Pasado un rato desde que degustaran el magnífico cerdo asado sazonado con finas hiervas y bebieran un buen vino, Black se empezó a preguntar por que Le Noir le había traído aquí a perder el tiempo. Era poco lo que sabían del paradero del francés fugitivo y muchas las dudas que rodeaban a este delicado asunto. Debían ponerse en marcha si no querían que el amanecer fuese cómplice de la marcha del Dei Gloria y con él el tal François du Plessis.
Pagó la cuenta al tabernero, dejando algo de propina por la deliciosa cena, y luego hizo un gesto a Black para que le siguiera fuera. Parecía feliz al salir de aquella taberna. El sol ya se había escondido y la oscuridad, su gran aliada esa noche, cubría el cielo con su manto.
Recordaba bien el camino que tenía que tomar, así que pidiendo silencio a su compañero empezó a caminar entre las sombras en dirección a un callejón que no parecía tener nada fuera de lo normal. Cuando estaban ya cerca, y podían ver la entrada a la callejuela, se giró para mirar a su camarada y hablarle casi en un susurro.
- ¿Recuerdas cuando salí corriendo de los Archivos? Perseguía al hombre que nos envió contra la trampa, pero justo antes mis visiones me habían traído hasta aquí - Sonrió, esperando el gesto de Black por no haberle contado todo eso antes -. Con todo lo que hemos... - Suspiró, rompiendo una lanza a favor de su compañero -. Has, descubierto, creo que es aquí donde se oculta nuestra querida presa antes de zarpar.
Sacó su pistola con una mano y señaló el callejón, con un brillo en los ojos.
- Al fondo de ese camino hay una casa solitaria, ¿crees que estaremos invitados?
Escuchó cada palabra de su compañero mientras encajaba las piezas del rompecabezas que iban apareciendo tras el relato del mismo.
Era bastante probable que Le Noir se guardase alguna carta bajo la manga en aquella "competición" de a ver quien tiene más pistas, por lo que, aunque no se esperaba esa información, encajó la misma sin inmutarse.
Cuando su compañero terminó de hablar una ligera sonrisa deformó su rictus adusto, después de todo Le Noir había cumplido.
Sacó su pistola cargada mientras miraba en dirección a la casa que le habían señalado.
-No creo que nos reciban con los brazos abiertos, pero seguro que será una buena sorpresa. Vayamos a por el último acto- dijo mientras dejaba paso a Le Noir, al fin y al cabo era su pista, su trofeo.
Sonrió mientras sacaba también su pistola, desenfundaba el puñal y aflojaba la espada en su funda. Era el momento de acabar con esto, dar fin a aquél relato y descansar en pos de una nueva aventura, seguro que más emocionante y espléndida que aquella.
Con un gesto de asentimiento, dispuesto a llegar esta vez hasta el final, empezó a caminar, agachado y en silencio, por el oscuro callejón, atento a cualquier signo de peligro y preparado para acabar sin remordimiento alguno con cualquier guardia despistado que pudiera haber allí.
Era el desenlace esperado, y no iban a dejar que se les escapara la gloria de semejante victoria.
Tirada oculta
Motivo: Sigilo
Tirada: 1d10
Resultado: 2(+6)=8
Tiro por sigilo, que sería 1d10+agilidad+destreza, ¿right?
Pistolas en ristre los dos inspectores llegaron hasta la puerta agazapados procurando no llamar la atención y con el mayor de los sigilos posibles. Le Noir tanteó la puerta, en su momento no le fue complicado forzar la cerradura para colarse dentro... esta vez sorprendentemente la puerta estaba abierta.
La casa parecía estar deshabitada o totalmente en calma, todo estaba a oscuras y solamente un tenue luz asomaba por el pasillo de entrada. Con la máxima de las precauciones los Casacas avanzaron guiados por esa luz, si debían encontrar a alguien sería ahí sin duda.
Al fin llegaron a la fuente lumínica, el comedor. A la de tres irrumpieron juntos apuntando con firmeza sus pistolas pillando por sorpresa (o no tanto) a las personas que ahí se hallaban.
El comedor era amplio y tenía un mesa para seis o más comensales justo delante de la puerta. Tras ella tres siluetas oscurecidas por las penumbras que proyectaba la luz de una vela. Una de ellas estaba sentada con las manos sobre la madera esperando la entrada de alguien, otra estaba de cuclillas cuchicheando algo al oído a la anterior y por último una tercera que aun que detrás de la mesa parecía mantenerse al margen de los otros apoyándose de brazos cruzados en la pared y ligeramente separado.
Llegáis justo a tiempo dijo severa la persona sentada. Esa voz... demasiado familiar.
Tiro por sigilo, que sería 1d10+agilidad+destreza, ¿right?
yes
Los ojos de Black tardaron un par de segundos en acostumbrarse a la penumbra a la penumbra que reinaba en la sala, al principio pensó que habían pillado a su presa desprevenida, luego, al ver la actitud de aquellas tres figuras se decantó por que habían caído en una nueva trampa.
Apuntando alternativamente a unos y a otros esperaba cualquier movimiento en falso, cualquier indicio de agresión para apretar el gatillo, hasta que oyó aquella voz.
Llegáis justo a tiempo
Aquella maldita voz...
Bajó el martillo de su pistola y se la guardó en el cinto. Después se cruzó de brazos, intentando actuar de manera indiferente, como si todo aquello no fuera con él, aunque su estómago bullía de rabia.
-¿Que significa todo esto?- preguntó a la figura sedente.
La figura que permanecía sentada se reclinó hacia delante iluminando su rostro con la tenue luz y con un gesto silencioso insinuó a los inspectores que se sentaran. Resultaba extraño encontrarse en aquella situación al capitán de los Casacas Negras
Supongo que tendréis preguntas
La figura que había permanecido en cuclillas se levantó y desveló con ello su rostro.
Ya te dije que eran perfectos para este trabajo... dijo Merlin al capitán tan buenos como ingenuos jijijiji
preguntar, interpretar, hacer un post completo cada uno y os respondo con tochopost semi-conclusivo
-Lo que tengo son ganas de cortar algún que otro gaznate- pensó Antoine mientras sonreía ligeramente y tomaba asiento en el lugar que le habían indicado. Odiaba a ese hombre, no tanto como a Merlin, eso era evidente, pero también le odiaba. ¿Tendría algún tipo de problema con la autoridad? ¿O sería simplemente encontrarse bajo la sombra de hombres que no le llegaban a la suela de las botas.
Sus ojos iban de uno a otro, tratando de encontrar las palabras adecuadas, o al menos, tratando de no volver a sacar su arma.
-No creo que nada que se me revele con mis preguntas sea satisfactorio para mi- dijo con tono despreocupado. Luego miró fijamente a aquel presuntuoso de Merlin -Además, creo que, aunque no preguntemos nos iluminará con su ingente sabiduria, ¿verdad?-.
¡Dios, como odiaba a ese hombre!.
Durante un momento, al escuchar aquella voz, se quedó paralizado; iba preparado para casi cualquier cosa, incluso para morir en honor a su misión, pero no para aquello. Por un instante pensó en descargar su arma sobre uno de aquellos dos petulantes hombres que parecían estar jugando con ellos, pero fue sólo un segundo, un flash efímero que se desvaneció en su mente tan pronto como llegó.
Siguiendo el ejemplo de su compañero, aunque dejando sobre sus rodillas, como si de un gesto casual se tratara, las pistola, lista para llenar de plomo el cuerpo del primero que hiciera un gesto raro. Sabía que aquello significaría su muerte, aunque muy posiblemente no saliera de allí con vida hiciera lo que hiciera.
Con una media sonrisa, sentado pero tenso, permaneció en silencio. Un silencio envolvente, como el de una tumba, el de la muerte acechando su presa; un silencio capaz de apagar todos los demás. Y aguardó así hasta que aquellos hombres se explicaran.
Se creían superiores, muy inteligentes y hábiles, pero esa noche puede que al menos uno descubriera lo lejos que estaba de su propia divinidad...
Al sentarse los dos inspectores con esos aires malhumorados hicieron reaccionar al tercer tipo que con rapidez sacó un medallón con el ojo de Horus grabado y se acercó desvelando su identidad... Wells
Quieto! ordenó al inspector Wells quien ocultó el amuleto tan rápido como lo había sacado tienen derecho a una explicación, además han cumplido con su deber de forma notable y quizás puedan continuar con esta misión... dijo mientras parecía cavilar algo.
Bueno, empezaré desde el principio. Hace unas semanas uno de los tres mellizos nos advirtió de que Von Fray estaba tramando algo corrupto, algo relacionado con ciertas visitas con un noble francés. Merlín investigo y descubrió, supongo, lo mismo que habéis descubierto vosotros. Así que tomamos medidas. Giró la cabeza señalando con la mirada a Wells Y diréis, porqué matarlo en vez de arrestarlo? pues muy sencillo, la simple insinuación de que un miembro de la Mano o el Puño, o de ambos como era el caso, se vea salpicado en algo fuera de los dictámenes de su majestad el Rey pondría en duda la estabilidad política y su poder, el pueblo podría rebelarse y la diplomacia internacional complicarse... y por supuesto, el Rey... no debe enterarse, para él y el resto del mundo un infame francés ha asesinado a nuestro querido capitán porque éste había descubierto algo sobre él... ya se nos ocurrirá algo. Y aquí es donde entrabais vosotros, por supuesto que el asesinato debía ser investigado por nosotros mismos y así fabricar una cuartada y de paso capturar al maldito Du Plessis.
Antes de continuar dejó que los inspectores que ahora estaban un poco boquiabiertos hiciesen algo de réplica
La mente de Black asimiló toda la información recibida.
Así que Wells había acabado con el capitán... Él era el mentalista, su objetivo a batir.
-Expliqueme una cosa si es tan amable. Entiendo que había que acabar con Von Fray, era un traidor a la corona, pero...¿Para que todo éste teatro? Si Merlin y Wells ya estaban al tanto ¿por qué no fingieron ellos mismos la investigación? Es más, por lo que puedo extraer de su explicación, el objetivo real es acabar con Du Plessis. ¿Por qué no ordenarnos directamente ir a por el francés?-
-No sé señor, con todos los respetos, creo que nos están contando una versión un tanto aligerada-.
Se puso tenso cuando Wells, ¡otra sorpresa más!, sacó el medallón y se acercó a ellos con intención de usarlo. Sólo las rápidas palabras de Von Breth lograron frenar al mentalista y por tanto la bala que a punto estuvo de salir de su propia pistola para acabar con todo aquello.
Bajó de nuevo el arma que había alzado en acto reflejo, y guiñó un ojo al que había sido su presa desde el principio. Luego escuchó atentamente a su capitán y a su compañero, y rápidamente su mente empezó a trabajar. Sabía que algo se les escapaba, algo que muy probablemente les escondían, pero también estaba bastante claro que no hablarían más de lo que vieran conveniente. Habían sido simple marionetas de gente que se creía superior, y eso lo odiaba, pese a ver la gran destreza con la que aquellos hombres habían movido los hilos. Resopló, frustrado, y se acomodó en la silla, manteniendo el dedo en el gatillo y el arma apuntando a Wells.
Hizo un gesto que fácilmente podría confundirse con una media sonrisa, y ladeo la cabeza tras asentir levemente en señal de aprobación hacia Black. Quería saber más, pero no pretendía olvidar todo aquello. Era hora de recibir respuestas de verdad.
Con un tono de voz un tanto autoritario pero a la vez sereno el Capitán dijo tras las las reacciones de los inspectores Black y Le Noir:
Lo primero de todo es que van a dejar esas armas sobre la mesa, no queremos que por un accidentado malentendido alguien salga herido... La pareja de casacas se miraron con cara estupefacta y sin dudar un instante dejaron sus pistolas sobre la mesa*. Lo segundo es que deben entender que no siempre las ordenes van a ser de su agrado y no siempre van a tener toda la información, su misión en este cuerpo es investigar y ejecutar hasta donde se les diga, sin más... la curiosidad es un lujo peligroso. Peeeeero Dijo mientras se levantaba de la silla para poder caminar mientras continuaba hablando Solo por esta vez y porque como después entenderán esta misión no ha acabado, voy a explicarles un poquito más sobre este asunto y a responder a esa pregunta del Sr Black tan inquisitiva hacia mi persona...
El capitán de los casacas empezó su explicación respondiendo a aquello de porque no habían hecho la investigación ellos mismos si estaban al tanto de todo, la respuesta fue de lo más lógica: primero, yo soy el capitán tomo decisiones y doy ordenes, el trabajo de campo es cosa de los inspectores. Segundo, Merlín no puede investigar, no es ni siquiera un Casaca Negra En ese momento esa risita desagradable resonó burlesca al comentario sobre su persona ... teóricamente, claro es solo un consejero. Y tercero, Wells, como ya sabéis fue la mano ejecutora... si queríamos no levantar sospechas la investigación debía ser real, no se yo si Wells posee dotes teatrales suficientes como para realizar una gran actuación como actor en una pantomima de semejante magnitud en las palabras del capitán había algo de sorna, seguramente Wells estaba siendo reprendido por algo que no sabíais.
Tras las explicaciones prosiguió con un informe más profundo sobre el caso que les había traído a esa casa. El capitán comentaba detalles y de vez en cuando era interrumpido por Merlin en aquellos momentos en los que su egocentrismo le obligaba a otorgarse méritos sobre lo investigado. En conclusión los inspectores sacaron en claro de que Von Fray era una persona con demasiado poder adquisitivo y peso político como para dejarse seducir por una miseria como la que parecía embolsarse. Además, el cobro debía ser por algún motivo, un motivo que desconocían, de hecho era el propio Von Fray el que ponía el dinero para pagar al tal Franchesco, por lo tanto si el capitán y Franchesco eran la misma persona no tenía sentido. Algo ocultaban Von Fray y Du Plessis, algo que no pudo extraer Wells antes de matarlo (posiblemente es el motivo por el que hacen mofa constante Von Breth y Merlin sobre Wells).
¿Que tramaba Von Fray con Du Plessis? mmm si Wells no hubiese sido tan descuidado Señalo a un rincón de la sala y en la penumbra pudieron ver lo que parecía ser un cadáver con la cabeza metida en un cubo de agua o algo peor Y hubiese pensado que quizás si mataba al topo espantaría a nuestra presa... en fin, el caso es que el francés no ha aparecido por aquí y no sabemos donde se esconde ni en que barco ha de zarpar mañana.
Se apoyó con ambas manos sobre la mesa acercando su cara a la pareja de inspectores y desafiante comentó: Hasta el momento habéis hecho un gran trabajo... incluso puede que sepáis cosas que nosotros desconocemos. se incorporó para sentarse en pose pensativa y añadió como si lo dijera para él mismo Traedme a Du Plessis y/o averiguar que tramaban esos dos... ahora. Y no volváis con las manos vacías.
*por supuesto obedecéis a las ordenes porque vuestro capitán es un crack y os ha hecho un juego de mentalismo sin despeinarse
bueno, cerramos la escena tras desahogaros con unos buenos posts
A que esperáis? jijijiji, venga venga, en pie, a trabajar
El tutor de los inspectores les echó del lugar de forma poco sutil. Había prisa, debían averiguar en que barco viajaría la presa e impedir que se subiera en él. Lo que no sabían ni el Capitán, ni Wells, ni el propio Merlin es que por fortuna si sabían cual era el barco
Antoine estaba acostumbrado a tratar con la peor calaña de la sociedad. Sus años embarcado como tripulación de varios navíos corsarios le había brindado la oportunidad de conocer a sujetos que no tenían cabida en la ciudad y solo podían ser aprovechados como carnaza en este tipo de barcos.
Algunos fueron algo parecido a amigos, otros fueron peor que enemigos. De estos últimos, pocos quedaban para dar testimonio de su fatídica relación con Antoine Black, algunos de ellos dejaron este mundo bajo el filo de su hoja. Pero entre todos esos maleantes y malnacidos, nunca, jamás, conoció a nadie que le removiese la bilis en el estómago como lo hacía aquel hombre cuyas últimas palabras aún resonaban en su cabeza.
Se puso en pie, recogiendo su arma y guardandola de nuevo en el cinto mientra miraba a los ojos de su "mentor", desde cierto angulo, podría parecer que se miraba en un espejo... ¡Bah! Tonterías.
-Claro, ahora mismo nos ponemos en camino señor- dijo mientras se estiraba su recién estrenada casaca negra que ya había manchado con sangre propia y ajena -Efectivamente hay mucho por hacer, como descubrir en que barco zarpará Du Plessis, ya que no habeis tenido a bien compartirlo con nosotros... o descubrirlo, quien sabe...-.
-Capitán- añadió meintras se cuadraba en el saludo reglamentario. Tras lo cual hizo una mueca a Le Noir, indicandole que sería mejor que se fueran que enfrentarse a aquellos tres, al menos a los tres juntos y, sin mediar más palabras se dió media vuelta dirigiendose a la puerta, el Dei Gloria esperaba.
No dudó ni un instante, ni siquiera pensó en lo que hacía, pero en un momento se encontraba de nuevo sentado pero con las manos vacías. Miró sus armas, que ahora descansaban inofensivas, y tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para ocultar el gesto de desagrado y asco que amenazaba con enturbiar su rostro.
Durante años había sufrido el yugo de la pobreza y por ello se había metido hasta el fondo en el fango de la sociedad parisina. Y sin embargo, pese a rendir cuentas a gente que era un cáncer para la sociedad, siempre se había sentido libre. Prueba de ello era su actual posición, donde el prestigio y el estatus iban de la mano con la propia inventiva y resolución.
El control que aquellos hombres ejercían ahora sobre él, un control que iba más allá del de un superior o incluso un noble con sus criados, le hacía sentir impotente y hacía crecer en él una ira que podía estallar en cualquier momento. Pese a todo escuchó lo que tenía que decir el capitán, analizando cada palabra, guardando cada resquicio de información y reservando los desprecios y desplantes hacia ellos para cuando tuviera ocasión de vengarse.
Cuando acabó y Merlín les metió prisa, más una burla que una orden, no pudo evitar sostener la mirada, llena de rencor y frialdad, hacia aquél estúpido despojo que se creía tan importante. Algún día... pensó para sus adentros, justo antes de cerrar los ojos, estirar su cuello, y después sonreír con un altivo y engreído gesto al escuchar a Black.
Después recogió sus armas, hizo una reverencia hacia Von Breth, dando descaradamente la espalda a Merlín, guiño un ojo a Wells, y se dio la vuelta en pos de su compañero. Antes de salir se paró en el resquicio de la puerta, volvió a hacer un gesto con el sombrero, y se despidió.
- Señor, caballeros... - Lo primero dirigido al capitán y luego sin mucho entusiasmo, como si no se creyera demasiado lo que decía, a los otros dos -. Esperamos traerles noticias pronto acerca de nuestros descubrimientos.
Luego salió y sonrió de nuevo, avanzando unos metros en silencio, antes de hablar cuando se quedaron solos.
- Creo que esta noche no dormiremos demasiado, ¿te apetece ver amanecer el puerto? - Rió por lo bajo -. Me han dicho que es... glorioso.
Y así terminó el primer caso de los dos Casacas Negras recién ascendidos a inspector. Salieron de la casa con la sensación de que todo había sido una tomadura de pelo, con el odio subido y con el resquemor de a pesar de haber hecho las cosas bien todo quedaba infravalorado por su superior y su mentor. Cerraron la puerta tras de si y se encaminaron al puerto en busca del Dei Gloria.
Tanto Black como Le Noir sentían un profundo desprecio el uno por el otro... como hubiesen gustado de encontrarse en bandos opuestos. Por otro lado no era diferente el aprecio que sentían por su capitán o por su tutor Merlin, pero iban a seguir adelante, lo importante no era ejecutar bien la misión para la satisfacción del reconocimiento de nadie, eran Casacas Negras y lo que hacían era tan secreto y oscuro que nadie les iba a felicitar jamás, seguirían adelante porque era su deber, el deber que ofrecían a una patria que les había dado la oportunidad de salir de un miserable y turbio pasado a cambio de protegerla a cualquier precio. Después de todo Londhs era un reino rico y poderoso que sobrevivía como potencia por saber mantenerse al filo de la navaja sin titubear y tejemanejeando en la sombra gracias a su orden inquisitorial, vosotros.
La noche se presentaba fresca y larga, por eso calaron sus sombreros y abrocharon sus casacas hasta el último botón haciendo que las solapas cubrieran cuello y el rostro hasta la nariz. Y así, embozados como unos truhanes se perdieron entre las sombras de las callejas del puerto de la ciudad estado de Londhs.
FIN?