Bueno ahora sabemos donde estuvo nuestro amigo Bidwell todo este tiempo.
Se fué a ese lejano continente y parece que ahí perdió la razón y por si eso fuera poco parece que cuadno salió de Albrokeno no había recuperado la razón. Parece que con su sesión de espiritismo intentaba volver a Yakub, y aunque no he poído hablar de ese sitio, diría que se trata de esa ciudad de gigantes de la que habla en su diario.
Quizás alguno de esos aborigenes ha venido en busca del objeto, una teorí más que estudiar
La librería del anciano se oye silenciosa a esas horas, meditabundo como estaba, escuchó durante un rato las afirmaciones del detective y las otras damas, mientras abstraído sobre sus propios asuntos, se acerca finalmente, con algunos libros que deposita sobre el mostrador, sin que tengan relación alguna con aquel misterio.
-Lo he meditado toda la tarde- dice el anciano -Evidentemente Albrokeno se trata de un manicomio, un destino poco deseable para cualquier persona. Lo que se oye de manicomios y asilos...- dice con una mirada indescifrable, casi lejana, como al principio.
-Lo único que se me ha ocurrido, es que Yekub sea algún lugar en África, que le haya colado a Lord Bidwell como un sitio al que se pueda llegar espiritualmente. A la luz de este diario, podemos decir que su salud mental no era la más adecuada cuando logró salir de Albrokeno, y quizás estuviese tratando de alcanzar un sitio físico a través de un viaje espiritual, cómo podría pensarse de sus desvaríos- y luego a la luz de una lámpara, las sombras juegan con su rostro y su barba, dándole un aspecto tétrico.
-Es por eso que he arreglado que un coche me lleve mañana temprano hasta Albrokeno, a la luz del día.- anuncia con voz profunda -No es sano* ir de noche a un lugar así- no sonríe ante su juego de palabras. -Espero que al menos usted me acompañe Mr. Dupin, su presencia seguro tendrá más influencia que la mía...-
Y luego señala el diario -En cuanto a sospechosos. Tenemos al joven Mortimer Mycroft quien ya ha intentado robar el cubo y cuya fotografía es la misma que estaba en el despacho de Mr. Bidwell. Pero es poco probable que se haya colado en un barco hasta Inglaterra detrás del propio Bidwell...-
-He estado cavilando sobre las intenciones de Mr. Bidwell también. ¿Por qué se embarcaría en una expedición por las tierras áridas Australianas? esa es una pregunta que debemos plantearnos. Eso, y la leyenda que le fue narrada. Ah! parece que nuestra visita a la Libreria Británica es casi que obligada, primero por el anillo que Mr. Dupin logró sacarse ante las narices de Mr Mulverhill y para buscar alguna referencia a este extraño mito de una ciudad de gigantes- en su librería, y emocionado con los aires de la investigación, el anciano está más parlanchín que nunca.
* Es lo mejor que se me pudo ocurrir para una expresión del tipo "It's insane to go to a place like that in the middle the night..."
Creo que la visita de mañana echará algo más de luz a este asunto.
También estaba pensando que si Bidwell estaba obsesionado con " El rey amarillo" quizás deberiamos obetenr más información de el, quizás incluso salga algo acerca de ese lugar Yekub.- Se quedo pensando unos momentos.
Si estuvo encerrado en esa institución mental todo ese tiempo, seguro que les hablo de sus locuras y e sposible que alguien recuerde algo que nos pueda ser útil.
Adèle le echo una velada y furibunda mirada al detective. Evidentemente es una costumbre británica ignorar las preguntas de las damas. Ni tienen siquiera la elegancia parisina de "hacer como que" escuchan. En fin... Cuando Whipple habló, esbozó una irónica sonrisa ante el comentario sobre como Dupin escamoteó el anillo a la vista de aquel otro desagradable sujeto. (Los británicos comenzaban a caerle mal.) Vaya hazaña. Y nadie recuerda que lo encontré yo. La vanidad herida de una fémina es en ocasiones un arma peligrosa.
¿Un asilo de insanos? Ninguna sorpresa. Lo extraño es que le hallan permitido salir... Finalmente se decidió a hablar y se dirigió directamente al anciano librero. No escuché nada sobre Bidwell y ese sitio. Ni anoche, ni antes. Y eso que mi "mecenas" es algo (muy) indiscreto con esos temas. Algunas personas ocultan celosamente esas cosas. No pudo evitar recordar aquel rumor sobre la madre de Annette. Quizá los parientes del occiso exijan una estricta reserva sobre el tema y sea difícil conseguir alguna información, pero... Su sonrisa se iluminó. El padre de Annette es médico, un prestigioso profesional según escuché, y tal vez pueda proporcionarnos acceso a los profesionales que lo atendieron, a los otros internos que lo frecuentaron e incluso a su historial clínico. Basta con que Annette se lo pida, con el inocente pretexto de que necesita material para sus cuentos. Hasta para la condesa era conocido lo puntilloso que era el doctor Bulwer. Nada de escándalos, nada de inmiscuirse en la privacidad de los demás.
En ese momento pensó que quizá Annette sabía que Bidwell había estado internado en aquel sitio. ¿Lo sabía? Su mirada revoloteó unos segundos por las telarañas del techo antes de posarse en la muy ausente británica.
Fe de erratas: en lugar de:
Cita:
Léase:
Cita:
En efecto, mi padre es médico.Pero no es de los que curan las enfermedades de la mente. Quizás no se tomaría bien si descubre que su hija anda visitando sanatorios y jugando a ser detective. Pero quizás podría conseguir que solicitara por escrito y firmado por... su puño y letra... los archivos sobre el desafortunado Mr. Bidwellpara que su amigable hija se los pueda llevara su consulta responde Annette demostrando tener mas de un as en la manga.
Podría funcionar, querida Adèle. Saldremos todos hacia Albrooke mañana temprano en el coche de Mr. Whipple dice volviéndose hacia el anciano librero
Si no tiene inconveniente, claro.
Que hora representa que es ?
-Excelente idea Mr. Dupin. Aunque lamento tener que cerrar mañana durante toda la tarde mi librería.- anuncia con seriedad. Luego observó a las damas.
-No es el lugar más indicado para ustedes señoritas...- comenzó el anciano librero -... pero dudo poder censurarles de embarcarse en esto. Así que no tendré ningún problema, mientras no sean una molestia- dijo con la misma afabilidad con que se podría haber dirigido a su hija Abigail. Observó por un momento a Annette, con una mirada paternal, antes de empujar suavemente el diario de Bidwell sobre la mesa.
-Puede usted llevárselo esta noche si gusta Mr. Dupin.- dice con algo de indiferencia. -Por si encuentra algo que yo haya pasado desapercibido-
Yo he asumido que es tarde en la noche. O la noche.
si, serán como las 6 o 6:30 de la noche.