Partida Rol por web

Mientras me preparo para el combate, veo como una de las criaturas comienza a chillar estridentemente mientras se lanza a la carga a por mí. Sin tiempo casi para reaccionar lanzo un puñetazo de izquierdas hacia la criatura marina. Al mismo tiempo éste me acierta superficialmente, lo que provoca que pierda la concentración una décima de segundo y falle el golpe. 
Escucho un silbido que corta el viento y hace que la criatura caiga sin vida a la cubierta.

Sin pensarlo mucho, emprendo la carrera hacia el primer enemigo que veo, con tal mala suerte que tropiezo con el tridente del saguajin que aún caía al suelo y voy trastabillando hasta encontrarme de frente con el monstruo al que trataba de alcanzar.

El combate continúa a favor de los héroes, dos enemigos estaban situados al norte, allí el monje entabla combate contra uno de ellos. Otros dos se encontraban al este y se acercan hacia el norte, parecen que todos huían de la zona sur donde estaba posicionado el matabestias, por algo sería...

Encontrándose aún débil de sus heridas y aprovechando que los escamosos enemigos parecían querer mantener las distancias con Ingvar, que se encontraba a su lado, Alaric decidió mantener su participación en el combate dentro del apartado "fuego de cobertura".

Con presteza se desplazó hasta situarse detrás de Bast y Rufus, próximo a Saik, de forma que pudiera dar apoyo si fuese necesario. Enarbolando otra de sus jabalinas, apuntó a uno de los sajuaguines cercanos a Ivho, que se había lanzado temerariamente al combate contra un grupo de tres de las horrendas criaturas.

De nuevo, la jabalina erró su blanco, clavándose en la cubierta y vibrando, resonando con la mala suerte que parecía perseguir a Alaric. Este, ya bastante preocupado, miró al cielo...

Pelor, ¿de verdad no te rezo lo suficiente?

Ese monje era todo menos astuto, se metió donde estábamos los dos reunidos pagaría por nuestros hermanos muertos. Sí, ya ves si pagaría. Arremetí con la ferocidad propia de mi raza metiendo las tres puntas hasta el fondo. Cualquiera hubiese muerto pero este monje era fuerte sí muy fuerte, pero no por mucho tiempo...

Ingvar no tuvo mucho tiempo de recrearse en su victoria frente a la primera de las criaturas, tan pronto como vio que el ser caía ante sí en medio de los estertores de la muerte pudo comprobar que dos más de aquellas criaturas atacaban al monje Ivho, una de ellas hiriéndole de consideración.

Entonces el bárbaro, enarbolando una vez más su gran espada profirió un horrible grito de guerra a modo de desafío y avanzó ablandiendo el montante hasta colocarse al lado de su asediado compañero.

- ¡Ah...hijos de perra!, he de convertiros en pasto para vuestros amigos los peces antes de que os deis cuenta...y lamentaréis haberos subido a la nave donde el "matabestias" os aguardaba con la muerte en forma de espada entre sus manos.

- ¡A mi criaturas repugnantes! ¡A mi malditos engendros de los abismos de la mar salada!- exclamó buscando ese estado mental en el que nadie podía hacerle frente e intentando llamar la atención de las malvadas criaturas para que le atacaran a él.

Lanzó un golpe terrible contra una de las dos criaturas, pero ésta pudo pararlo con el tridente.
 

La otra monstruosidad vio al matabestias acercarse... el poder que irradiaba este guerrero con su espada bastarda era sobrecogedora, y más cuando tensaba sus músculos y daba grandes tajos con su arma. Pero esta vez el matabestias se confío y atacó de soslayo fallando su ataque. Aquellos monstruos que miraban con sus ojos sin párpados siempre abiertos, con esa abertura fija del iris dándole una imagen imperturbable y a la vez aterradora, acechó al matabestias clavando las puntas de manera superficial en el cuerpo del bárbaro. No emitían sonidos pero algo os decía que se comunicaban por medios imperceptibles para vosotros.

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Cuando Ivho se metió de cabeza ante los enemigos, Bast sabía que aquello no podía acabar bien, "¿Qué se cree que está haciendo? sin una armadura como la mía eso es un suicidio", y de hecho así fue, podría haber sido peor, pero definitivamente su amigo estaba en un serio aprieto y los paladines saben que hacer en estas circunstancias: había llegado el momento de usar su nueva bendición.

Bast se dirigió rápidamente a la derecha del monje, listo para defenderle de los enemigos que se le acercaban por el estribor de la embarcación. Al llegar tocó al monje en su frente y empezó a murmurar unos salmos a su dios Heironeus, en voz baja y apenas audible. Cuando terminó, sintió como un torrente de energía fluía hacia el cuerpo del monje y ayudaba a sanarlo en parte.

Luego con una mirada cansada tras el coste energético que le supuso, le dijo al monje en un tono serio:

- Si seguís metiéndoos en el centro del peligro cubierto sólo con esos simples paños, puede que la siguiente vez no esté aquí para socorreros. Actuad con prudencia amigo.

Rufus se acercó al Saguajin que tenía Ingvar enfrente, no tenía un tiro limpio contra el de Ivho.

Preparó una flecha y soltó.

La flecha impactó en el pecho del Saguajin, atravesando de nuevo escamas y clavándose en la piel del bicho.

Bien, bien, seguimos finos!

El tropiezo anterior me iba a salir caro. Llegando como había llegado trastabillando propició que una de las criaturas tuviese casi vía libre para atravesarme con su tridente.

Al sentir las puntas atravesar incluso algunos órganos aguanto un grito de dolor. -Tengo que salir de aquí, pero sólo conozco un modo- pienso mientras veo, entre el rojo de la sangre, una silueta brillante que se acerca gritándome. Una décima de segundo después la sangre dejó de brotar de algunas de mis heridas.

Impedido para acertar mis golpes lanzo una serie de golpes frontales al pecho de la monstruosidad que tenía delante. Estos golpes no estan bien dirigidos debido al cansancio y las heridas sufridas. Jadeando recupero la posición de defensa como buenamente puedo y me quedo a la espera de un nuevo ataque por parte del ser marino.

El combate se recrudecía por momentos Ivho ha recibido una herida grave, será mejor terminar lo antes posible Todo el combate se había centrado alrededor del monje pero no podía descuidar al resto de enemigos, uno de los sahuaguines amenazaba con atacar al grupo por la retaguardia y, al verlo, Saik no dudó en centrar en él su siguiente ataque. El primer proyectil falla, el explorador no estaba acostumbrado al extraño movimiento de estas criaturas, el segundo lo piensa un poco mejor y consigue impactarle - toma eso Al ver que pese a la herida, el enemigo no cae, se dirige al grupo-¡¡Daos prisa, la cosa se complica!!

Saik lanza dos disparos uno de ellos impacta en una de las bestias que se encontraba sola, el impacto de la flecha en el pecho deja malherido al monstruo que se acerca a grandes pasos... La mole de gran tamaño podía haber atacado con una carga, pero se siente intimidado ante la oleada de atacas certeros de sus enemigos y se vuelve precavido. El semielfo consigue esquivar el ataque con facilidad y el temible tridente que agarra la bestia con las dos manos y con formidable destreza, pasa casi rozando el abdomen de Saik.

Otros de aquellos monstruos se acerca a Bast el paladín, vio como realizaba magia que restablecía a su compañero, lo que le hizo ver el peligro de aquella criatura. El horrible hombre pez se acercó a la muralla de metal pero no consiguió impactar, el paladín estaba acorazado y era muy difícil traspasarle.  

El enorme ser que atacó al monje con su terrible arma produciéndole una perforación en su pecho con las tres puntas ahora fallaba. Quizás fue que se ofuscó viendo como el paladín le curaba las heridas o el monje se preparó esta vez mejor para esquivar a su oponente. El temible ser que creía ya que aquella criatura pasaría a la otra vida se vio perdida ante la agilidad del monje.

Alaric se posiciona en un lugar desde el que pudiese alcanzar a cualquiera que se llegase a encontrar en peligro y aferra otra jabalina.

Esta vez mira el asta de madera de forma melancólica, mientras murmura.

Pelor, despierta de una vez y trae el fuego a estas criaturas del océano...

Plegaria ofrecida en vano pues de nuevo la jabalina falló a su objetivo. ¿Acaso había olvidado alguna ofrenda en el último mes?

Mientras el combate se recrudecía en la cubierta del buque, Ingvar continuaba su particular duelo con la criatura que tenía delante.

El ser parecía conocer bien el manejo de su arma. Parando correctamente con el tridente, a pesar de la energía que Ingvar lograba imprimir a su gran espada, había logrado forzarle a abrir su defensa dejando libre la línea para el ataque del monstruo. Éste no se hizo esperar y, con su respuesta, logró herir al bárbaro con los dientes de su tridente y solo la agilidad de Sigurdssonn le permitió sobrevivir: un rápido paso atrás a tiempo evitó que la certera acometida del sajuaguine le pasara de parte a parte.

- ¡Jodido montón de algas! - exclamó Ingvar furioso, sintiendo como su concentración se rompía - ¡te voy a sacar las asaduras por la boca! ¡te voy a destripar con tu propio tridente!... y luego me voya  mear en tu puta calavera asqueroso montón de mierda. - Ingvar sentía que su voz se enronquecía mientras profería imprecaciones furiosas.

Herido por su adversario, el bárbaro rompió hacia atrás procurando protegerse con la espada y lanzó un golpe a la defensiva, cubriéndose, por si la criatura quería presionarle aprovechando su ventaja, pero el cauto ser abisal no cayó en la trampa y el montante de Ingvar solo cortó el aire silbando inofensivo frente al enemigo que se mantenía con el tridente amenazando a Sigurdssonn listo para atacarle.

Al menos el mierda este me deja reponerme...pensó Ingvar molesto por no haber logrado conectar el golpe y sintiendo que el combate se le escapaba de las manos.

Procurando tranquilizarse recuperó su posición de guardia tratando de mantener el montante en permanente movimiento.

En realidad tenemos ventaja, hemos liquidado a dos de ellos y tenemos fuego de cobertura...además ese santurrón de Bast ha curado a Ivho, vamos a comernos a estos putos peces con patatas.