Gates era y no era al mismo tiempo. Era el de siempre y también el de siempre de mucho antes, como si dos personas se hubieran fusionado en una forma que era totalmente uno y absolutamente el otro. Una dualidad total que compartía espacio y momento. Dos historias diferentes pero ligadas, que no se sentían del todo extrañas de sí misma y su otredad, pero tampoco se conocían. Memorias compartidas que eran simultáneas y reales. Como si Gates hubiera vivido hacía milenios y guardara recuerdos de aquel tiempo, hubiera dormido hasta el siglo XX y hubiera incorporado nuevas viviencias. Un Damon Gates que estuvo allí y aquí, y una criatura que era de allí y, al mismo tiempo, del ahora.
Pero esa memoria pasada todavía tenía un velo. Gates sabía que la tenía, sin embargo. Era consciente de tener una memoria pendiente de revelarse, un millón de experiencias y recuerdos que descubrir. No era la ansiedad de tener algo en la punta de la lengua ni la frustración por una desgarradora amnesia. Estaba tranquilo. Sabía que el conocimiento de quién era reaparecería. No tenía claro si eso lo sabía él o la otra persona que también era él, pero ni siquiera esa conciencia de la dualidad le ponía nervioso. Todo estaba bien.
Sin embargo, aunque la memoria perezosa no llegaba, sí guardaba en su interior una memoria instintiva, un dolor más hondo que cualquier otra cosa. Y ese conocimiento venido de ninguna parte le decía que el sol era el enemigo y que debía ocultarse. Por eso no se entretuvo en cubierta, no se despidió de Lesbos en lo que, sin duda, podría ser un hermoso amanecer con la isla en el horizonte. Se sumergió en las entrañas del barco buscando su propia tumba, aquella de donde había salido y de la que había recibido para ser el ser. Se sentó a sus pies, silencioso, y se acomodó con la posición del loto, que nunca había practicado pero que, de pronto, le era natural porque siempre la había practicado. El barco se mecía como la oscura cuna de los muertos. Y así, sin más, él se hundió en su conciencia buscando la revelación del tercer ojo.
—Eso es reconfortante —respondió a Collins poniendo los ojos en blanco, aunque reconocía que la réplica del profesor no había estado mal.
Por lo menos en la bodega podría ponerse algo, aunque la talla no fuera la adecuada no era algo que inquietara a Dutch, buscó entre las ropas de los marineros las que mejor se ajustaran a su cuerpo y, aunque estaba segura de que le iban a quedar algo grandes, no estaban mal como prendas de andar por casa.
A la par que se colocaba las ropas escuchaba las palabras de Tobías. Ella coincidía con ese objetivo. No sabía qué sería lo que acabaría por pedirle esa cosa que se había metido en su cuerpo, porque esos recuerdos ya le habían hecho replantearse muchas cosas, demasiadas. Pero fuera cual fuera el que acabara siendo su objetivo el medio no había cambiado.
Ya se preocuparía después de ese detalle.
—Tal vez Setrakian sepa cómo podemos encontrar a ese cabronazo —admitió Dutch, porque el anciano ya sólo podía ayudarlos dándoles información, pero eso era algo que necesitaban con urgencia—. Pero también tendremos que decidir qué hacemos con estos... —La informática le dio unos pequeños golpes con los nudillos a la sien de la estatua que ella misma había cargado.
—Y tal vez debamos pensar en cosas más cotidiantas, como dónde y cómo encontraremos nuestra siguiente merienda. Imagino que tendremos que alimentarnos de nuevo tarde o temprano, y eso puede ser un problema si esos zombis controlan el cotarro... Ya visteis que hicimos mierda a esos soldados, ¿no podría volver a pasar si comemos otra vez?
¿Todos estáis conmigo en que nuestra primera misión es matarle?
Syria asintió a las palabras de Tobias, reafirmando que eso es lo que debían hacer. Sin embargo, también era cierto que habían surgido asuntos adicionales.
- Debemos acudir a Setrakian, si - confirmó a Dánica, y para el resto - Creo que ese hombre sabe más que nosotros sobre el Máster. Además, cuando sepa el arma que hemos recuperado - señala las estátuas aun petrificadas - Le convendrá también protegerlas. Así que si, el resumen es que hay que volver donde lo dejamos y desde allí, trazar un plan para dar muerte a jefe de esos gusanos.
La desnudez de Dutch le producía sentimientos encontrados. La parte mortal que había quedado de forma remanente en su cabeza, le producía cierto hormigueo en su estómago muerto. En otro momento se hubiera ruborizado, pero ya no podía. Sin embargo, la Bestia amortiguaba tales fervores, convirtiéndolos en un mero eco. En una huella. Como cuando pierdes una pierna y aun asi sientes que te pica la planta del pie.
La aludida acaba sacando el tema de la merienda.
- Creo que tenemos reservas suficientes para aguantar hasta llegar donde el mortal. Una vez allí, ya veremos. No creo que eso sea problema.
El finlandés se miraba sus manos llenas de sangre. Siempre había sido una persona fuerte pero la fuerza que había demostrado en la playa se salía de las escalas naturales. ¿Hasta dónde podría llegar su poder ahora? En su interior sabía que no había desarrollado todo su potencial, una sombra en su interior le susurraba que solo había visto la punta del iceberg.
Deberíamos de movernos. Todos esos monstruos muertos no tardaran en llamar la atención de alguien, puede que del maestro, y cuando eso ocurra esta isla se convertirá en un verdadero infierno. No estaba diciendo algo nuevo, seguramente todos sus compañeros ya habían pensado en esa posibilidad.
Estoy de acuerdo, deberíamos de visitar a Setrakian.
Todos habíamos bajado ya a la bodega y podíamos hablar tranquilamente de nuestros planes de futuro. Yo quería acabar con el Maestro cuanto antes. ¿Acaso no nos habíamos para ello? Habíamos dado la mitad de nuestra humanidad por ello, o así lo veía de momento.
La teniente seguía sin hablar, pero Collins ¡Collins! estuvo de acuerdo con él. Le miré un momento antes de asentir. Las primeras palabras que decía que tenían sentido en mucho tiempo, hasta las había escuchado. Danica tenía claro el rumbo y dijo de hablar con Setrakian. —Sí, es buena idea.
Gates y la teniente seguían sin hablar. La Teniente era uno de los nuestros. ¿Sería otra estatua o la habrían convertido? Otra estatua. Convertirla era casi imposible en tan poco tiempo.
Syria estuvo de acuerdo. —Necesitamos toda la información que posee, como dices —pero Dutch sacó a colación otro problema. Ahora necesitaríamos sangre. —Debemos ir con calma, aprendiendo a alimentarnos. Si es posible hemos de tratar de no matar a los humanos. Debemos controlarnos. Si no, no seremos mejor que los Strigoi. Supongo que mañana veremos lo hambrientos que estamos... No debemos caer en otra locura como la de antes. Igual podemos llegar como has comentado... e igual no. Lo veremos, es mucha distancia.
A Heikki poco podía decirle. —Por el día el barco nos acercará hasta Setrakian, es el viaje de vuelta. Aunque ahora sólo podremos hacerlo por la noche.
Parecía que todos tenían claro cual sería en plan a seguir y estaban de acuerdo. Estaba presente la oscura sombra de duda acerca de si serían capaz de llegar de vuelta hasta el viejo, sin tener que alimentarse o, al menos, sin provocar otra escabechina como en la cueva. Pero en cierta forma, Syria comprendía que lo de la cueva había sido otra cosa. Algo más grotesco, a la vez que grandioso. Había sido el despertar de un largo y seco letargo. Y ahora, saciados, solo había que asegurarse de que el hambre no pasaba ciertos límites. Aunque no tenia nada seguro, todos parecían tener lagunas acerca de esta nueva naturaleza,a sí que el tiempo.
- Pues si estamos de acuerdo, pienso que lo mejor es que descansemos. Mañana será otra noche... - miró con inquietud hacía arriba. En el fondo estaba preocupada por Fred. Al fin y al cabo, lo habían dejado solo ahí arriba.
El viaje transcurrió tranquilo y con una idea principal en mente, había que buscar al maestro. Sobre los pormenores de lo que eran ahora se habló poco, algunos habían abrazado su nuevo yo interior de forma bastante natural y otros aún se resistían.
Pasó el tiempo y el sol os mandó a dormir. Era el astro el que ahora iba a regular vuestros ciclos, porque nunca más podríais verlo. Así es como dios había maldecido a Caín, ahora lo sabíais seguro. Caín, que había cometido el primer asesinato y que por ese crimen pasó a portar una marca, para que nadie lo matara. La maldición le había obligado a vagar por los límites de la civilización, temeroso del sol y sediento de la sangre que había vertido. Él creó la Primera Ciudad, donde todos vosotros fuisteis creados…