Partida Rol por web

-El día que se cabree vomitará fuego, nos habría venido genial esta noche-bromeó Leritt manteniendo un tono serio al hablar por la concentración.

-Ahí están-dio un toque a Zarza en el hombro al encontrar a los gigantes.-vamos-apresuró el paso hasta llegar a los gigantes. Esquivaron a los compañeros de sus aliados con más acierto de lo que habrían esperado e ignoraron en lo posible el hedor de muerte y frío.

-Wun Wun, Rognard- alzó la voz para atraer su atención. Repitió un par de veces la llamada hasta que consiguió que ambos dejasen de aplastar el suelo y su voz se oyese-Astrid necesita vuestra ayuda-miró a Zarza- ¿Has visto a alguno?-preguntó refiriéndose a su hermano o a los sureños y volvió a mirar a los gigantes- sólo vosotros podéis ayudarnos-imploró retrocediendo varios pasos hacia la dirección en la que habían venido.

Zarza rió divertida ante el comentario de la dragona escupiendo fuego y se intentó recomponer algo; pero la imagen del gigante pisando humanos como si fueran huevos la revolvió el estómago.

-No, no he visto a ninguno aún -dijo la mujer mientras se daba la vuelta para no echar las tripas por la boca.

Rognard giró su enorme cabeza y caminó hasta Leritt, acuclillándose como solía hacer cuando hablaba con alguna mujer de la familia Iuken, para estar más cerca.

-¿Donde esta Astrid? -dijo en la Antigua Lengua mientras miraba a Zarza. Cuando la mujer se volvió a mover, el gigante se puso en pie.

-Wun Wun, deja de jugar y ven -gritó, a lo que el otro gigante, con pasos que hacían temblar ligeramente el suelo, alcanzó a Rognard y ambos siguieron a Leritt.

-Vigila que no nos les crucemos-le dijo a Zarza, así estaría más ocupada en mirar a su alrededor que en los muertos que había espachurrados por todas partes.

-Por aquí, en el almacén de la herrería, con los heridos- dijo en la Antigua Lengua mientras apretaba el paso, trastabillando al principio hasta adaptarse al paso de los gigantes, que hacían temblar la tierra y amenazaban con desequilibrarla si no tenía cuidado

Durante el camino, Brynwulf y los demás hombres no tuvieron ningún tipo de problema, pero si pudieron ver a lo lejos a un par de gigantes del grupo de Rognard y Wun Wun pisoteando el suelo para matar del todo a los seres que parecían haber atacado la fortaleza.

Los gigantes siguieron a las dos mujeres hasta el almacén junto a la herrería, que estaba completamente cerrado, y no tardaron llegar a su posición unos momentos antes de que todos los hombres entraran por la puerta.

No parecían faltar ninguno de todos los que habían salido, y tampoco parecían heridos. Los dos guardias reales flanqueaban al joven Targaryen, que tenía un arañazo que cruzaba su frente y nariz y una herida en el brazo izquierdo, pero no parecía estar demasiado mal.

Por su parte, las mujeres parecían cansadas, y Zarza tenía las manos manchadas de sangre hasta los codos.

Sir Dranton Tormenta frunció el ceño al ver las manos de Zarza, pero aun así hizo una ligera reverencia ante las dos mujeres norteñas.

-Veo que habéis tenido algún problema -dijo el Lord Comandante- ¿puedo suponer que las damas están bien?

-En el Norte los problemas no andan con miramientos si es mujer u hombre el que enfrenta al frío, cualquiera que siga con vida esta noche se puede decir que está bien-respondió Leritt haciendo un gesto a Zarza para que no se preocupase- he visto que el joven dragón ha tenido problemas, puedo suponer que no ha cometido ninguna imprudencia...-desvió el tema hacia el hermano Targaryen-Zarza, ¿puedes ir a comprobar cómo se encuentra mi hermano?-no sería ella quien se moviese de ahí y permitiese a los sureños llegar hasta las dragonas.

-Las princesas están con Astrid, aquella que todo lo ve, aprenden, se fortalecen-suavizó cuanto pudo la expresión-están vivas y lo seguirán estando pero no se puede molestar a Astrid hasta que ella no termine con lo que está haciendo-pestañeó una vez con lentitud para dejar una pausa que le permitiese a Sir Dranton asimilar lo que le estaba diciendo-nadie puede perturbar a ninguna de las tres esta noche. ¿Vos y vuestra compañía os encontráis bien, Sir Tormenta?

-Estoy perfectamente bien, Leritt-respondió Brynwulf, apareciendo de entre la comitiva de Sir Dranton-¿cómo estás tú?-preguntó. El hecho de que Zarza tuviera las manos llenas de sangre no ayudaba a tranquilizar a los sureños, e indicaba que habían tenido problemas... Pero eso sería la tónica habitual durante aquella noche.

-Nos enfrentamos a los lobos del maldito Cazador. Y finalmente él mismo apareció, tras derribar a Gunnar. Pero el Hombre Rojo le ahuyentó. 

-Siento mis palabras, mi lady, décadas de costumbre son difíciles de cambiar; pero ante todo espero no haberla molestado -giró la cabeza hacia el chico, que parecía embobado mirando a los gigantes. Su mirada había cambiado y, por un momento, se veía al pequeño hombre que aspiraba a ser algo, no al que se creía serlo ya- imprudencia ninguna; pero esos huargos se lanzaron sobre todos por igual, y él tuvo que hacer frente y matar a unos cuantos. Creo que le ha venido bien esta experiencia.

Miró un momento a sus lados.

-Sí, estamos bien, aunque algunos sufrieron más mentalmente que físicamente -señaló al dorniense- digamos que no es muy hábil, ¿hm? -el señalado estaba hablando con el joven Blackwater, pero se le veía bastante alterado, como si acabara de sobrevivir por muy poco.

-¿La pequeña está bien? -preguntó el otro guardia real con auténtica preocupación- ¿ha sufrido algún daño por leve que sea? Temo por el carácter de ambas, en ocasiones se dejan influenciar por las historias y creerse... -negó con la cabeza- digamos que temo que se crean invulnerables.

-¿Por qué no podemos ver a mis hermanas? -preguntó el joven dragón, acercándose y apartando la vista de los gigantes- ¿Por qué no se puede molestar a Astrid? Suena a que han sido heridas y están siendo curadas.

Leritt hizo un gesto de complicidad a Sir Dranton Tormenta y extendió un brazo hacia su hermano, tocando su brazo.

-Viva, hermano, tuve una... crisis, vino un Espectro, le matamos, Serlina quiso atacarle también.. ha sido una noche muy completa-miró al caballero que hasta la cena había sido la sombra de la pequeña Sonya-vuestras princesas son bastante impetuosas pero Sonya no es tonta aunque sea niña y no se ha expuesto... y Serlina querrá empezar a entrenar de forma activa en lo que al combate se refiere, seguro que os agradece la guía, sir.-dijo refiriéndose de nuevo a Sir Dranton.

El que faltaba.

-Mi querido príncipe-se volvió hacia Randios pero se ocupó de dejar a su hermano cerca del príncipe al moverse para que, si era necesario, lo detuviese él-cuando Astrid da una orden, como tiene el don que tiene, se le obedece sin cuestionar una sola palabra de lo que dice. Lady Serlina y Lady Sonya están vivas ahora y lo seguirán estando, que es más de lo que se podrá decir de algunos de los que están aquí para cuando llegue el día. ¿Vos estáis bien?-cambió de táctica para halagar de alguna forma no especialmente interesada al guerrero que se suponía que había sido esa noche-Sir Tormenta me ha dicho que habéis tenido problemas con los huargos del Cazador, ¿os han mirado ya esas heridas?

Brynwulf escuchó con atención las palabras de Leritt, entrecerrando los ojos apenas levemente ante la mención de la princesa atacando. Quizás la sangre de las manos de Zarza venía de ahí, pero no había modo de saberlo, ni era momento de decir nada respecto a eso. Ante la mención de las heridas del príncipe, Brynwulf sonrió ampliamente.

-Éso apenas es un arañazo. Seguro que nuestro héroe mata huargos puede con más que eso, ¿verdad? Aunque no estaría de más limpiarlo para asegurarse de que no se complique. 

Mientras Leritt hablaba, sir Dranton asentía con tranquilidad a las palabras de la norteña. Pero cuando mencionó la posibilidad de que Serlinna quisiera comenzar a entrenar de forma activa, el Lord Comandante de la Guardia Real simplemente sonrió de forma amable.

-Gracias por velar por ellas -dijo con una ligera inclinación de cabeza.

Mientras le dirigían la palabra, el joven Targaryen miraba de forma alterna a Leritt y a la cabaña protegida por los dos enormes gigantes. En un instante hizo ademán de dirigirse hacia la casa, pero dudó y se quedó en el sitio, con el ceño fruncido como si su cerebro estuviera funcionando a tal velocidad que fuera a sobrecalentarse y explotar.

-Entonces, ¿Astrid hace magia? ¿Magia que cura? -paseó la mirada por la zona, como si una parte de él intentara pensar que no era real.

-Sí, bueno -dijo dudando, aún con el ceño fruncido- es como las leyendas, pero en las historias no te cuentan la verdad... -miró de forma alterna a sus dos guardias y a los norteños- en las leyendas no te cuentan lo difícil que es moverse en esas situaciones, como si todo tu cuerpo luchara contra ti -negó con la cabeza- digamos que no se pareció en nada a un entrenamiento -sonrió divertido ante las palabras de Brynwulf- no hay ningún héroe mata huargos, más bien se mató el solo al saltar sobre mi espada; pero llega a venir un segundo detrás y yo no habría podido hacer nada.

Brynwulf decidió no dar ninguna respuesta ante la pregunta de la magia, dejando ese asunto para su hermana, si es que quería responderle. Ante la repentina humildad del príncipe, sonrió suavemente, asintiendo.

-Efectivamente, no lo hacen. Pero reconocer eso es el primer paso para mejorar, y quizás convertirse en un gran guerrero. Lo importante ahora es que parece que no tenemos que lamentar demasiadas pérdidas, aunque el Cazador haya insistido en daros la bienvenida al Norte. 

-Astrid hace muchas cosas, príncipe-contestó Leritt y tocó al joven dragón a la altura del codo mientras daba un paso hacia la dirección contraria donde se hallaban los gigantes invitándle a seguir-¿En Desembarco del rey no hay nadie que haga ... eh.. magia?-sonrió-vamos a ver ese rasguño y me cuenta cosas sobre su ciudad, dicen que las mujeres y los niños se bañan desnudos en las aguas cuando hace calor. ¿Es eso posible? ¿Y los entrenamientos? Los huargos aquí no son el mayor de nuestros problemas pero suponía que había bestias que podrían daros problemas en vuestra tierra-mientras alejaba a Randios miró sobre su hombro dedicándole una mirada severa a su hermano que bien podría gritarle "si entras y molestas a Astrid desearás haberte quedado con El Cazador" y, después miró de nuevo a Randios-¿dónde abatisteis al huargo? Quizá valdría haceros una capa con su pellejo como recordatorio de vuestra hazaña, hombres más corpulentos, gigantes incluso han caído bajo esas criaturas...

-El sur es muy diferente -dijo el chico mientras Leritt le llevaba a que le miraran las heridas- no hace tanto frío, y sí, si el día no es malo podemos bañarnos en el Aguas Negras. Dicen que una vez un mago hizo que estallara en llamas y quemara un millar de barcos; pero eso es lo más cercano a la magia que hay. Los cuentos -negó con la cabeza.

-Los cazadores del rey suelen mantener las tierras cercanas defendidas de bandidos y depredadores, pero lo más peligroso que puede haber son los sombraluna, unos felinos enormes que viven en las Montañas de la Luna, al este del continente.

-En realidad no lo abatí -dijo en un murmullo- él saltó y yo alcé la espada con la suerte de ponerla con la punta hacia su cuello. Su peso hizo el resto -rió divertido- no creo que Wun Wun tuviera problemas con un huargo -giró la cabeza para mirar al gigante que se quitaba restos de muertos de su torso.