El golpe que Agonar infirió al animal fue suficiente para que éste se alejara y no vuelva a molestar. Debido al encuentro, Laïlath se vio obligada a agudizar al máximo sus sentidos para encontrar el Attanar sin internarse más en el bosque de forma innecesaria. Después de casi una hora de escudriñar, por fin encontraron la hierba que tanto estaban buscando. ____________________________________________________________________________________________
El sol estaba narajando y escondiéndose en el horizonte cuando llegaron de nuevo junto a Errya Rosa unos dos días después de encontrar la última hierba.
—Muchísimas gracias, buena señorita y señor —dijo Errya Rosa, su rostro que era la gratitud encarnada; un sonrisa de oreja a oreja lo demostraba.
Agonar no pudo evitar darse cuenta que ningún adjetivo le precedía cuando Errya se refirió a él, pero no importaba, lo único que quería ahora era irse al Barril Borracho por unos tragos.
FIN DE LA ESCENA