Partida Rol por web

El segundo advenimiento

Calles de Buenos Aires [Partida]

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03/08/2011, 23:23
Director

Las calles de la ciudad, anteriormente pobladas por miles de personas ocupadas de sus quehaceres diarios se encuentran hoy colmadas de extraños entes. Nadie sabe que buscan, nadie sabe por que matan, pero de una u otra manera todos aprendieron a temerles y esconderse de ellos

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03/08/2011, 23:24
Director

Viernes 5 de Agosto de 2010
Microcentro, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
10:12 hs.

Los Maestros tenían sus planes, y por eso habían contactado con Coldbrige, ellos buscaban la que sus huestes ingresaran masiva y globalmente al plano de los hombres para hacerse con el. Antaño habrían seducido a algún poderoso mago para que lo hiciera o habrían adiestrado a alguien que tuviese el potencial para hacerlo. Pero hoy día pocos eran los hombres con la capacidad de lograr la apertura de los portales, sin embargo el hombre se había encargado de crear una nueva magia, una magia poderosa, una magia que podría lograr su cometido. La llamaban ciencia, tecnología y quien dominaba su escena desde las sombras era Lucius Coldbrige.
Coldbrige atendió el llamado de lo Maestros, siguió sus enseñanzas y adquirió más poder, por consejos de ellos contrató a Sinjio Madare, una brillante mente que, de una manera u otra, sería responsable de la catástrofe que se aproximaba.
A mediados del año 2005 Coldbridge, sabedor de lo que sucedería en el futuro decidió hacer sus propios planes, solicitó la modificación de algunas de las invenciones de Madare y estableció una base en la Antártica en lo que llamó proyecto Ostium. La base resultaba hermética, nadie entraba o salía sin permiso y muchas de las grandes mentes fueron compradas para trabajar allí. Qué ocurría allí exactamente nadie lo sabía, pero quizás aquel lugar se convertiría en el más seguro en los próximos seis años.
Para comienzos de 2010 se había alcanzado la tecnología que los maestros necesitaban y luego de una extensa meditación se designo el jueves 5 como el día “D”. Aquel día los casi ciento cincuenta reactores que habían sido modificados por la corporación Raytheon estallaron a la vez. Ese era el plan, por supuesto, sin embargo la súbita energía generada en cada una de las explosiones sería capturada y redirigida para abrir en cada uno de ellos un portal.

Pedro Gonzalez, un nombre común para una persona que poco tenía de común, se hallaba de vacaciones en Buenos Aires, Argentina. Pese a que su padre era argentino y su madre francesa Pedro había nacido en España, lugar en el que el matrimonio residía hacia ya varios años. Se encontraban visitando a la rama argentina de la familia y el día 5 de agosto alrededor de las diez de la mañana viajaban en subte rumbo al microcentro porteño. De repente todo se obscureció cuando desapareció la corriente eléctrica. En el mismo momento, sobre la superfice, el reactor RA-1 dejaba de emitir el pulso electromagnético y concentraba la energía en un ingenioso aparato. Una especie de agujero pareció formarse de un instante a otro y luego un extraño brillo azul pareció manar de él. Aquella extraña luminiscencia, pese a existir, era imperceptible para la mayoría de los ojos humanos, sólo algunos, como Pedro, dotados de un espíritu poco común para la época eran capaces de percibirlo.
El brillo invisible formado por las millares de almas que los Maestros habían reclutado para sus ejércitos avanzaron a tropel sobre la tierra. Sus cuchillos y espadas cercenaban el alma de los hombres y los cuerpos, vacíos, caían inertes al piso.

No hubo luz de emergencia que seguir, ni tampoco notificación alguna recibida por los parlantes. Con desesperación la gente comenzó a moverse en la obscuridad, algunos intentaron iluminar su camino con teléfonos móviles, sin embargo ahora estos no eran más que un conjunto inútil de plástico y metal, desordenada, preocupada y asustada la gente forzaba puertas, rompía ventanas e intentaba salir de aquel lugar sin saber el destino que les aguardaba.
Pedro y sus padres lograron avanzar atropellados hasta la superficie, allí también reinaba el desconcierto, todo equipo que llevase algo electrónico parecía haber dejado de funcionar. Podían verse automóviles estrellados unos contra otros o contra las paredes de algunas edificaciones, en las tiendas de electrodomésticos los televisores dejaron de emitir imágenes, los equipos de audio se silenciaron de inmediato y las computadores se apagaron al mismo tiempo.

Job había muerto hace mucho, muchísimo tiempo. Había llegado al páramo luego de escuchar aquella extraña canción sobre la niebla y había conocido allí a la Dama. Se había unido a sus fuerzas y la había seguido sin cuestionamientos en todos y cada uno de los cometidos que esta le había encargado. Ahora sin embargo dudaba, le había pedido que desertara, que se uniera a las filas enemigas, que lograra hacerse un lugar entre ellos, que fuera tan vil y malvado como ellos sin perder su bondad y que cumpliera con todas y cada una de las misiones que le encomendaran.
Como siempre Job escuchó y aceptó, fue responsable de las muertes de muchos de los que antes había llamado amigos, sus acciones habían debilitado al ejercito de Muriel significativamente, se había vuelto malvado y vil, pero no sabía si había logrado conservar su bondad. Hoy sus tropas se alistaban para tomar por asalto el mundo de los hombres, aquellos seres débiles y despreciables inmerecedores de los placeres que su mundo les propiciaba. Ansiosos sus guerreros esperaban la apertura del portal y cuando este se formó miraron a su líder a la espera de la orden que les permitiera obtener el premio tan anhelado.
Job bajó su espada, gritó y corrió hacia el portal y justo cuando estaba por atravesarlo, cuando sus tropas ya sólo tenían ojos para lo que había del otro lado, la dama apareció delante de él y le habló. Entonces comprendió que no había perdido su bondad pues esta se medía en altruismo y, en definitiva, todo lo que hizo, todas las muertes y pérdidas que provocó, toda la vileza que consiguió no tuvo otra intención que la de ayudar a los suyos. Con lagrimas en los ojos atravesó la puerta a sabiendas de que su destino lo esperaba del otro lado.
Se movió rápido, atento, debía encontrar alguien a quien unirse, un humano al que transmitirle su sabiduría, sus habilidades y destrezas, una persona especial a la que reconocería al verla. La sorpresa lo invadió cuando detectó el espíritu del cachorro que corría junto a sus padres mientras miles de hombres caían muertos súbitamente al piso producto de los cortes que realizaban sus compañeros, sin dudarlo atacó a quines intentaban llegar al chico y luego, sin saber exactamente como, se unió a él.

Pedro veía horrorizado cómo la gente comenzaba a caer a su alrededor, primero pensó que se habían desmayado, pero luego tuvo la total certeza de que se hallaban muertos, no supo como, pero entendió aquella realidad y ya nada pudo convencerlo de lo contrario.
Un tirón en su mano izquierda le hizo volver la cabeza, su madre había caído como el resto de las personas, luego lo hizo su padre y, finalmente él.
Abrió los ojos un tiempo después, nunca supo exactamente cuanto sólo para observar la miríada de cuerpos inertes que lo rodeaban, algo en su interior lo instaba a alejarse de allí, a buscar refugio e instintivamente comprendió que poseía extrañas y nuevas habilidades y conocimientos. Aquello lo confundía pero sabía que no era aquel el mejor momento para reflexionar sobre lo que sucedía a su alrededor, sentía miedo y una urgencia por correr y ponerse a salvo de aquel ejército durmiente.

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06/08/2011, 06:57
supertrueno

Viernes 5 de Agosto de 2010
Microcentro, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
10:12 hs.

Habíamos ido de vacaciones a Argentina. el trayecto de avión de España hasta Argentina fue largo, aproximadamente unas 12 horas, una vez aterrizó el avión nos fuimos a la casa de mi tía, allí saludamos a los familiares por parte de padre, una gran alegría, ya que no nos veíamos desde que yo tenía 7 años. Pasado ya varios días, yo y mis padres nos íbamos al cine, decidimos tomar el subte, una especie de tren subterráneo, estaba muy emocionado ya que nunca había visto un subte, lo malo era que íbamos todos muy apretados, apenas había espacio y en cada parada entraba mas gente, hasta que ya en la parada donde nosotros nos bajaríamos y esperando a que se abran las puertas todo se volvió negro, la gente se empezó a poner nerviosa y a arremeter contra las ventanas y puertas del subte, mi padre, mi madre y yo, nos abrazamos muy fuerte, hasta que por fin rompieron las ventanas y puertas, todos empezaron a empujarse como bestias, mi padre consiguió un espacio para salir, instantáneamente la agarro a mi madre del brazo y ella a mí, corrimos como pudimos hasta la superficie, hasta que salimos. Una vez a fuera yo pude observar un gran agujero a uno de los costados de la salida del subte, el agujero empezó a emanar una especie de luz azul, después de eso la gente empezó a caer y a caer, en cuestión de segundos ya quedábamos muy pocos en pie, una parte de mi me decía que estaban muertos, pero deseaba que eso fuera mentira, de repente sentí un tirón en mi brazo izquierdo y después en el derecho, cuando me gire, vi a mis padres tirados en el suelo, mientras se me caían las lagrimas dejé salir dos palabras - ¡¡Mama , Pa..!! - luego caí.

Abrí los ojos, instintivamente me giré a mi lado izquierdo y luego al derecho, de mis ojos empezaron a caer muchas lagrimas, unos segundos mas tarde dejé de llorar, algo en mí había cambiado, algo me decía que corra, que huya, que me esconda para ponerme a salvo. Empecé a escuchar un ruido de una casa cercana, un ruido que me resultaba familiar, era un ladrido, uno grave, me acerque a la casa con cuidado de no pisar ningún cuerpo por el camino, salté la valla del jardín, para mi suerte la puerta de la casa estaba abierta, me adentre en y pude observar a una persona tirada en el suelo junto a un perro, era un american pitbull terrier, tenían el cuerpo de color negro, el pecho era blanco junto con el final de las patas y la cola. En el momento de verlo pude notar lo que sentía, pude llegar a notar su tristeza , enseguida supuse que fue por la perdida del humano, sentía una gran pena por el animal, así que me dirigí hacía él con la mano extendida muy despacio y con cuidado, cuando llegue a tocar su cabeza le acaricie, en ese mismo instante una parte de mi volvía a decirme que me ponga a salvo, que huya, enseguida se me vino una idea a la mente, tenía que conseguir una mochila. Empece a revolver cada rincón de la casa hasta que al fin encontré una mochila, después busque lo que sería una cocina, la encontré, abrí la nevera y agarre 3 paquetes de leche y 3 botellas de agua de 2 litros, después abrí los cajones que habían justo al lado, para mi suerte había 6 latas de comida de perro y 4 latas de comida instantánea de arroz y otras 4 de fideos, las agarre y las guarde en la mochila que ya pesaba bastante y parecía que no cabía nada más, me acerque hacía el perro y estando completamente seguro de que no me entendería le dije - mira ahora estamos tu y yo solos, creo que ya nadie en todo el microcentro e incluso en argentina esta vivo, así que tendríamos que permanecer juntos, ¿como es tu nombre?- y sin esperar respuesta pude ver como en su cuello había una chapa con el nombre "Shadow" - Gua, bonito nombre, bueno Shadow, ahora sígueme- tras mencionar su nombre el perro se pego a mí y nos dispusimos a irnos. No sabía si me había vuelto loco, lo mas probable es que hubiese estado hablando con el perro solo para intercambiar palabras con alguien, y así no estar llorando a cada rato por la muerte de mis padres y por la idea de estar solo, aunque no tan solo, tenía a Shadow. Una vez haber abandonado la casa y haber dejado a atrás a mis padres no tenía ni idea de que hacer, así que me dispuse a solo caminar hacía delante con mi amigo Shadow al lado para intentar buscar a alguien vivo, y de mientras pensar sobre lo que hacer, y lo que había pasado hoy conmigo, algo que me había cambiado, y sobre lo de que hacer ya tenía algo pensado: al medio día pararía de caminar y me sentaría a comer una de esas latas instanstaneas ,después le daría de comer y beber al perro, y de paso también bebería yo, a la noche buscaría alguna casa me metería en ella y me acostaría en la bañera con la puerta del baño trancada y una vez ahí beber y comer ambos. Yo pensaba que era un plan genial, o no tan genial después de todo.

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10/08/2011, 21:07
Director

Viernes 5 de Agosto de 2010
Microcentro, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
09:00 hs.

Algo extraño había pasado con su mente antes de desmayarse. Había visto agujeros allí donde no los había, quizás había sufrido alguna especie de alucinación, quizás todavía la estuviese viviendo. Si, seguramente le había pasado algo y ahora se encontraba durmiendo, soñando o alucinando. Recordaba que alguna vez su madre habló acerca de esto de las alucinaciones, había dicho que una fiebre muy alta podría provocarlas, deseó que fuera ello e inconcientemente enmascaró la realidad y comenzó a vivirla como si de un sueño fantástico se tratase. Miles de películas alimentaban su imaginación, recordaba a Will Smith en aquel taquillero film “Soy leyenda”. En él su personaje era el único superviviente de una especie de brote vírico que diezmaba a la población mundial y la convertía en vampiros, el hombre se protegía pasando la noche metido en una bañera junto a su perro en una casa protegida. El carecía de aquel lugar y no sabía a ciencia cierta si la gente que había muerto, sus padres entre ellos se levantarían después de muertos como vampiros.

La posesión era algo más común de lo que la gente sospechaba, espíritus de diversas índoles, buenos o malos desde la óptica humana, se hacían momentáneamente dueños de los cuerpos y los usaban para su conveniencia. Generalmente estas intervenían sutilmente, “aconsejando”, “hablando” en la mente de los hombres. Otras formas más abusivas de posesión doblegaban la voluntad de su víctima encerrándola en si misma y permitiéndole a la entidad posesiva controlar el cuerpo físico, sin embargo lo que había sucedido allí, en Buenos Aires y en otras cientos de ciudades alrededor del mundo, no tenía precedencia sino miles de años atrás cuando la mayor de Las Hermanas había centrado su atención en el mundo de los hombres. Al igual que ahora, en aquella oportunidad, los oriundos de Preta habían usado a un hombre para lograr la apertura del portal

Pedro caminó y comió como había previsto, no sabía exactamente hacia donde iba, desconocía el lugar y, salvo por algunos pasos lejanos a los que no fue capaz de localizar, no tuvo señales de nadie con vida. Cientos, miles eran los cuerpos que había visto mientras avanzaba. Hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, niños e incluso bebés habían caído inertes en el suelo. Shadow se mantuvo a su lado, presa todavía de aquella tristeza pero un poco más animado al recibir el afecto de Pedro. Al atardecer comenzó a buscar una casa donde pasar la noche, sin embargo la tarea era más difícil de lo que parecía, la mayoría de las puertas se hallaban cerradas con llave, las ventanas tenían rejas que las cubrían y en las pocas que logró encontrar halló cuerpos en el interior y puertas de baño que, pese a tener cerradura carecían de llave. Parecía que su idea sería difícil de concretar y justo cuando estaba a punto de rendirse dio con algo bastante cercano a lo que buscaba. El lugar era un edificio de oficinas, la construcción era antigua y había sido remodelada, en el quinto piso del lugar halló una puerta abierta que lo comunicó con un imponente despacho, posiblemente su ocupante fuese el hombre vestido de traje y algo rechoncho que yacía muerto cerca de la entrada. Fue en aquel despacho en el que encontró un baño privado con esas puertas que permitían cerrarse desde adentro girando una perilla, la puerta de la oficina poseía el mismo mecanismo. Si bien aquel lugar no desbordaba seguridad era lo mejor que había encontrado y, con la inminente llegada de la noche y el miedo cerniéndose sobre su alma, las posibilidades de encontrar un lugar mejor se hacían cada vez más escasas.

Job se había sumergido en el cuerpo de aquel niño que brillaba como un faro en la más obscuras de las noches. Había otros como el pequeño, dispersos, lejanos, quizás la Dama había dispuesto otros protectores, porque después de todo por fin había comprendido su papel, su verdadera misión. El dragón había muerto hacía muchísimo tiempo y había decidido no volver al mundo de los vivos para ayudar a Muriel. Fracasaron en su intento por controlar las tierras del páramo, la Dama había intentado detener allí a las tropas del enemigo antes de que estos tuvieran la posibilidad de abrir las puertas. Pero las bestias habían hallado otra forma y sus ejércitos, cada vez más numerosos, sobrepasaban las fuerzas de la Dama.
Había hecho todo por ella y por su causa, había rechazado la reencarnación, pasado a las filas de sus enemigos y atacado con ferocidad a los suyos, había manchado su nombre, su prestigio e incluso había perdido amigos que ahora lo observaban con desprecio y todo aquello, comprendió, había sido para dar con el chiquillo. La Dama le pedía mucho, debía entregar su esencia al pequeño, dotarlo con su fuerza y su poder. La idea no era mala si no fuese porque conllevaba su extinción, su desaparición.

Pedro, agotado físicamente, encontraba difícil conciliar el sueño. Comenzaba a comprender, poco a poco, que aquello no era un sueño y que, por ende, sus padres habían muerto. La noche avanzaba y el, en lugar de dormir se mantenía atento, vigilante abrazado a Shadow en el interior de la bañera.
El perro se removió, olfateó el aire nocturno y se acercó a la puerta inquieto, Pedro fue capaz de comprender lo que le sucedía al animal, tenía miedo y algo lo inquietaba. Shadow gruñó pero Pedro lo sujetó entre sus brazos intentando calmarlo y así evito que el animal se inquietara algún más.
Ruidos, apagados por las puertas que aislaban el baño poblaron los oídos de Pedro, algo o alguien se movía allá afuera, quiso abrir y hablar con el superviviente pero algo en su interior lo detuvo y le indico que no era prudente.
El sueño lo alcanzó cercana la media noche, lo sonidos se habían multiplicado pero se oían lejanos, parecían provenir de la calle y llegaban por la pequeña ventana que se hallaba en la parte superior de la pared. Se durmió pensando en ellos y soñó, esta vez de verdad, con un mundo extraño poblado de criaturas místicas y mágicas.
Despertó entrada la mañana y tardó en comprender la realidad que lo rodeaba, desayunó una de sus comidas, alimentó a Shadow y abrió la puerta del baño con suavidad, luego avanzó lentamente hacia la segunda puerta cerrada, la de la oficina y la abrió con lentitud. El lugar donde se hallaba el hombre tirado la noche anterior era ahora un espacio vacío.

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19/08/2011, 23:15
Director

Sábado 6 de Agosto de 2010
Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, Argentina
11:09 hs.

Pedro despertó y reuniendo todo el valor del que fue posible hacer acopio abrió lentamente la puerta que comunicaba con el distribuidor donde se hallaba el hombre muerto. Le costó un segundo percibirlo a causa del temor y se quedó completamente quieto cuando descubrió que el cuerpo ya no estaba allí.
Con Shadow cercano a él caminó, descendió las escaleras y salió al exterior.
Todo estaba increíblemente desierto y silencioso, la brisa levantó lo papeles que ocupaban las calles, la soledad se transformó entonces en una entidad palpable. Se sintió perdido, desesperanzado y fue entonces cuando aquella pulsión por dirigirse hacia el sur comenzó a latir de nuevo en su interior. Se puso en marcha y llamó al perro para que le siguiera caminó hasta que halló una bicicleta y entonces pedaleó. De repente Shadow alzó las oreja y Pedro pudo percibir el rugido de un motor que se acercaba en lo que podría ser una de las calles paralelas a la que transitaba. Temeroso dejó la bicicleta, tomó a Shadow entre sus brazos y buscó un lugar donde esconderse hasta que el sonido del motor se perdió en la lejanía. Volvió a pedalear lamentándose por lo que ahora consideraba una oportunidad perdida, oportunidad para encontrar otros como él, aunque no terminaba de entender lo que eso significara.
Nada, ni un solo ser vivo además de Shadow cruzó su camino, no había gatos, perros, pájaros y mucho menos personas. Su miedo comenzaba a crecer a volverse incontrolable. De repente delante apareció la subida a un autopista, decidió que sería más prudente transitar por el lateral de esta, pasó por la puerta de lo que reconoció como canal 13 y siguió hasta llegar a una extensa plaza. A su izquierda se alzaba una iglesia, delante, atravesando toda la plaza, una enorme construcción, la estación de trenes de Constitución.
Avanzó hacia ella desconociendo lo que era, cruzó la plaza con velocidad pues se sintió desprotegido en ella, Shadow se detuvo un segundo en una rejilla pero continuó tras Pedro pues este había acelerado el paso.
Ingresó a la estación por una puerta amplia, a su derecha un almacén, a su izquierda una carnicería, tenía suficiente comida así que no se preocupó por buscar más, ahora su mente intentaba hallar un celular, un teléfono móvil que le permitiera comunicarse con su familia. Una parte de él, la optimista, le decía que su madre y su padre se había despertado como hizo él y podrían estar buscándolo, pero algo en él le decía que debía moverse, que sus padres estaban muertos como el resto de las personas, pero... si era así ¿Dónde estaban todos?
Llegó a unas escaleras que descendían y vio que allí, abajo había locales y que uno de ellos era de telefonía celular, dejó a la bicicleta en el suelo y bajó con Shadow buscó un teléfono, le colocó un chip, la batería y presionó el botón de encendido. Nada, el teléfono estaba muerto, probó con un segundo, un tercero y un cuarto ante de comprender que ninguno funcionaría. De repente Shadow salió corriendo, los pelos erizados, las orejas alzadas y los colmillos asomados en una mueca aterradoramente feroz. Comenzó a ladrar a la obscuridad mientras avanzaba, Pedro lo siguió, sus ojos no fueron capaces de percibir nada pero un grito que llegó desde la superficie le hizo tomar al perro y salir de allí a toda velocidad. Volvió a escuchar el grito una vez más antes de poder alcanzar la calle. Al comienzo no vio a nadie, pero luego, al mirar hacia la plaza pudo ver a una niña correr en su dirección. La interceptó y procuró hablar con ella, descubrió que se llamaba Jessica y que, como él había perdido a sus padres. Caminaron juntos hacia el autopista, encontraron allí muchos vehículos abandonados, otros que habían chocado e incluso uno que había roto el barandal del costado derecho para terminar cayendo al riachuelo mal oliente y contaminado que pasaba debajo.
Llegaron a un gran supermercado Carrefour y se acercaron para entrar a conseguir algunas otras cosas. Shadow se tensó nuevamente y comenzó a ladrar mirando hacia el interior. Pedró no lo pensó dos veces, colocó al animal en el interior del carro que habían tomado y salió corriendo llevando a la rastra Jessica.
Anduvieron por horas, pronto anochecería y era necesario encontrar un refugio. Con cuidado ingresaron a un local, una ferretería. Estaba obscura en el interior, sobre el mostrador se alzaba una reja que iba hasta el techo y al final de este pudo ver una puerta, también de rejas, que permitía el ingreso a la trastienda del local. Pedro se acercó a inspeccionarla intentando ver si estaba abierta, se distrajo y de repente, sin saber de donde un par de brazos aparecieron en su campo visual. Se echó hacia atrás justo a tiempo para evitar que las manos lo aferrasen y la cara que vio tras los barrotes lo inundó de pavor.
Salió corriendo asustado a más no poder, Jessica lo siguió. Ambos estaban asustados, la cara del hombre, si es que podía llamárselo así no era normal, tenía pronunciadas ojeras negras, su piel parecía opaca y algo grisácea, sus ojos transmitían una sensación escalofriante y sobre ellos una protuberancia antinatural abultaba la frente.
Gritando y casi llorando los niños no sabían muy bien que hacer, de repente una puerta cercana se abrió y una mujer con una pistola en la mano se asomó y le hizo señas para que la siguieran.

-Me llamo Ivana- se presentó luego de guiarlos al interior de su departamento que quedaba al final de un obscuro pasillo. –Ella es Ana, mi madre- anunció señalando a la mujer que se acercaba desde lo que debía ser la cocina con una olla en la mano.

Todo fue sumiéndose lentamente en la obscuridad y con ella llegaron nuevamente los ruidos, los pies rozando incansables las veredas, lo gemidos y los golpes... Golpes en el pasillo, en las puertas de los apartamentos. Pedro miró por la ventana y pudo ver cientos, miles de aquella criaturas caminando con torpeza y lentitud.
Por fin el sueño llegó implacable y arrasó con la conciencia de Pedro.
A la mañana siguiente Ivana había dispuesto que era hora de abandonar aquel lugar, insistía en que no era seguro y que era cuestión de tiempo antes de que las criaturas invadieran el lugar.
Se asomaron por las ventanas. Todo volvía a estar en calma, tranquilo y silencioso.
Prepararon los víveres que tenían y rápidamente corrieron por el pasillo hacia el vehículo intentando no dejar atrás a la anciana mujer. La primera en salir fue Ivana, abrió el baúl, les hizo señas y todos corrieron a depositar los bártulos con los que cargaban, subieron al vehículo, Ivana dio arranque y abandonaron el lugar.
Habían pasado tan sólo unos minutos cuando debieron detenerse por combustible. Ivana indicó a sus acompañantes que esperasen dentro del vehículo, abrió el baúl y sacó dos bidones que comenzó a cargar de uno de los surtidores.
Los segundos se volvían horas ante la expectativa de que alguna de esas bestias les atacasen. La luz del sol estaba alta en el firmamento y eso tranquilizó un poco a Pedro. El primer bidón y el segundo estaban ya llenos y de vuelta en el maletero, ahora era momento de reponer el combustible gastado en el tanque del vehículo.
Mientras cargaban la nafta algo se movió en el interior de la tienda una silueta se perfiló, Ivana desenfundó su arma y disparó, una segunda figura se acercó a la primer que luego de recibir el impacto comenzaba a levantarse.
Pedro abrió la puerta y su movimiento provocó que el tapón del depósito de combustible cayera al suelo. Ivana retrocedió sin dejar de disparar y ordenó a todos que subieran sin percatarse que las llaves estaban todavía puestas en el obturador caído. Pedro lo vio y se lanzó por él, colocó la tapa en su lugar, extrajo la llave y se las arrojó a Ivana. En completa conmoción la mujer ocupó su lugar, dio arranque y aceleró antes de que Pedro lograse acomodarse, el niño resbaló y cayó por la puerta abierta, su brazo se enganchó con el cinturón de seguridad y fue arrastrado varios metros.
En el interior del vehículo todo eran gritos histéricos. Jessica intentaba avisar que Pedro había caído, Ana nerviosa se sostenía la cabeza e Ivana aullaba desesperada palabras inconexas mientras aceleraba. Un acto reflejo la llevó a mirar por el retrovisor y fue entonces cuando advirtió la ausencia de Pedro y lo que Jessica estaba diciendo.
Frenó y descendió esperando encontrar un niño lastimado al costado del vehículo.
La zarandeada fue fuete y recibió varios golpes, el roce con el asfalto había roto partes de su ropa, sin embargo Pedro no sentía dolor alguno. Cuando el vehículo se detuvo se incorporó y vio la cara anonadada de Ivana que lo miraba con expectación. Pedro se observó a si mismo y se sorprendió tanto como la mujer. Su cuerpo estaba repleto de escamas iridiscentes que le hicieron recordar la piel de los reptiles.

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22/09/2011, 02:55
Director

Sábado 6 de Agosto de 2010
San Vicente, Provincia de Buenos Aires, Argentina
13:39 hs.

Se puso en marcha apenas amaneció y condujo siempre hacia el sur.
La noche anterior había sido extraña, se había ocultado como le recomendase su maestro y había escuchado extraños sonidos, algo se movía fuera. Lo pensó unos segundos y quizás “algo” no era la palabra adecuada. Miles eran las cosas que se movían fuera, pudo escuchar el arrastrar lento de aquellos pies, algunos gemidos, latas cayendo y más y más pasos torpes uno detrás de otro moviéndose con torpeza. Temió, por primera vez en su vida sintió el verdadero y más absoluto terror, se hizo un ovillo sobre sí misma y esperó la llegada del sol.
Por la mañana todo estaba desierto cómo el día anterior, volvió a su vehículo, y avanzó. De repente sintió un flujo de energía extraño. Parecía que alguien obraba un hechizo, sin embargo había algo diferente en aquella energía, algo que no llegaba a comprender. Aceleró y pronto dio alcance a un vehículo, pudo ver que en su interior viajaban dos mujeres, una niña y un niño. Hizo sonar la bocina y les hizo señas para que se aparcaran.
Una vez fuera del vehículo se acercó al grupo, los miró uno a uno y percibió algo extraño en el pequeño.

Luego del episodio que viviese en la gasolinera el pequeño Pedro se mantuvo callado y taciturno, apenas si habló cuando emprendieron nuevamente el viaje. Se hallaba inmerso en sus propios pensamientos intentando averiguar qué había pasado y, sobre todo, cómo había hecho para que sucedan esas extrañas cosas.
Un bocinazo lo devolvió a la realidad, detrás un vehículo se aproximaba, les dio alcance y se puso a la par. En su interior viajaba una mujer hermosa y solitaria, les hizo señas para que frenaran y aparcó delante de ellos. La mujer descendió de su vehículo y se acercó al tiempo que Ivana y Jesica abrían las puertas y descendían.

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23/09/2011, 09:47
supertrueno

Sábado 6 de Agosto de 2010
San Vicente, Provincia de Buenos Aires, Argentina
13:39 hs.

No sabía que me había pasado varías horas antes, mi piel había tomado forma de escamas parecidas a la de los reptiles, no tenía ni idea de porque me había pasado eso, tal vez tenía algo que ver con lo que me pasó con Shadow, ese momento en que podía entenderle y sentir lo mismo que él, o tal vez no. Me había sumido en mis pensamientos y no prestaba atención a mi alrededor, no había hablado desde lo de la gasolinera y siempre miraba a un mismo punto, hasta que un bocinazo me hizo emerger de mis pensamientos, mire hacía atrás y para mi sorpresa había otro coche, se puso a nuestra par y nos hizo señas para aparcar. Una hermosa mujer salió, en ese momento Jesica e Ivana bajaron del coche, a mi me pareció mejor quedarme en el interior, quería observar e intentar escuchar lo que iban a decir.

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23/09/2011, 16:44
supertrueno

Sábado 6 de Agosto de 2010
San Vicente, Provincia de Buenos Aires, Argentina
14:00 hs.

En ese momento se me ocurrió que podría hablar un poco con Ana, creo que no había entablado una conversación con ella nunca, así que para romper el hielo dije no muy inteligentemente -Y bueno, ¿como estas?, quiero decir ¿de donde eres? y ¿como se siente después de esto que esta pasando?.

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25/09/2011, 16:42
Adeleine Brown

Sábado 6 de Agosto de 2010
San Vicente, Provincia de Buenos Aires, Argentina
13:39 hs.

Cuando Adeleine bajo del coche, su rostro, siempre calmado y taciturno detrás de un libro, dibujaba una expresión entre cansada y aterrada, como si hubiera corrido una maratón, pero para alejarse de las criaturas de la oscuridad. Se acercó con calma hacia las dos mujeres que se habían apeado del otro carro, preguntándose en el camino que tanta ayuda o respuestas podría encontrar de aquellas.

- Buenas... - dijo tímidamente. - Me llamo Adeleine, Adeleine Brown. Mucho gusto.

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03/10/2011, 17:06
Director

La mujer que conducía se separó del vehículo y caminó hacia Adeline.

-Buenas. Mi nombre es Ivana, ella es mi madre Ana- dijo señalando a la mujer sentada en el asiento del acompañante que parecía conversar con el niño que iba justo detrás - y ellos son Jesica y Pedro.- añadió refiriéndose a los niños. -¿Tienes alguna idea de que fue lo que sucedió?-

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07/10/2011, 05:45
Adeleine Brown

Sábado 6 de Agosto de 2010
San Vicente, Provincia de Buenos Aires, Argentina
13:40 hs.

Adeleine se sonroja por la pregunta echa por la mujer. ¿Qué responder, si ella ni siquiera sabía lo que estaba pasando? Finalmente, deciéndose a confesarse derrotada en el asunto, negó con la cabeza, elevó los hombros y dijo con pena:

- Yo tampoco sé nada de lo que está pasando. Todo esto es tan raro...

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11/10/2011, 17:40
Director

Sábado 6 de Agosto de 2010
San Vicente, Provincia de Buenos Aires, Argentina
13:41 hs.

La charla con la anciana fue completamente extraña, la mujer balbuceó incoherencias, se deprimió y se alegró en menos de un segundo y dijo cosas realmente extrañas.
Pedro no entendió de que hablaba ella y desvió su atención hacia Ivana y la recién llegada. Estudió a la nueva mujer y esta le generó una especie de repulsión, algo en ella no terminaba de gustarle aunque no podía decir a qué.
Ivana se encogió de hombros ante el comentario de Adeline. –Así parece. Esto es realmente increíble. Nos dirigimos hacia el sur. Si quieres puedes unirte a nosotros- la mujer se veía agotada y saturada aunque sólo hacía poco más de un día que las cosas se habían derrumbado. El cambio había sido muy repentino y Adeline se preguntaba que era lo que estaba sucediendo realmente.

Cargando editor
17/10/2011, 19:11
Adeleine Brown

Sábado 6 de Agosto de 2010
San Vicente, Provincia de Buenos Aires, Argentina
13:42 hs.

Adeleine no estaba muy segura si unir fuerzas con aquella mujer y seguirla hacia el sur, destino que ella compartía. ¿No es que debía viajar sola? Tragó saliva, no muy segura de qué contestar. Por una parte, viajar en conjunto siempre reportaba sus beneficios. Más ojos que vigilar y más gente con la que poder defenderse de los peligros. Pero tampoco estaba muy segura de desobecer las órdenes de su maestro, pero, por cierto, no estaba allí, dejándola sola ante aquéllo que no comprendía, desamparada.

¡Maldita sea! Por una vez que no le hiciera caso no iba a pasar nada, ¿verdad? Ella podría defenderse sola en cualquier caso, o así lo quería creer.

- Está bien, me unire a ustedes. Pero quisiera seguir viajando en mi auto, si no les molesta.

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22/10/2011, 20:40
supertrueno

Sábado 6 de Agosto de 2010
San Vicente, Provincia de Buenos Aires, Argentina
13:43 hs.

La charla con la anciana fue algo rara no dejaba de decir incoherencias, así que me fije en la mujer que había bajado del auto. Aunque era muy bella, algo en ella no encajaba, me daba cierta desconfianza, sabía que tarde o temprano traería problemas. Deseaba que no viniera con nosotros pero tal como están las cosas cuantos mas mejor, aunque ya dice el refrán mejor solo que mal acompañado.