Partida Rol por web

El sonido de las botas de Gramley anunciaron su llegada al comedor...

Me temo que a Ramond no le será posible abandonar el castillo. Después de su acto de cobardía, que ha mancillado el nombre del ejército, le esperan varios días de detención a pan y agua.

Este era buen momento para solicitar a la Garra que les dejara a Ramond para ir al bosque.

Cuando por fin llegaban a una especie de consenso para seguir con la investigación, apareció La Garra para chafar los planes que tenían con el pobre guardia. Al parecer iba a recibir algún tipo de castigo, cosa que no importaba demasiado a la norteña, pero si el hecho de que les privasen de la única persona que quedaba con vida y que conocía el lugar donde encontraron a Malocchio Aderre. Así, Fedora dejó escapar sus pensamientos en forma de palabras, aunque no se dirigió en primer término a Gramley, sino que  hablaba en general, esperando que alguien más diplomático que ella hiciera los honores o ayudase a la causa y al pobre diablo.

- Serr grrande pena... Ahorra que tinierr un guía que poder llevarr a investigarr lugarr donde encontrrarr a Malocchio... Podrría serr buen serrvisio parra rrestableserr suyo honorr... - Dejó caer.

-Yo opino que vallamos una vez despunte el alba, no tengo intencion de que nos topemos con otro de esos necrófagos- comentó tranquilamente Alanis, jugueteando impacientemente su blanco vestido.

Alanis susurró hacia el hombre llamado la garra. -En verdad ese hombre sería un buen guía, finalmente también se encuentra bajo el servicio de Malocchio, que mejor forma de lavar su honor-

Ahora la garra se negaba a dejarles a su guía para investigar la zona, sería sincero o quería entorpecerles para cubrirse las espaldas...este castillo le estaba volviendo paranoico.

- Por favor señor, permita que sea nuestro guía, le aseguro que es mejor castigo que acompañe a Quiora, no le importará golpearlo de vez en cuando y castigarlo si se porta mal, incluso puede dormir junto a el, y cuando se levante con un par de huesos rotos se lo pensará mejor todo.

Esperaba que entrará en razón, al fin y al cabo no se trataba de una falta grave la que había cometido.

Corvino alzó al voz. —¿¡Pero por qué demonios no nos presta a su hombre¡? ¿¡No ve que su compañero murió durante el ataque del necrófago y sin Ramond no sabremos en qué maldito lugar del bosque Ramond y su compañero encontraron a Lord Aderre!? ¡Que Ramond nos guiara podría ayudarnos en nuestra investigación sobre el estado del Lord, maldito sea!—

—¡Aunque bueno, usted es su superior y hará lo que le plazca, claro!— Seguía algo indignado. Al fin y al cabo y a pesar de todo aquél era uno de los hombres que había intervenido en el crimen de su hija. Le resultaba un poco difícil intentar mantener la compostura y hablarle con respeto. *

Al ponerse así de nervioso la tensión hizo que su herida empezara a molerle. Mostró un gesto de compungimiento a la vez que se llevaba la mano allí donde Gramley le había clavado la punta de su estoque, en el pecho. También se sentía aún un poco aturdido por el golpe en la cabeza de Quiora.

Necesitaba descansar: —Yo... si. Creo que sería mejor salir al bosque mañana por la mañana, tras un buen descanso nocturno. Además, con la luz del sol podremos buscar mejor pistas o huellas que en plena oscuridad.—

Sapo se abstuvo de responder al viejo Corvino ya que lo hizo uno de sus propios compañeros. Sus datos eran exactos, sin lugar a dudas. Era impepinable. 

Sapo se quedó un rato callado ante la pregunta que le hacía la norteña. Todo lo relacionado con el aspecto físico, sobre todo el suyo propio, no le importaba lo más mínimo. ¿Cómo si no iba a poder mirarse en un espejo? Con esos ojos y la falta de nariz, pocos podrían soportarlo. Desde luego sabía apreciar la belleza en los objetos y las personas, pero no había nada que le pareciera más bello que el orden inmutable y presente en todas las cosas que suponían las matemáticas.

- Puedo amasar el éter para dar otro color al pelo. Sería algo fugaz y una patraña, pues no deja de ser más que una ilusión. No entiendo para qué sirve eso.- Gastar energías y tiempo en algo que sólo modificaba la apariencia no era comprensible para Sapo.- ¿Te persigue alguien?

Que La Garra no quisiera dejarles a un soldado para investigar sólo podía hacer sospechar al mago y así se lo hizo saber.

- Han pasado nueve días y encontrar rastros de algo será muy difícil, incluso para aquellos que se creen capaces de hacerlo.- Uno de sus ojos estaba posado en el druida.- Pero no dejar a un soldado ayudarnos para algo que se nos ha pedido que hagamos no me parece más que una obstrucción y no tiene ningún sentido. A no ser que su intención sea justo esa. - Sapo estaba de acuerdo con Menon.- Quiora puede hacerse cargo de ese, si es el problema.- Sería un auténtico castigo para el pobre.

Gennan sintió la mirada de Sapo posada sobre él cuando hizo afirmó la dificultad de encontrar rastros nueve días después y tan solo asintió con la cabeza, pues lo que decía er amás que cierto. Seguir un rastro viejo era complicado. Interpretar señales viejas, aún más. No obstante, podría todo su empeño en ello y después sería la suerte la que decidiera. Nada de nuevas pisadas, lluvias torrenciales o un escenario de caza de lobos.

-Nada ganaríamos saliendo de noche, salvo que hubieran pasado unas pocas horas desde los hechos. A estas alturas, como bien dice él, será complicado. Y más si no contamos con ayuda que nos ponga sobre el buen rastro.

- Puedo amasar el éter para dar otro color al pelo. Sería algo fugaz y una patraña, pues no deja de ser más que una ilusión. No entiendo para qué sirve eso.- Gastar energías y tiempo en algo que sólo modificaba la apariencia no era comprensible para Sapo.- ¿Te persigue alguien?

Las palabras de Sapo fueron como un jarro de agua fría para ella. Fedora no quería una pantomima momentánea sino un cambio de look, pues llevaba mucho con el mismo, desde que salió de su tierra natal.

- No, Sapo. Yo querrer cambiarr mio pelo perro parra más tiempo. Un mes porr lo menos... Si no haberr magia porr medio, tinierr que comprrarr vial de tinte... ¿Te gustarría de colorr rrubio? Quisás favorreserr mía piel blanca... - Preguntó, sin más.

Sapo no comprendía. Las metáforas no iban con él. ¿Pelo de perro Fedora, que era humana?

- Los perros suelen tener un pelo denso y más corto, ¿verdad Genann?- Preguntó al druida que había estado tan cerca de los perros que casi se lo comían.- Si te lo cortamos bien corto tardará en crecer lo que pides.

Gramley la Garra accedió a ceder a Ramond como guía. También les mostró el diente de ónice. Algunos aventureros usaron un conjuro (o en el caso de Menon, un poder extrasensorial) para tratar de hallar pistas en el diente. Sapo no participó: ya había usado ese mismo conjuro sónar con anterioridad, y a los gnomos no les gusta repetirse. De entre todos los eruditos allí congregados, solo Dalabrac se creyó capaz de volver a reconocer ese poder mágico si lo volvía a detectar.

Gramley también bajó para entregarles la suma acordada como compensación por el ónice encontrado: doscientos insípidos divididos en ocho montones. Valiéndose del testimonio de Modnar sobre lo ocurrido, la Garra no juzgó conveniente dar recompensa alguna a Coherto Lampedoño, Heian Nailo y Genann, el druida del apellido impronunciable. Sin embargo, y contra todo pronóstico, uno de los montones fue a parar al bolsillo de Alarico a pesar de que él tampoco había hecho nada, e incluso se sospechaba que había reforzado a la criatura. Era el modo que tenía Gramley de reconocer el poder negado por Alarico, ya que aunque fuese hecho a posta, más adelante la magia divina podía llegar a ser vital tácticamente contra los gundarakís y sus kamikazes muertos vivientes. Coherto Lampedoño, por su parte, aprovechó para pagar las diez monedas que debía a Corvino, y que no pudo pagar en su momento porque se lo llevaron detenido.

También por orden de Gramley la Garra, varios sirvientes acudieron para cambiar las vendas de los heridos. A Genann le atendió un hombre tosco y desagradable, mientras que las doncellas mimaron y cuidaron al anciano Corvino a las mil maravillas.

A la mañana siguiente, Ramond volvió a aparecer durante el desayuno, para esperarles mientras practicaban sus ritos y repasaban sus hechizos. El guardia tenía moratones en la cara, como si Gramley hubiese aprovechado el resto de la noche para propinarle el castigo físico que correspondía a un soldado de la cobardía de Ramond.

dejo lista de conjuros preparados para el siguiente dia: