Seguía sin entender nada, ni mucho menos porque se complicaban tanto mis compañeros, pero si teníamos que elegir y en una de las opciones había que evitar matar, estaba claro que no era la mía.
- No me gusta el espantajo ese - solté entre gruñidos - pero voy a la mina... con un poco de suerte, habrán más bichejos de esos para patear.
Al finalizar, sin esperar reacción alguna, emprendí el mismo viaje que ya habíamos recorrido horas atrás, con los puños cerrados y bastante molesto por la situación en la que nos encontrábamos... - ni combates a muerte, ni cerveza, ni dinero - iba farfullando con los puños apretados - NI SIQUIERA HE APLASTADO UN CRÁNEO HOY! - grité mientras daba un golpe con el antebrazo al mismo poste para los caballos que me había cargado la primera vez que nos topamos con Sigref, aunque esta vez no hizo falta tanta fuerza ya sólo habían reparado mínimamente la estructura mientras hacía una nueva - los dioses no están de nuestra parte.
Q'Kar fue claro, conciso y sin dudas, vamos como siempre, y se largó directamente, dejando al grupo en dirección a la mina.
Al contrario que este, Udo se sento en un escalón, planteándose si entrar en la taberna o ir directamente a por el Alcalde.
Arago parece querer ir a por el contable, de forma sigilosa y sin pelear. ¿Estaba el grupo preparado para este tipo de acciones?
Mientras los que quedaban decidian, Q'Kar cada vez estaba más lejos...
No estoy convencida de que separarnos sea la mejor opción, pero al ver que Q´Kar tomó el camino a la mina, lo seguí, quería encontrar el Orichalc, quería sabe que clase de poder tenía ese chisme, quería saber que se escondía dentro de esa mina. Y para eso solo había un camino... entrar de nuevo allí.