Sorprendido ante las violentas palabras de Kaysa el posadero asustado continua hablando.
- Por favor no me hagas daño, yo sólo...está bien, ¡¡temía que si os contaba que pasa en el maldito pueblo os fuerais de aquí sin ayudarme!! supongo que no tengo otra alternativa...
- Como ya habéis deducido señor Feanor, el tesoro más valioso que tengo es mi hija "Fara", mi pequeña Fara, ese dinero es todo lo que tengo y estoy dispuesto a dároslo, yo sólo quiero protegerla... para eso construí esa almenara y así impedir que caiga en manos de ELLA.
Después de decir esto el viejo Corby se levanta de su asiento y camina hasta la ventana, mirando a su desvencijada construcción.
- Desde que tengo memoria, siempre ha existido ELLA. Siempre ha estado ahí, trayendo las cosechas y bendiciendo a los que le entregan lo que exige, maldiciendo y arruinando los campos de aquellos que no satisfacen sus deseos.
- No ha habido noble o señor de estas tierras que hiciese algo al respecto. Ella ha gobernado siempre todo lo que es visible y la veneramos como a una diosa por que su poder es Real. Por mucho que pase el tiempo las cosechas han seguido creciendo, las gentes han seguido recibiendo abundancia. Y siempre, cada cierto tiempo, una niña marcha para servir en el castillo...para no ser vista de nuevo jamás.
―“Así es la vida y así lo quieren los dioses”, ―se dicen las gentes los unos a los otros, Pero Yo me niego a aceptarlo (Corby golpea con el puño la pared dejando una marca de sangre)
- Desde que mi pequeña nació todo el mundo se percató de que ELLA la reclamaría algún día, desde entonces sólo he recibido buenas cosechas, visitas que dejaban generosas propinas y en mi familia no existe la enfermedad ni la desdicha.
- Además esa bruja tiene espías por todos lados, esos malditos grajos vuelan veloces hacia el castillo para entregar las nuevas a su señora que castigará a aquellos que los dañen...pero nadie la ha visto jamás...
Amablemente Corby ofreció a Feanor una habitación en el piso de abajo junto a la suya, le devolvió su pañuelo y le deseó una buena estancia. En el descanso de los dormitorios caéis en un profundo sueño. Tras la medianoche, con una luna clara sobre el horizonte, el ambiente comenzará a tornarse algo impreciso.
Una fina niebla comienza a extenderse, formando hilillos, jirones que lentamente se cuelan bajo la puerta de la posada, van deslizándose ocultando el suelo de madera y el entorno de las habitaciones.
Tan sólo Kaysa y Tristant sienten un frío intenso que recorre sus cuerpos, esto los despierta al contrario que a sus compañeros, al incorporarse de la cama y poner los pies en el suelo sienten una especie de niebla, esta es densa, pesada y perezosa, pero en un instante cubre el suelo como una mortaja. Lentamente, llega a los tobillos y al momento, las rodillas. El aire se ha vuelto frío y el vaho se torna en nubecillas de vapor ante cada exhalación.
Aúlla un lobo en la distancia y alguna lechuza esta noche parece desear preveniros de una manera inquietante. Cae una pesada oscuridad, que una luna teñida ahora de rojo precede. Una noche siniestra os acompaña, envolviéndoos con su manto de penumbras.
Al poco, en medio de una oscuridad penetrante, la niebla que cubre el suelo os envuelve. Inmediatamente sentís un sueño terrible que os hace querer volver a la cama. La cabeza os da vueltas y sólo deseáis dormir a toda costa. Mientras tanto, llega a vuestros oídos el sonido de la puerta de la posada abriéndose seguido de los siseos de reptiles. ¡Cientos de ellos!
Finalmente después de desayunar y coger vuestras pertenencias ponéis camino al Almacén de provisiones de Guiraud, este se encuentra a unos escasos 120 pies de la posada, en el pueblo parece que nada ha ocurrido la noche anterior los habitantes que os encontráis a vuestro paso os miran recelosos pero saludan con normalidad a los viajeros puesto que están acostumbrados a ellos.
Seguís viendo pequeños grajos que sobrevuelan el pueblo, posan en arboles y espantapájaros de los cultivos, unos llenos de calabazas, abundantes mazorcas y tomates y otros con no tanta suerte...
Justo antes de llegar al sitio que os indicó el posadero, a la derecha en el camino (3), una casa llama vuestra atención, especialmente envejecida parece pertenecer a una familia muy humilde, nada en comparación con la posada de Corby, sus plantas y cultivos llenos de enfermedades e insectos apenas serían capaces de albergar una calabaza del tamaño de otras cosechas. En el porche un niño juega con un pequeño caballo de madera.
A vuestro paso parecéis captar su atención, de pelo pajizo y trigueño, mirada perdida y aspecto poco favorecido exhibe un ojo gris y otro negro con estrabismo. Cuando continuáis este se acerca a vuestro paso torpemente. Celingandir nota como alguien da pequeños tirones de sus vestimentas.
- ¿Quieres ser mi amigo?