jajajajaja
Espero que no :-p
El doctor Campbell parece dudar durante un instante mmientras os estudia con calma.
El historial médico no es de dominio público y solo estamos autorizados a proporcionarlos a la familia del fallecido o a la policía. O, por supuesto, a otro colega que esté al cargo de los cuidados del paciente. Aunque usted siendo detective privado podria tener acceso aunque, sin embargo, necesitaría un documento policial o de la familia que acredite que usted lleva este caso y...
Y cuando todos pensábais que ya sería imposible obtener nada del buen doctor, aquí Dupin encontró un resquicio, un clavo ardiendo al que agarrarse, pues comenzó a explicarle algunos casos y excepciones a la ley así como el status jurídico del detective privado amparándose en unas cuantas leyes que bien conoce, y que parecen dejar bastante impresionado al doctor, pues finalmente accede, no a otorgaros el historial médico, pero si a leerlo y a discutir con él personalmente estos temas en no mas de diez minutos.
En el historial médico consta como el paciente, John Bidwell, ingresó en Allbrooke a las 4 AM del 14 de Noviembre de 1888, acompañado por Dr. Sir William Withey Gull, quién firmó la autorización de ingreso. Bidwell actuaba como un animal salvaje emitiengo gruñidos y alaridos guturales.Para protegerlo y para proteger a los trabajadores de esta institución, Bidwell permanecía sedado y solo a veces producía unos extraños sonidos.
El 17 de Abril de 1889 cayó en coma pero a la mañana siguiente despertó lúcido y calmado, sin síntomas de locura aunque presentaba una normal confusión respecto al día o del lugar donde estaba.También habló obsesivamente sobre los sueños que había tenido referentes a un mundo alienígena. Cuando tras un periodo de tiempo prudente no se pudo detectar en él síntoma alguno de locura fue dado de alta.
Tirada: 1d100
Motivo: derecho
Dificultad: 50-
Resultado: 40 (Exito)
Se tomó nota de sus delirios para su posterior estudio ?
Quizás entre tanto delirio y locura mezclara hechos reales o cosas que le preocupaban, y que demonios, ahora que estaba muerto cualquier pista por pobre que pareciera podía serles útil
No había ningún mensaje humano en sus alaridos ni en sus sonidos guturales. Porlo tanto no se han documentado.
Las cosas habían cambiado, entonces por qué no tirar más de la cuerda y ver que había del otro lado, pensó Adèle. Esbozó una amplísima sonrisa y hablo, casi susurrante: Sabemos que está muy ocupado y que tiene muchas responsabilidades, por eso no deseamos restarle más de su precioso tiempo. Pero si fuera tan amable… Adèle se inclinó hacia el doctor y lo miró a los ojos. Es por una buena causa. Quizá los métodos hayan sido algo… inusuales, pero nos motiva un interés superior (y una malsana curiosidad también.) Usted sabe mejor que yo que estas psicosis pueden perturbar no solo a individuos sino que a grupos incluso. Recuerdo algún caso similar en Paris. Terribles hechos ocurrieron entonces. Adèle meneó la cabeza con una expresión contrita. Queremos evitar que lo ocurrido se repita, o algo peor aún, y necesitamos toda la ayuda posible para eso. Quizá nada saquemos en claro, pero no podemos dejar clavos sueltos. Solo necesitamos su autorización para entrevistarnos con otros… La mujer agitó sus largos dedos como buscando en el aire una palabra. ¿Internos es la palabra? Disculpe mi inglés, no es muy fluido aún. Necesitamos su autorización para interrogar a los internos y al personal que haya estado en contacto con el difunto. Siempre hay algún detalle o hecho que se escapa y que parece fútil, pero que es un eslabón importante.
Adèle se acomodó en su asiento y sonrió otra vez, con una sonrisa apenas insinuada mientras sus ojos se clavaban en el Dr. Campbell.
Tirada anda a saber de que... credito? charlataneria? persuasion?
Tirada: 1d100
Motivo: Tiradita? :p
Resultado: 4
El doctor niega con la cabeza
Los otros internos pueden verse influenciados o no por sus palabras, señorita. Y eso puede no ser bueno para su estado de salud, no puedo permitírselo y espero que lo comprenda. En todo caso le diré que no hay tantos pacientes en esta institución como para que no pueda hacer un seguimiento de todos y cada uno de ellos, incluido el señor Bidwell. No hay nada mas que puedan sacar en claro que lo que yo no les haya dicho ya. Yo mismo llevé el tratamiento y yo soy la persona a quién habría de dirigirse. Creo que sigue una pista falsa si cree que su estancia aquí puede tener algo que ver con su muerte.
Y la propia Adele es consciente de que el inflexible doctor no va a dar su brazo a torcer salvo que le obligue una ley judicial. Mira nervioso su reloj temiendo perderse alguna otra cita.
Comento en alguno de sus delirios algo hacerca de un cubo ? - Soltó la pregunta después de haber meditado sobre todo el asunto durante unos instantes.
Mientras esperaba una respuesta, observaba con atención a su interlocutor
Habló de un mundo con el que tuvo vívidos sueños. Pero no eran delirios. Ya le he dicho que estaba perfectamente cuerdo. Y no hablaba de cubos.
Se refiere a Yekub ? - Dupin se mostraba interesado en lo que le decía el doctor
El anciano se muestra pensativo, mientras observa el informe. En efecto, Mr. Bidwell parecía un hombre perfectamente normal, él mismo no habría podido descubrir de su temporada en el asilo mental de no ser por aquella explícita entrada en su diario. Aún así, los balbuceos de otros mundos alienígenas y la obsesión del adinerado hombre no era normal.
-Si me permite Dr. Campbell... hay una pregunta- y levanta su mirada tranquilamente, a pesar de haber interrumpido temporalmente la charla de Mr. Dupin. -¿Hubo alguien al frente de las diligencias?¿Alguien que se fuese a hacer cargo de Mr. Bidwell al momento en que fue dada de alta? ¿Alguien que le visitara?- cuestionó.
¿Yecub? si, así llamaba al mundo de sus sueños. Y no, nadie vino a visitarle y nadie tuvo que hacerse cargo de los trámites para ser dado de alta. Cuando recuperó la cordura salió por su propio pie; y como si jamás hubiera estado enajenado.
Respondo por aquí a Veronick: Sir William Gull es un reputado médico. Fue médico de cabecera de Su Alteza Real la Reina Victoria hasta su muerte en 1890
Motivo: conocimientos
Tirada: 4d100
Resultado: 220
Motivo: conocimientos
Tirada: 4d100
Resultado: 31, 47, 74, 15
En contraste con el luminoso, pulcro, y ordenado recinto, Annette destilaba un humor umbrío, apenas disimulado por una tímida sonrisa. Los fantasmas de los recuerdos —recuerdos ajenos revelados a medias por las admonitorias sentencias de su padre— erraban en torno a ella, tristes y sombríos, como ánimas en pena. Su mirada se derramó sobre los otros —tan otros, tan extraños, tan distantes de su pensamientos…— y suspiró. Momentos antes, la muchacha no pudo impedir que sus mejillas se tiñeran de carmín bajo la encendida mirada de reproche del doctor Campbell. Había sido descubierta como una niña en una travesura, había falsificado la rúbrica de su padre y había usurpado su identidad en una carta fraguada de forma tan descaradamente infantil… Y, por si fuera poco, se había enredado en la investigación de un espantoso crimen obrando casi al borde de la ley. —¿Y ahora…?— Ahora se encontraba en el despacho personal del director del sanatorio Allbrooke, un asilo para insanos. Annette apretó sus labios en una mueca a medio camino entre el miedo y… ¿qué? Buena pregunta. Apoyó sus pequeñas y marmóreas manos en su regazo y entrelazó los dedos, nerviosa.
“Annette, Annette, ¿qué haces, pequeña? ¿Es que no entiendes que por este camino acabarás como tu madre?”
Aunque amaba a su padre, también le temía. Hasta entonces había tolerado sin resistencia su imperativa influencia. Los sentimientos de profunda veneración con que consideraba la austeridad, la severidad, las sabias palabras, la omnipresencia y la omnipotencia aparentes del doctor Bulwer, la habían imbuido en una bruma de vacilación y debilidad —¿Podía acaso dudar siquiera de los asertos del insigne galeno aún cuando su percepción gritase otra cosa?— que fue sellada con una obediencia implícita que le dejaba un sabor rancio y amargo. Entonces se sometió a su paternal arbitrio, pero ahora algo comenzó a murmurar, a vacilar, a resistirse. ¿Por qué? Lo ignoraba. Lo único cierto era que en su fuero interno afloró una tímida y desesperada resolución de respirar libremente. ¿Acaso la trágica muerte de Lord Bidwell influyó en ello? ¿O el agobio de tantos años temiendo aquello que parecían augurar las severas admoniciones de su padre? Cómo saberlo…
Aquel amplísimo edificio de planta irregular y estilo isabelino en una solitaria villa inglesa avivaba viejos terrores. A la espera de la hora convenida para la entrevista, Annette había recorrido las frías avenidas que surcaban la pequeña comunidad de Mercy Hill. Había respirado la fragancia de mil arbustos y se había estremecido al escuchar el grave y profundo tañido de las campanas de una iglesia lejana que quebraban con sus notas tristes y repentinas la plácida quietud que se incrustaba y dormía en cada objeto en que sus ojos se posaban. Todo era quietud en derredor, pero no era así en el ánimo de la muchacha, cuyos pensamientos se agitaban en un implacable tumulto. De la mano de Adèle, había paseado por las arboladas avenidas y la vera del río, más ensimismada en sus pensamientos que en la picante plática de la condesa. Los hombres que las acompañaban conversaban entre ellos sobre el crimen acaecido la noche postrera; y sus voces, lejos de alejarla de sus temores, la habían ensombrecido aún más. —¿Qué hago aquí? ¿Por qué estoy aquí?— Entonces no había atinado a darse una clara respuesta, ni siquiera una mera excusa; y, ahora, tampoco. Todo era tan impropio en ella, tan extraño que la estremecía. ¿Por qué había obrado del modo que lo había hecho en las últimas horas? ¿Por qué lo hacía aún? ¿Qué tenía ella que ver con todo esto? ¿Acaso…? Recordó las palabras de su progenitor, sus advertencias, y se preguntó si acaso no había acertado. Las vetustas paredes de aquel lugar agitaron un antiguo fantasma: la locura. Y el recuerdo de su madre regresó. Las alucinaciones y unas fortísimas crisis nerviosas la habían debilitado y habían hollado su cordura hasta arrastrarla a una trágica y prematura muerte. Y ahora, en las sórdidas entrañas de un asilo para insanos, Annette se preguntó si esto no sería una premonición, una anticipación de aquello que le deparaba su sino. Y si… Agitó suavemente la cabeza como espantando esos pensamientos e intentó concentrarse en aquel lejano eco, las palabras de los presentes. Presentes, sí. Ella era quien estaba ausente. Mordió sus labios y, como una autómata, anotó un nombre en su libreta: Sir William Gull. Luego, exhaló un mudo suspiro e intentó ordenar sus pensamientos. La muerte de Lord Bidwell, su propio e inusual comportamiento en estos días y lo ocurrido con su prometido. Pensó en Clayton y hundió la mirada en su regazo. Ya habría tiempo de aclarar ciertas cosas. Ahora, la… desafortunada entrevista concluía.
Perdón por el retraso. Estoy algo liada, y sin inspiración.
Y unas pocas horas mas tarde el distinguido grupo se dirige nuevamente hacia Londres donde poder intentar continuar las pesquisas referentes al misterioso caso de Bidwell. Por un lado solo tenían una pista que se antojaba algo difusa: el doctor Sir William Gull cuyo único nexo con el caso es el de haber firmado la orden de ingreso del finado en Allbrooke. Y por otro lado el detective Dupin se mostraba confiado. Tenía buenos informadores en la policía y allí donde estos se movieran buscando al mayordomo, allí estaría algún informador que pusiera al día al detective.
Voy pensando en abrir nuevas escenas, aunque vayamos un poco lentos. No hay muchos caminos a seguir, y de hecho me toca a mi mover ficha.
Si Shabanna va a tardar en volver podríamos dejarla en stand by fuera de la escena o penejoteándola dejándola siguiendo alguna pista en otra escena de la que luego os informará. Por ejemplo la podemos dejar entrevistandose con Sir William Gull mientras os hago avanzar por otro lado y juntaros al cabo de un tiempo. No se si Daraexus está en la misma situación que Shabanna y no va a poder postear...