Partida Rol por web

Son todo una manga de arrebatados..angustiados

Piensa ahora con esa amargura que mantiene en una sonrisa hipócrita, ahora comenzando a tener una mayor desconfianza hacia los integrantes de su grupo tras sus juicios de como han procedido esta negociación. En otros grupos que ha participado para determinadas labores se hacía presente una serie de preguntas exhaustivas a pesar de contar con el riesgo de existir un margen de manipulación en los datos entregados. Sin poder evitar ese juicio hacia el pequeño hombre de que han sido completamente manipulados y en cierto modo molesta.

Como es posible que no considere ni una de las opiniones

Pensando esta vez de manera inquisitiva hacia Alator como Farrah, esta  vez no tocando la copa y posando sus ojos expresamente en aquel enano cuyos comentarios la llevan a desconfiar más aun. A estas alturas del partido, ambos fueron los que decidieron por el grupo y eso no le gusto, ya perdiendo los ánimos de hacer preguntas.

Deberé prepararme para escapar si esto se complica.

Es lo que ahora comienza a tejer en sus pensamientos a causa de esta mala espina, después de todo su Dios le ha enseñado siempre a desconfiar y más aun de sus aliados. Ahora siente que este pensamiento es legítimo y mientras observa como el enano se retira, da un sorbo largo a la copa de vino hasta dejarla seca.

-Necesitaré otra copa...de algo más fuerte-.

Comenta y observando como aquel enano se retira.

Esto saldrá mal.

Farrah recibe el objeto de manos del anciano y observa en silencio cómo éste se aleja con lentitud. El cofre no parece tener nada fuera de lo común y su peso no parece dar indicio sobre su contenido. Aún así la exploradora no puede evitar pensar que algo grande, quizá más grande que ellos mismos, se encontraba encerrado en aquella pequeña caja de madera.

- Confíe en nosotros, maese - comentó la joven Ravenhold antes de que el hombrecillo abandonase el local - El paquete llegará a su destino antes del alba.

La exploradora había grabado a fuego las indicaciones del anciano y conocía la ciudad como la palma de su mano. No les sería difícil llegar hasta las murallas en tan sólo un par de horas.

- Sé que no todos estamos de acuerdo con cómo se han desarrollado las cosas - comentó la cetrera a sus compañeros mientras sostenía el pequeño cofre entre sus manos - y sé que hay muchas preguntas sin resolver, pero miradlo desde mi punto de vista. Necesitamos el trabajo. Es una misión sencilla y la paga parece segura.

Apoyando el objeto sobre la mesa Farrah se reclina sobre su asiento y observa a su compañía.

- Si las cosas se ponen feas. Si quien nos ha contratado no es quien dice ser y sus promesas están vacías. Si esta caja está llena de mentiras, siempre podemos lanzarla al río y volver sobre nuestros pasos.

La muchacha cierra los ojos y suspira. Ella, como todos, tenía sus dudas, pero prefería tener la cabeza serena antes de embarcarse en una nueva aventura.

- Marcharemos en cuanto estemos todos listos. Y con listos me refiero a que nuestro amigo y compañero Einar vuelva con nosotros al mundo de los vivos.

-Lo harán

-Lo haremos

Las voces hermanas habían llegado a una conclusión en cuanto el hombre de rojo comenzaba a entregar el cofre a la exploradora, la misión parecía justa y era de su agrado. Si ellas estaban de acuerdo, entonces Daronna lo estaba también, aunque eso significara pagar el precio final por defender una caja cuyo contenido era aún un misterio mágico envuelto en sospechas. ¿Pero quién era ella para preocuparse por ello? Ellas habían hablado, por lo que ella obedecía.

Einar... -musitó

Casi había olvidado al bardo que parecía tararear aún con la cerveza en la cabeza.

-Una cama caliente...

La paladín no alcanzaba a recordar cuando era la última vez que una cama había sostenido su cuerpo durante toda una noche. La mera propuesta sonaba demasiado tentadora como para dejarla pasar. Sin embargo, tras las palabras de Farrah, Daronna temía que quizás volviesen a precipitarse las cosas demasiado rápido.

-Ella sabe que debe prepararse

-¿Para qué? Aún así no podría salvar a nadie

-Sabe lo que debe hacer para ser digna

-Daronna vuelve sobre sus pasos...

-Sobre tus pasos Daronna

-¿Qué hará la indefensa niña? Mamá no está aquí Daronna

Irguiéndose tan alta cuan era, la paladín miró a través del acero del yelmo a Farrah con una sonrisa invisible mientras inclinaba levemente la cabeza. No parecía haber necesidad de agregar nada más. Luego, volteándose hacia el bardo dijo con voz suave:

Nos espera un día largo y debes descansar.... además me debes una canción por caer de las escaleras.

Sigueme Daronna hip te muestro el camino hip hasta la cama, me giro e intento subir las escaleras sujetandome al posamanos con las dos manos e inclinándome para hacer más fácil mi subida. Al llegar a la habitación extiendo una manta en el suelo y me tumbo en ella cogiendo la almohada de la cama, toda hip tuya preciosa hip, descansa bonito hip y sueña cosas hip preciosas. Mañana más y hip mejor.

maña hip na cantaré todo hip lo que quieras hip para ti hip amor.

El pequeño y anciano hombre abandona la conversación con una imborrable sonrisa de mejilla a mejilla. Antes de salir pasa por la barra, deja una moneda y mueve su palma en un gesto de despedida al cantinero. 

El poco sol que entraba por el único ventiluz del lugar comienza a desaparecer, y notan que estuvieron mas tiempo en aquel lugar del que quizás fuera necesario, esperando la compostura del músico, que ahora desafinaba ronquidos en una cercana habitación. El clima de jolgorio en el recinto va aminorándose lentamente, y los cánticos alegres van siendo reemplazados por caras lúgubres, desahogos y penas...y alguna que otra riña inminente por pesares de borrachos. 

En un revitalizante despertar, y luego de dos regurgitaciones seguidas, una tras otra, Einar recupera su compostura, sintiéndose mejor que nunca y recordando solo los bailes y poemas que intercambió con enanos y halflings. 

Con el grupo nuevamente entero y reunidos en una mesa, muy pequeña para contenerlos a todos, comienzan a pensar en su misión, y en como irán a proceder con la misma. 

Me acerco al tabernero de forma un tanto tambaleante.

Una pinta tibia por favor, sino me equivoco los amigos de ayer dejaron todo pagado ¿Verdad?.

Esperaba una voz afirmativa por parte del tabernero que le quitase un problema de encima, bueno, al menos uno de los dos que tenía ahora mismo.

¿Qué tal la noche señores y señoras? Me dirijo con voz ronca al grupo y me siento para ponerme al día. Bebo un trago largo y echo un eructo contenido con mi mano.

Nada mejor para la resaca que una cerveza tibia. ¿Qué pasó ayer al final, conseguimos el trabajo? 

Deberíamos partir cuanto antes, antes que se filtre más la información. Después de todo no me fio mucho ese hombre, en el peor de los casos recuerdo su olor podre intentar encontrarlo y devorarlo.

Se me ve un poco salivar y feliz con la idea, se nota que me estoy volviendo a dejar llevar por mi parte animal más que humana. Después de un rato paro y vuelvo a la realidad.

Ah, perdón me deje llevar.

Me limpio la saliva de la comisura de los labios.

¿Que decís partimos ya?

Desperezandose, Krig estira los brazos y bosteza.

- No tendría problema en salir ahora mismo.- Dice mientras se acomoda en el asiento, de modo que no estén tan apretados al estar todos en una mesa de tal tamaño.

- Aún así, no veo por qué desconfiar de él, se veía como...- Mira al techo buscando una definición apropiada. - como un anciano cualquiera que debe de saber bastantes cosas interesantes- Luego de hablar sonríe despreocupadamente.

Una noche tranquila. Daronna tendría que agradecer luego el milagro de un colchón y un par de sábanas, por ahora la mañana despuntaba y ya podía escuchar a sus compañeros impacientes por entregar la dichosa caja-del-bien cuanto antes. La armadura rechinó ligeramente a medida que la paladín se desperezaba. No recordaba haber estado tan cansada pero si se quedó dormida con la armadura puesta, pues.. bien recibida estaba la siesta.

Antes de bajar, desde uno de los packs de viaje, Daronna comenzó a engrasar su armadura mientras tarareaba una vieja canción del convento. La grasa y aceite que mantenía las piezas de metal en su lugar, fuertes y móviles para el combate, le traía felicidad y recuerdos del pasado. A medida que la canción subía y bajaba tímidamente, sus manos hacían un trabajo hábil en los distintos pliegues, un trabajo de memoria que había tomado años en aprender y entender.

Bastaron unos minutos para terminar las preparaciones, asegurar las correas de su escudo y el filo de su arma. La armadura, luciendo todo lo bien que se podría haber logrado tan lejos de casa, volvió lentamente a su lugar; encerrando a la paladín en su pequeña fortaleza nuevamente. La seguridad volvió a ella.

-Era hora

-Daronna sabe que se equivoco, verdad?

-NO TENEMOS TIEMPO PARA DORMIR

-No es lo suficientemente fuerte acaso? qué seguirá?

-No podrá lograrlo

Las diosas, por otra parte, no parecían felices respecto a pasar una noche durmiendo en paz sin orar. Con cuidado de no dejar ver la pelea interna y el regaño que las Hermanas le propinaban dentro de su cabeza, Daronna bajó las escaleras. Al ver a un grupo de sus amigos reunidos se dirigió hacia ellos. Posó la mano sobre el hombro de Einar a  modo de saludo y reclinó la cabeza hacía el druida, el yelmo hizo un pequeño sonido amistoso y que se confundió con su voz somñolienta que decía: buenos días... qué tal durmió?

Sin esperar respuesta, la paladín agregó:

Voy al río, regreso enseguida -dirigiéndose a la puerta con sus armas a la espalda.

Con el pequeño cofre en las manos de Farrah y el grupo completo y con una misión a cuestas, se disponen a salir de la taberna y volver hacia las calles de la ciudad.