Partida Rol por web

Remy no se detuvo ante Vane. No se iba a detener ante nada ni nadie hasta que llegase a lo que le emocionaba tanto y tenía tanta prisa por enseñar... y ahí fue arrastrada Lissandra casi como una cometa que flota detrás de un niño inquieto que no suelta el cordel.

-¿¡Pero qué estás diciendo, Remy!?-siseó entre dientes la joven soldado cuando Remy por fin echó el freno de mano y señaló el espejo-¿¡Has visto lo alto que está ese cacharro!?-señaló el objeto de (posible) oricalco-¿¿Cómo pretendes meter mano en un objeto de un sitio como éste??-eso era una locura, Remy estaba como en éxtasis, todo adrenalina y emoción.

Miraba al joven profesor a los ojos pero por el rabillo del ojo advirtió la tensión del brazo con el que no la había sujetado. ¿Había estado todo el tiempo con la mano en el bolsillo? No estaba segura y el gesto le llamó la atención, olvidando la expresión de Remy para mirar qué llevaba ahí.

-Como no tengas un arnés para colgarte del techo y pillar el espejo ahí metido, encanto, espero que sepas qué estás haciendo.

Bane Wolf seguía desconfiando de que a Remy no le hubiesen interceptado, por ello ya tenía la mano en la pistola cuando entraron en el templo. Era todo calma y paz. La estética y todo el interior del templo era agradable y bonito, algo que Wolf sabía apreciar. 

Al fondo había un pequeño altar con una gran columna de mármol blanco. Simplemente perfecta. En lo alto había un espejo, el material del que estaba hecho parecía cobre pero Wolf, aunque no era una experta, supo reconocer que estaba hecho de oricalco, antes de que Williamson dijese nada. Éste estaba muy excitado y no dejaba de apretar el objeto del bolsillo, decía que era la clave para encontrar la Atlántida y en ese momento enpezó a sacar la mano del bolsillo, muy lentamente.

Wolf desenfundó la pistola y apuntó a Williamson a la cabeza:-Su actitud me hace sospechar Williamson. Siga a esa misma velocidad y saque la mano del bolsillo.-dijo la boina verde.

El hermoso y armónico interior del templo contrastaba en gran medida con el exterior, tan austero. Me preguntaba como sera siquiera posible cuadrar todo aquello  en tan reducido espacio, pero supuse que no había tiempo para hacer turismo ni para las curiosidades arquitectónicas. Me dejé guiar sin más por mis compañeros hasta lo que fuera que había descubierto Remy, impulsado por el contagioso entusiasmo del joven profesor. Cuando llegamos al otro extremo del edificio y vimos la enorme columna y, especialmente, el espejo, me quedé sin palabras. ¿Cómo era posible tal artefacto? Incluso si éste no tuviese más función ya era de por sí un hallazgo impecable, pero la tenía, claro que la tenía, si no no había forma de explicar la emoción de Williamson. 

-Supongo que los monjes no van a dejar que nos lo llevemos sin más. - dije, señalando a los mismos discretamente y sonriendo ante la ocurrencia del arnés de Lissandra, una vez que he conseguido cerrar la boca, abierta de par en par del asombro. Luego, la cosa pareció complicarse cuando la agente Ross decidió que era buena idea apuntar con un arma a Remy en un sitio público (o en cualquier otra circunstancia, para ser francos). Este viaje estaba haciendo que me acostumbrara demasiado a la presencia de armas de fuego cerca. 

-Eh, eh, pensaba que aquí éramos todos amigos, o que, al menos, nos fiábamos los unos de los otros. -le espeté a la escocesa. -¿No crees que lo mejor es que guardes eso antes de que alguien salga herido?

Remy sacó su mano del bolsillo, en ella portaba una pequeña caja de madera. Ningún arma ni nada similar, solo una pequeña caja de madera. Sus ojos se a abrieron al ver la pistola y se quedó casi mudo cuando le apuntó Bane Wolf -Pero... Pero... No me mates- El miedo se reflejaba en su rostro, tanto que dejó caer lo que portaba en su mano. El ruido al romperse la caja al chocar con el mármol del suelo resonó en todo el interior del templo. Roto el silencio, o paz un grito de una turista os hizo distraer ligeramente la mirada del contenido de la caja, un pequeño lingote de oricalco -UN ARMA!!!!- Más gritos, ateopellos al correr la gente y tapones en las puertas, una desbanda de personas tratando de huir del lugar y muchas miradas sobre vosotros.
Un mujer dio sin querer una pequeña patada al lingote que había caído de las manos de Remy y lo dejo cerca de un niño de unos 10 años.

-Joder!.-escupé Wolf, al comprender que se había extralimitado en sus acciones y ahora todo el mundo huía despaborido y en tropel hacia la salida:-No voy a matarle Williamson.-dice Wolf mientras vuelve a enfundar la pistola:-y ahora coja eso de ahí y después veremos qué hacemos con el espejo.-le dice señalando el lingote que había en los pies del niño:-Largo de aquí !!!-le grita al pequeño.

-Ya me imaginaba que no ibas a dispararle, ¿¡pero en serio te parecía buena idea sacar un arma en medio de un sitio público?! -le grito a la boina verde, mientras recorro la distancia hasta el lingote, mostrando las palmas de las manos mientras hablo: -Por favor, mantengan la calma, no pasa nada, mi amiga se ha dejado llevar un poco por la emoción. En mi interior, pienso "Vaya forma de pasar desapercibidos".  Recojo el oricalco y, mientras me acerco a Remy para devolvérselo, me tomo unos momentos para examinarlo. 

Muchas miradas se habían posado en vosotros, El Niño se agachó para recoger el pequeño lingote de oricalco pero Richard llego primero y se lo arrebató antes. No era muy grande y tenía grabados varios surcos. Al moverlo y reflejarse luz sobre el metal, se podían leer algo mejor. El ajetreo de personas hizo que una chocará con Richard. El lingote volvió a caer y alejarse en dirección a la puerta de salida. Un nueva patada lo volvió a introducir en el interior del templo, cerca de los pies de Bane Wolf. Con más rapidez de la esperada os vais quedando solos.
Con nuevas pistas en vuestro poder y quizás la tapadera eliminada. Ya no quedaban monjes, ni adultos solamente El Niño y vosotros, tenías el lingote a mano y el espejo cerca. Remy no podía dejar de mirar el espejo -Puede ser nuestra oportunidad ¿o es demasiado arriesgado?

Aquello se había vuelto un caos pero la calma había vuelto tan pronto como había empezado el caos. Williamson preguntó si aún podían coger el espejo de oricalco que colgaba de la gran columna de granito blanco a lo que Wolf respondió:-Si tanto lo quieres, Williamson, cogelo ya antes de que venga la policía y tengamos que dar explicaciones.-dijo la boina verde. Y añadió acto seguido:-Mueve el culo.-