Partida Rol por web

Claro, esto son algunas de las cosas que tenemos. Hice un gesto a los demas de que pusieran las cosas que habiamos transportado entre todos, siendo yo mismo el primero que comence a poner sobre la mesa. Primero las armaduras, y luego las armas, para que sea mas vistoso.

-Yo busco una coraza.-Digo mirando a la mujer.-Lo más grande y mejor hecha posible. ¿Sabe como podria conseguirla?

-Como puede ver, somos gente de cierta experiencia y hemos conseguido un botín bastante aceptable. En unas circunstancias como estas es más que probable que estas armas le duren menos de lo que tardamos en salir de la tienda... seguro que algún habitante de la ciudad las compra para tener algo con que defenderse si los trasgos atacan. 

Es posible que no haya muchos soldados aquí aparte de nosotros, pero seguro que con la publicidad adecuada las venderá en poco tiempo... Publicidad que podríamos estar dispuestos a hacer nosotros si alguien nos preguntase. 

Después de todo, si hemos conseguido esas armas en combate... somos quienes mejor sabemos de qué son capaces. Por otro lado, podría querer deshacerme de mi espada larga. En otras condiciones no valdría mucho, pero el valor que alcanzará cuando liberemos a estas buenas gentes de la amenaza podría ser bastante mayor. ¿No cree?

Esta vez, dejo que sea Ivelios quien hable. Asiento con la cabeza, dando credibilidad a sus palabras, sin abrir la boca, esperando la reaccion de Sten. Me limito a ordenar los objetos que le mostramos sobre la mesa, y dandoles un mejor aspecto.

Entonces me acuerdo de algo, o mas bien, de alguien. ¿Donde esta Glezberg?

Pues mire le dije a la tendera estas armas y armadura que le pido es por una buena causa , nada menos que salvar al marido de la posadera de los dichosos trasgos, hemos erradicado a una buena parte de estos maléficos seres pero nuestras débiles armas y armaduras nos han hecho tener que retroceder , y cada vez que lo hacemos la probabilidad de que ese hombre muera es cada vez más grande. Rebájenos este equipo que le pedimos para que podamos erradicar esta maldad de una vez por todas y encontrar a este hombre. La miro con una mirada de dolor y a la vez de ayuda intentando que nos rebaje esos oritos...

Mantengo mi voluntario alejamiento del resto del grupo para no estorbar a sus intentos de regateo, es de suponer que se acordaría de mi ultima visita y no es plan de insistir mas.Sigo inspeccionando las mercancías mas por pasar el tiempo que por tener verdadera intención de comprar.

-"Yo estoy interesado en vender mis dos puñales y mi estoque a fin de conseguir dos dagas largas, de ser posibles envenenadas, creo que servirán mejor a la causa en la cual nos abocamos, a su vez también podría cambiar mi ballesta y sus saetas por cuchillos arrojadizos..."- dije acercándome a la vendedora y mostrandole una sonrisa, al tiempo que le guiñaba el ojo.

Escucho la conversación de mis compañeros con la tendera, mientras continúo echando un vistazo a mi alrededor, algo hastiada. Nunca me han gustado las negociaciones de aquel tipo, y el regateo es algo que me aburre sobremanera.

Me mantengo prudente, paseándome por la tienda con aire distraido, sin prestar en realidad realmente atención a aquellos objetos, más bien matando el tiempo.

Adun coge el dinero, contandolo, y lo divide a partes iguales. 29 monedas de oro. Sobra una moneda de oro, la dejaremos para el fondo comun. Tras repartir el dinero, se pone a curiosear por la tienda, mirando por si encuentra algo que pudiera serle de utilidad, pero no es asi. No al menos que lo necesite de forma inmediata, y seria cargar de forma innecesaria con objetos que no requiere.

Yo por ahora no comprare nada, gracias. ¿Habeis terminado? Pregunta a sus compañeros, cruzandose de brazos cerca de la entrada. Señora Buenvendedora, ha sido un placer. Gracias por todo.

-Todo un placer señora.-Digo con una reverencia y guardando las monedas.-¿No sabrá dónde puede haber un herrero que fabrique algo para mí, verdad?-Añado al salir.

-Yo de momento tampoco necesito nada. - respondo, esbozando una pequeña sonrisa. A esas alturas ya he revisado un par de veces prácticamente todos los objetos de la tienda y lo cierto es que comienzo a tener ganas de marcharme de allí.

-Gracias. -añado, cuando Adun me da mi parte, guardándola en mi bolsa, mientras ladeo una sonrisa en mis labios. Y espero a que los demás terminen para poder salir de allí y continuar con nuestro cometido.