Partida Rol por web

La crisis económica que asolaba el país no estaba dejando ninguna buena imagen hacia el exterior. La primera superpotencia mundial se veía muy afectada por el paro, la delincuencia y los continuos motines por parte de ciertos sectores de la sociedad. Sumándose a las bandas ya existentes de barrios marginales, comenzaban a surgir nuevos movimientos en contra del gobierno, bandas cada vez más organizadas que lograban sus propósitos a la fuerza, y muchas de ellas organizadas por hombres con mucha influencia o con extrañas virtudes. EEUU se estaba sumiendo en el más absoluto de los caos y era algo que varios países observaban con mucho detenimiento, y porque no decirlo, con una gran sonrisa en sus rostros.

T u vida sin embargo, como muchos otros de tu escala social, distaba mucho de la del resto de los estadounidenses. Aunque la crisis afectaba tu vida económicamente hablando, el hecho del crecimiento de la delincuencia en la ciudad era algo más preocupante. Hace algunos mese que había comenzado tu cruzada contra el crimen organizado y eso actualmente, era lo que más ocupado te mantenía.

Hará un par de noches, en una de tus rondas nocturnas por la zona sur de la ciudad, diste con un extraño suceso. Dos hombres trajeados perseguían a una joven muchacha de pelo rojo hasta un callejón. Allí la habían acorralado a punta de pistola y parecían pedirla, aunque muy bruscamente, que les acompañara. La muchacha se negó y los hombres se dispusieron a abatirla a disparos.

Apareciste como un rayo y, con varios golpes muy certeros, acabaste rápidamente con ellos, desarmándolos y golpeándolos severamente. Cuando la muchacha aló la cabeza tras cubrirse pensando que la matarían, solo pudo observarte a ti y a tu gran sonrisa. Acto seguido, abandonaste el lugar lo más rápido posible. Esa muchacha hablaría de ti y poco a poco te irías haciendo un nombre en la sociedad, no hacía falta entablar conversación con ella.

Han pasado cinco días de aquello y te encuentras en un centro comercial de la zona sur de Manhattan, tu hogar de residencia. Allí se encuentra una tienda muy apreciada por dedicada al deporte y a la aventura. Solías pasarte por allí una o dos veces al mes por las novedades que pudieran tener. Todo parecía una tarde normal, como cualquier otra, pero algo llama tu atención.

Aquella muchacha, la chica pelirroja, allí estaba, y a juzgar por su mirada, algo la atormentaba…

Todo empezó simplemente así. Un pañuelo arrugado con una cara de terror que te cubría la cara pero que por casualidades del destino acabó pareciendo una gran sonrisa. Era curioso cómo pasaban estas cosas, y cómo acababan marcando. La Sonrisa había sido algo recurrente unas cuantas veces. Como la Máscara. Nadie le llamaba por un nombre exacto porque tecnicamente ni siquiera existía, y ya estaba bien.

Pero ahora se había convertido casi en una obsesión. Era demasiado difícil evitarlo. Todo el país se estaba cayendo a pedazos, y por mucho que intentara poner su granito de arena como persona nada parecía ser bastante en aquellos tiempos de recesión, recesión que tendía a sacar lo peor de las personas, que salían en manada como los lobos dispuestos a cebarse en presas débiles que tuvieran la mala suerte de cubrirse en su camino. Excepto porque desde hace algunas semanas a los lobos les había surgido un cazador. Jeh. Ni siquiera tenía que hacer mucho, el nombre y la fama eran mucho más importantes que todo lo que él pudiera hacer, que no era poco. Aquella noche, como la primera vez, una muchacha... ni siquiera lo vieron venir, en un segundo se vieron desarmados y estampados contra la pared. Uno se quedó inconsciente o lo fingió, pero el otro trajeado decidió intentar quitarle de en medio. Craso error.

Su vida normal no se veía afectada. No demasiado. Era rico, tenía reputación y no tenía enemigos dignos de consideración. Estaba probándose unas botas nuevas de la serie Montana, cuando la vio. Decidió observarla disimuladamente, de reojo, mientras seguía probándose los materiales. Parecía alterada por algo, muy alterada. Bueno, no le descubrirían mientras se iba percatando de aquello, y quizás acabase por tirar del hilo de algo.

La muchacha se movía con mucha agilidad entre la multitud hasta llegar al supermercado. La perdiste la pista unos minutos hasta volver a verla en la caja registradora con varis producto que acababa de coger. Una vez hubo pagado, la muchacha se dispuso a salir del centro por donde había venido.

El centro comercial estaba abarrotado de gente, hora punta, fin de semana, tenía todos los alicientes para que muchas de las familias de Manhattan se encontraran allí pasando el día. Comenzó a dirigirse a la salida cuando un estruendoso ruido, seguido de un millar de trozos de cristal cayendo del cielo, hicieron cundir el pánico en la zona central del centro comercial. Cubriste tu rostro con una mano para evitar que los pequeños trocitos del cristal hecho añicos se te metieran en los ojos, aunque no pudiste evitar el mirar hacia arriba para ver qué es lo que estaba ocurriendo.

Alrededor de diez hombres de oscuros uniformes comenzaron a descender por cuerdas hacia el piso inferior mientras que, de un extraño vehículo, parecido a un avión, que permanecía levitando encima del edificio, descendían tres extraños robots metálicos ayudados por unos retropropulsores que los hacían descender a menor velocidad. En su bajada, estos prototipos, habían  descolgado una de las vigas que sujetaban el techo que permanecía enganchada el resto gracias a un cable que pasaba por ella y que, claramente, no aguantaría el peso de la viga.

Segundos después, la viga, se desprendió del techo y se precipitó a una gran velocidad hacia el suelo, llevándose a su paso unas escaleras mecánicas. La gente corría de un lado para otro, sin saber muy bien hacia dónde dirigirse y, en medio de todo este caos, una niña observaba, inmóvil y aterrada, como la viga se la venia encima…

FDI: ¡Las viñetas lo hacen GRANDE!

Sentía curiosidad por aquello. La chica parecía algo inquieta, algo nerviosa, escondía algo... pero no era cosa suya, realmente.

[O al menos eso había pensado]

La explosión le pilló de sopetón. Le derribó al suelo mientras escuchaba los cristales romperse y salpicarle de esquirlas encima. Si no le había clavado ninguna sería un milagro, pero claro, también sabía cómo moverse y cubrirse, eran cosas que uno aprendía en sus viajes. Con eso y todo, no pudo evitar mirar arriba y ver todo aquello. ¿Qué se supone que estaba pasando? En unos segundos, todo el lugar se convirtió en el caos y la destrucción más absoluta. Él no solía aparecer más que por la noche y en los lugares donde nada podía ser seguro... y aquel sitio empezaba a serlo. Una aparición demasiado pública, quizás. Se deslizó hasta la zona de caza y pesca de la tienda de deportes mientras pulsaba un botón. Los demás creyeron que corría con ellos, pero acabó allí. Tras comprobar casi instintivamente el punto hueco de los cables, deshabilitó las cámaras y entró con libertad. Necesitaba moverse rápido. Las cosas ya estaban en marcha y, aunque todo su equipo no estaba encima suya, podía improvisar perfectamente con lo que tenía allí. Aoarte de que, en realidad, las cosas estaban a punto de llegar...

El sonido de las ruedas no lejos de allí y una detonación. Los cristales se rompieron conforme caía aquello. Hubiera sonreído, pero el que ahora estaba detrás de la máscara no tenía rostro. Apenas necesitó un momento para apoderarse de todo lo que necesitaba. Con un susurro desapareció como había llegado, deslizandose entre las ruinas sin que nadie pudiera verlo entre la montaña de escombros y el humo que todavía no se había disipado, acumulado allí dentro. Desde allí lo vio, una niña pequeña, indefensa, y una viga cayendo hasta ella.

Los gritos siguieron, pero cambiaron de identidad, cuando los filamentos de espuña endurecida se pegaron a ella en un momento y la alejaron de un tirón. Cayó en las manos de él, que se aseguró de que estuviera bien. Antes de que pudiera volver a gritar siquiera, le tapó la boca y la condujo al lugar más seguro que pudiese encontrar en un momento.

Acción: Cambio rápido y activación del control remoto. Modo sigilo y trato de actuar utilizando el lanzador (con la dote correa para eso) sacando a la niña de ahí, porque dudo que me cueste mucho pesando tan poco. Dif. 30 de sigilo, porque trato de esconderme mientras realizo una acción directa. Resultado: éxito.

Por el momento nadie le había visto. En cuanto la chica pudiese hacer su camino hasta un lugar seguro tendría que encargarse de todo aquello...