerpo del Conde, la pérdida de sangre era muy abundante y pronto moriría por ello.

La torre comenzó a derrumbarse peligrosamente, inclinándose poco a poco hacia la dirección del Alférez, que permanecía en la misma posición, inmóvil.Por otro lado, Radrosh observó que sus hermanos habían caído en la batalla pero el daño ya había sido hecho y el objetivo cumplido.La torre comenzó a desmoronarse conforme se inclinaba más y más.Grandes pedruscos negros y otros en llamas comenzaban a formar la base de lo que sería en cuestión de segundos un peligro muro flamígero formado por cascotes y pedruscos de diversa índole y tamaño.El ruido y el golpe fue estremecedor, haciendo retumbar la tierra cercana a la par que levantando una nube entre negra y gris formada por humo y ceniza.Los aventureros casi se ven aplastados por este suceso, pudiendo ver como las peligrosas llamas distorsionaban la figura del hechicero, el cual parecía tener al alférez sujetado sus largos cabellos.La mirada del orco, en cierta manera os desafió tras aquel muro infranqueable, pero no tardasteis en perderle de vista tras el denso humo y el crepitante fuego.

Por otra parte, pudisteis escuchar el relinchar de la caballería, la cual parecía haber atravesado ya el fuego del portón, ya prácticamente apagado por la constante lluvia.Los caballeros se esparcieron rápidamente por todo el patio, acabando con los pocos orcos restantes y rodeando también a los aventureros.Los arqueros parecían haber despertado de su confusión y tenían dificultades para saber dónde se encontraban o qué había pasado.Ahora la zona estaba en calma, no obstante, la fortaleza había sido arrasada y ya no podía usarse más como puesto avanzado.El jefe de aquel grupo de caballeros, os miró desde su montura, mientras esta se movía inquieta en el sitio.

Tanto el caballero como su espada y su caballo estaban empapados en barro y sangre.Una de sus manos acudió al yelmo para levantar la visera y mostrar su rostro.Era una mujer de cabellos pelirrojos y ojos azules.Su rostro estaba empapado por el sudor y apagado por el cansancio, pero os miraba seria y pensativa, analizándoos  para comprobar vuestro estado.

Otro caballero se colocó a su lado y pareció susurrarle algo al oído, lo que hizo que su mirada se desviara hacia a este durante unos segundos para acto seguido volver a miraros.

-Apresadlos- dijo con voz firme pero plana.Y no tardaron en rodearos cuantiosos caballeros, algunos a caballo y otros a pie.

-Tendréis que dar explicaciones de esto ante el divino tribunal ejecutor- añadió conforme sus hombres procuraban engrilletaros.

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Tras la muerte del capitán, todo pareció precipitarse. El conde y su rival cayeron en un duelo mortal. Cuando la batalla parecía ganada, la torre, dañada por el fuego y la destructora magia del hechicero orco,  se desmoronó sin remedio y a punto estuvo de aplastar a la pareja de aventureros que, casi ajenos a lo que pasaba a pocos metros de ellos, continuaba luchando contra sus dos enemigos hasta que por fin los derrotaron. Esa pequeña victoria fue la más amarga de las conseguidas por Ridgern jamás, pues aunque no podía pensar ahora en eso, sabía que estaba llevándose por delante a una persona inocente de su mismo bando. Por eso, al ver como Radosh desaparecía tras la barrera infranqueable de escombros y fuego en que la torre se había convertido, se lanzó inmediatamente a intentar salvar la vida a aquel arquero del que había sido verdugo. Como pudo intentó taponar la herida del pecho del hombre que todavía parecía luchar por vivir. El malherido arquero apretó los brazos del enano con fuerza mirándolo fijamente  y en su último aliento pronunció unos nombres, justo antes de que sus manos perdieran su fuerza y sus ojos comenzaran a mirar al infinito hasta que finalmente se cerraron.

Una mezcla de tristeza y rabia llegó a las entrañas del enano, que nunca olvidaría aquellos nombres. Abatido Ridgern se levanto y echó un vistazo para ver como la batalla parecía haber terminado sin saber muy bien quien había vencido, pues sí, habían conseguido hacerse fuertes en la fortaleza, pero ésta había dejado de existir como tal. Ya no serviría para defender el lugar, pues su torre había quedado reducida a escombros.

Para entonces, la caballería había conseguido acceder dentro del fuerte, terminado de exterminar a los pocos orcos que todavía luchaban dentro de los muros de la maltrecha fortaleza.

La líder de los caballeros, después de observar a los aventureros y tras escuchar lo que uno de sus hombres le comunicó, pronunció  con voz firme pero plana:

- ~~Apresadlos.Tendréis que dar explicaciones de esto ante el divino tribunal ejecutor

Y a la voz de la respetada mujer, sus hombres rodearon a los aventureros y se dispusieron a inmovilizarlos con grilletes.

Ridgern,  agotado por el combate y las heridas, de la cabeza a los pies lleno de barro y sangre, tanto ajena como propia,   abatido por  el combate contra los arqueros, no podía creer lo que acababa de escuchar   y la rabia que llevaba por dentro le desbordó sin control como una riada arroyando en tromba la ribera del rio.

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- Pero como osáaaaais!! Vais a apresar a quien ha hecho sonar el cuerno de la torre para que entrarais en combate!!!   Y a la joven cuya magia ha servido para distraer al gigante para que el conde lo  derrotara!!!! - Ridgern recibió al primero de los soldados con un puñetazo, pero el golpe se perdió en el aire y el enano, extenuado tras la batalla, perdió el equilibrio  cayendo al suelo exhausto, mientras  a duras penas continuaba  defendiéndose de los hombres que se le echaban encima - Si lo decís por estas muertes, bien saben los dioses que no tuvimos más remedio. Mirad el campo de batalla y os daréis cuenta cómo hemos tenido que combatir entre nosotros. A quién tenéis que apresar es al brujo orco  que acaba de huir y que hechizó a nuestros arqueros lanzándolos contra nosotros. Os equivocáis señora, nosotros hemos luchado de vuestro lado. Preguntad a los supervivientes, ellos lo han visto!!! No he sobrevivido a esta barbarie para terminar  apresado !!! gritaba el enfurecido enano mientras forcejeaba para no dejarse prender por los hombres de Lady Rommel.   

El caballero que susurró a Lady Rommel, se bajó de su montura y se acercó a Ridgern, que en ese momento le sujetaban un par de los hombres de Rommel, mientras que otro lo engrilletaba.El caballero se quedó frente al enano durante unos segundos para acto seguido darle un fuerte puñetazo en su rostro y otro para rematar en su tripa para dejarle casi sin aliento.

-¡Silencio pazguato! Límpiate la boca antes de dirigirte a milady- respondió con rabia.Aquella voz era muy familiar para Ridgern, y sin saber el motivo le causaba un profundo sentimiento de rabia.

-Los pocos supervivientes que hay están moribundos y exhaustos, no llegarán vivos a Robleda.Casi no pueden hablar.Ninguno de aquí hemos sido testigos de lo que dices, pequeña alimaña- añadió al final de forma despectiva y deshonrosa-.Lo único que nos consta es que los pocos hombres que quedan aquí parecen tener heridas de mayal, arma que tú blandes, por no hablar de la misteriosa desaparición del hermano de milady- la mano enguantada del caballero agarró el rostro de Ridgern para levantárselo y mirarle bien a los ojos.

-Tienes un largo camino para pensar tus últimas palabras- sus dedos apretaban más y más el rostro de Ridgern para tener su cara inmovilizada mientras le hablaba, hasta que finalmente le soltó-.Que anden, nada de llevarlos en los caballos- mandó ahora mientras la mirada apagada de Lady Rommel os seguía observando de manera penetrante en la distancia, hasta que su caballo dio media vuelta y trotó alejándose de vosotros.

Así fue como Lia y Ridgern fueron engrilletados y llevados de vuelta a Robleda, donde serían puestos a disposición de la guardia real, tratados como prisioneros y días más tarde llevados al divino tribunal ejecutor.