Partida Rol por web

Lo que no se esperaba era que todo el incidente lo terminara confinando a aquel cuarto, con las estatuas y otros de sus compañeros. Había algo de familiaridad en todos los rostros al tiempo que estaba seguro de no haberlos vistos antes, o haberlos vistos en contadas ocasiones. Acarició su desordenada barba, algo sorprendido de encontrarla allí, y escuchó extrañado la conversación. ¿Iban a buscar un strigoi de alto rango? Aquello era una misión suicida, pero no estaba seguro de si el plan le incluía a él también. Él sólo era un académico. ¿Sólo un académico? 

Su cabeza palpitaba con varias sensaciones, mientras su sentido de identidad parecía fragmentado. Seguro era un efecto secundario del desvanecimiento, pero vaya que habría deseado algo más que un chequeo rutinario. Se tocó la sien, y observó a cada uno de sus compañeros, sintiendo la vaga y lejana sensación de que sus nombres no les eran desconocidos.

Se sentía confundido y con cada instante, más frustrado con su propia ignorancia del tema. Cerró los ojos, sintiendo el impulso de mediar y juzgar las decisiones que escuchaba, pero se concentró en su propia curiosidad primero. Le parecía pequeña e insignificante junto a las otras sensaciones, pero al mismo tiempo la dicotomía en su interior pareció reconocer que era importante comprender lo que estaba sucediendo. Aunque no estuviese de acuerdo en cómo ponerlo en palabras.

-Voy a necesitar que alguien me explique lo que está sucediendo- dijo con voz grave y pausada. Lo había pensado como una pregunta, formularlo con delicadeza, pero el resultado fue inesperado... y apropiado.

Al escuchar las voces de los demás Danica apartó la mirada de la estatua. Lo hizo despacio, con cierta renuencia. Asintió a las palabras de Tobias y luego se detuvieron en Collins, al que sonrió con una pizca de indulgencia. Terminó mirando a Syria y frunciendo ligeramente el ceño con curiosidad. 

—No. A las minas no. Lo importante de allí ya lo llevamos con nosotros —aseguró, pero no parecía que se refiriese solamente a las estatuas, a juzgar por la sonrisilla misteriosa que revoloteó por un instante en sus labios—. No necesitamos nada de las minas. Tenemos que ir donde empezó la plaga, donde el Máster comenzó su dominio. Y capturar a uno de sus primeros strigoi.

Y, de pronto, encontró en sus propias palabras un hilo del que comenzaron a tirar sus pensamientos. Su mirada recorrió a los presentes para detenerse al fin en la estatua que quedaba, entrecerrando los ojos con suspicacia. Se quedó así, pensativa, hasta varios segundos después de que el hombre de la barba hablase. Cuando se giró hacia él lo hizo como si solo lo viese a medias. 

—Lo entenderás todo cuando salga el sol —le dijo, con un absoluto convencimiento—. Sólo tienes que esperar y podrás mirar hacia el otro lado de la rueda. 

Collins seguía con lo de su inquisidor. 

—Dudo que ese inquisidor de una ciudad menor sea uno de los Strigoi de más rango que necesita Setrakian. Es posible que hubiera tenido alguna utilidad para otros menesteres, pero era un riesgo para los humanos y para las estatuas. Que el maestro nos localizara a través de él es algo a lo que no podíamos arriesgarnos. La decisión no fue mala, tienes muchos como ese en cada ciudad si quieres divertirte o para investigar en el futuro. 

Por fin el barbas se quitaba la venda. Había tardado bastante menos que Collins, o eso esperaba Tobías. Danica le dijo que esperara a la noche. Tobías le comentó algo más. 

—Hace miles de años unos poderosos vampiros decidieron por alguna razón convertirse en estatuas y esperar a un nuevo tiempo. Nosotros somos ellos, somos los recipientes elegidos para sus espíritus. 

Tras las últimas palabras intercambiadas en la enfermería Patricia se había quedado callada, con una expresión a ratos ausente y a ratos la de alguien que no para de escuchar una locura tras otra. Sólo el tal Konstantin parecía hablar con sentido. Se dejó llevar a aquel lugar en el que los confinaron simplemente por miedo. Por miedo a ser un peligro para otros, dado lo sucedido. Sin embargo, cuanto más oía allí más pensaba que todos los presentes estaban alucinando. Que en lugar de comida les dejasen bolsas de sangre ya fue el colmo... Y lo peor, no poder decir que la idea de beberla le disgustase tanto como debería.

Lo que le sorprendió fue que los demás hablasen con aquella facilidad de que irían a otros lugares del mundo. Como si eso fuera fácil, teniendo en cuenta cómo estaba todo ahí afuera. O como si los fuesen a dejar salir de esa sala. Ella no se lo permitiría, de ser una de los del otro lado.

Patricia seguía callada... aunque estaba claro que quien tenía las cosas más claras era la chica esa que hablaba de ir al corazón de Europa. Cuando Patricia oyó al otro hablar de vampiros simplemente bajó la mirada. En otro tiempo ni siquiera se habría planteado esa opción. Pero ese era un tiempo lejano, en que una podía caminar por la calle sin temer que un strigoi acabase con su vida.

—¿Y cómo vais a ir allí? —preguntó al final, sin incluirse en aquel plan que le parecía tan descabellado.

Miró a Dutch cuando está le habló en primer lugar.

- Quizá no tenemos tiempo, ni sabemos si llegaremos a recodar todo - replico a lo que decía, pues no tenían nada asegurado, quizá sus lagunas se quedaban tal cual. Sin respuestas. Luego sus ojos se acabaron posando en Dánica, que no parecía haber entendido a que se refería, o si - Me refiero a las minas de Courrières, donde estaban encerrados los strigoi y donde empezó la plaga... - explicó. Pues alguien los había encerrado y quizá encontraban allí respuestas o roces de recuerdos que les traían mas información a la memoria.

Algunos todavía parecían confundidos y no muy seguros de lo que estaba pasando. Dejó que les explicaran, pero el comentario de Patricia le llamó la atención.

- ¿Cómo vais? - repitió, haciendo énfasis- Cómo vamos, querida. Nadie se puede quedar fuera. 

La respuesta de Syria provocó una reacción en Konstantin que parecía bastante automática. El profesor dio un paso hacia adelante y empezó a hablar -¿vamos?- dice visiblemente ofuscado. -Apreciaria que pudiese tomar mis decisiones yo mismo.- respondió frunciendo el ceño. Había cierto orgullo que no podía evitar y una sensación que sobrecargaba sus sentidos y que había decidido cabalgar en lugar de luchar.

-Hasta el momento no he escuchado más que respuestas crípticas y órdenes. Me temo que no puedo juzgar como buena idea este viaje- dice. Su labio inferior tembló un poco, y se sintió dictando una terrible sentencia. Algo en su interior lo mantuvo firme, mientras no estaba seguro de que sus pensamientos fueran completamente suyos.

-Si lo "entenderé todo cuando salga el sol"- dijo, haciendo comillas en el aire y hablando con marcado escepticismo -Entonces tomaré la decisión de ir o no entonces- dice mientras se masajea la frente. -...creo- dice, dejando escapar eso último, aún visiblemente afectado por la rapidez con que estaba sucediendo todo.

Y tras la discusión llego poco a poco el día. Pese a que en el búnker no podían verlo salir, bajo su piel notaban al sol elevarse por encima del horizonte. Esta acción iba seguida de una sensación de sueño y letargo, que ralentizaba sus funciones y les obligaba a caer en un sueño profundo.

Aún se estaban acostumbrando a su nueva naturaleza pero dormir durante el día por el momento parecía algo ineludible. Así que se deslizaron poco a poco en los brazos de Morfeo, obnubilándose sin saberlo con olores, sensaciones y sentimientos de otra época...