Partida Rol por web

Vaya que esto fue gracioso.

Piensa mientras observa como la Paladina empieza a defender al bardo quien acaba de generar todo un disturbio a causa de su talento musical. En cierto modo, ese escenario acaba de hacer buena parte de su día porque las turbas iracundas siempre empeoran situaciones que pueden ser completamente nimias.

Bien...creo que este local es el indicando

Divisando al druida y a la exploradora, cayendo en cuenta que hace tiempo al parecer no los ha visto como a muchos de ellos. Ahora comenzando a enfocarse en las posibilidades que pueden desarrollarse en la taberna de encontrar trabajo y así financiar los ingresos a disponer para beneficencia de la congregación.

Veamos que trabajo encontramos.

Piensa mientras mantiene una distancia de tres pasos de distancia de Farrah y Alator, siempre buscando ver todo desde la altura.

-Dile...

-No entenderá, nadie entendería...sabes que ellos no creen como tu lo haces

-Él puede que si

-No lo hará, se irá como todos...rápido! responde algo

-Algo ahora! empezará a sospechar... te mirará igual que te miraron tus hermanas...

-Abre la boca, es descortés no dar una respuesta

-No puedes ser descortés, recuerda quién eres... qué eres...

-Si tan solo entendiera

-qué espera?

-No lo sé, ella siempre parece esperar algo

Las diosas no siempre estaban de acuerdo dentro de la cabeza de Daronna. A pesar de ser hermanas, muchas veces discutían respecto a cómo la paladín debía llevar su carga. Ninguna de ellas dudaba de la mujer o de su destino... a veces eso hacía que ella misma creyera en que podría hacerlo llegado el momento. Pero otras, como ahora, el ruido de sus sagradas palabras parecía rebotar contra el yelmo y devolverle mil ecos de sus divinos designios y pedidos.

-No... solo que no me acostumbro a... la plaza? Algo anda mal, las diosas hermanas no parecen a gusto aquí -dijo en un hilo de voz mientras esbozaba una sonrisa que sabía que el bardo no vería por causa del yelmo aún puesto sobre su cabeza- a mi me gustó tu canción, con barro y todo
 

Miro a mis compañeros, que están conmigo en la puerta de la taberna.

Deberiamos entrar de una vez, ese hombre parecía querrer algo de nosotros, y lo mas probable es que sea trabajo.

Me adentro en la taberna.

Gracias Daronna Tarmikus, eres muy amable, hacía ya varios meses atrás había conocido a la paladina y pese a que algo no andaba bien del todo en su cabecita siempre había sido amable con él y siempre había tenido palabras agradables para el joven bardo, de hecho él ya la consideraba como una hermana mayor, una hermana protectora, cariñosa, amiga y compañera, es más, si algún día ella lo necesitaba él sin ninguna duda estaría allí, de eso no había ninguna duda.

Vamos a la taberna, quizás podamos encontrar allí algún trabajo y poder dormir en una cama para variar. Espero que los demás se hayan adelantado para lo mismo .

Han llegado todos a la taberna "La pinta amigable". El joven guerrero Krig ha quedado por el camino, teniendo otros deberes con los que cumplir. Así es la vida de quien quiere llegar a ocupar los tan ansiados puestos en la guardia imperial. 

Una vez mas pueden contemplar lo variada que es la población de Sirena. Dentro del lugar hay rincones con gente de bien, vestida con finas telas y bebiendo y comiendo en abundancia, y en otras aristas se ven mesas con mayores modestias y menores agasajos. 

Medianos comparten jarrones con enanos, mientras entonan canciones festivas sobre el equinoccio. Un par de elfos discuten con algunos humanos en túnicas, mientras comparten un tibio vino oscuro. El lugar, como la plaza, está lleno. 

Al fondo de todo, casi en dirección al patio trasero, hay una última mesa, donde se sienta impaciente un anciano. Viste una roja túnica, sin capucha y con botones marrones, sus blancos cabellos cubren los costados de su cabeza, dejando la cima vacía, y sus claros ojos celestes hacen contacto con los de cada uno de ustedes. 

El hombre sonríe, y gesticula: "Vengan, vengan!"

Vamos no hay mucho que perder pero si mucho que ganar.

Me voy acercando al hombre pero me mantengo en guardia, me da muy mala espina esa mesa al lado del patio trasero.

En cuanto llego a su mesa, me siento en uno de los taburetes.

Buen día, ¿me pregunto para que nos has hecho señas?

Me acerco a los medianos y enanos mientras entonan canciones festivas sobre el equinoccio y me uno con el laúd, me pongo con ellos pero estando pendiente de mis compañeros y su encuentro con el misterioso hombre de la túnica roja. Pongo el gorro en mitad de la mesa y sonrío a los representantes de las dos razas, comienzo a tocar el laúd intentando seguir el ritmo de las canciones e intentando inspirar y alegrar con el ritmo a los asistentes de la taberna.

Sorprendido por la reacción del público a la interpretación de su compañero, Krig se detiene un momento, levanta las cejas y mira atento como Daronna corre a socorrerlo. Al ver esto, comienza a caminar nuevamente en dirección a la taberna, esta vez con un paso un poco más rápido, mientras mueve levemente la cabeza a forma de negación para si mismo. "¿Como una simple canción puede salirse tanto de control?".

Una vez logra entrar a la taberna, el elfo tantea su saco de dinero, si bien siente algo, no recuerda si son monedas o algunas de las pequeñas piezas de metal de su armadura que cayeron en su momento y él recogió por si las dudas. Busca un asiento junto a sus compañeros y dando una leve sonrisa les habla. - Lamentablemente esta vez no podré invitar la primer ronda de bebidas.-

Clásico...jolgorio del cual puedo alimentarme y volver cenizas

Piensa de buena gana mientras observa detenidamente el lugar, esa expresividad de mundo donde el bullicio de la música, el cotilleo además de mesas golpeadas por una que otra trifulca resulta dar un aire de familiaridad que lo hace en cierto modo acogedor como es todo lugar de trabajo y obtención de información. Se mantiene cerca de Alator y Farrah  con esa sonrisa seductora que va dedicando a cada uno de varones de aquella taberna

¿ Cuantos se verán guapos completamente rígidos?

Es una idea que cruza su mente al pensar que una conversación interesante con cada uno de ellos solo puede darse en tanto todos se encuentren muertos. Repasando con los dedos de la mano derecha su bastón de combate como si marcara el ritmo seductor de su andar.

Los sigue hasta llegar a una mesa y  toma asiento en uno de los taburetes, permitiendo como toda arducia femenina que quien aspira a ser líder parezca serlo realmente. Escucha el comentario de Krig a quien dedica una sonrisa coqueta que contrasta con su mirada un tanto ausente, apagada como si estuviera en otro lugar.

-Podreís intentarlo...siempre estoy encantada de compartir un poco de vino con vos-.

Dice en ese tono seductor que posee un aire oriental, perteneciente al desierto.  Volviendo a mirar de reojo a quien acaba de invocarlos a aquella reunión.

Continúa en la Escena 3 - La pinta alegre.