La mirada a la niña, es cuando te das cuenta de que ella ya no está. En el teléfono suena una fuerte estática, y después la comunicación se corta.
Ya no hay ese agradable aroma en el ambiente, y la puerta, ni las ventanas, se han abierto.
Al dar un vistazo por la habitación, todavía sin soltar el teléfono, ves que no está por ningún lado.
No puedes evitar que un escalofrío recorra tu espalda mientras cuelgas el teléfono.
No te preocupes por las tiradas, normalmente son para cosas que no os quiero pedir que tireis, o cosas que son necesarias para describir la situación y las tiro en vez de vosotros, son para agilizar. Normalmente, cualquier cosa que haga explícitamente, y no sea un producto de tus emociones, te las dejaré tirar siempre a ti.
Tira cordura. Si la pasas 1d4-1, si la fallas 1d6, de pérdida de ptos de cordura, a partir de ahora, en tiradas de cordura, lo diré 1d4/1d6, o las pérdidas que sean.
Bueno, de momento ¿no he visto nada que me haya hecho perder cordura no? Solo es la sensación...vamos o eso creo yo.
Puff....pierdo 2 de cordura.
Cordura no es sólo que se ve, sino también lo que se lee, lo que se intuye, las emociones muy fuertes relacionadas con algo extraño. Se puede perder cordura por muchísimas cosas. Y perder cordura no implica estar volviéndote loco. Cosas como ver un cadáver destripado, hacen perder cordura, y no es algo paranormal. Un forense tendrá probablemente una cordura baja, aunque una puntuación original bastante alta. Evidentemente, según te acostumbras a las cosas dejas de perder cordura por ellas, a no ser que sean definitivamente antinaturales. La cordura se pierde por algún tipo de shock, leve o agúdo ante algo, y ahora mismo la desaparición de la niña tras su extraña llegada, las llamadas en medio de la noche, el extraño olor que viene y va, todo ello conforma una situación que te hace perder cordura.
Normalmente las pérdidas posibles serían menores, pero tú eres especialista en ciencias ocultas, crees en ello, luego tu mente es más susceptible a creer o sospechar de estas cosas, alguien totalmente escéptico, a lo mejor no hubiera perdido cordura aquí, pero también es verdad que tú te acostumbras más facilmente a las cosas, y ante algo fuera de los límites de la naturaleza, alguien escéptico reaccionará peor que tú.
Está claro entonces. Gracias por la aclaración.
Toni deja escapar un grito ahogado. Demasiado agudo para tratarse de su propia voz. Rápidamente vuelve a coger el teléfono y llama a su mejor amigo, compañero de trabajo en la revista. Su nombre es Carlos Ochoa. Pero Toni le llama Carlitos. Espera impaciente a que su amigo coja el teléfono.
Ya se imagina la contestación de su amigo. ¿Qué haces Toni? ¿Qué horas son estas para llamar? ¿Has roto aguas o qué?
A la vez que espera oír la voz de su amigo echa un vistazo a la habitación y por supuesto, a la puerta, para comprobar que está bien cerrada.
El teléfono al otro lado suena al descolgarse.
Una voz somnolienta responde con un gruñido:
- ¿Sí?¿Quién cojones es a estas horas?
Toni suspira. Suponía que su amigo le iba a dar esa contestación, pero no había tiempo para explicaciones, necesitaba ayuda. Pero no sabía que tipo de ayuda, quizá necesitaba contarle a alguien lo sucedido. Tenía miedo, un miedo irracional pero espantoso. Miedo puro. Como jamás había sentido antes.
Carlitos, soy yo, Toni. Joder lo siento pero me ha pasado una cosa rarísima, no hay tiempo de explicaciones ahora. ¿Tienes coche? Necesito que vengas a recogerme. Te lo explicaré cuando esté lejos de mi casa. Venga rápido.
- Que vaya a recogerte...bien voy para allá, pero que sepas que sacarme de la cama así, cualquier deuda o favor que tuvieramos pendiente, ahora estamos en paz ¿eh?. Tardo 20 minutos.
Carlos confía en ti, y pese a lo extraño, se levantará y vendrá rapidamente a recogerte.
El apartamenteo se te hace pequeño, agobiante, todo parece extraño, y nada es como debería ser. Sólo tienes en tus manos un sobre con una llave y un papel con un número garabateado. Es poco para lo que ocurre.
Toni le da mil gracias a Carlitos y cuelga el teléfono. Suspira aliviado. Carlos, o Carlitos como él le llamaba siempre le había ayudado en sus peores momentos. Fue la única persona que vio las fotos de los supuestos ovnis que Toni fotografió y escuchó su historia sin tomarle por un loco. Un buen amigo.
Rápidamente, Toni va a su habitación y se pone lo primero que encuentra en su desordenado armario. Una camisa amarilla, un pantalón vaquero y un jerséy azul que estaba tirado por el suelo. Vuelve a hechar una ojeada a su apartamento, tan grande cuando lo alquiló, tan pequeño que le parece ahora. Después se empieza a atar los zapatos. Así espera los prometidos 20 minutos de su amigo.
El telefonillo en tu piso suena insistentemente, es Carlitos con el coche abajo.
Bajas las escaleras de tu piso sin ascensor a toda prisa, saltando los últimos escalones de cada tramo, y al llegar a la puerta del portal, ves a Carlitos apoyado en el coche fumando un cigarro.
- Joder Toni, ya era hora. Tanta prisa y bajas las escaleras como una ancianita.
Mientras habla, entra en el coche que había dejado arrancado, y contigo dentro, comienza a alejarse de tu casa.
- Bueno, al menos creo que merezco una explicación por todo este follón que has montado.
Toni espera impaciente a que suene el teléfonillo que indicará la llegada de su amigo. Por fin oye el telefonillo y, ya vestido y calzado, deja la casa a toda prisa sin cerrar con llave la puerta. Lo que haya todavía ahí dentro, si no se ha marchado ya, no le gustará encontrárselo a su vuelta.
Llega a la planta baja saltando los últimos escalones. Abajo está Carlitos, apoyado en el coche y fumando un cigarrillo. Su amigo hace una gracia. Toni se mete en el coche a toda prisa. Todavía nota el acelerado pulso de su corazón. Poco a poco se va reduciendo. Cuando consigue tranquilizarse empieza su relato.
Verás Carlitos, me tienes que creer, esto que me acaba de pasar te parecerá raro pero es real. No lo he soñado. Todo empezó cuando sonó el teléfono en mitad de la noche. Estaba dormido así que no llegué a tiempo a cogerlo. Además, sonó muy poco. Si me despertó el primer timbre solo hubo trés. Bueno, hasta aquí todo normal. Decidí dormirme otra vez pero me vovió a despertar el timbre. Esta vez de la puerta de casa. ¡Joder que susto!...
Toni hace una parada para tomar aliento a la vez que su amigo conduce por las oscuras calles de la ciudad. Siempre le había gustado la ciudad de noche. No hay demasiado tráfico, no hay ruidos de coches, excepto tal vez el de el camión de la basura, y no hay muchos peatones. En general hay mucha tranquilidad.
Ah, sí, entonces sonó el timbre de mi puerta. De nuevo tres veces. Esta vez conseguí llegar a tiempo para abrir. Y ¿qué me encuentro? A una niña. Asiática o por lo menos eso decían sus rasgos...Y estaba llorando, o sollozando. Entre sus manos tiene un sobre grande. Me lo da. Dentro estaba esto.
Toni se echa la mano al bolsillo del pantalón. Donde había guardado el sobre con la llavecita.
Dentro había esto. Una llavecita y un papel que pone Atocha y el número siete. ¿A que se referirá? ¿A la linea 7 o a las 7 de la mañana?
- Esa llave es de una taquilla de la estación, yo las he usado para guardar cosas. Supongo que se referirá al número de taquilla. Pero qué cojones es lo que te asustó tanto.
Carlitos, que no sabe bien dónde conducir, toma dirección a la propia estación, pues es lo único que se le ocurre.
Perdona que me había olvidado totalmente de tu escena.
Toni asiente. ¿Así que la llave de una taquilla? ¿La número siete? ¿Qué es eso tan importante que no me pueden entregar en mano? No será algo peligroso... o a lo mejor sí... Toni permanece callado unos segundos con la mirada perdida en la carretera. ¿Vamos a la estación? Sí, será lo mejor.
Ah sí, pues, no te lo vas a creer. La niña estaba llorando en la puerta de mi casa y yo no sabía qué hacer. Así que la invité a entrar y le dí algo de comer. ¡Después la vuelvo a mirar y no está! ¡Se esfumó! No sé... no estaba por casa y yo estaba, lo reconozco, algo asustado así que te llamé. ¿Me crees? Además había algo raro. Un olor. Al principio agradable pero según recuerdo después de la desaparcición de la niña ya no era nada agradable...
Toni se estremece al pensar en esto y mira a su amigo esperando que le dé algunas palabras de consuelo. Después vuelve a mirar a la carretera. Sí, su amigo a tomado camino a la estación.
¿Así que vamos a la estación? No sé si me apetece ir a estas horas, quizá mañana por la mañana ¿no? Cuando no esté tan oscuro... bueno, ya que estamos llendo mejor ahora. Por lo menos estoy acompañado. ¿Porque vendrás conmigo, no?