Partida Rol por web

Bueno... -Tu tío se frotó la barbilla con la mano, pensativo, sin saber muy bien qué decir. Alternaba la mirada entre el suelo y tu rostro, visiblemente incomodo- La verdad sea dicha, no entiendo mucho de esas cosas. Sólo he conocido un kami en toda mi vida, y no era una persona precisamente... -Reconoció, torciendo los labios a un costado- Mi experiencia con personas poseídas se centra en aquellos desdichados que acogen espíritus del Destructor, por los que poco o nada se puede hacer salvo... -Se contuvo de terminar la frase, mirándote de medio lado con gesto serio, antes de negar con la mano mientras forzaba esa sonrisa tan suya que le hacía parecer inocentemente simple- Pero eso no tiene nada que ver con ésto. Un kami alberga la gloria de la Madre Esmeralda en su interior, en realidad... -Se llevó una mano a la cabeza, rascándose el cuero cabelludo mientras pensaba en las siguientes palabras- ...es todo un honor. ¿Sabes qué? Conozco a alguien que sí sabe de estas cosas, podríamos visitarle si quieres...

Me encontraba inquieta y la inseguridad con la que mi tío comenzó a responderme no ayudaba a que me relajara. Reconoció no saber mucho sobre aquel asunto, mencionando además que el único kami de esos que había conocido no era precisamente una persona.

Entonces, ¿Qué era?

Me recorrió un escalofrío cuando escuché a Lu Yan mencionar el concepto de “personas poseídas”, aumentando mi nerviosismo cuando habló de acoger espíritus del Destructor, lo que parecía acabar realmente mal. No comprendía del todo aquello, pero no sonaba nada bien, y le miré llena de temor justo antes de que comenzara a negar con una sonrisa que mi caso era totalmente diferente.

- ¿P-pero cómo esta tan seguro? ¿Y si es uno de esos espíritus del Destructor? ¿Es algo así como el Deshacedor? ¿Tiene que ver con una de las grandes fuerzas? – le acribillé a preguntas, nerviosa y asustada.

Sólo me mostré más tranquila cuando pensativo dijo conocer a alguien que sí entendía de esas cosas, ofreciéndome visitarle.

- Claro, vayamos, tío. Me quedaría más tranquila así. – dije casi de inmediato. - ¿Está muy lejos? ¿O supondría desviarnos mucho? Hemos quedado con Shunito en su casa...

Ya, ya, ya, cálmate sobrina... -Replicó Lu Yan a tu cascada de preguntas, agitando las manos apresuradamente, pero mostrando una amplia sonrisa despreocupada- Si fuera un espíritu del Deshacedor, yo lo sabría. Tengo un gran olfato para esas cosas. -Indicó tocándose la nariz- El Deshacedor y el Destructor son lo mismo, sí, una fuerza que deshace lo creado, destruye sin miramiento y corrompe todo cuanto toca. Créeme, sobrina, no hay un espíritu suyo en tu interior. Ni suyo, ni de ninguna otra de las tres grandes fuerzas. Es un espíritu de la Madre Esmeralda, y es algo bueno. Bueno para ti, bueno para quienes te rodean...

De repente, tu tío pareció enmudecer. Se quedó mirando al suelo, ceñudo, pensativo, y sólo volvió a mirarte cuando aceptaste su oferta de acudir en busca de alguien más versado en la materia.

Oh, no, no podemos ir ahora, sobrina. -Aclaró, volviendo a sonreír, aunque de un modo algo más nervioso- Antes debo aclarar las cosas con Shunito, adecentar la casa, y luego iniciaremos esa pequeña excursión. Kippei puede venir con nosotros, pero no deseo que Shunito lo haga...

Lu Yan me llamó a la calma, agitando sus manos y con aquella despreocupada sonrisa suya, que si bien a veces me sacaba de quicio, en aquel momento me ayudó a tranquilizarme. Del mismo modo, relajado, me explicó que era imposible que se tratara de un espíritu del Deshacedor, que sí que era lo mismo que el Destructor; aquella fuerza destructora. Le creí, respirando tranquila al volver a confirmarme de que se trataba de un espíritu de la Madre Esmeralda; sin embargo, al mencionar que se trataba de algo bueno para mi y para quienes me rodeaban… Aquello me hizo pensar. Y para colmo, también pareció hacer reflexionar a mi tío.

Aun así, me apremiaba más lo de aquel conocido suyo que sabía más sobre todo este asunto, así que le pregunté sobre ello; pero mi tío en seguida disipó mis expectativas, diciéndome que no podíamos ir a verle aún. Comprendía perfectamente que no quisiera que Shunito nos acompañara, así que ni siquiera insistí.

- Está bien, tío, así se hará. – acepté con resignación. – Puedo encargarme de adecentar la casa mientras habla con Shunito, así podremos partir cuanto antes.

No hice mención a Kippei, no estaba segura de querer que nos acompañara. Deseaba que así fuera, pero, ¿Cómo se tomaría eso de que era una “persona poseída”? Mi tío decía que se trataba de algo bueno, pero él mismo había dicho también que se trataba de algo extraño; quería ver con mis propios ojos cómo reaccionaba Kippei ante la noticia.

Me puse en pie, meditando las anteriores palabras de mi tío, cada vez más convencida de una idea que deseaba estuviera errada.

- Tío… ¿Podría ser que ese Fan Bingbing me busque por esto que tengo dentro? Si usted ha podido notarlo, alguien más podría haberlo hecho, ¿No? – me atreví finalmente a preguntar, aun a sabiendas de que mi tío no podría darme una respuesta, pero puede que si arrojar algo de luz.

Tu viejo tío se mostró complacido por tu respuesta afirmativa, el modo en que aceptaste su forma de obrar. Sonrió, asintiendo, y se golpeó el muslo con la palma de una mano.

Sin embargo, su expresión se ensombreció al expresar tus dudas acerca de las motivaciones del señor Bingbing. Agachó su rostro y miró al suelo, pensativo.

Es... una posibilidad, que estaba empezando a valorar. -Admitió, apesadumbrado- No tengo forma de saberlo, sin embargo. No aún. Podría no ser eso, ser lo que habíamos valorado desde un principio. Pero también podría tratarse de un enemigo de la Madre Esmeralda, queriendo corromper su obra; o un miembro de las Cortes caprichoso. -Admitió, lanzando un suspiro- La Madre nos insta a cuidar y respetar a nuestros parientes y a todas las demás criaturas, pero algunos se lo toman como un tiránico derecho a disponer de ellos a su antojo. -El viejo, súbitamente abatido, negó con la cabeza y te miró- En cualquier caso, sea quien sea no va a disponer de ti. Eres mi sobrina, nadie te obligará a hacer nada contra tu voluntad. -Afirmó finalmente con total convencimiento.

Al plantearle mi duda a Lu Yan, su rostro no sólo se ensombreció, sino que incluso terminó agachando la mirada. Con evidente pesadumbre, me confesó que había empezado a contemplar aquella posibilidad, aunque su teorización había ido mucho más lejos de la mía; contemplando nuevas opciones.

- ¿C-corromperme? – pregunté asustada, sujetando mis ropas a la altura del pecho con una de mis manos. – Eso… ¿Eso cómo se hace? – insistí, antes de hacer mención a la otra opción mencionada por mi tío. – Con un miembro de las Cortes, ¿Se refiere a otro pueblo cambiante, tío? ¿Es que no se llevan bien con los demás? – pregunté entre la inquietud y la curiosidad, aún había una infinidad de aspectos que se me escapaba.

Tras un suspiro me explicó a grandes rasgos la posición que ocupaba en el orden de las cosas, desvelándome una realidad que no parecía muy halagüeña, sin embargo, en seguida negó con la cabeza, mostrándose más que decidido. Nadie dispondría de mí, pues yo era su sobrina y no haría nada contra mi voluntad.

Tío…

Le sonreí de forma tenue, aunque enternecida, aflojando mis ropas y acercándome un par de pasos hacia él para tenderle mi mano.

- Hay otra cosa que no entiendo de todo eso… ¿Por qué ahora? Mi familia no suponía amenaza alguna para esa gente. Nuestra familia. – rectifiqué. – Ellos no eran como usted. – esbocé una triste sonrisa que me esforcé en borrar de inmediato, no queriendo continuar mostrando debilidad. – Tendremos que ir poniéndonos en marcha, ¿No? – dije de pronto, cambiando de tema y a la espera de ayudarle a levantarse.

El arrugado rostro de Lu Yan mostró una expresión de cansancio y resignación, al ver que preguntabas acerca de aquella posibilidad de ser corrompida. Era mucho cuanto precisabas conocer, quizás incluso lo que otros tardaban años en descubrir por sí mismos, pero el anciano comprendía la urgencia que guiaba tus preguntas.

Hay muchas formas, sobrina, y es demasiado complejo de explicar tal cual. Dejémoslo en la forma más sencilla en que podrías comprenderlo, ¿de acuerdo? -Propuso- Magia. Todos los hombres aceptan y temen su existencia. En este caso, es espiritual, y en el caso de quienes buscan corromper todo lo hermoso que tiene este mundo, se trata de magia negra.

También le preguntaste acerca de las Cortes, si se trataba de otros pueblos cambiantes y la relación entre ellos. Ante eso, negó moviendo su mano a un lado y a otro con un gesto nervioso.

Oh, no, no, no, no, no, no hay problemas entre los pueblos de las Cortes. No muchos, al menos, no como para enemistarnos. -Aclaró, sonriente- Me refería a algún miembro individual, de otro pueblo o del nuestro, alguien que vaya por su cuenta. -Sin embargo, su rostro se ensombreció al preguntarle por el momento elegido, mentando a tu... a vuestra familia- No... no lo se, sobrina. -Respondió, apesadumbrado- No tengo la respuesta, lo siento. Ojalá lo supiera... Empecemos a caminar, sí, o Kippei llegará antes que nosotros y le dará un ataque al no vernos. -Dijo poniéndose en pie pesadamente.

Mi tío parecía cansado, sin saber si se trataba de un cansancio generalizado o de la retahíla de preguntas que no dejaba de hacerle, pero aun así me ofreció respuestas. Simplificó el tema de la corrupción hablándome de magia, magia negra, con la que alguien podría llegar a corromper a otro; mas no otro pueblo perteneciente a las Cortes, sino a algún individuo de forma aislada, aquello era a lo que se había referido Lu Yan en realidad.

- Entiendo, tío… - musité, viendo importante guardar ese dato, al ver la forma en la que mi tío había negado y su posterior sonrisa.

Sin embargo, hablarle de nuestra familia cambió su semblante, aunque no tener respuesta a mi pregunta seguramente tampoco ayudó. Me hizo saber esto, junto a que desearía poder darme una respuesta, y de forma pesada se puso en pie mientras aceptaba continuar adelante; ya que de lo contrario Kippei llegaría antes que nosotros y probablemente se asustaría.

- ¿P-pero no vamos muy tarde, no? – pregunté repentinamente, temiendo que así fuera, terminando de ayudar a mi tío a levantarse; a pesar de no parecer necesitarme para ello aun haciéndolo de forma calmada. – Pongámonos en marcha ya. – insistí a modo de exigencia, queriendo evitar que a Kippei le diera un ataque como decía Lu yan.