Haces algunas fotos, desde los ángulos que te parecen mejores con tu teléfono móvil. No hay cámara ahora mismo en el quirófano, pero tienes un móvil de última generación, y las fotos son bastante buenas.
Fotografío la mano de la víctima. El tacto del rigor mortis unido a la frialdad de su tez me hacen estremecer por un momento. He visto y tocado cientos de cadáveres, pero este es diferente. Su fragilidad y belleza me abruman.
No observo nada en la garganta de la chica?
No, aunque el "policía" busco allí, no hay nada. Tan solo lo anotado en la palma de la mano.
Tu busca vuelve a pitar. La enfermera vuelve a avisarte de que la policía te espera.
Salgo raudo del quirófano al encuentro de la policía. Aquí se cuece algo...
Si la puerta del quirófano se puede cerrar con llave o algo, lo hago.
No se puede cerrar con llave, pero en un momento le dices a uno de los celadores que cuide de que nadie entre allí sin tu permiso. Le recalcas que es muy importante, y que si alguien le pregunta que hable contigo.
Ahora vas a tener que tener un poco de paciencia, porque vas un poco más rápido que los demás, y vas a cruzarte en breve con alguno, así que voy a meter prisa a los demás, para poder seguir lo antes posible, espero que esta tarde.
No problem. La partida ha empezado muy guay. Estoy a tu disposición colega...
Andando por el pasillo hacia recepción, ves cómo la cotilla de la recpcionista, Clara, te está señalando indicándoles algo a un curenton con cara de duro y coleta, y a una preciosa mujer rubia.
Procuras no mirarles, lo que consigues tras años de practica de ignorar pacientes y familiares para que no te estorben en tu trabajo.
Sin embargo ves que ellos sí te han visto.
Pasa a la escena "El Hospital"
El quirófano siempre ha sido un lugar ideal para pensar. Silencioso y vació cuando no hay necesidad de él. Ahora tendrás unos minutos hasta que se lleven el cuerpo y vengan a limpiar del todo la sala.
Todo lo que ha ocurrido es muy extraño, y no todos los días le apuntan a uno con una pistola, sin embargo, el servicio en urgencias siempre tiene problemas como estos.
Mientras meditas en el día de hoy antes de ir a cambiarte y marchar a casa, te parece escuchar algo en un rincón. Mirando a tu alrededor, te parece que el ruido, tenue y apagado, parece venir de entre varios carritos con instrumental que hay al fondo de la sala.
Me acerco un poco hacia el lugar e intento observar y escuchar. ¿Quienes son los que hablan? ¿Qué hacen aquí? ¿De qué estan hablando?
Acercándote, extrañado de que quede alguien, y más ocultándose, en el quirófano, te acercas hacia dónde oyes el ruido. De cerca, parece más un gemido lastimero que una conversación, y por fin, cuando tropezando con un carrito haces suficiente ruido para hacerte notar, oyes lo que te parece un pequeño grito de terror infantil, seguido por sollozos contenidos.
Entre los carritos sentada abrazándose las rodillas ves a una niña pequeña, de aspecto oriental que te mira con auténtico terror.
Tira descubrir de nuevo
La niña llora, y parece asustada de tí.
Un olor que no puedes identificar, algo dulzón, flota en el aire, es un olor agradable, aunque quizá demasiado intenso.
Bajo la voz y me acuclillo un poco para estar a la altura de la niña. Mi lenguage corporal intenta transmitir tranquilidad y serenidad.
Debe de ser familiar de la víctima, tal vez su hija...
Le digo... Tranquila pequeña, tranquila. No llores. No voy a hacerte nada malo. Estoy de tu parte... No deberías estar aqui preciosa... No llores, todo saldrá bien.
Intento transmitir calma y tranquilidad a la niña, estoy casi convencido de que es su hija...
La niña sorbe ruidosamnete, y con los ojos enrojecidos, pero dejando de llorar, te sonríe debilmente.
- Joan Aymerich. Peligro.
Tranquila pequeña. Tranquila. Explícate con más tranquilidad. Pero es mejor salir de aquí y ponerte a salvo... Quién es esa mujer? La conoces? Es tu mamá? ... Y qué es ese olor?
La niña niega con la cabeza, con cara de incomprensión. Señala a la mujer que yace en la camilla y luego se señala a sí misma. Y tras decir unas palabras en un idioma que no entiendes, pero que te suena a japonés, repite:
- Joan Aymerich. Peligro.
Me acerco muy despacio a la niña. Con gestos de calma. Estoy acuclillado con los ojos a su altura. Me acerco para tocarla e intentar sacerla de allí. Tranquila preciosa, ven conmigo, estarás a salvo...
La niña parece más tranquila y se deja coger de la mano. Durante un momento su mirada se desvía hacia la camilla, y luego vuelve la cabeza ocultándo la cara en tu bata y soltándo otro pequeño sollozo.
Saco a la niña del quirófano, observando detenidamente en el exterior si hay alguien sospechoso, que no sea del personal del hospital o lo que sea. Me dirijo con la niña japonesa a mi despacho. Tranquilamenmte y consolándola en lo que puedo...