Esperad aquí, voy a avisarla.
Marcella fue al carromato y cogió una horquilla de su pelo con la que jugar con la cerradura. La puerta se abrió y la vistani entró para despertar suavemente a su raunie.
Os dió audiencia. Tenéis cinco minutos-dijo Marcella tras volver del vagón.
Genann y Alarico entraron en el carromato y cerraron la puerta tras de sí.
Lo primero que notaron fueron cordeles con cascabeles colgados del techo como guirnaldas. Genann no había visto eso cuando entró para ayudar a curar a Alanis, así que fue algo que Madame Eva colocó después... Una segunda barrera en el carromato por si acaso la del campamento fallaba. La vieja estaba sentada en el suelo, con las piernas bajo la manta y su perro en brazos. Los tapones para los oídos descansaban en el regazo, y de vez en cuando el perro olisqueaba y lamía la cera de los tapones.
Sé lo que me vais a decir. Que el fantasma de Leyla viene a matar a Raúl para vengarse de su encarcelación injusta. Ya quedamos muy pocos, cada vida vistana es importante. No sacrificaré a Raúl para que Leyla nos deje en paz.
De todas maneras, el pasado ya no es relevante. Estaremos a salvo cuando vosotros, forasteros, dejeis de romper las barreras del campamento. Le he dicho a Marcella que podéis pasar aquí la noche. Al amanecer debereis iros para no volver.
Genann prestó atención al renovado escenario, tan distinto de aquel que vio cuando Madame Eva intentó salvar la vida de Alanis. Fuera la historia que fuera que le condujera a aquel carromato, la muerte parecía ser la protagonista.
-Entiendo, Madame Eva. Cierto que cada vida vistana es importante -dijo con total convicción de lo que decía-. Y por ello la de Leyla también lo era, una madre a la que le arrebataron la posibilidad de cumplir con una promesa hecha a un hijo. Ella está consumida por el deseo de venganza y quiere ver muerto a su marido, pero creo que si pudiera despedirse de su hijo, verle una última vez, su espíritu descansaría. Pero solo es una intuición y no una certeza. Tampoco voy a decirte cómo debes manejar este asunto, pero parece ser que todo empezó porque Raúl está enamorado de Marcella. ¿Qué ocurrirá cuando ella le rechace? Alguien que ha probado el sabor de la mentira y se ha servido de ella para matar a su propia esposa, dejando huérfano a su hijo... No creo que dude en recurrir a idénticas o peores argucias para satisfacer sus deseos. Y está Niko. De acuerdo, aceptemos que el pasado no es relevante pero marca el presente y muchas veces dicta el futuro. No me lo negarás. Eres sabia. Y Niko es el futuro. Un niño vistana. Vuestro futuro. Cuídalo, por favor. Es un buen chaval.
- Como de costumbre Gennan habla con voz amable. Es vuestra decisión, pero... os recuerdo vuestra promesa. "En cuanto termine con la barrera espiritual, pondré a vuestra disposición mis conocimientos y mis visiones" Y eso hemos hecho. Lo que hagáis con vuestra gente, las decisiones que como su líder toméis, son vuestras. Nosotros solo hemos salvado a uno de los vuestros, y evitado que el fantasma de uno de los vuestros que la mentira y malicia de otro de los vuestros condenó, os causara mal. Cumplid vuestra promesa, madame Eva.
Madame Eva asintió. Sacó de un cofrecillo unas cartas tarokka y las barajó. Después colocó nueve cartas boca abajo ante Alarico y Genann.
Tres respuestas, de tres cartas cada una. Podéis hacer tres preguntas. Las Brumas ocultan las lindes del futuro y se resisten a mostrarlas, y mi poder no despejará el horizonte por mucho tiempo.
- Muy bien- asintió Alarico quien miró a Gennan- Yo realizaré dos preguntas, toda vez que temo que si no lo hubiera recordado, nos habríamos ido sin nada. Tú realiza la tercera. Mis dos preguntas son: ¿cómo se puede curar el mal que aflige a Malocchio Aderre? ¿cumplirá este su palabra si es curado, recompensándonos adecuadamente?
Madame Eva destapó las tres primeras cartas: el charlatán, el encapuchado y el transmutador.
Ningún mal aflige a Malocchio Aderre, más allá de la maldición de los dukkar. El espejo adecuado servirá para ver más allá del velo de las apariencias.
La gitana levantó el mentón y miró fijamente a Alarico.
Conociendo la respuesta a la primera pregunta, ¿deseas hacer la segunda en los mismos términos?
Alarico guardó silencio unos instantes pensativo, y luego negó con la cabeza.
- Ciertamente, no. Mi pregunta será distinta, vista la contestación recibida. Gennan... pregunta mejor tú la segunda, mientras medito.
¿Sé algo sobre la maldición de los dukkar y sobre el espejo adecuado al que la gitana ha hecho referencia?
Genann miró a Madame Eva y luego a Alarico. Si lo que la vieja decía era verdad, Aderre mentía, lo cual implicaba que habían sido engañados y manipulados con a saber qué fin u objetivo. Y como bien señalaba la vistana, si no había enfermedad, no había necesidad de curación, con lo que la segunda pregunta era un gasto inútil de oportunidades de cara a obtener una ayuda efectiva de la anciana.
-No, no hace falta como bien dice mi compañero -dijo apresuradamente el druida-. Madame Eva, el espejo que has mencionado, ¿dónde podemos encontrarlo?
Alarico y Genann recordaron vagamente algo sobre los dukkar y los espejos.
Un dukkar es un gitano varón que posee el poder de ver el futuro. Esas capacidades están reservadas para las mujeres vistani, con lo que repudian a los dukkar y consideran el nacimiento de un niño así como una maldición, es decir, alguien capaz de visualizar algo malo y hacer que esa catástrofe ocurra, en lugar de alguien que puede ver el futuro. Malocchio Aderre, como les contó, era un dukkar semivistana. Tenía la marca de los dukkar (una estrella) en la palma de la mano y su persecución a los vistani y su enemistad con su madre vino porque en una visión vió cómo alguien con la sangre de un vistana le iba a matar. Tratando de matar a una gitana en una noche de cacería humana, Malocchio fue encontrado con ciertos cambios... Había perdido la capacidad de ver el futuro, sufría amnesia, la marca de los dukkar había cambiado de mano, tenía aversión por la luz y los espejos...
Ah, los espejos. Los espejos habían sido retirados de la habitación de Malocchio Aderre...
Madame Eva destapó tres cartas más: las brumas, el pastor y el druida.
Para encontrar el espejo, deberéis internaros en las Brumas. Pero cuidado, no lo hagáis solos. Necesitais de un guía, una criatura de los bosques.
Madame Eva volvió a levantar la vista. Quedaban tres cartas por mostrar.
En ocasiones, la curiosidad mata al gato. ¿Estáis seguros de querer hacer la tercera pregunta? Puede que no os guste la respuesta que den las cartas...
Alarico sonrió. Era una sonrisa tranquila, a pesar de todo, puesto que, al fin y al cabo, era obvia la que iba a realizar. Si el empleador mentía, y el peligro acechaba, y sin embargo había un misterio...
- ¿Debemos regresar una vez termine nuestro periplo ante Malocchio Aderre?
Las tres últimas cartas fueron reveladas: el filántropo... la torre del homenaje... el verdugo.
Todo acto cometido ha de enfrentarse a sus consecuencias, bien en forma de recompensa... o de castigo...
Una sonrisa malévola se dibujó en el rostro de la adivina. La vistana señaló más allá de los dos espectadores en dirección a la puerta de su carromato.
Ahora, marchaos... Y no volvais a pisar este bosque.
Si la gitana creía que el sacerdote de Bane iba a aminalarse no sabía bien con quien estaba tratando. Para empezar el sacerdote, tras una infancia y adolescencia de esclavo, y una vida posterior basada en la crueldad y el sometimiento al poder del fuerte, que es quien hace la ley, tenía poca paciencia para ideas como el karma o similares. Pero es que además, si a karma íbamos, la jefa de los gitanos tenía mucho que pagar, y por lo que el propio sacerdote sabía, poco crédito.
- Sea, pues. Cuidad a los vuestros, madame Eva. Como bien decís, a pesar de los esfuerzos míos y de los míos, quedan pocos. Y como bien sabéis, la sangre derramada llama a la sangre. Suerte con vuestra decisión, y con vuestra gente. En cuanto a no pisar este bosque... creo detectar un tono de amenaza que no comprendo- se encogió de hombros- Ni vos ni los vuestros sois enemigos míos, ni de mi gente. Pero, por ahora, nada tenemos más que tratar ni que decirnos. Adios.
Genann no quiso añadir nada, manteniéndose en un segundo plano. Mándame Eva los echaba del campamento como si fueran unos apestados, refugiándose en la hipocresía y falsedad, dispuesta a permitir que uno de los suyos vagara por una eternidad pese a haber muerto de forma totalmente injusta. Algún día, Niko sabría lo ocurrido, porque la mentira siempre acababa por descubrirse. ¿Qué pasaría entonces?
Para bien o para mal, no estarían allí para verlo. Avanzó hasta la portezuela del carromato, echó un último vistazo a los cordeles colgados, ultima protección de la vieja, y supo que a ella lo único que le preocupaba era su propia existencia. Los demás eran peones de su tablero. Abrió la portezuela y se volvió hacia Alarico.
-Vámonos. Hemos hecho cuanto había que hacer. Es hora de seguir, Alarico.
Alarico asintió a las palabras del druida. Lo cierto es que no había mucho más que decir. Con lo que sin más comentarios, y tras una última ojeada a las protecciones de la gitana, parte.