Partida Rol por web

.-Tienes miedo.-dije ante los comentarios del Alcalde:-No de nosotros y eso que Q'Tar puede hacer que un leon parezca un gatito asustado, tienes miedo de alguien más poderoso.-seguí hablando al ver que comentaba que si lo sguardias venían:-Nos harían papilla creo que quiere decir.-pensé para mi mientras seguía observando al guardia. 

En ese momento escuché unos pasos apresurados:-Mierda, los guardias vienen, supongo que tenemos unos pocos segundos antes de que estén aquí. Vale.-y mi cerebro empezó a funcionar a marchas forzadas:-Q'Tar atranca la puerta con la silla, que nos de unos segundos. Agwins coje todo el dinero que haya en el cofre.-les dije a mis compañeros y luego me giré hacia el Alcalde:-Y usted, alcalde, se viene con nosotros, aún no hemos acabado de hablar.-comenté mientras reunía las fuerzas demoníacas de mi interior para aumentar mi fuerza y, con ayuda del brazo demoníaco, cojo al humano, lo cargo al hombro y antes de que pudiera reaccionar:-Vámonos.-les dije a Agwins y Q'Tar antes de saltar por la ventana. 

De una forma sorprendente incluso para sus propios compañeros, Arago cogió al Alcalde con su fuerte brazo y saltó por la ventada. Q'Kar y Agwins le miraron con sorpresa, pues nadie en el lugar se esperaba esa reacción.

Arago saltó.

Mientras caía, el Alcalde fruto del miedo de la situación, no paraba de moverse. Se movió lo suficiente como para resbalar del agarre de Arago instantes antes de llegar al suelo. Lo que Arago había previsto cómo una caída limpia, el Alcalde había decidido llegar el primero al suelo con sus pies, rompiéndose el pie derecho en la caída. Algo que a nuestros héroes les venía muy bien en la persecución de los guardias.

Q'Kar y Agwins continuaban arriba, estupefactos con el salto.

Me has pisado la modificación

Miré como Arago tomaba las riendas de la situación, aunque el sonido de guardias acercándose le puso más nervioso de lo que me esperaba. Sin embargo, cumplí su petición de atrancar la puerta y cuando pensaba que íbamos a escapar por el mismo sitio por el que habíamos llegado, observé atónito como saltaba por la ventana después de coger al alcalde.

- ¿Por qué va por el túnel? – Pregunté atónito a Agwins con cara de no entender muy bien que acababa de pasar. Pero las dudas duraron poco y una sonrisa se dibujó en mi rostro – empieza a caerme bien el hombre-dragón.

Acto seguido, respiré hondo, bajé un poco el centro de gravedad y al igual como había cargado tantas otras veces, arrollando enemigos y cualquier otra cosa que se cruzase en mi caminó, corrí hacía la ventana para seguir el mismo camino de Arago. Sin embargo, justo en la última zancada en la que iba a proyectar toda la fuerza en la pierna derecha aprovechando incluso una pila endeble y torcida de libros para ganar aún más altura y hacer el salto todavía más espectacular y asombroso, en ese momento y ante todo pronóstico, los libros cedieron ante tal cantidad y calidad de músculos. Con la falta de apoyo, el impulso fue inútil y solo sirvió para perder aún más el equilibrio mientras veía a cámara lenta como me precipitaba hacía el suelo.

El primer impacto resonó por todo el edificio, como si un ogro hubiese golpeado una pared, luego la propia inercia me llevó hasta chocar contra la pared donde se encontraba la ventana, que cedió ante el choche, precipitando cascotes, cristales y barbaros al vacío acompañando todo de un sonido similar a un trueno.

El último impacto debería ser el peor, pero por surte para unos y mala para otros, el alcalde estaba en el momento y lugar menos indicado, recibiendo todo el peso del bárbaro y algunos cascotes que le golpearon, entre otras partes, en la cabeza dejándolo sin sentido. Q’Kar no estaba mucho mejor, lleno de arañazos, sangre y polvo, con algunos trozos de cristal de gran tamaño clavados en el brazo izquierdo pero sin mostrar un ápice de dolor, sin un simple lamento… los guerreros del clan Hacha eran así de duros. Se levantó, con más heridas en el orgullo que en todo el cuerpo, pero dispuesto a seguir adelante.

Al ver salir por la ventana a Arago acompañado del señor alcalde, hace que aparezca en mi un atisbo de sorpresa y a la vez una sonrisa en mi cara– Está peor que un dragón loco-- digo a Q´kar.

Espero que tan impresionante salto haga que el alcalde esté tan asustado cuando llegue al suelo que no tengamos ningún problema en sonsacarle toda la información que necesitamos. Corro hacia la ventana para ver la situación que se presenta en la plaza. --Me temo que al señor alcalde no le ha sentado muy bien el salto-- informo a mi bárbaro compañero. Estoy un poco confundida, Arago debería de tratarlo un poco mejor o no vivirá para sacarle la información.

No sé si mi comentaría ha hecho mella en mi compañero, no sé que le está pasando, veo como se descompone la cara de Q´kar en una mueca de ¿concentración? No sabría decir que es lo que piensa hacer, solo cuando toma impulso puedo intuir su destino. Me echo a un lado a toda prisa y dejo la ventana libre pero su atropellado intento de salto. No tengo tiempo de pensar, los soldados nos pisan los talones. Busco la caja del dinero rasgo un trozo de cortina y hago un hatillo donde guardo todas las bolsas de monedas que encuentro. Me la cuelgo a la espalda junto con mi arco y me dejo caer por la ventana. No pienso saltar al vacío como mis dos locos compañero, bajaré por la pared ayudándome de los salientes y hendidura que hay en la superficie de la edificación. Soy bastante ágil y no creo que tenga problema en bajar.

La escena era digna de ser contada por los juglares. Un señor con un brazo demoniaco saltando por una ventana con un hombre cogido con una mano. Una mole grandiosa saltando por la misma ventana destrozando todo lo que se cruzó por delante. Y, finalmente, una guerrera, que se intuye la más lista de todos, bajando tranquilamente por la pared.
Cualquiera que viera esa situación no sabría qué opinar al respecto. ¿Huían? ¿Habían robado? ¿Era un secuestro?

Nadie lo sabía.

Estos tres personajes se encontraban en la parte trasera del Ayuntamiento. No podían ver a nadie, aunque por la misma ventana se asomó uno de los guardias, gritándoles e increpándoles. Nada importante, aunque sin duda sabían dónde estaban e irían tras ellos.

El camino más evidente les dirigía hacia la entrada principal, donde supuestamente esperaba Uno haciéndose el borracho, ¿O no? No lo sabían.

También podrían volver a la mina a través del bosque y por el camino que ya conocían.

¿Y la taberna? Igual era el mejor lugar donde ir. Mas aun con lo que Agwins había "recolectado" del Ayuntamiento.

LO único claro es que no quedaba mucho para abandonar el pueblo o someterlo...

Consigo bajar de aquel edificio como poco, menos atropelladamente que mis compañeros y una vez en el suelo doy gracias a lo dioses por no haber sufrido ningún percance. Miro hacia donde se encuentran aquellos locos saltadores y veo un revoltijo de brazos y piernas en el suelo.-- Sigue vivo? --Digo apuntando al alcalde. Parece que Q´Kar aterrizo sobre el poco afortunado hombre.

–Por San Rorro, virgen de los ranos!! Tenemos que movernos rápido si no queremos toparnos con la guardia. Tomemos camino del bosque y busquemos un lugar donde escondernos. Una vez a salvo podremos discutir que hacer—No sé que piensan hacer pero espero que sean tan rápidos en tomar una decisión como en saltar.

Salté por la ventana pero el muy idiota del alcalde entró en pánico y se soltó de mi presa, con tan mala suerte que al impactar contra el suelo se fracturó una pierna. Ahora era un lastre pero era nuestro lastre:-Te sigo Agwins, Q'Tar Busca a Udo y vemos en la Mina en un par de horas. Despistad a los guardias por el bosque. Nosotros nos encargamos del alcalde.-dije tras volver a coger del cuello al alcalde:-Espero que esta vez no haga ninguna estupidez como soltarse de mi mano, por que a lo mejor acaba ensartado en un árbol.-comenté y cargué al alcalde a mis espaldas como si de un saco de patatas se tratara y eché a correr en dirección hacia el bosque:-Venga!-

Asentí ante la petición mientras me quitaba algunos cascotes de encima y cristales rotos de mi brazo izquierdo que estaba cubierto de sangre sucia y reseca por todo el polvo levantado con el pequeño accidente.

Di un primer paso algo confuso por el golpe y el dolor, trastabillando un poco pero sin llegar a perder el equilibrio. Iba a ser un problema combatir en ese estado, pero de momento iría a buscar a Udo y seguir con el plan... ya llegaría el momento de machacar guardias.

- Si os cruzáis con más lobos... guardadme uno! - dije en voz alta mientras me alejaba en dirección a la entrada principal apoyándome en las paredes que encontraba.