Partida Rol por web

Vuelvo la mirada a mí esposa, la veo en ropa interior toqueteando el teléfono desesperadamente y me vuelvo a asomar a la ventana.

- Vamos chiquilla, ven para acá, es peligroso - digo más pausadamente, esperando que la cría se acercarse
 Vuelvo a mirar a mí esposa. Empiezo a sacar medio cuerpo de la ventana como si fuera una marioneta caída de un niño pequeño buscando la cornisa para poder saltar.

- Cariño voy a salir, acércate por sí acaso - y sin esperar respuesta, salto descalzo a la repisa agarrado fuertemente del marco de la ventana.

-Pues si, el olor era fuerte como un bar- Seguía mirando alrededor cuando él me agarró de la cintura y me besa. -Vaya, parece que alguien está bien caliente hoy- Lo quedé mirando a los ojos, pensando cómo podían ser tan bellos y otras cursilerías del minuto. No dejaba de sonreír tontamente, hasta que se puso a revisar el ruido en la ventana. -Ya veremos que hay en la ventana- Le dije mientras me sacaba el top dejando ver mis pechos -Lo que soy yo, iré a tomarme una ducha rápida- Le guiñé con el ojo mientras me desvestí del resto -Y cariño, si quieres puedes deshacer las maletas y buscar mi toalla-  Inmediatamente me fui a la ducha, no era lo mejor que había pero de seguro ya había tenido peores experiencias y, al menos, estaba con Stefan. Solo quería que estuviera caliente y con algo de jabón, el viaje había sido agotador.  

Sentiste como una presión te empujaba hacia la ventana , con intención de tirarte hacia el vacío. De tal forma que te quedaste colgando de la cornisa. La niña parecía haber desaparecido. Pues no había rastro de ella. ¿Había vuelto a meterse en su habitación?

Un olor putrefacto venía del interior del armario. Al abrirlo, pudisteis comprobar que había un cuerpo en descomposición, del que solo quedaban tripas y un rastro de sangre seca. El zumbido de las moscas alertaron de su apertura, por lo que estas fueron en vuestras búsquedas, con intención de largarse del lugar. 

Os desnudaste por completo, encendisteis  elgrifo del agua caliente y esperasteis que el agua se pusiera tal y como queríais. Mientras tanto,  Elena empezó a deshacerse de aquellos pendientes y se recogió el cabello en un precioso moño desaliñado.

Cuando el vapor inundó el baño, empezasteis a ducharos como era debido.

Sin embargo, cuando comenzasteis a jugar al típico juego de eco-pareja de enjabonarse , un olor fuerte venía de la cañería. Al abrir los ojos, os encontrasteis con un agua un tanto amarillenta. 

Mi esposo tiene la ocurrencia de intentar ir por la niña, pero lejos saldrá bien que esto es muy riesgoso. Pero nada, no he podido convencerlo y allí está lanzándose a por ella. - Pero amor, no. - digo un tanto preocupada, pensando que tal vez esto no está yendo nada bien y quería matar a los padres de la criatura. En verdad que los estoy odiando con ganas. 

Y mientras intenta salir de la ventana y caminar por la cornisa, algo va mal. 

- ¡Pero amor! - grito con fuerza mientras estiro mi brazo para sujetarlo. - ¡Sostén mi mano! ¡Ya! - digo visiblemente desesperada. 

Cierro de golpe de nuevo el armario tras pasar unas pequeñas arcadas.

- ¿Pero que demonios es esto? Gabrielle salgamos de aquí. Vamos a recepción a ver si ha vuelto alguien. O si vemos a alguno de los compañeros de viaje.

Dejo las maletas en la cama y espero que Gabrielle salga conmigo hacia recepción.

Cuando me quiero dar cuenta estoy intentando colocarme en la cornisa para ayudar a esa niña. Y ahí estoy, sentado en el marco de la ventana en ropa interior. Cualquiera que mirara hacia arriba desde la calle pensaría que me quiero suicidar. Poco a poco comienzo a escurrirme para hacer pie en la cornisa, la piel se me empieza a erizar y un pensamiento me inunda la cabeza.

Pero qué coño estoy haciendo, esto es una locura.

Para cuando quiero dar marcha atrás y volver con mi mujer a la habitación, resbalo, noto que el corazón me da un vuelco y los músculos se contraen al estirar la mano para agarrarme a la cornisa. Veo a mi mujer desde la ventana gritando mientras me tiende la mano que agarro con firmeza para ayudarme a entrar a la habitación.

- Cariño, la próxima vez me pegas un guantazo, pero no me dejes volver a hacer una locura así por favor. – le digo mientras la abrazo fuertemente e intento tranquilizarme en sus brazos.

Miro con algo de recelo la ventana para cerciorarme que esa cría ya no está y vuelvo la mirada a mi esposa.

- Seguro que esa niña está ya en su habitación, ¡me van a oír como me los cruce en el pasillo!. Y en cuanto podamos pedimos una suite. - respiro hondo para intentar tranquilizarme.

Empiezo a quitar la ropa interior a mi esposa mapeando con mis manos todo lo que está debajo entre besos y juegos. Necesito olvidar lo sucedido, necesito a mi mujer después de casi morir saltando por una ventana, necesito sentirme vivo.

Se me olvidaba lo preciosa y sexy que es mi mujer, al final entre tanto pepino y calabacín, disfrutar de sus pechos a la vista era un regalo que esta vez tendría solo que mirar. Por desgracia. O no.

- Luego revisamos eso, tranquila cariño, pero... Podríamos darnos la ducha ambos, quiero quitarme este olor de encima y que mejor que contigo. - sonrío picaramente, al final también soy ecosexual, eso está claro. Ver su cuerpo desnudo despertó en mi dos cosas, los ojos para verla mejor y bueno... algo que ella conoce bien. La verdad es que mi mujer es preciosa. - Busco la toalla y vamos los dos, las maletas que esperen ¿no? - digo posando mi mirada en sus curvas.

La situación ha sido límite para mi, en verdad que hay cosas que directamente no deseo vivir por nada del mundo y una de ellas, es perder a mi esposo. Así que tras aquel evento que pudo haber salido peor, lo rodeo con fuerza entre mis brazos cuando él también lo hace y me quedo allí acurrucada suspirando. No puedo perderlo, él es mi vida, mi luz, mi todo. Y mientras nos besamos como si no existiera un mañana, aunque casi que es verdad, dejo atrás el asunto de la chiquilla y asiento conforme con lo que me ha pedido. 

Rápidamente comenzamos a besarnos con más ímpetu, descubriendo esas ganas locas de mi que tiene mi amado al deshacerme de la ropa interior, exponiendo aún más ese cuerpo tan perfecto y muy bien cuidado delante de sus ojos, sonrío traviesa, dejando aquello atrás para divertirnos en un instante más que íntimo. Nos viene bien un poco de desenfreno, descontrol y mucho sexo. 

- Uff amor, que rico... Te deseo. - expreso cuando enredados comenzamos a divertirnos en la intimidad. 

Es que las ganas de hacerle de todo, sentirlo en mi interior me superan y no hay nada que me lo impida, menos ahora que el miedo ha cesado y el deseo impera en esta situación de a dos. 

Cerré los ojos una vez dentro de la ducha, podía sentir su presencia y solo podía seguir sonriendo tontamente. -Más te vale no retrasar al resto, mira que aunque te parecen descerebrado son los compas de viaje que tenemos-  Comencé a asearme mientras movía mi cuerpo rítmicamente como si hubiese música de fondo. No tardé mucho en abrir mis ojos con extrañeza al percatarme del fuerte olor que desprendía el agua. Estaba asquerosa, no le di tiempo a reaccionar a Steve y ya me había salido.

-¿Qué carajos? ¡Salte de ahí que está sucia!- Solo deseaba haber traído toallas humedecidas para limpiarme en seco.

Gabrielle dejo caer el bolso sobre la cama, arrugando la nariz ante el olor putrefacto y ya ya estaba lista para llamar al servicio para quejarse, cuando escucho a Robert hablar. 

Fruncio el ceño ante esas palabras y al verlo frente al armario asintió, no parecía que estuviera contento con el lugar y por su expresión era peor de lo que ella podía imaginar, tomando su bolso en una mano fue en dirección a la puerta. 

-De acuerdo, ¿crees que debamos cambiar de hotel?