Era la última jornada de aquella sección especial de la corporación en la estación orbital de paso Sueño de Próspero.
Pure Inc., se había portado, dejándoles casi tres días para que se dedicasen al dolce far niente en aquella peonza estacionaria, pero, como siempre, sus horas libres estaban contadas y terminaban con la clara amenaza de que tenían que partir sin falta a su nueva misión, o su tasa de oxígeno en la base dejaría de ser pagaba la jornada siguiente. Sus jefazos tenían el suficiente poder como para indicar a los responsables del lugar que vuestras cuentas privadas no eran válidas para seguir pagando por el tan preciado aire que necesitaban sus pulmones.
O partían hacia el asteroide Norton o serían enviados de una patada en el culo a las cloacas bajas en oxígeno de la base, donde terminaban caminando permanentemente amodorrados, aquellos que ya no podrían volver a entrar nunca más en la rueda laboral, quedando condenados a unas pocas semanas de vida antes de que sus organismos dijesen basta, al ser expuestos a las miseras condiciones de aquellos sótanos.
Tras realizar sus últimas compras, a sabiendas de que el asteroide se encontraba bajo un férreo cierre de suministros por parte la propia corporación, aquellos legos fueron citados en un espacio de alquiler por horas en el que su contacto en la empresa les pondría al tanto de lo que les esperaba.
Rotwang Boid era un lameculos trajeado de manual. Les esperaba tras un muro de humo de tabaco, un bien casi de lujo en aquella esquina del espacio. El tipo, espigado, con unas buenas entradas que trataba de cubrir con un flequillo irregular que caía en zigzag sobre sus gafas de tinte violáceo, tenía preparado el vídeo corporativo de rigor en el que se desglosaban las gentilezas y grandes esperanzas de Pure por su recién adquirida nueva mina espacial (Hacía más de treinta años, en este caso).
Las escenas, editadas sin mucha gracia para tratar de cumplir con la duración estándar de cinco minutos de intenso bombardeo sin demasiado interés, les dejaban claras unas cuantas cosas sobre su próximo destino:
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- Todo esto es muy bonito e interesante, ¿Verdad? Pero la verdad es que ahora mismo tenemos el culo al aire y eso es algo que no nos podemos permitir.- Rompió el incómodo silencio Rotwang tras la finalización del vídeo, sin molestarse en mirar demasiado a aquellos curritos que le había mandado la corporación. - Verán, hace dos semanas dos personas fueron asesinadas en el asteroide, en puntas opuestas de la base, peor a la misma hora. Uno fue el capataz Ulises Norton. La otra fue la jefa de seguridad Yvonne Lu. No terminamos de saber a qué se deben estas muertes y creemos tener detenidos a los culpables, pero el populacho se ha sublevado y ha aprovechado estas aciagas circunstancias para tratar de morder la mano de sus amos y eso no podemos permitirlo.
Mientras tomaba otra bocanada de humo, Boid observó a las tres personas que se sentaban entre sombras ante él: un currito maloliente (Esto lo pensaba él, que no gustaba de tener cerca a cualquiera que pudiese mancharle de grasa de maquinaria a la primera de cambio), una científica con pinta de perderse con facilidad tras aquellas grandes gafas que portaba y un marine que debía de haber terminado en aquel grupo meramente por estar cerca de este sector. No terminaba de saber muy bien qué tenían en la cabeza los gerifaltes que habían juntado a aquel peculiar grupito, pero como currantes que eran de la corporación, más les valía cumplir con la misión que se les encomendaba.
- Verán, los mineros han dejado de excavar bajo sus culos y no van a cumplir con los cupos necesarios de nuestro preciado rodio este mes, y su misión es que terminen por enviar lo que puedan cuanto antes y que vuelvan a su volumen de extracción normal el mes que viene, lo que pasa terminar de una puta vez con su huelga y devolverlos a patadas a las galerías subterráneas, a seguir picando piedra aunque sea a punta de pistola. Hemos informado a los encargados de seguridad y gentes de confianza de la casa de que enviamos a un reducido grupo de investigación para monitorizar el que terminen los problemas y ayudar en todo lo que puedan. Creo que las dos muertes acaecidas han sido eventos aislados que seguramente no se reproducirán, pero a pesar de tener a los culpables, esos jodidos paletos son unos cabezones egoístas y llorones que quieren aprovechar la coyuntura para jodernos y tratar de obligarnos a subirles el sueldo por trabajar menos. Espero que con su desembarco en el satélite se calmen un poco los ánimos y todo esto se solucione cuanto antes. Seguro que ustedes pueden salvarnos el culo ahí abajo.
Estaba claro que la pieza fundamental de aquel grupo era la científica, que ella podría seguir protegida tras sus gafas y su flequillo desmadejado mientras trataba de convencer a los colonos de que estaba haciendo todo lo posible por mantener el orden mientras terminaba de supervisar la investigación de aquellas muertes y se decidía la suerte de los culpables. El currito estaba allí porque nadie en la base se iba a molestar en ayudar a aquellos enviados en caso de que se les rompiese una uña, y el marine... El marine era necesario porque con las gentes sublevadas, aquello podía ser un polvorín letal, y no se podían permitir perder más legos.
- PURE INC les da plena potestad para capear con esta bonita bosta. Tienen libertada para detener e interrogar a cualquier colono que les venga en gana, acceder a cualquier zona de la base y pueden retener cualquier propiedad como prueba.
Rotwang comenzó a desconectar su tableta y guardar sus papeles en un maletín cercano sin volver a mirar a aquellos tres valerosos donnadies. Estaba claro por la manera en que había desgranado la información y les había tratado que su implicación en todo aquello era la mínima. El tipo no quería tener nada que ver con la misión hasta que no se supiese el resultado final de aquel conflicto. Sabía lo justo para decir que él solo era un mandado, en caso de que la cosa saliese mal, pero también para poder echarse las flores de haber sido el responsable del grupo en caso de que la cosa saliera bien.
- Espero que les haya quedado todo claro porque no tenemos mucha información más.- Aquello era claramente mentira, peor el tío quería salir de allí por pies. - Si no, les puedo prestar el vídeo para que puedan volver a verlo en sus aposentos.- Comentó, dando casi a entender que aquello no era una opción real, cuando realmente estaba claro que no iban a obtener nada de interés de aquella bazofia promocional por muchas veces que lo viesen.
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Seguís en el despacho, oliendo el tabaco de Rotwang, pero el tipo os dejará a vuestra suerte en 3, 2... ¿Algo más que consultarle antes de aceptar que os toca bajar al asteroide si o si?
Marion se ajustó las gafas. El mensaje estaba claro. Allí ellos no iban a impartir justicia o conseguir la verdad, iban para convencer a la gente de que lo hacían. Mientras hubiese alguien al que señalar que pudiese parecer razonablemente culpable para darles un objetivo con el que cargar las frustraciones y calmar los ánimos de los trabajadores, sería suficiente. Un escritor de ficción sería más adecuado para el caso que ella, pero suponía que necesitaban alguien que aportase credibilidad.
-Necesitaremos saber todos los detalles que sepan ya de las muertes y de los supuestos culpables. ¿Habrá alguna autoridad que nos dé esa información al llegar, o hay algún informe disponible?
Trevor no había disfrutado nada aquellos tres días de "relajo". En primer lugar, a él le gustaba hacer cosas, odiaba quedarse quieto, había pasado demasiadas horas en la habitación de la estación orbital. Había reparado una luz defectuosa, ajustado una desviación en el conducto de respiración y desarmado y vuelto a armar el sistema de comunicaciones. De puro aburrimiento.
Bueno, no era sólo que estaba aburrido. Tampoco quería mirar las fotos que había en el sobre de papel madera. La corporación lo tenía agarrado de los huevos. Tanto que le costaba respirar. El último día, antes de ir a la reunión, le dio una última mirada. Era nítida y jodidamente él. Y no estaba solo. Y aquella con la que estaba no era su esposa. No sabía si su suegro estaba al tanto de la situación pero sospechaba que no lo estaba. Si lo estuviera, un ejecutivo como él lo hubiera hecho flotar en el vacío a la sombra de algún asteroide perdido y no con aquella asignación que tenía entre manos. Debía considerarse afortunado de estar con vida y de que Marlene no supiera aquello. Rompió las imágenes lo más pequeñas que pudo y las tiró por el excusado. Había que obedecer, o afrontar las duras y frías consecuencias.
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Se preguntó que habían hecho los otros dos para compartir su miseria. Pero no lo preguntó ni lo haría, los asuntos de cada uno eran de cada uno. Se sintió extrañamente cercano a ellos, aunque no los conocía realmente, como los condenados a muerte buscan algo de consuelo en que no son los únicos con su fatal destino.
Cuando terminó de escuchar a Boid negó con la cabeza. Un puto detective, eso era lo que necesitaban. ¿Para que enviaban a un cerebro, unas manos y una pistola a resolver el entuerto? La respuesta le llegó enseguida. Ellos eran más baratos. Culparlos era fácil y práctico. Si se alineaban las estrellas y lograban desanudar el embrollo, Boid y sus secuaces se adjudicarían el crédito. Si fallaban, que era lo más probable, quedaban claras cuales serían las 3 cabezas que rodarían. O la cantidad que sobrevivieran, que tampoco era una garantía salir con vida de una roca en el medio de la nada en el que el problema justamente era que alguien se había aburrido y no había encontrado algo más divertido que hacer que liquidar congéneres. Y a la misma hora, además. Era un poeta.
- "Interrogar a cualquier colono", ¿incluye ejecutivos y jerarcas? -quiso saber. Y luego: ¿A quien reportamos? O sea, si llegamos a encontrar al o a los culpables, ¿a quien contactamos?
Asentía mecánicamente a cada afirmación de aquel funcionario corporativo con ínfulas de mando. Aquello olía a chamusquina y no hacía falta ser ningún experto para darse cuenta de que algo les estaban ocultando.
Si la situación era tal como la contaban, lo normal hubiera sido enviar simplemente fuerzas de orden. Detener al responsable y obligar a todo el mundo a cumplir sus jodidos contratos.
Pero había algo que querían averiguar, algo que escapaba a su control.
Todo eso le resultaba interesante y salir de la estación parecía un regalo, sobre todo cuando echaba un vistazo al saldo de sus cuentas. Pero la idea de hacer de niñera de dos civiles para andar metiéndose en asuntos de civiles le resultaba irritante, era una cuestión de tiempo, siempre igual, esperar a que alguno de ellos sufriera un golpe de realidad en forma de ataque de pánico o que simplemente reciban un tiro en la cabeza. Pero tendría que joderse, no estaba en condiciones de exigir nada, no después de la última vez…
Y qué tenía allí, una doctora, o lo que sea que fuera con pintas de no haber salido nunca de su laboratorio y con ganas de un poco de aventura, genial. Y aquel hombre con aspecto de saber sobrevivir a las deudas y a las bebidas clandestinas, ya veremos si capaz de sobrevivir al espacio.
El día mejoraba por momentos.
Había escuchado las preguntas de sus compañeros, en principio todo estaba claro, solo quedaba ese pequeño detalle que ya estaban señalando, al menos sabían escuchar.
—Si señor, entonces… si el patrón y la jefa de seguridad están muertos, ¿quién está allí al mando ahora?
Eso sería suficiente, llegar allí cuanto antes y ponerse manos a la obra.
Rotwang procuraba mirarles lo mínimo posible, casi concentrándose más en su propio reflejo sobre la superficie de la mesa, enmarcado por los residuos e ítems que él mismo había puesto y generado allí durante su breve exposición de lo que de ellos se requería.
- Me temo que ahora mismo estamos viviendo uno de esos curiosos momentos en los que la lealtad y el orden descubren sus cartas para hacernos pensar que estamos con el culo al aire, peor la verdad es que seguimos siendo nosotros quienes les tenemos cogidos por la bolsa escrotal ¿Saben? Con esto quiero decir que si, que han caído dos personas fieles y con poder en la base, y que algunos de aquellos sujetos en los que confiábamos han terminado de cabecillas tras los piquetes, pero la fidelidad se puede comprar y la necesidad de orden hacen que alguna otra gente se moleste en tratar de recuperar o simular el status quo al que queremos volver.
Parecía divertirse con aquella sarta de memeces como se divertiría una peonza si fuese consciente de lo genial que es girar sobre sí misma y en trayectorias aleatorias, sin ton ni son.
- Llegarán a la base tras dos días de viaje infra lumínica. No tiene sentido desperdiciar tiempo y dinero en encender las cámaras de sueño criogénico para un viaje tan breve. Una vez lleguen, la responsable de comunicaciones, la señorita Lucinda Park, se pondrá a su servicio para enseñarles las instalaciones y darles toda la información de la que disponen sobre los crímenes. Podrán visitar tanto las escenas del crimen como revisar los cuerpos, que están convenientemente congelados en el almacén general de la corporación. Hay otras figuras responsables en la base, como el comisario Giallo o el doctor militar Gorefinder, peor me temo que ambos están demasiado ocupados sirviendo a los intereses de la corporación para mantener a raya a los unionistas que de poca ayuda les podrán ser.
Encendió un nuevo apestoso cigarro de tabaco de liar que parecía estar en vuelto en dos papeles, demostrando su falta de pericia en aquel arte perdido mientras pasaba a responder al curtido currito.
- Me temo que los sujetos citados son lo más parecido a ejecutivos y jerarcas que van a encontrar ahí abajo, señor Steadman. - Boid parecía disponer de una habilidad especial para remarcar cursivas mientras hablaba, con una entonación con ecos de retintín, que demostraban una cierta incomodidad hablando con aquel cuello azul. - Pero sí, tendrán total potestad para interrogarlos hasta a ellos y requisar sus exóticos pisapapeles de rodio si lo consideran necesario. Y creo que con esto también le respondo a usted, Taylor. Hay un mínimo de fuerzas de seguridad fieles, asegurándose de que los piquetes no dañen las arterias que más rápidamente desangrarían a la base, pero ya han visto en el vídeo que se trata de una colonia ínfima, que no ha necesitado más refuerzos militares hasta ahora, y les aseguro de que, en caso necesario, y si no son muy rápidos en su tarea, nos encargaremos de ser más contundentes a la hora de mandar más legos armados, peor esperemos no tener que llegar a eso. ¿Algún otro detalle en el que les pueda ayudar?- Preguntó con las mismas ganas de seguir siendo molestado que tenía cuando le tocó consultarles por primera vez, cuando el tipo lo que quería era abrazar su puñetero maletín y salir al trote hacia algún club nocturno, a pulirse sus pluses por viajar hasta allí y ponerles ese vídeo a aquel trío Calatraba.
-No. Eso es todo por mi parte.
No tenía mucho sentido seguirpreguntando a alguien que o bien no sabía nada o no quería saber nada. Lo que venía siendo lo mismo en la práctica a la hora de hacer su trabajo. Estaba claro que los detalles de las muertes tendrían que averiguarlos cuando llegasen al asteroide. Si es que importaban. Estaba tentada de pedirles que prepararan el informe en avance para sólo tener que firmarlo e irse. Pero aún tenía algo de orgullo en su trabajo, incluso si ese trabajo sólo lo estaba haciendo porque era lo único que había encontrado después de haberlo dejado todo con tanta prisa.
Miró a los demás a ver si tenían algo más que añadir o podía irse ya a su habitación, abrir una botella de lo que allí pasara por alcohol y, con suerte, emborracharse lo suficiente para olvidarse de la invitación de boda que le había llegado. Suponía que sus padres habían acelerado la ceremonia todo lo que el dinero permitía sin que la gente de su clase social empezara a hacerse preguntas. Después de todo, había un tiempo límite. No podía permitirse que un Corbin llegara al mundo siendo un bastardo o que la radiante novia apareciera embarazada.
Lo educado, y lo que su familia había preferido (piensa en el niño) sería que mandarle a su hermanita sus felicitaciones, un regalo y una disculpa por, sintiéndolo terriblemente, no poder asistir. Lo que quería hacer era presentarse en la boda y gritarles a ella y su ex-prometido que ojalá ardieran en el infierno, y explicarles a toda la alta sociedad presente cómo su futuro sobrino había sido concebido en su propia cama, mientras ella trabajaba. Pero como la cobarde que era, no iba a hacer ninguna de las cosas. En lugar de eso, iba a ir a un asteroide perdido en medio de la nada, abrir unos cadáveres y hacer unos cuantos informes sobre cómo y cuando habían muerto. Y cuando terminara se iría a otro, y a otro. Y con un poco de suerte, acabaría olvidándose de las víboras que una vez había considerado sus seres más queridos.
Sin ninguna duda hoy era su día de suerte, su semana de la suerte en su puto año de mierda de la suerte.
Todo se reducía a instalarse en un lugar aislado, lleno de personas con muy poco que perder y mucha mierda encima que soportar, para ser su policía, su juez y su verdugo. Contando con la brecha de autoridad, los asesinatos, y las cuentas pendientes que estos hayan dejado, aquel destino era todo un seguro de desastre.
Demasiado trabajo sucio solo para vivir un par de días más, aun así, era trabajo.
—¿Parece que le divierte a usted esto?, —después de un largo silencio dónde dejaba ver lo mucho que se callaba, Taylor se dirige a la puerta dando la reunión por terminada, y ya mirando hacia el pasillo sin girarse a su interlocutor— hasta que la mierda empiece a salpicar y se te llene la boca, entonces dejaras de reírte.
Cuanto antes pasaran por aquello antes acabarían, durante el viaje podría ponerse al día con sus compañeros, más adelante, serían ellos contra todo.
Los engranajes dentro de la cabeza de Trevor chirriaban por momentos, aunque por otros rotaban como una maquinaria perfecta. Empezó a atar cabos. Bien, un dato interesante era que los finados eran dos personas "fieles", y que aquellos en quienes confiaban se les habían vuelto en contra. A Trevor aquel le parecía un detalle fundamental. No era la única opción, pero la primer linea teórica de investigación era el motivo del motín. Cuando una maquinaria funcionaba mal, había que ver engranaje por engranaje, cadena por cadena, elemento por elemento, para ver cual era la que estaba fallando. Si había dos bujías que se habían "quemado", sin duda era porque alguno de los otros elementos del motor lo había provocado. Había que averiguar cual, metódicamente. Para eso Boid no ayudaría. Primero, porque no sabría por dónde empezar, y segundo, porque no le interesaba.
Tomó nota de los nombres que mencionaba, eso si. Lucinda Park, comunicaciones. Comisario Giallo. Doctor Gorefinder. Bien, algo era. En todo caso, hasta nuevo aviso se convertían para él en los principales sospechosos ¿Por qué? Porque acusar a los cabecillas era demasiado obvio, y era ponerse una diana en la cabeza. Según la información que tenían a mano, que era poca todavía, lo que reclamaban eran mejores condiciones, y si quisieran ejecutar personas para lograrlo, lo harían a la vista de todos, para amedrentar. No, era poco probable que fueran ellos. Y si lo eran, eran jodidamente estúpidos y serían fáciles de descubrir. Para Trevor había que buscar en otro lado. Aquellos 3 "contactos" eran buenos candidatos. Pero ya lo verían allá.
De sus compañeros, la chica era de pocas palabras. Mucho mejor, a él le gustaban las personas que se enfocaban en su trabajo como un rayo láser. Y el tal Taylor también le agradaba como compañero, tenía pocas pulgas y parecía tener agallas, y eso era útil cuando ibas a un lugar donde, estaba seguro, no serían bienvenidos. Si las cosas se ponían feas, que era casi una obviedad, tener a alguien como él de tu lado era más que necesario.
No contestó a Boid. Taylor había sido bastante elocuente.
Lo escueto de la presentación de Boid (Si es que tan siquiera podemos llamar así a aquella reunión express para quitarse el marrón de encima) permitió divagar a cada uno de los presentes sobre sus vidas y las circunstancias que hasta allí les habían llevado, pero fue Taylor el que se hizo eco de la sensación general que aquel encuentro les había generado. Cuando ya se alejaban por el pasillo, pudieron escuchar una increpación tras ellos, pero la verdad es que Rotwang no dejaba de ser un traje cobarde, al que cabreaban los desplantes, peor consciente de que poco tenía que hacer frente a un marine entrenado y temperamental, así que aquel personaje optó por desaparecer avanzando a marcha rápida por el pasillo, en la dirección contraria a la tomada por sus empleados, mientras trataba de sostener todo su equipaje y bártulos hasta encontrar algún lugar alejado de aquellos majaderos para poner sus cosas en orden.
La compañía había alquilado los servicios de una nave comercial llamada Duncan Balaam para acercar a los investigadores y un mínimo cargamento de mercancía para la nave, que aparentemente no llegaría para mucho más que para alimentar a no más de diez familias durante un par de días. Parecía que el cierre de suministros a la colonia era una realidad bastante desasosegante. Al menos ellos sí que contarían con alimentos y recursos durante su estancia, pero a saber cómo estarían el ambiente en el lugar cuando descubriesen aquel triste envío. Estaba claro que aquello era una táctica de desgaste que buscaba el que los piquetes recapacitasen por pura necesidad, abandonando su levantamiento por pura necesidad de supervivencia.
La Balaam no disponía de los mayores lujos del mundo, pero al menos su tripulación no era hostil y los tres enviados de Pure podían descansar tranquilamente durante los dos días de trayecto que tenían por delante. Su capitán, Cletus Panush,, era todo un personaje, y los tripulantes podían dar gracias de que sus pilotos no atizasen tanto a la petaca de moonshine sideral tanto como él.
El viaje continuó sin altibajos, y a la hora señalada (Con unos mínimos minutos de retraso) la nave descargó a su carga animada e inanimada en el ascensor de descenso de la base Norton, tras estacionar en el elevado óculo de la cúpula de la base. Marion, Taylor y Trevor tenían por delante tres horas de lento descenso, escuchando la muzak ligera de aquel enorme cubículo vacío, en el que cualquier sonido despertaba una serie de ecos francamente inquietantes.
En el lateral derecho del ascensor había un muro de máquinas expendedoras de comida y utensilios de primera necesidad, pero habían sido reventadas, saqueadas y pintadas con spray naranja fosforito. PURE ASESINOS QUE OS JOD... Por algún motivo la frase quedaba cortada en seco, peor el mensaje era claro. Otras pintadas similares adornaban el interior industrial. Si tenían luz durante el descenso es porque el propio Panush había sido advertido de que posiblemente debería llevar unos recambios para la cabina, que el bueno de Steadman pudo conectar sin complicaciones antes de comenzar el descenso. Por lo demás, solo el olor de productos de limpieza corrosivos les hacía compañía en aquella caja tambaleante.
Ya no había vuelta atrás, desde ese momento su única frontera sería la del cráter que contenía a la colonia minera y su único objetivo terminar con aquella situación, con un poco de suerte si conseguían saber qué diablos había ocasionado aquellas muertes y conseguían llamar al orden a los amotinados... O puede que sin ella, teniendo que fabricarse sus propias circunstancias para sobrevivir en aquel entorno hostil hasta que sus jefes decidiesen que podían volver al aula tras una temporada en su celda de castigo.