Partida Rol por web

Calle Quinta con Delaney, 0:39

La unidad 1-25 no acababa de abandonar la comisaría para volver a la jungla de asfalto cuando la radio cobró vida.

- Central a 1-25. Hemos recibido una llamada alertando sobre un grupo de Kennedies al acecho de un trío de individuos sospechosos a la altura de la intersección de la Segunda con Sterling. Procedan con precaución, todos ellos parecen llevar blindaje corporal ligero.

El habítaculo del coche fue inundado de nuevo por el sonido bajo y monótono de las conversaciones radiadas de otras patrullas y avisos, tan pronto como la voz de la Central calló.

- ¡Joder Sato, vaya nochecita! - Dijo Böhm con una sonrisa en los labios. - ¿Eres gafe, o el gafe soy yo? - Le preguntó en tono de broma.

En el fondo, que salieran servicios le gustaba. Se había hecho policía por algo y ese algo no era precisamente para estar sentado en la tranquilidad de un despacho. Aunque era evidente, que ni tiempo lees dejaban para comer algo. La verdad era que esa noche estaba siendo movida. Sólo esperaba llegar a casa de una pieza.

- Agárrate... - Le dijo mientras ponía la directa hacia la calle Segunda con Stirling. - Pásale el recibido a central, ¿quieres?

-¡Y que lo digas amigo mío! 

Estaba exaltado por el informe, al punto de que quería gritar, esta era la clase de cosas que le gustaban a Sato, su trabajo.

-¿Gafe? Yo diría que somos afortunados, para esto somos policías-

Saltar de la emoción era poco, se sentía cómo niño pequeño en jugueteria, pero siempre desde la prudencia, toma el comunicador para informar a la central. 

-Central Aquí 1-25, vamos en camino, cambio-

Calle Segunda con Sterling, 0:47

Cuando la unidad llegó al lugar de la llamada, la intersección estaba sospechosamente tranquila. El tráfico era inexistente, salvo por un autobus de la NCTC que, sin servicio, volvía a cocheras y se cruzó con ellos en ese momento. Las ventanas en los edificios circundantes estaban oscuras y la calle sólo estaba débilmente iluminada por las luces de holoneón procedente de vallas publicitarias, de las farolas y de los semáforos. Las aceras estaban igual de desiertas; la mayoría de los ciudadanos de bien ya se habían retirado pero aun era demasiado pronto para que los juerguistas y trasnochadores considerasen que la noche no era joven y volvieran a sus agujeros.

La lluvia parecía haber dado un respiro a la ciudad pero sólo era pasajero, a juzgar por las nubes que oscurecían el firmamento y lo cruzaban raudas, empujadas por el viento. De uno de los callejones, calle adelante en la Segunda, emergió un gato oscuro. En la penumbra, uno de los ojos del animal brilló con un tenue resplandor rojizo cuando giró su cabeza en dirección al coche patrulla y miró hacia ese lado. Luego, de un salto, se subió a un cubo de basura que había en la esquina y desapareció otra vez de la vista de ambos humanos, oculto por la pared de un bloque de apartamentos.

- ¿Tú ves algo Sato? - Le preguntó. - Ésto está muerto. Puede que se hayan dispersado ya... - Dijo mirando a los lados de la calle. - ¿Miramos en el callejón? - Le preguntó a su compañero. 

Casi prefería no encontrarse con el problema. Si se había solucionado por sí solo mucho mejor. Empezaba a estar cansado esa noche y prefería no tener más encontronazos hasta el final del servicio, aunque sabía que eso era casi imposible.

-Poco y nada Böhm-

Respondió a su compañero, aún qué tenía un mal presentimiento. 

-No creo que se dispersaran, más bien, creo que planean algo los bastardo... - 

Algo no cuajaba en toda la cháchara, solo que debía cumplir con su trabajo. 

-Si, pienso que deberíamos hacer un chequeo, para ver qué no ocurra nada-

Sato no podía renegar de su trabajo, y si tenía que llevar a cabo esa misión, llevar el orden a estos lugares, ese es su deber. 

Calle Quinta con Delaney, 0:39

La inusitada tranquilidad de la calle bien podía ser la calma que precedía a la tormenta y los agentes sospechaban en ese sentido. Hubieran podido darse la vuelta, alegar que no había ocurrido nada pero, en el fondo, el sentido del deber les empujó a hacer lo correcto. Avanzaron lentamente en el coche, mirando a izquierda y derecha para ver si podían localizar a los sospechosos o alguna pista que les indicase la dirección que habían tomado. En ocasiones, incluso se ayudaban del reflector externo para iluminar zonas sospechosas más oscuras, pero sin mucho acierto...

Hasta que, en un momento dado, Sato advirtió un movimiento sospechoso en un lado de la calle. En el cercado de un solar que alojaba un edificio en construcción había un acceso asegurado con una cadena; cadena que, extrañamente, colgaba de la puerta y oscilaba suavemente, mecida por las ocasionales ráfagas de viento. Casi como si no estuviera asegurada por candado alguno.

Hasta que, en un momento dado, Böhm advirtió un movimiento sospechoso en un lado de la calle. En el cercado de un solar que alojaba un edificio en construcción había un acceso asegurado con una cadena; cadena que, extrañamente, colgaba de la puerta y oscilaba suavemente, mecida por las ocasionales ráfagas de viento. Casi como si no estuviera asegurada por candado alguno.

- Mira allí... - Le dijo Böhm a su compañero. - Esa puerta... - Señaló con la mirada. - Las cadenas no se mecen por una simple brisa. Además, parece como si no tuviera candado. - Tragó saliva. - Puede que estén dentro del edificio. 

Si aquellos fantoches querían matarse entre ellos harían un bien a la comunidad. Uno dos o tres delincuentes menos nunca era una mala noticia, aunque ellos estaban allí para servir y proteger a la población. A toda la población y eso incluía a aquellos payasos con demasiado tiempo libre y muy malas ideas.

- Podemos mirar dentro o... - Miró a los ojos de Sato. - Podemos hacer como si no hubiéramos visto nada y pasar a la central un 90.10, no procede. - Se encogió de hombros. - Una de las dos opciones es mucho más segura para nuestra integridad física. - Sonrió.

-Lo noté compañero, eso no es normal-

Ahora si estaba preocupado, por que no sabía a qué se enfrentaba, para decirlo de la siguiente forma, está situación era hasta más peligrosa.

Miró a los ojos de su compañero, un tanto sorprendido, pero sin perder nunca la ceriedad, pues había dos opciones, o entraban y enfrentaban una situación que podía llegar a ser muy adversa, o podían indicar el 90.10.

-De acuerdo, procede con el 90.10, informa a la central, no tomemos un riesgo innecesario-

Sato esperaba que su decisión de no ponerse en peligro no afectará a nadie más. 

- Central de 1-25. - Pidió paso en el canal de radio.

- Adelante 1.25. - Sonó por la emisora.

- Nos encontramos en posición y de momento nada. 90-10. - Informó con el código.

Sólo esperaba que todo acabara bien. No quería ponerse en peligro por unos ingratos, pero tampoco tenía ganas que le abrieran un expediente por omisión del deber. Fuera como fuera, en aquella zona de la vía pública no se estaba produciendo ningún altercado. Si se estaban matando en el interior de un domicilio y querían ayuda, que llamaran a la policía y ya les volverían a comisionar si hacía falta.

Calle Quinta con Delaney, 0:39

Frente a la puerta en el cercado, ligeramente entreabierta, ambos agentes no tardaron en descubrir el motivo por el que la cadena se mecía al ritmo del viento. El candado que se suponía la cerraba estaba en el suelo, en el límite entre la acera y el barro del solar; para disipar cualquier posible duda sobre cómo había acabado allí, el candado presentaba un impacto de bala claro, probablemente a corta distancia, a juzgar por las quemaduras de pólvora alrededor de la fractura causada por el proyectil.

- Central a 1-25. Confirmen que los sospechosos se han dispersado antes de reanudar la ronda.

La transmisión de la radio fue acompañada por el sutil tintineo metálico de la cadena al ser acunada por una repentina ráfaga de viento. ¿Y acababan de ver los agentes un destello fugaz procedente de algún lugar dentro del edificio en construcción?

-Confirmado central, no hay nadie, sospechosos dispersados-

Contestó Sato a la central, mirando en todo momento en todas direcciones, ahora la situación ameritaba una retirada, cómo si no hubieran visto nada, estos eran los problemas del turno nocturno, los peligros era un constante en estas horas. Cómo si los monstruos salieran de las peores pesadillas del ser humano. 

Una vez terminado de informar, hizo un gesto al colega. 

-Vámonos, ya podemos seguir con nuestra ronda amigo-

- No hemos visto ni oído nada. - Le reiteró a su compañero muy serio. Acto seguido sonrió. - No es lo correcto, pero... ¡Que se maten entre ellos, joder! - Exclamó. 

A decir verdad, nadie echaría de menos a uno de aquellos vándalos. No servían para nada más que para causar el caos y si se mataban entre ellos, a él no le importaba. Lo que no quería era verse envuelto en un tiroteo y que a él o a su compañero le pasara algo por tratar de evitar lo inevitable. Si no era esa noche, sería al día siguiente o al otro, pero esos jóvenes camorristas, pocas veces llegaban a la edad adulta. 

- Lo que tengo claro es que no me meteré en la boca del lobo porque si. - Le comentó a Sato. - Así como está el servicio, pedir apoyo es casi una utopía y si no hay civiles inocentes entre medias... - Negó con la cabeza. - ¡No pienso arriesgar mi culo!

-El mejor rasgo de la valentía, es la prudencia, y si no tenemos respaldo, sería una locura enfrentar lo que sea que nos espera, soldado que se sabe bien cuándo retirarse, sirve para otra guerra-

Miró a Hugo, para hacerle saber que compartía su opinión, después de todo, no iba arriesgar a su compañero por unos ocupas que no sabían si estaban bien armados o no. 

-Ven, volvamos al vehículo, sigamos con nuestra ronda, la noche seguirá y habrá más gente a la que cuidar-

Dijo, con tono conciliador, después de todo, tenía razón, habrán más casos. 

Calle Quinta con Delaney, 0:40

Sin más dilación, los agentes volvieron al coche de patrulla y se alejaron del lugar con la satisfacción del deber "cumplido". Se acercaban al ecuador de su ronda y, a falta de incidentes peligrosos en lo que llevaban de patrulla, parecía que querían seguir así. La intersección se perdió a sus espaldas mientras se alejaban del lugar y una fina lluvia comenzaba a caer con más insistencia, dejando regueros de gotas en los cristales e innumerables ondas concéntricas en los charcos del asfalto.